Capítulo 1: Un año.
Lexie
Esto parece una puta pesadilla, me refiero a las que sientes que nunca terminan. ¿Me entiendes? me refiero a que en esas pesadillas piensas que lo que te acaba de ocurrir es el final, pero lo que no sabes es que viene algo muchísimo peor y después, algo que supera lo anterior.
Una. Jodida. Mierda.
Desde que desperté y luego de que llamaron a mis padres nadie quiere contarme lo que sucede, he estado aguantando los susurros de las enfermeras que pasan por fuera de la habitación cada día diciendo; “Oh por dios ¡se despertó!” “Creí que nunca iba a despertar” “Yo escuche que lucho con las enfermeras” ¡Maldición! Estoy aquí, puedo escucharlas.
Solo espero que Liam venga por mí es lo único que pido, hace una hora que ya debió de haber estado aquí, al igual que mis padres. ¿Dónde están? Quiero que me expliquen que mierda está pasando, ¿Es que acaso me pase mucho con el tequila y estoy aquí internada por un coma etílico?
—¿Es... es enserio? ¿No es una falsa alarma? —alguien habla por el pasillo demasiado fuerte. Me arrastro por la cama para asomar la cabeza por el marco de la puerta para ver de quien se trata.
La alegría se inserta en mi pecho como un balde de agua fría apagando todas mis preocupaciones.
Es Liam.
No me da tiempo para llamarlo porque ya ha cruzado la puerta como don por su casa. Me mira agitado como si hubiera corrido una maratón, hasta aquí su cara es de asombro y.... tristeza, desde mi altura veo su barba que puede ser de hace días, quiere decir algo, pero no le salen las palabras. Su aspecto es demasiado chistoso, mi Liam nunca se descuidaría de su aspecto y estaría sonriéndole a todo lo que tenga piernas y camine.
Es como ver a otra persona.
—¿Quién te persigue? —digo y miro tras el para meterme en el papel, deseo tomarle un poquito el pelo.
—¿Qué? —dice apenas en un hilo de voz.
—Que ¿Quién te persigue? —Lo fulmino con los ojos porque sé que me ha escuchado bien— ¿Por qué estás tan agitado?
—Oh Lex.... —me alcanza de una zancada hasta la cama, me acoge entre sus brazos y me acaricia el cabello de arriba abajo. Está preocupado, lo conozco. Lo cierto es que mi hermano solo se ha preocupado de una cosa en su vida y siempre ha sido por protegerme. Siempre ha sido así, desde pequeños se echaba la culpa por las cosas que yo hacía y nuestra madre siempre lo regañaba, él me decía que no le importaba porque siempre me cuidaría— creí que... yo creí.... Dios creí que te había perdido. —susurra en mi cabello.
—Me perderás si no me dices donde te habías metido, me han dicho que te llamaron hace más de una hora y hasta hora llegas.
Me mira y soy presente de que un lado de su boca se curva hacia arriba y sonríe. No le dura mucho porque han empezado a correrle gotitas de agua de sus ojos. Acerco la mano hasta su mejilla y rápidamente le seco las lágrimas. Siento un gran alivio en mi pecho que aparece de la nada y se acuna contra mi mano, si pudiéramos hacernos una foto ahora sería fantástico, creo que nos vemos bastante ridículos en esta posición.
—Te he echado mucho de menos, tengo que contarte tantas cosas. —suspira.
—Pues mejor empieza antes de que me de hambre y ya sabes cómo me pongo cuando no he comido nada.
Se separa sonriendo de una manera que se me pego y vuelve a abrazarme con todas sus fuerzas. Solo espero que él pueda decirme que está pasando.
**
—En nochevieja estábamos tomándonos unas cervezas en mi balcón, habíamos terminado recién de cenar y todos estaban abajo celebrando —nos encontramos todos en mi habitación de hospital, mis padres están sentados en el sillón marrón frente a mi cama. Liam está a mi lado sosteniendo mi mano mientras me explica porque estoy aquí— recibiste un mensaje, dijiste algo sobre que tu deseo se hizo realidad, la verdad no entendí a qué iba eso y tampoco pude decir algo porque te fuiste directo a por las llaves de tu moto, corriste calle abajo en medio de la ventisca Lexie. No volviste en horas y nos empezamos a preocupar, te estuvimos llamando pero no lo cogías, no supimos de ti hasta la madrugada fue cuando la policía toco la puerta y.... y...
