Capitulo 3.Sexo en el coche
Al bajar del avión, Catrina se engancha su bolso de mano y desciende por las escaleras. Luego mira la hora de su reloj y se da cuenta de que era muy tarde. Y todo por culpa del idiota de su ex novio.
Cuando se enteró de que se largaba de la ciudad no dejo de acosarla, esa mañana se encontraba en el corredor de su antiguo apartamento y no la dejaba salir del mismo. Él muy imbécil pretendía que perdiera su vuelo. Y eso que nunca lo veía, y ahora se le aparecía por todos lados.
Catrina tuvo que llamar a la policía para que fueran a ayudarla llevándose al bastardo de su ex, por esa razón llego tardísimo al aeropuerto, por suerte la aerolínea pudo subirla en otro vuelo dos horas después.
Y se sentía feliz de comenzar una nueva vida en los Ángeles, ya no deseaba tener que volver a Detroit.
Su hermana seguro que estaba muy preocupada porque no le había avisado nada, hace horas tenía que haber llegado. La castaña entra en el aeropuerto, pasa por el registro, recoge su equipaje y corre a la primera casilla de teléfono que vio.
Por la hora, asumió que estaba trabajando. Aun creía imposible que Eliza estuviera trabajando con 8 meses de embarazo. Eso era una locura… marca el número que le facilito y esta contesta al primer timbrado.
—¿Eliza?
—¿Catrina? Por dios, ¿Dónde estás?
—En el aeropuerto, no te preocupes, estoy bien.
—¿Por qué llegas tan tarde?
—Tuve problemas con mi ex, pero eso es un cuento largo. En la casa hablamos con más calma. Dime que hago, ¿me voy directo a tu casa?
—Sí, allá esta Jorge esperándote. Si puedes llegar allá primero sería bueno, me ha dicho que debe regresar a trabajar.
Su hermana se lo piensa, pero no le quedaba de otra.
—Está bien, tomare un taxi he iré para allá.
Con las indicaciones de su hermana, le suministro la información de la dirección al taxista quien la llevo directo hasta una impresionante casa. Catrina no tenía idea de que su hermana viviera en una casa tan lujosa.
Si sabía que Jorge era un hombre adinerado, sin embargo su hermana trabajaba como asistente para una gran empresa. A ella le gustaba ganarse su propio dinero, y eso estaba bien, no era bueno depender del dinero de un hombre.
Y era entendible, Jorge era un poco mayor que su hermana. Según ella lo conoció siendo su secretaria, pero después de casarse ella renuncio y consiguió otro trabajo. No obstante, a Catrina aquello no le agradaba mucho que digamos.
Ella niega, y avanza hasta la casa. Toca el timbre y de inmediato abre un hombre algo mayor, atractivo llevando un traje perfectamente hecho a la medida.
—¿Catrina? —la mira fijamente a la cara.
—Hola, disculpa que haya llegado tarde, es que surgieron problemas en mi antigua casa y bueno, perdí el vuelo.
—Entiendo, yo ya me tengo que ir —la hace pasar —. Sube al primer cuatro, tu hermana lo arreglo para ti, se me hace tarde ya, así que… quedas en tu casa.
Ella lo ve tomar un maletín, se sorprende porque no espero que Jorge se portara de esa manera. Había pensado mal de él, entonces, todo lo que su hermana decía de su esposo era cierto.
Ella imaginaba que era uno de esos sujetos todos pervertidos y depravados, y al tener a la hermana de su esposa se portaría de manera asquerosa, pero a duras penas y la miro. Eso la tranquilizaba, puesto que no tendría que salir corriendo de aquella casa.
—Un placer, dile a mi esposa que regresare un poco tarde.
—De acuerdo…
Era la primera vez que ellos se veían, y eso que su hermana llevaba casada 5 años. Por desgracia ella no pudo asistir a su boda por culpa de su maldito ex novio toxico.
Lo ve alejarse y subirse a un impresionante coche… la joven observa la casa de su hermana, era enorme y muy bonita.
[…]
Al terminar con la última reunión pendiente para ese día, Dorian recoge sus cosas. Al salir de su oficina, se topa con que Eliza también recogía sus pertenencias.
—¿Por qué no se ha ido?
—Adelantaba algunas cosas para el día de mañana señor,
—¿La vienen a buscar?
—No, tomare un taxi. No me he podido traer el coche.
—No sea tonta, yo la llevare.
Ambos salieron del edificio, y por todo el camino iban en silencio, excepto el móvil de Dorian cual sonaba a cada rato. Eliza miraba de reojo el aparato, pero luego regresaba la vista al frente.
—Señorita Hans he notado que cada vez se le hace engorroso hacer algunas cosas en la oficina —ella lo mira con miedo —. He pensado que es hora de conseguirle un reemplazo.
