Capítulo 4: Me posee en el museo
Me desperté temprano en mi segundo día en la ciudad, emocionada por encontrarme con Robert de nuevo. Habíamos acordado encontrarnos en un parque cerca de mi apartamento, y no podía esperar a verlo de nuevo. Cuando llegué al parque, Robert ya estaba allí esperándome.
Me saludó con una sonrisa y se acercó para darme un abrazo. Me sentí cálida y acogida en sus brazos, y me di cuenta de que me gustaba estar cerca de él.
"¿Cómo has dormido?", preguntó Robert mientras se alejaba para mirarme a los ojos.
"Mejor de lo que esperaba", respondí con una sonrisa pícara. "Estoy emocionada de pasar el día contigo".
"Yo también estoy emocionado de pasar el día contigo, Iris", dijo Robert mientras me tomaba de la mano. "¿Estás lista para nuestra aventura en el museo?"
"Por supuesto", respondí, mientras caminábamos hacia el museo.
En el museo, nos encontramos frente a las obras de arte y discutimos nuestras impresiones sobre ellas. Robert me habló sobre el significado detrás de algunas de las obras, y cómo el artista había logrado capturar la esencia de la vida a través de su arte.
"Y aquí está La Maja Desnuda de Goya", dijo Robert señalando hacia la obra de arte. "¿Has oído hablar de ella?"
"Sí, pero nunca la había visto en persona", respondí con entusiasmo.
"Es una obra de arte muy sensual", dijo Robert mientras me miraba con una sonrisa. "La modelo desnuda es tan hermosa que Goya no pudo resistirse a pintarla en dos ocasiones".
Me ruboricé ante su mirada intensa y sentí un hormigueo en mi vientre.
"Es muy erótica", dije sin poder evitarlo. Robert sonrió y se acercó a mí, rozando sus dedos en mi mano.
"Sí, lo es. Y no puedo evitar pensar en ti cuando miro esta obra".
Me mordí el labio inferior, sintiéndome cada vez más excitada.
"¿En serio?", pregunte. Robert asintió y acarició mi mejilla con la yema de sus dedos.
"Eres tan hermosa como la modelo en esta pintura. Y me encantaría explorar cada centímetro de tu cuerpo como lo hizo Goya con ella". Mi corazón latía con fuerza, deseando que Robert cumpliera su fantasía.
"Me encantaría que lo hicieras", susurré, sin poder resistir más. Robert me besó apasionadamente, explorando cada rincón de mi boca con su lengua.
"Eres tan exquisita, Iris", susurró mientras me besaba. "No puedo resistirme a ti".
Mis manos se deslizaron por su cuerpo, sintiendo su firmeza bajo su camisa. Me llevó a una esquina del museo, ocultó las miradas de los visitantes, y me levantó en sus brazos.
"Te llevaré al éxtasis, Iris", dijo Robert mientras me besaba el cuello. "Serás mi obra de arte más preciada".
No pude contener un gemido mientras me aferraba a él, entregándome a la pasión que nos envolvía. Me sentí como La Maja Desnuda de Goya, seduciendo a mi amante con mi belleza y deseando ser poseída por él.
Me encuentro muy excitada en el museo de arte, rodeada de impresionantes exposiciones, pero mi mente está completamente centrada en Robert. No puedo evitar mirarlo con lujuria y deseo, y él me devuelve la mirada con la misma intensidad. Después de haber experimentado un poco de pasión en un espacio no apto para ello, sabemos que no podemos quedarnos allí por mucho tiempo, pero nuestro deseo aún no se ha saciado.
Robert toma mi mano y me lleva a escondidas detrás de una hermosa escultura.
"Nunca antes te he dicho lo sexy que eres cuando te emocionas por el arte", susurra en mi oído. "Hay un pequeño espacio cerca de la oficina del guardia de seguridad. ¿Te atreverías a entrar conmigo?"
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo ante la idea de tener sexo con él en un lugar público, pero no puedo resistirme a la tentación. Asiento con la cabeza y nos apresuramos hacia el cuarto oculto. Una vez allí, nuestros cuerpos se juntan en un apasionado beso.
Él acaricia mi cuerpo y yo le quito la camisa. La pasión entre nosotros es tan intensa que puedo sentir el calor emanando de mi piel. Mis tetas ansían ser liberadas y masajearas por manos deseosas, y Robert así lo hace, antes de empujarme contra la pared y penetrarme con fuerza. Grito de placer mientras él sigue moviéndose dentro de mí.
"Calla, cariño, aguanta”
Pero no puedo resistir emitir sonidos como una buena hembra recibiendo su merecido. No puedo controlar los gemidos, ahora más tenues. Robert con sus embestidas hace que me tiemblen las tetas como flanes y agarra mi culo con fuerza para penetrarme cada vez más hondo. Sin piedad.
La adrenalina corre por mis venas y nos acercamos al éxtasis. A pesar de que podemos escuchar a las personas charlando fuera de la habitación, nosotros estamos perdidos en nuestro propio mundo de pasión y lujuria.
De repente, un fuerte ruido nos saca de nuestra burbuja y nos damos cuenta de que hemos empujado un par de lienzos en proceso de restauración durante nuestro frenesí sexual. Nos miramos el uno al otro y estallamos en risas. "Casi la tumbamos del pedestal", bromea Robert.
Tenemos que irnos. Rápidamente nos vestimos y salimos del cuarto. Al pasar por la oficina del guardia de seguridad, vemos a alguien entrar, así que salimos corriendo del museo. Yo con el sujetador bailando y rozando mis pezones aún dilatados.
Aunque sabemos que lo que acabamos de hacer es arriesgado, no puedo evitar sentirme emocionada por la aventura. Sé que esto es solo el comienzo de nuestra exploración mutua. ¡Una magnífica lección de arte!