Capítulo 5 — Desolación
Viernes, 5 de Abril. Habitación de Yaakov, 3:25 a.m.
ALEKSÉI
—¡Xander!
Me despierto de un salto, bañado en sudor, luchando por poder llenar mis pulmones de aire y gritando una vez más su nombre. Ya van tres días... Tres malditos y tortuosos días sin él y sin aún tener las respuestas que necesito para poder ir en su búsqueda.
Me estoy volviendo loco, estoy en la cúspide de la desesperación y en el borde de simplemente salir, organizar un equipo de hombres y armar una jodida guerra contra quien sea si eso significa que podré tenerlo de vuelta en mis brazos.
Y los sueños... La impotencia de tenerlo tan lejos pero a la vez tan cerca. Escuchar su suave y dulce voz, sentir como me transmite su temor y sus dudas sin yo poder hacer una jodida cosa para ayudarle.
Aunque estoy seguro de que no son simples sueños, es algo más, algo que nos conecta tan íntima y profundamente solo a los dos. Nos sumerge en las emociones y en el lazo tan fuerte y especial que hemos creado a través de nuestro amor.
«Te siento».
Me dijo entonces, el alivio y la esperanza en su voz todavía me atormenta, amenazando con desmoronar la entereza de mi corazón. Como quisiera estar ahí junto a él enfrentando la tempestad que estoy seguro está por venir. Ser su base y su pilar para que su fortaleza no se quebrante y su voluntad lo impulse a seguir.
«¿Por qué no puedo verte?».
La respuesta a eso aún no la sé, cuando yo podía verlo a él perfectamente.
Lo vulnerable que su pequeño cuerpo se veía en ese enorme y oscuro bosque, lo triste y desamparado que se mostró al abrazar el árbol y la desesperación que sintió cuando esa maldita fuerza lo alejó de mí.
Yo lo sentí todo. Absolutamente todas sus emociones recorrieron mi alma y me desgarraron el corazón sin piedad. Su ímpetu por alcanzarme fue tanta que casi pierdo la cordura. Solo espero que para cuando llegue a él, no sea demasiado tarde.
Estoy tan sumergido en mis pensamientos y en la idea de Xander sufriendo sin mí, que me sorprendo al darme cuenta que Yaakov está a mi lado. Me vine a dormir a su habitación porque no soporto la idea de estar en la mía sin él.
Patético, lo sé, pero me niego a aparentar que todo está bien cuando en realidad siento que mi mundo se está cayendo a pedazos.
Estoy cansado de luchar en contra de mis emociones todo el tiempo y de aparentar algo que jodidamente no soy. El consuelo de contar con el apoyo de Yaakov en este momento, que es prácticamente mi hermano, es gigantesco comparado a la soledad que tendría que enfrentar dentro de cuatro paredes sin Xander a mi lado.
—¿Volviste a soñar con él? — coloca una mano en mi hombro y me pasa un vaso de agua. Lo tomo tan rápido como puedo y me limito a asentir, mientras lentamente mi respiración recupera su ritmo habitual —. ¿Quieres que llame a Lev? Tal vez él sepa que hacer, algo que te ayude...
—Lo único que me puede ayudar en este momento, es tener el pleno conocimiento de que Xander está bien — replico con furia, dejando el vaso vacío en la mesa a un costado de la cama —. Además no creo que Lev pueda hacer algo, esto... Esto que me está pasando... No son simples sueños, Yaak.
—¿A qué te refieres? — pregunta extrañado.
—Joder, no lo sé — me levanto de la cama, me quito la camisa sudada, quedándome solo con mi pantalón de chándal y camino por la habitación —. Es extraño, pero cada vez que sucede, es como si pudiera sentir lo que él siente — hago gestos con mis manos a medida que explico, apuntando hacia mi pecho, deseando poder arrancarme el corazón, dejarlo en un envase en donde nada ni nadie lo pueda alcanzar. Todo, haría cualquier cosa por dejar de sufrir de esta manera —. Saber exactamente lo que está pasando por su cabeza. Es como si... Fuéramos uno.
—¿Será posible que sea por el vínculo? — sugiere con genuino interés, acomodándose en el borde del colchón.
—Puede ser, pero es lo más cerca que he estado de saber que él está bien, aunque tenga dudas de si es real o no.
—¿Y? — lo miro y mis cejas se arquean.
—¿Y, qué?
—¿Lo está? En tus sueños, quiero decir — se apresura en aclarar, luego pregunta en apenas un susurro —: ¿Está bien? — me detengo y cierro los ojos, no sé muy bien cómo debo reaccionar ante todo esto. La situación me sobrelleva completamente y aunque estoy dispuesto a enfrentar lo que sea, es igual de abrumador.
—Físicamente sí — respondo finalmente, abriendo mis ojos y fijándolos en él —. Pero emocionalmente, está... Estamos — me corrijo —. Devastados.
—Por ahora, Magnus, debemos conformarnos con eso — su voz es baja y cautelosa al hablar —. Sé que no es lo que esperas oír, pero es lo mejor que te puedo ofrecer ahora mismo. Mientras sepas que él sigue con vida, doblaremos los esfuerzos hasta que seamos capaces de encontrarlo.
Lo miro y asiento ante su respuesta. Sé que tiene razón, pero jodido infierno desearía ser capaz de hacer algo más, tener alguna pista o saber en qué dirección ir. La incertidumbre es una perra malévola.
—Vamos a dormir, hermano — me aconseja —. Realmente necesitas descansar aunque sea un poco, no has dormido casi nada en estos días, desvelarte y debilitarte no nos ayudará en nada.
—Está bien — acepto, sintiéndome derrotado.
Me acerco de nuevo a la cama y me desplomo encima de las sábanas, con mi vista fija en el techo. Yaakov se levanta, se va a la suya y a los pocos minutos lo escucho roncar.
Por lo menos uno de los dos logrará dormir lo que resta de noche.