Julliette
Me puse de pie nuevamente cuando Mathieu entró a mi amplia oficina seguido por una Johan claramente deslumbrada por mi visita, no la culpaba, Don fetichista era un hombre que hacía a las mujeres voltearse en la calle.
—Señor Bourbon - saludé siguiendo su juego y extendí la mano esperando que él la estrechara, para mi sorpresa, la sujetó con cuidado y la llevó a sus labios dando un suave beso en los nudillos, me obligué a limitarme a sonreír cuando el instinto me obligaba a rodearle con los brazos, vi como sus ojos recorrieron de forma descarada mi figura, un cosquilleo me recorrió a medida que su mirada avanzaba — Es un gusto volver a verlo. ¿Café? —pregunté retirando mi mano suavemente, e invitarlo con un gesto, a que tomara asiento en uno de los sofás de la sala que estaba en mi oficina.
—Sin azúcar, por favor. — pidió y yo miré a Johan que se había quedado pasmada viendo cómo Mathieu se desabrochó el botón de la chaqueta para tomar asiento, me mordí la mejilla interna para no reír.
—¿Johan?— llamé y ella recuperó la compostura volteando hacia mí.
—Si, claro, ¿Jull tomará otra taza, usted?— preguntó.
—No por ahora. —señalé y mi joven secretaria se movió rápidamente, justo afuera de la oficina a preparar un café, yo avancé hasta el sofá en frente de Mathieu y tome asiento, crucé una pierna detrás de la otra.
—Ese vestido es un maldito pecado.— dijo finalmente, mirándome fijamente, aquella mirada intensa que me hacía sentir desnuda de bajo de ella, justo cuando Johan dejaba la taza en la pequeña mesa enfrente de él. La pobre casi derrama el contenido de la impresión.
Yo no pude evitar reír ante la cómica situación
—Estás incomodando a mi aprendiz —reprendí suavemente al hombre delante de mí, apoyando el codo en el reposabrazos del sofá.
—Señorita Julliete…— se quejó casi con un puchero Johan, avergonzada.— ¿Necesita algún documento para su reunión con el señor Bourbon? —preguntó volviendo a su profesionalismo… por eso la había tomado bajo mi ala, siempre sabía cuándo dejar de jugar.
—Yo te avisaré, no tomaré llamadas por ahora. — le avisé. Ambas sabíamos que aquel era un código para “que nadie me moleste hasta nuevo aviso”
—Perfecto. — comentó y se retiró cerrando la puerta detrás de sí.
—Entonces …—continuó Mathieu— ¿ Quién ha sido tan idiota para hacerte enojar?
—No sé a lo que te refieres.— dije con una sonrisa inocente.
—Eres una mujer con clase y estilo, pero ese vestido sobrepasa todo, va dirigido a alguien, un cruel castigo de abstinencia.— comentó y tomó su taza de café para beber un sorbo, pero dejó rápidamente la taza a un lado, Ingleses, solo bebían su incipiente té.
—Interesante percepción, lo tendré en mente, gracias—conteste sin negar o afirmar nada— ahora, dudo que hayas venido para verificar mi atuendo. ¿Es sobre los documentos que leí esta mañana?
—Esa, a mí parecer, es una razón suficiente, la curiosidad me mata por saber qué color llevas debajo de ese vestido— comentó y casi podía sentir su mirada, acariciarme bajo la falda, tuve que reprimir un jadeo, he hice uso de todo mi autocontrol para no apretar mis muslos.— pero sí, Quiero pedirte que te hagas cargo de eso.
—Es Carmín, la línea roja Italian de diseñador del diseñador Valentino— contesté manteniendo la postura profesional lo mejor que pude, pero mi entrepierna ya cosquilleaba con una anticipación exquisita— y sobre tu caso, tengo una larga lista de espera para B&T como representantes de casos similares. — dije y muy lentamente, levanté mi pierna derecha para cruzarla sobre la izquierda. Methieu siguió el movimiento sin despegar la vista.
—Carmín…— comentó con una sonrisa que me hizo apretar la mandíbula, la presión en mi sexo se hizo aún más insoportable con el roce de mis muslos. — No quiero a B&T, Te quiero a ti como abogada, creí que lo había dejado en claro anoche.
—Deje de escuchar cualquier cosa sobre negocios después de te quitaste la camisa — confesé sosteniendo su mirada de depredador— llegas en un mal momento, acabo de solicitar vacaciones, de hecho.