—¿Me está despidiendo? —Dorian guarda silencio, no quería hacerlo, pero en su estado que podía hacer.
—Escuche, cuando su bebé nazca tendrá que estar de reposo por mucho tiempo para atender a su hijo. No sé muy bien como es ese asunto de la maternidad, pero entienda que yo necesito a alguien que me ayude en la oficina, y usted no podrá hacerlo.
—Sí, yo entiendo eso—la joven regresa la vista al frente mientras frota su vientre.
—Sera bueno que organice entrevistas para una nueva secretaria, le prometo que la recompensare por su tiempo trabajando conmigo.
Eliza guarda silencio, y es cuando observa su casa desde lejos. Su jefe se detiene de inmediato puesto que él ya sabía dónde vivía, ella mira la ventana de su casa y ve una sombra femenina pasar de un lado a otro.
Luego se le prende un bombillo justo en ese momento.
—Sí, mañana le organizo eso, señor Borges —él se sorprende por su aceptación —. Hasta mañana.
—Hasta mañana.
La ve caminar a duras penas hasta la entrada de su casa y niega.
—No vive para nada mal, y aun así trabaja como secretaria.
[…]
Eliza al entrar en su casa, y su hermana brinca sobre ella para abrazarla con fuerza.
—Por fin has llegado, tonta. ¿Cuánto más ibas a demorar?
—Tuve mucho trabajo, discúlpame. ¿Jorge no está?
—Ha dicho que llegaría tarde,
—Seguro es porque no ha podido ir a trabajar por la mañana. Bueno ven, vamos a conversar sobre algo importante.
—No quiero hablar de mi ex, por favor.
—No, de eso no es…
[…]
Dorian aparca el coche frente a una residencia enorme, unos minutos después una rubia de largas piernas se sube a su coche muy sonriente.
—Has demorado mucho.
—Lo lamento —contesta, reposando su mano sobre su pierna.
—¿A dónde me vas a llevar?
Dorian sonrió con malicia, no era un hombre al que se le viera entrando en un restaurante con una mujer, o saliendo en revistas de cotillas con modelos famosas. Tampoco besaba en los labios, pensaba que eso era muy íntimo para compartir con una mujer que solo le proporcionaría sexo.
Desde que su difunta prometida murió en aquel accidente de coche, él no volvió a involucrarse con otra mujer de manera personal. Y de eso hace 15 años, en todo ese tiempo solo se veía con mujeres de manera clandestina, en el que el sexo y placer reinaban.
Y a decir verdad, eso le gustaba mucho más que estar prometido a alguien que quizás no terminara quedándose a su lado.
—A un lugar especial…—responde poniendo el coche en marcha.
La rubia se emociona, hasta que al cabo de algunos minutos ambos aparcan en un lugar algo aislado y solitario. Pocos eran los coches que se estacionaban en ese lugar.
—¿Qué hacemos aquí?
—Ven aquí…
Ella lo mira estupefacta.
—¿De verdad? —pregunta al borde de la histeria.
—Sí, ven aquí —contesta metiendo la mano por debajo de su vestido.
—Solo vinimos para… —se calla al sentir que Dorian le mete un dedo en su coño y comienza a moverlo suavemente.
De manera automática, ella arquea su cuerpo y abre más las piernas para él. Dorian se suelta del cinturón de seguridad, sube el vestido de ella un poco más arriba y con el mismo movimiento introduje otro dedo dentro del coño de ella.
—¡Ahhhh! —gime la rubia.
Al cabo de unos segundos, ella eleva una de sus piernas sobre el tablero del coche y la otra sobre el volante.
Dorian bajo una de las tiras de su vestido descubriendo uno de sus senos el cual tomó con la mano para llevárselo a la boca y comenzar a chuparlo al mismo ritmo que la masturbaba.
—Dorian, te quiero dentro de mí, ahora mismo —gime la rubia mientras movía su cuerpo como una gata en celo.
Él se acomodó en su asiento, saco un preservativo de la guantera, abrió su pantalón y se sacó la polla.
—Chúpalo primero, nena —la toma del cabello y la baja hacia su firme polla.
La rubia se tragó por completo toda su polla, comenzó a chupárselo con ganas mientras que él la guiaba con la mano. Inclina la cabeza hacia atrás y disfruta del placer que ella le estaba proporcionando.
—Sigue así, chúpalo rico —musita jadeante.
Cuando se sintió al borde, detiene a la rubia y se pone el condón. Luego de eso la toma de las caderas y se la sube encima, toma su polla con la mano centrándola en medio de su coño bien depilado.
Baja su cadera bruscamente metiendo todo su pene en su interior arrancándole un fuerte gemido placentero a la rubia que le produce placer.
—Mierda, pero bueno esta tu coño.