Capítulo 5: Ordeñando polla
Llegamos al coche todavía excitados por la aventura en el museo. Robert se sienta en el asiento del conductor y me mira con una sonrisa pícara.
"¿A dónde quieres ir ahora?", me pregunta. Le respondo con una mirada lujuriosa y me inclino para besarlo.
Nuestras lenguas se encuentran en un baile sensual mientras sus manos se mueven hacia mis pechos, me saca una teta y acaricia suavemente el pezon de la otra a través de mi blusa. Uf, estoy sobrepasada de tanto follar, sintiendo mi cuerpo arder con deseo con ganas de más. Finalmente, llegamos a su apartamento.
Entramos rápidamente y nos besamos apasionadamente en el pasillo, casi derribando la mesa de la entrada. Aquí no nos importa romper nada, es incluso mejor, somos animales.
Me empuja violentamente hacia la habitación y me tira sobre la cama con fuerza, rebota mi culo contra el colchón, haciéndome reír y gemir al mismo tiempo. Robert es violento desde que desató su furia sexual. Robert me mira con hambre, sus ojos oscuros y profundos reflejando su deseo por mí.
Me quita la ropa con destreza, admirando mi cuerpo desnudo con cada prenda que se cae al suelo. Aprieta mis nalgas contra su sexo.
Sus labios se encuentran con mis pezones duros como cubitos de hielo a punto de derretirse, chupando y mordisqueando mientras sus manos acarician mi muslo interno. Le pido que me penetre, ansiosa por sentir su miembro dentro de mí.
Él me mira con deseo, pero se resiste a sacar su miembro de sus slips, me separa las piernas y se desliza dentro de mí con facilidad con dos dedos, separando mis labios con habilidad.
Nuestros cuerpos se mueven juntos, en perfecta sincronía, creando una sinfonía de gemidos y suspiros.
Por fin, decide sacar su polla cabezona, el capullo le va reventar de gordo, totalmente lubricado con líquido preseminal. Me lo introduce y arqueo mis caderas para recibir semejante regalo. La penetración honda y brutal no tarda en llegar. Hasta el fondo de 0 a 100.
Cada embestida es más profunda y apasionada que la anterior, cada vez acercándonos más al borde del éxtasis con mi coño palpitando. Llegamos al clímax juntos, nuestros cuerpos temblando de placer mientras rugimos el uno al otro.
Nos abrazamos con fuerza, nuestros cuerpos empapados en sudor y nuestros corazones latiendo juntos en perfecta armonía.
Me quedo destrozada y en pleno relax dormida en sus brazos, sintiendo la felicidad y el éxtasis de nuestro encuentro todavía latente en mi cuerpo. Sé que esta experiencia es solo el comienzo de una aventura sexual increíble con Robert, y no puedo esperar a ser herida por esta fiera.
Al despertar Robert me mira con ojos ardientes y satisfechos mientras acaricia mi cuerpo desnudo, enredando sus dedos en mi cabello.
"Eres increíble", dice, con voz ronca de haber follado bastante.
"Nunca he estado con alguien como tú".
Sonrío y me muerdo el labio inferior, sintiendo un cosquilleo lascivo en mi entrepierna.
"¿Quieres hacer algo diferente?", pregunto con una sonrisa traviesa. "Algo que nunca hayas hecho antes".
Robert me mira con curiosidad, pero su mirada se oscurece cuando le doy un empujón suave y lo hago retroceder hacia la cama.
"Acuéstate", le ordeno, y él obedece sin protestar.
Me deslizo hacia abajo por su cuerpo, acariciando su pecho con mis uñas mientras bajo por su abdomen. Llego a su miembro, duro y pulsante, y lo miro con una sonrisa.
"Iris, ¿qué estás haciendo?", pregunta Robert entrecortado.
"Nada cariño, voy a hacerte una buena mamada, me vas a alimentar", le digo antes de sentir cada centímetro de él llenándome toda la garganta.
Robert gime con fuerza, sus manos sujetando mi cabeza mientras me mueve adentro y afuera, cada vez más rápido y más fuerte. La saliva me brota por las comisuras de mis labios carnosos cayéndose en sus huevos mientras él sigue embistiendo más adentro su polla.
"¡Más fuerte y hondo, mama bien, así!", grita, lleno de deseo.
"¡Dame todo lo que tienes!" Robert obedece, su pollón cada vez más duro y más hinchado, y finalmente, tengo mi regalo, me llena la boca de leche caliente mientras no paro de moverme y le apuro con fuerza.
"¡Dios mío!", susurra, noto como sigue eyaculando y de nuevo una dosis de elixir de vida recorre mi lengua, expulso parte del semen, enseñándole la lengua, se que el excita ver como me lo trago.
"Eso fue increíble". Robert sonríe, su cuerpo todavía palpitando con el placer.
"Lo sé", digo, con voz suave y sensual.
Me limpio la boca, pero no antes de lamer su cabeza. Se le ha quedado la polla morcillo a, me encanta cuando está así. La limpio bien, sin rastro de semen, me lo como todo. El lo agradece, siente que no tengo miedo ni hago ascos a nada. Realmente el sé en de Robert está muy bueno, más salado que dulce, con un toque afrutado muy intenso.
"Robert, ¿Cómo haces para tener la leche con ese increíble sabor?"
"No sé, confieso que nadie se había comido mi "lleta" nunca"
"Lo se cariño, ahora me recordarás siempre, como la primera", sonrió maliciosamente.