—¿Y qué Liam? —lo apuro para que me siga contando, pero se levanta y sale por la puerta. Se va.
La verdad es que no recuerdo nada de lo que dijo.
—Y nos informaron de que habías tenido un accidente en la cuesta cero —continua mi padre—ibas a más de ciento veinte y en la cuesta tu moto se volcó haciendo que tu cabeza golpeara el suelo. La policía dijo que alguien te encontró en medio de escombros y llamo a la ambulancia, también nos dijeron que pasaron dos horas hasta que te encontraron —dejo de hablar como si se estuviera debatiendo si decir lo siguiente o no— llegaste al hospital con principios de hipotermia y una grave lesión en tu cabeza, te hicieron cirugía y estuviste dentro horas pero nos dijeron —su voz se quebró pero rápido recobro su compostura y dijo— has estado en coma desde entonces.
Has estado en como desde entonces...
Sus palabras se repetían en mi cabeza como cuando un disco no deja de sonar y se reproduce apenas termina.
He estado en coma, tuve un accidente en mi moto, no me lo puedo creer ¿Por qué no lo recuerdo?
Porque se borró de tu mente.
¿Qué me hizo salir en medio de la ventisca esa noche? Jamás he conducido a ciento veinte porque me da miedo volcarme, sin duda esa noche lo hice. Millones de preguntas se me vienen a la cabeza, pero me descarto por una de ellas. La que más miedo me da.
—¿Cuánto? —apenas me sale la voz.
—¿Qué? —esa es mi madre.
—¿Cuánto he estado aquí?
Se miran entre sí, pero ninguno responde. Necesito saberlo.
—¡Cuánto joder! —grito mirando la lagrima que cayó en mi mano, no me había dado cuenta de que lloraba. En ese instante me había desprendido de mi cuerpo, era yo, pero no estaba ahí, mi mente y mi alma no estaban en esa habitación y menos cuando mi padre pronuncio las siguientes palabras.
—Un año... —susurro mi padre.
Fue todo lo que necesite para derrumbarme ahí mismo, llore y lo hice con ganas como nunca lo había hecho, lo hice hasta que Liam apareció y me envolvió con sus brazos como cuando era niña.
Amo a mi hermano, creo que es el poder del otro estar en el momento justo cuando más nos necesitamos. Somos mellizos nacimos el mismo día, pero él siempre decía que era el mayor por haber nacido cinco minutos antes que yo, y en ese momento en sus brazos era el único lugar en el que quería estar.
Liam se quedó conmigo esa noche, me abrazo hasta que mi cuerpo dejo de temblar y las lágrimas a las horas, dejaron de caer.
Un año, me había perdido de un año entero con mi familia, mis amigos y con Sam. Habíamos decidido ir a la Universidad Weist juntos, le había confesado por fin que me gustaba desde hace tiempo, y para mi sorpresa él me dijo lo mismo, nos habíamos propuesto intentarlo a pesar de que éramos mejores amigos y ahora no sé qué es de él.
Me puse a pensar en la gente que habría venido a verme, quien estuvo acompañándome mientras yo estaba en un sueño infinito, quise hacerles tantas preguntas a Liam, de cómo fueron las cosas mientras no estaba, preguntarle si tenía novia o si seguía enamorado de Jenna pero de mi boca no salió palabra.
Los próximos tres días tampoco dije muchas palabras solo lo justo y necesario para decir "Si" "No" o "Tengo hambre", apenas me entraba bocado, así que casi ni comí durante esa semana. Mi madre me vino a ver todos los días que estuve aquí, y en algunas veces se quedó a dormir, me conto las buenas nuevas.
Me conto que Liam se había ido a otra universidad que está a ocho horas de donde vivimos y me venía a ver todos los fines de semanas que podía y las vacaciones, se quedó con nuestros tíos y primo, le dijo a mi madre; "No iré a ningún lugar sin ella, la esperare lo que haga falta". Aquello me saco una sonrisa, pude imaginar a Liam con su voz de enfadado y su semblante arrugado, rara vez se le veía así puesto que mi hermano era la persona más alegre y eufórica del planeta.
Un día me llego a confesar que pensaron que no despertaría y se estuvieron planeando desconectarme, me dio una sensación fea oír que se quedaron sin esperanzas, pero sin duda no lo hicieron, siguieron esperándome y cada día se los agradeceré por eso.