sex 5
La noche anterior habíamos ido a bailar nuevamente.
Este sitio era verdaderamente para el disfrute en todas sus facetas, pues casa cosa que hacíamos nos relajaba y nos lo estábamos pasando de lujo.
Orgasmos aparte, era una isla paradisíaca y a pesar de su temática sugerente, el resto era de un placer incomparable.
Aquella noche volvía mi hermana a mostrarse enfadada con quién sea que la llamara al móvil y no parecía terminar de disfrutar en la isla.
Bailamos, bebimos y gritamos del mero hecho de estar disfrutando una experiencia tan particular entre amigas. Era un privilegio que no todos podían tener y que desde luego yo apreciaba.
En casa todo había quedado más que listo para nuestra boda que sería justo al otro día de aterrizar en casa. Esa noche tendríamos la cena de ensayo y al otro día la esperada boda.
Nuestras familias llevaban cierto tiempo esperando que nos casaramos y Calum y yo, siempre fuimos de ir por libres y no atarnos al matrimonio. Pero hay un momento en la vida en pareja, que sientes que necesitas escalar hacia ese peldaño que supone el estar casados. Y nosotros ya queríamos saber que sentiríamos estandolo y hasta donde podíamos llegar con una vida en común.
Mi futuro marido es un tío cómodo para tener de pareja y fácil de llevar. Es dulce, apasionado, repuetuoso y sobre todo, algo que a mí me fascina de él, es muy moderno y nada posesivo. Somos como dos gotas de agua que se convierten en una sola cuando se unen.
Nadando en la piscina estaba y pensando él. Le echaba de menos y a la hora de irme a la cama sentía toda la ausencia de a cuerpo a mi lado. Lo amaba con locura.
— Pensando en Calum — confirmó en palabras Rommy.
—. Si te digo la verdad quisiera irme a buscarlo en este minuto y dejar de lado la despedida — me acerqué a ella, que se había sentado al borde de la piscina, desde donde me aguanté para hablarle.
— ¿Y por qué no lo haces? — preguntó mi amiga, brindandome un mojito.
— Porque prometimos tener la despedida y si vuelvo, quizás eso interrumpa la suya y tal vez él está pasándolo muy bien. Sería egoísta por mi parte Rommy.
Me impulsé con mis dos brazos y me subí al borde, sentandome a su lado.
— Nunca los he entendido del todo, ¿Sabes? — asentí y bebí casi todo mi trago. Estaba frío y hacía calor.
— Nadie lo hace Rommy. Estoy acostumbrada a ese tipo de comentarios.
— Es que son raros Sussy, tienes que reconocerlo.
— Y lo reconozco — confirmé estirsndome hacia atrás y dejando que el sol bañara mi cuerpo, mientras mis manos soportaban el peso del mismo en inclinación — las personas no están acostumbradas a amar con libertad y por eso asumen que Calum y yo somos raros. Porque nos damos espacio, hablamos como dos amigos más, nos permitimos cosas que el resto de las parejas no se permite y no necesitamos gritarle al mundo con gestos primitivamente posesivos que somos el uno del otro, porque ya lo somos y nosotros lo sabemos. Lo que ustedes ven desde afuera los confunde y yo espero, al menos para ustedes y mi hermana, que encuentren a una persona que las amé tan sanamente como me ama mi novio a mí. Con eso me doy por satisfecha para mis amigas.
Ella me abrazó. Era tan cálida y tan poco expresiva a veces que suponía una contradicción.
No sé si era yo, la que tenía un carácter demasiado empático o ella que era más desconfiada pero cuando se acercaba a mí y teníamos este tipo de conexión, era perfecta.
Ya llevábamos dos días en Sexland y era una locura.
Hoy tenía en mi itinerario, la estrella del placer y estaba un poco nostálgica de mi chico.
No sabía que demonios me pasaba pero casi toda la mañana la llevaba en plan llantico pensando en él y en si tal vez, se estaría acostando con alguna que le gustara mas que yo.
En el fondo esa sería una catastrófica posibilidad, pues me rompería el corazón si se va todo al demonio por cuatro polvos en una maldita isla.
