Capítulo 5
Narra Alex.
—No sé que me sorprende mas, ¿Qué mi padre me haya amenazado a muerte para que aceptara esto?, o ¿el hecho de que tu lo hayas convencido de esto? – dije desanimado recostándome mejor al árbol, mientras ella se acomodaba a mi lado.
-pero me lo debes por lo que me hicieron en la fiesta, ahora déjame disfrutar un poco de libertad –dijo la morena mientras acercaba una fresa a mi boca –di ah – dijo de la manera más cursi y ridícula –tienes que parecer feliz amor – susurro.
Yo forcé una sonrisa mecánica tomando el bocado.
–odio a mi padre –comente masticando la fruta.
-Ya somos dos, realmente no se qué piensa —comentó pasando a la siguiente hoja de su libro distraída tomando otra fresa del gran tazón a nuestro lado—. Debe de estar mirándonos desde algún sitio, tengo que admitir que me aterra estar tan cerca de ti sin saber que esperar –dijo mirando a nuestro alrededor, estábamos en el jardín de la casa de campo y los arboles nos rodeaban por doquier, pero tanta tranquilidad era lo más preocupante ¿no?, habían muchos posible sitios donde esconderse y nosotros éramos el centro de atención.
-que valiente –dijo con burla guiñándome el ojo
–fue broma, tú me agradas mucho Alex, y se de primera mano lo monstruoso que puede ser Javier, imagínate si me mantiene amarrada a mi cama y dice que me ama, ¿no quiero saber qué haría si me odiara? -dijo mientras una sombra tenebrosa opacaba su negruzca mirada.
-creo que los dos le tenemos bastante miedo a mi padre, así que lo mejor será hacer las cosas lo más discretas posibles –dije mirando a nuestro alrededor algo paranoico.
-Hecho, igual –se encogió de hombros -solo tenemos que disfrutar estas vacaciones –sonrió alegremente acomodándose mejor a mi lado.
-¡Oye!, que no soy una cama –reclame sonrojado, no estaba preparado para tenerla tan cerca de mí.
-pero eres mas cómodo –dijo en burla agarrando una de mis manos colocándola en su vientre rozando un poco sus pechos.
Yo la quite con violencia.
-¡estás loca sabes que no puedo tocar a nadie! –grite agitado con el corazón retumbándome en los oídos.
-hagamos un trato, yo te quito la fobia a las mujeres y tú me dejas escapar de tu padre –me propuso la morena seria.
Yo la mire confuso
–eso es imposible – declare colocándome los audífonos.
Ella extendió su mano.
–entonces no tienes por qué preocuparte, ¿es un trato? –yo mire su mano y luego su rostro sonriente.
-no quiero vivir revoloteando a mi alrededor –dije imaginándome lo terrible que sería tenerla encima de mi todo el tiempo con pesar.
-acéptalo, quizás tu relación con tu adorada Ana mejore, quien sabe y puedo lograr lo que los psicólogos de renombre no pudieron, recuerda que yo también soy psicóloga –sonrió más ampliamente.
-¿tanto deseas escapar de mi padre que propones lo mas absurdo del mundo? –dije notando su insistencia.
-vamos, tú mismo has dicho que soy la peor mujer del mundo, además no pierdes nada con intentarlo, en el peor de los casos todos sabrán que tú no tuviste nada que ver y Ana no podrá reprocharte nada, acepta –dijo acercándose más a mí.
Yo retrocedí pegándome más al tronco.
–no descansaras hasta que acepte ¿cierto? –inquirí.
-acepta –fue su respuesta.
- ok, está bien – encendí el reproductor de música – despiértame cuando termines el libro para que volvamos a la cabaña –dije antes de cerrar los ojos y entregarme a la música, tratando de olvidar la realidad y controlar las fuertes emociones que recorrían mi cuerpo, para evitar mi nerviosismo y mis ganas de salir corriendo.
-oye, Alex despierta, vamos despierta – decía la morena remeciéndolo.
Entreabri los ojos somnoliento
-¿que? –dije restregándome los ojos, no pude evitar sentir esa sensación rara en mis hombros, mire el rostro de Ágata para luego darme cuenta de cómo todavía sujetaba mis hombros y por simple reacción la empuje
–no, déjame –dije inconscientemente.
-auch – dijo ella sobándose las nalgas –no tenias que separarme con tanta fuerza –me reprocho poniéndose de pie sacudiéndose el polvo del jean que llevaba puesto –ya deberíamos volver –comento recogiendo las cosas.
