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Capitulo 2. Mujeriego

Mientras que recogía su propio informe, recuerda cuando la miraba cada día sentada en su escritorio y le parecía que estaba un poco más gorda que antes. Le producía mucha curiosidad saber porque ella estaba aumentando de peso tan rápido.

Pero no tardó mucho en descubrirlo, cuando ella llega una tarde y le comunica que esperaba un bebé… eso sí que fue un notición, Dorian sabía que ella estaba casada, pero que aún no tenía hijos con su esposo y por esa razón la contrato.

Sin embargo, ella le prometió que cumpliría su jornada de trabajo hasta donde pudiera. Y ya llevaba 8 meses y ella seguía trabajando, ¿pero cuánto más iba a durar? A duras penas y lograba caminar.

Y era una lástima, porque esa castaña tenía un bonito culo. Le era fiel a su marido, puesto que nunca se le insinuó, ese cliché de que el jefe se folla a la secretaria como que no iba a pasar con él.

Niega y termina saliendo de su oficina…

[…]

En su hora de comida, la junta termino bien esa mañana y era un alivio para ella, sin embargo Eliza marca rápidamente a casa por sentirse algo preocupada. Después de varios timbrados, su esposo contesta la llamada.

—Has tardado un montón en contestar Jorge, estoy preocupada, ¿aún no llega?

—No ha llegado, puedes tranquilizarte. Dijo que llegaría por la tarde, y apenas es medio día.

—Espero que me llame cuando llegue.

—He faltado al trabajo por esperar a tu hermana, más le vale que llegue. Es más tú debes ser quien la reciba, ¿Cuándo piensas renunciar?

—No puedo hacer eso, Jorge. No voy a dejar el trabajo tirado de esa manera.

—Bien, como quieras. Ya tengo que colgar, te llamo si llega a venir.

Jorge cuelga el auricular al mismo tiempo que limpia el sudor de su frente, voltea la mirada y ve a una morena completamente desnuda parada bajo el marco de la puerta muy sonriente.

—¿Por dónde íbamos? —le dice caminando hacia ella.

—Creo que por aquí…

La morena se pone de espaldas soportando su peso contra la pared al mismo tiempo que lo mira de reojo.

—¡Ah, sí!, ya recuerdo—Sonríe mientras que masajea su enorme polla erguida —. Creo que me follare ese culo tuyo.

—¡Oh, sí! por favor si, hazlo Jorge —suplica la morena ansiosa.

Lleva ambas manos a sus nalgas y las entre abre un poco, Jorge mira sus acciones y sonrió. Escupe un poco su mano y lubrica su polla dándole masajes de arriba hacia abajo… al llegar detrás de ella, lleva la punta de su pene al diminuto agujero de la morena.

—Nena, esto lo vas a disfrutar.

—Sí, es lo que quiero —gime al sentir la punta de la polla de Jorge cerca de su culo.

De inmediato el hombre penetra el ano de la morena en una única embestida, ella suelta sus nalgas y se aferra de la pared para mantener el equilibrio.

Jorge comenzó a penetrarla con fuerza, se agarró de la curvatura de su cintura para evitar que se moviera. Su polla salía y entraba del ano de la morena, el condón seguía firme donde estaba y bastante lubricado.

—Mastúrbate nena, vamos, hazlo para mí —gruñe, clavando sus uñas en la carne de la morena.

—¡Ahhhh! Siii, dame más duro —grita perdiendo el control.

Ella obedeció, llevando una mano a su coño húmedo. Comenzó a frotar la pequeña protuberancia hinchada de su sexo muy lentamente, llevaba toda la mañana follando con Jorge, su coño le ardía hasta morir, sin embargo no paro de coger con él.

—Vamos, sigue, no pares —gruñía con cada palabra.

Jorge continuaba entrando y saliendo de su culo, la estrechura que sentía alrededor de su polla era placentera. Esa mujer le daba más placer que su propia mujer, acelero las embestidas creando un sonido delicioso con el choque de sus pieles.

Todo el cuerpo de la morena estaba bañado en sudor al igual que el de él. Su rostro goteaba cientos de gotas de sudor que caían en la espalda de ella y estas a la vez se deslizaban hasta la curva de su culo.

Jorge ya estaba por correrse, abrió un poco más las piernas de ella y este se agacho un poco y con aquel movimiento termino por meter por completo su polla en el ano de la morena.

—¡Ahhhhh! Mierda, eso dolió…

—Siiii, así me gusta —jala su cabello con fuerza hacia atrás.