Joder... Odio cuando me pongo de la nada en plan negativo.
No comenté nada con las chicas. Ellas estaban a sus cosas y mi hermana pegada al bendito teléfono... Era molesto verla tan metida dentro de las llamadas extrañas que recibía todo el santo día.
Cundo llegó la hora de la cita en la estrella del placer, me puse un vestido corto y abierto. A pesar de que no me apetecía mucho, no quería perderme la experiencia y sabía de sobra, que la mayoría de las clases, por decirlo de alguna manera de esta isla, eran desnuda.
Aunque no quería pensar que pudiéramos estar en un sitio así, completamente desnudos.
Podía ser un error el pensarlo pero ya estaba hecho.
Cada actividad venía con un mapa para encontrar el lugar donde se llevaría a cabo la actividad y esta, no era la excepción.
En esta ocasión no necesitaba del carrito pues la llamada estrella del placer, se veía desde nuestra casa y estaba aparentemente diseñada como una estrella normal.
Sin embargo no era así.
Ahora me encontraba dentro de la cabina que me llevaría a lo alto, y frente al hombre que me había llevado a grandes alturas orgásmicas también.
— ¿Por qué luces tan nerviosa? — preguntaba él, dejando que su vista pasará por mi cuerpo y que sus labios se humedecieran con su lengua.
— No sé si me apetece que me toquen hoy. Extraño a mi novio y estoy un poco de bajón — comenté sincera y miré a mi alrededor evitando sus ojos oscuros.
— ¿Quieres bajar? — preguntó él con seriedad — no tienes que hacer algo que no quieras.
— Ya lo sé, es solo que me gustaría que estuviera aquí. Es un bajón puntual, no le debí comentarlo.
La cabina en la que estábamos, tenía los cristales oscuros desde afuera, nosotros podíamos ver con claridad hacia el esterior pero nadie podía mirar hacia adentro.
Era como una estrella común, pero los asientos, venían dispuestos para que solo dos personas se sentaran uno detrás del otro.
Yo me encontraba entre las piernas de mi monitor. Tenía sus rodillas a los costados de mis caderas, y su aliento en mi oído.
— Hoy lo haremos distinto porque estás distinta — dijo bajando las manos por mi cuerpo y ya me sentía que empezaba a querer más.
Era un hombre muy sexual y eso, lo transmitía muchísimo. Te tocaba y sentías que te estaba adorando y que necesitabas mucho más, era como una maldita droga.
Tomó los bordes de mi vestido y lo fue subiendo poco a poco por mi piel, sin dejar de hablar en mi oído.
— Cubriremos tus ojos y podrás pensar que es tu novio quien te estará tocando — sus dedos rozaron los costados de mi pechos y se erizaron mis pezones.
— Pero no veré el paisaje — me quejé entre suspiros, pues sus dedos habían tocado y pellizcado mis pechos.
— Lo verás en tu mente. Yo me ocuparé de que así sea.
Cuando sacó mi vestido, al estar sentado detrás de mí, tapó mía ojos con su tela y lo amarró detrás de mi cabeza.
— Imagina que es él quien te toca — dijo y dejó que sus manos bajarán por las curvas de mi cuerpo y se unieran en mi vientre. Temblé un poco — abre las piernas .
Sus dedos entraron en los bordes de mis bragas y y pasearon por debajo de la tela, acariciando mi piel tan sensible por el deseo.
Subió y bajó por mis ingles y yo sentía que me derretía por debajo, imaginando el hermoso rostro de mi novio.
— Imagina su cabeza entre tus muslos — dijo en mi oído, lamiendolo y con su otra mano castigando mis pechos mientras yo estaba allí, en el asiento de una estrella de parque de diversiones, completamente abierta de piernas y desnuda, con los ojos vendados y un hombre que imaginaba como otro, metiendo sus manos dentro de mi vagina.
Cuando un dedo suyo, entró sin mayor dificultad dentro de mí, sentí el aparato ponerse en marcha y noté como nos elevaba.