-es tu culpa, sabes que no controlo mi reacción –me disculpe sintiéndome culpable por tirarla, pero todo sentimiento de culpa a cabo cuando me percate del frio en mis manos, eso solo significaba que no tenía mis guantes.
Mire a mi alrededor buscándolos mientras mi pulso aceleraba rápidamente y la ansiedad se apoderaba de mi.
-están en la cabaña –dijo ella sonriendo maliciosa –yo te los quite – agarro la cesta con la mano derecha y me extendió la izquierda.
Un sudor frio recorrió mi piel
–estas demente –dije aparentando estar molesto para ocultar mi miedo, pues no era solo fobia a las mujeres mi enfermedad, también era a todo lo que me rodeaba, admito que tengo algún problema mental, pero aun asi no puedo controlar mi miedo a entrar en contacto con algún germen dañino.
-no seas tímido es mi mano o el medio ambiente –dijo reída comenzando a caminar.
-prefiero los bolsillos – conteste, pero, pero mi ropa, toda mi ropa estaba ¿llena de costura?, -argh –reprimí un grito de rabia, no había un solo hueco donde esconder mis manos, mire con odio la espalda de Ágata antes de salir corriendo, después de todo solo tenia que llegar a la cabaña y estaría a salvo.
-tonto, no me dejes atrás – dijo en alto, pero sin acelerar el paso.
Yo voltee pero no me detuve a insultarla ya tendría tiempo cuando llegara a la cabaña, minutos después, llegue a mi destino.
Apoye mis manos en mi rodillas para recuperar el aliento, instintivamente dirigí mi mano al picaporte, pero me detuve al pensar cuantas personas antes de mi lo había tocado, y quizás ninguna lo había limpiado como es debido, maldije a Ágata de nuevo y como pude tome la tela de mi chaqueta como escudo para girar la manilla, mas sin embargo no giro
–argh, maldición –no puede evitar decir, tenía llave, mire de nuevo a mi alrededor, de seguro ella la tenia, me cruce de brazos con las manos debajo de las axilas mientras la esperaba, no me es muy grato admitir que era lo peor que me había pasado en mucho tiempo.
Moví el pie impaciente, provocando que el tacón con el choque de la madera del suelo hiciera ruido de tac, tac, tac, que me impacientaba mas, demonios ¿qué tanto podría estar retrasándola?, comencé a caminar en círculos en la entrada hasta que por fin su voz alegro mi espera.
-¡ya llegue! –grito a pocos de metros de distancia.
Detuve mi impulso de salir corriendo, intentando mantener la compostura
–caminas muy lento – le dije volviendo a impacientarme.
-¿me lo dice alguien que vino corriendo? – inquirió de forma burlona antes de detener sus pasos en la entrada.
-abre la puerta de una vez – dije ya perdiendo la paciencia.
Ella sonrio crispándome los nervios, ¿Por qué será que esa sonrisa me preocupaba mas que aliviarme?
–ok, toma la llave y abre tu – dijo quitándose la bufanda.
-entrégamela entonces -dije sin sacar mis manos de debajo de mis brazos.
-estan aquí –dijo señalando su escote –tienes que meter la mano para buscarlas –sonrio más ampliamente dando dos pasos hacia mi –que no te de pena –dijo reída.
-¿estas loca?, jamás metería mi mano allí, solo dios sabrá cuanto sudor y bacterias están allí –dije molesto, ¿acaso quería sacarme de quicio?, porque si era así lo estaba logrando muy bien.
-bueno – se dio media vuelta y se sentó en el banco junto a la venta –entonces veamos cuanto tiempo duras aquí afuera sin colapsar – me miro lanzándome un beso.
Yo volví a mirar a mi alrededor, ya el sol estaba oculto y la luna comenzaba a iluminar el cielo, suspire y fui a su lado.
–esto no funcionara así –dije imaginando sus intenciones.
-claro que si, prometo que si colapsas llamo a una ambulancia, no te preocupes –dijo con la vista fija en el cielo.
-demonios, me vas a provocar un infarto – dije frustrado, me balancee en el banco ya al borde de la locura, no podía.
¿Qué era peor, meter la mano allí o estar afuera expuesto a cualquier peligro?.
-estas en tu limite, pero si no combates tu mismo tu miedo te consumirá la vida –dijo mirándome seria –deja que te ayude – extendió su mano, tomo mi muñeca por sobre la chaqueta y la jalo con fuerza, rápidamente coloco mi mano en sus senos –¡búscala rápido! –gritó.