La penetraba con rapidez y jalaba su cabello al mismo tiempo, hasta que sintió como eyaculaba dentro del condón. Sin embargo, seguía penetrándola hasta terminar de vaciarse dentro de ella.

Al terminar, se sale del interior de la morena y se saca el condón lleno de semen. Luego hace darse la vuelta a la morena y la arrodilla ante su enorme polla que seguía firme.

—Chúpalo y lo limpias —le ordena sujetándola del cabello.

Ella sonrió, y toma la polla con la mano por la base para luego metérsela en la boca y comenzar a chupar. La morena se metía todo el pene de Jorge en la boca hasta el punto de llevarlo hasta la garganta.

Jorge la impulsaba a que llegara hasta el fondo, con la mano hacia que ella se lo metiera más en la boca… luego siente que ella toma sus bolas con la mano y comienza a masajear, él cierra los ojos y disfrutar de la mamada que le daba su secretaria.

—Eso, maldita sea, chupas delicioso —gime llevando la cabeza hacia atrás.

La morena chupaba y succionaba su polla con fuerza, si continuaba chupándole la polla de esa manera se iba a correr otra vez.

—Sigue, no te detengas —masculla jalando el cabello de ella con fuerza.

Hasta que sintió que iba a explotar, cuando el semen estuvo a punto de salir de su polla, Jorge lo retiro de la boca de la morena y termino por derramarlo en su rostro y parte de la boca.

Ella dejo la boca abierta intentando tragarse parte del semen de su jefe.

Él apretó su pene para exprimir las últimas gotas sobre el rostro de ella.

—¡Que buena cogida! —masculla alejándose de ella.

—Fue buena idea venir hasta tu casa, en la oficina no lo hubiéramos podido hacer así.

—Ya debes regresar, yo todavía no puedo hacerlo. Tengo que esperar a la estúpida hermana de mi esposa.

—Que lastima, y yo que quería repetir.

Jorge la ve por el rabillo del ojo, se ponía una diminuta braga de encaje negro. Hace mucho que mantenía sexo con su secretaria, desde que descubrió que podía ponerle los cuernos a Eliza sin que lo descubriera no lo pensó dos veces para cogerse a su secretaria.

Sabía que ella babeaba por él, se le notaba cada vez que le servía el café o le llevaba cualquier mierda a la oficina. En la forma que se inclinaba y le mostraba ese enorme culo que se gastaba, le ponía la sangre a mil.

Mucho que había respetado a su esposa, pero cuando salió embarazada el sexo se acabó. Eliza se volvió aburrida para él, por eso busco en otros lados. Pero esa morena no era la única que tenía en la mira, la del servicio era otra que deseaba follarse.

Mientras que su mujer no lo descubra, todo iría bien.

—Vete a la oficina, más tarde paso por allá.

—¿Y volveremos a repetirlo? —le dice ella con la sonrisa maliciosa.

—Claro que lo vamos a repetir —sonrió de medio lado.

Eso le gustaba de esa mujer, era una maldita pervertida que le gustaba jugar con fuego. Siempre quería que se la estuviera follando, donde fuese, era una adicta al sexo. Y como a él le negaban el sexo en casa, no le quedaba de otra que buscar en la calle.

—Entonces, te espero—ella besa sus labios y se dirige hasta la puerta.

Jorge niega y mira la cama de su cuarto, el condón en el suelo, el semen regado por todos lados. Era la parte negativa de follar con la amante en la casa, tener que limpiar el maldito desastre.

[…]

Eliza cuelga la llamada y mira la hora en su reloj, su hermana Catrina debió de llegar hace rato, le extrañaba que aún no la hubiese llamado. Y eso que le dejo el número de su oficina.

De los nervios, pegaba el lapicero contra el escritorio. Luego recuerda que ahora tendría a su hermana más cerca, era un alivio que no tuviera que vivir tan lejos. Ahora que se mudaba definitivo a los Ángeles, ambas podían hacer muchas cosas juntas.

Lo mejor de todo es que conocería a su única sobrina, la vería crecer y por otro lado tendría mucha ayuda a la hora de cuando diera a luz. Ya que Jorge se la pasaba trabajando todo el tiempo y llegaba tardísimo a la casa.

Por suerte su hermana accedió a quedarse en su casa mientras se estabilizaba y se mudaba, eso sería una ventaja para ella, para no estar sola… pero tendría que ayudarla a encontrar un empleo.

Conocía muy bien a Catrina, esa no se iba a estar quieta en casa sin hacer nada. Seguramente, iba dispuesta a llegar buscando cualquier clase de empleo.

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