— Piensa en tus manos aferrándose al pelo de tu chico, mientras el te abre los pliegues con la lengua y succiona tu clítoris haciéndote subir al cielo con su boca — la voz le salía ronca y ai le salían jadeos por la técnica exquisita de sus dedos dentro de mí.
Su otra mano subía a mi boca y apretaba mis labios al mismo tiempo que eran apretados por él mis otros labios.
En algún momento sentí que íbamos en caída y sus dedos seguían entrando y saliendo de mí sin parar.
Me pellizcaba el sexo y le masturbaba sin descanso. Su otra mano se ocupaba de mis pechos y estar pegado a su erección en mi espalda, me hizo despertar las ganas de sentirme penetrada con fuerza.
— ¡Fóllame! — le rogué como una zorra.
Tomó mi mentón desde atrás de mi y apresuró sus embestidas con los dedos, mordiendo mis labios y metiendo su lengua en mi boca.
— No podrás mirarme — dijo sobre mis labios y teniendome ya, al borde del orgasmo — pero quitaré la tela para que veas el paisaje y pienses que es él quien te folla en la altura.
Asentí y me quejé cuando sus dedos abandonaron mi sexo y me dejaron con ganas de más por unos minutos.
Me levantó por las axilas y me colocó sobre sus piernas cerradas. Quitó la venda de mis ojos y sus dedos dejando la piel de mi cuello, me hicieron gemir bajito.
El besaba mi nuca y me inclinaba hacia adelante deslizando su palma izquierda por mi espalda hasta la curva de mis nalgas. La otra pellizcaba mis pechos y subía a mi cuello a ratos para guiar mi boca hasta la suya.
— ¿Lista? — preguntó y ahí fue que abrí los ojos y pude ver, que estábamos en la cumbre de nuestro viaje y que la vista de toda la isla desde allí era impresionante — lista...
Llevó su falo duro hasta mi entrada y me inclinó hacia adelante para mirar como se introducía en mí.
Me apoyé en sus rodillas y dejé caer mi cuerpo sobre su polla, dejando salir bocanadas de aire de mis labios abiertos y cerrando los ojos por un minuto de lo profundo que había entrado.
— Quieta un minuto — ordenó chupando un punto exquisito en mi columna baja.
Dió un giro dentro de mí, completamente enterrado allí y tan profundo que tuve que apretar sus rodillas para no gritar del placer.
Y justo en el momento, que la estrella empezó a descender, él comenzó a moverse dentro y fuera de mí y no sé las demás personas en aquella situación, pero yo sentía que de verdad estaba entre las malditas nubes.
Cada embestida en aquella postura era dura y llegaba lejos. Yo me apoyaba en sus rodillas para poder subir y bajar por él, que estaba acostado viendo el proceso desde atrás e mí, asumía yo.
No podía decir que sintiera que eso me lo hacía Calum, porque mi chico era muy de besarme la boca en casi todos los momentos, pero sí llevaba a cabo mi clase y veía su rostro en todo momento sintiendo lo mucho que lo amaba y lo distinto que era todo con él.
— Más fuerte ahora, aguantate del techo — no habia notado que encima de mi cabeza habían dos lazos gruesos en los que él envolvió mis manos y cuando la estrella subía, yo me apoyaba en ellos para elevarme sobre aqueli miembro, pero cuando bajaba me ayudaba a no irme hacia adelante.
Era enloquecedor el ritmo marcado en aquellos embites. Me tomaba de la cintura y me encajaba en su instrumento del placer como si fuera una muñeca de trapo y tener los brazos tan estirados me ponía los senos tensos, lo que le daba mucho opción a él de darme placer a través de ellos.
Había un momento exacto en que la estrella hacía algo en concreto que me dejaba inclinada hacia alante provocando que sus manos se cerraran sobre mi vientre y quedará suspendida de las cuerdas y encajada en él por sus propias manos quee empujaban hacia atrás.
En mi vida había hecho algo así y desde luego nunca olvidaría que había sido follada violentamente en una estrella de parque de diversiones, suspendida desde el techo y gracias a mi monitor sexual, había compartido este momento con mi chico, que no había salido de mi mente en ningún momento a pesar de saber que otro me estaba follando de manera bestial.