—Siempre es necesario un poco de distracción, así como las vacaciones— comentó y yo ya no estaba segura si estábamos hablando en la misma línea, preferí callar. — Resulta ser…— se puso de pie mientras hablaba, yo me mantuve en mi lugar, él comenzó a andar por el espacio, me mantuve estoica, incluso cuando llegó a mi espalda, la yema de sus dedos acarició suavemente mi hombro desnudo y tuve que cerrar los ojos unos segundos, apoyó ambas manos a los lados de mi cuerpo en el respaldo del largo sofá de tres espacios y se agachó hasta quedar a la altura de mi rostro, su respiración en mi cuello— Mi empresa está ubicada en realidad en Brighton …— voz ronca y baja… Permanecí tan quieta que dolía —Tengo un lindo Loft con vista al mar y una habitación extra… —sus labios tocaron mi piel muy suavemente, una tortura… una maldita tortura —aunque claro, en mi cama cabemos los dos…— me aseguró y mi pecho se levantó al respirar una amplia bocanada de aire. Usando acopio de todo mi autocontrol, me puse de pie casi de un salto, camine dándole la espalda hasta el enorme ventanal que correspondía a la mitad de mi pared, La vista al río, siempre lograba tranquilizarme; sin embargo, en ese minuto, mi piel ardía, mi sexo hecho miel y Necesitaba buscar la forma de apagar el deseo, pero los recuerdos de lo que fue y de lo que podría ser eran muy… Muy … Poderosos.
—Me estoy tomando vacaciones porque necesito desconectar,bMathieu —confesé finalmente.
—Mentiras.— dijo y eso fue todo, como un balde de agua fría, el fuego se apagó, me giré hacia él con el ceño fruncido— las personas como tú, como yo, no desconectamos Julliete— dijo con una seguridad que casi me hizo flaquear
—Que hayamos pasado una noche juntos no significa que me conozcas- le aclaré firmemente poniendo mis manos en la cadera como jarras.
—Podría disentir, pero no lo haré por esta vez —dijo y caminó hacia mí, se detuvo cuando el aire entre los dos se volvió escaso— Eres una mujer que no puede estar quieta, te vas de vacaciones, pero más temprano que tarde, te aburrirás, necesitarás echar a andar en algo tu mente, así que volverás a trabajar, pero desde casa y sea a quien sea que estás castigando, no verá la diferencia— apreté la mandíbula ante su aclaración.
—Sigues con esa extraña idea de que mi vestuario gira en torno a alguien —comenté fulminándole con la mirada, estaba lista para echarlo de mi oficina, muy Irresistible será el cabrón, pero hay solo un lugar en el mundo donde aguanto que un hombre me diga que hacer, cómo actuar y ciertamente ahí no era. — Creo que te has extralimi…
Mis palabras fueron apagadas por el calor de sus labios sobre los míos, ni siquiera fui capaz de ver cuando se movio, exigente y dominante me apegó a su cuerpo por la cintura, mordió mi labio inferior con fuerza, arrancándome un gemido bajo, aquello fue suficiente para que metiera su lengua y se enfrascara con la mía en una lucha por el dominio que él siempre ganaría, apoye mis manos que se metieron bajo su chaqueta abierta y apretaron su camisa en puños pegándome más a él, necesitaba su calor, mi cuerpo dolía por su tacto, y sus manos que recorrieron mi espalda, mi cintura no eran suficiente, más… quería y necesitaba más… me empujó hacia el vidrio y agradecí que fuera polarizado por fuera o la gente que pasaba en el barco turista por el río, habrían visto mis nalgas en el encaje, un gemido fue ahogado por sus labios cuando subió mi falda y agarró mis nalgas en ambas manos, apretándolas durante algunos segundos. Una de sus manos subió por mi cintura y abrió sin pedir permiso el nudo en mi cadera, como envoltura de regalo el vestido se abrió, dejando mi cuerpo cubierto por solo el conjunto a vista y paciencia de aquel dominante hombre.
—Joder…. Y yo que creí que gris te quedaba bien…— dijo mirando con adoración mi cuerpo, su mano en mis costillas, el pulgar, presionó la copa de encaje hasta sentir mi pezón endurecer.
—Eres un fetichista…—, jadee, no era un insulto, era un entendimiento lleno de curiosidad y cargado de deseo. Él me miro con hambre en los ojos y una complicidad salvaje. Mantenía aquella sonrisa engreída en el rostro.
—Preciosa… soy muchas cosas … — dijo con la voz ronca cargada de promesas sensuales, se arrodilló delante de mí y dejé de respirar, sus labios en mi abdomen, su barba de un solo día, me cosquilleó, y cuando sus labios comenzaron a bajar por mi piel, mi cuerpo completo se estremeció - Ven a Brighton conmigo,— comenzó a susurrar y yo comenzaba a perderme en la neblina de la excitación, del calor ardiente que creaban sus labios en mi piel, continuó bajando hasta el encaje, posicionó sus labios sobre mi pubis para chupar la delicada tela y mi sexo debajo, llevé una mano a mi boca para amortiguar el gemido que me desgarró. — disfruta tus vacaciones conmigo y cuando el aburrimiento te llegue, toma mi caso. — exigió antes de continuar, nuevamente, chupando sobre mi clítoris ya hinchado bajo la tela, ahora caliente con su saliva. — Te mostraré lo fetichista que puedo ser… — baje la mirada para apreciar la vista, era… Demasiado, nadie me había adorado de la forma en que él lo hacía. Grotescamente sensual, eso era Mathieu.
—Sí.— me encontré diciendo— iré contigo— una sonrisa engreída de quién se sabe ganador, se dibujó en sus labios antes de arrastrarme al éxtasis con los talentos que su boca ejercía sobre mi sexo