Prólogo.
Cinco pares de ojos, ojos muy abiertos ¿Por qué veo ojos? ¿Por qué me observan como si fuera un cachorro?
¡AH! poco a poco. Joder que sed tengo, me duele muchísimo la garganta, siento como si alguien me hubiera pasado un rastrillo por ella. Necesito levantarme, tengo que arreglar mis cosas para mañana tener todo listo para el viaje.
Trato de levantarme, pero me lo impiden ¿Por qué? necesito levantarme.
—Señorita Anderson, necesito que se calme mientras mando a llamar a sus padres —me frena la voz de un hombre desde mi derecha, se mueve situándose frente a mí y me aferra por los brazos.
—¿Qué?
—Usted tuvo un accidente en moto la pasada nochevieja.... ¿no lo recuerda? —pregunta dubitativo.
—¿Un...un accidente? —¿Qué me está contando este hombre? yo no tuve ningún accidente, yo estaba con Liam la nochevieja.
¡Liam! ¿Dónde está? Mi hermano ¿Dónde está mi hermano? ¿Por qué no está aquí conmigo? ¡Liam! ¡Liam!
—¡Liam! ¡Liam! —lucho con todas mis fuerzas para zafarme de las manos de este hombre, necesito encontrar a Liam, mi hermano me dirá que es lo que está pasando.
El doctor llama a enfermeras mientras me remuevo para no dejarme escapar, necesito ponerme de pie. Una de las enfermeras que cruzan la puerta corriendo trae consigo una jeringa y se por cómo se acerca que la insertara en mi brazo. Grito para que me dejen en paz, pero me estoy quedando sin fuerzas y los parpados y el cuerpo me pesan como si alguien se posicionara encima de mí, aplastándome.
No te duermas, no te duermas, no te duermas...