Capítulo 2. ¿Bufón?
Olivia firmó el contrato con el Corporativo Loftus, desde mañana empezaría siendo la jefa del departamento de robótica avanzada, era una de las metas que más añoraba, poder trabajar y dedicarse a lo que más le encanta, la robótica.
Ya eran las 12:00 m.d., cuando Olivia salió del gran edificio, volvió a tomar un taxi, se dio cuenta que estaba a tiempo para ir al hospital Esperanza, tenía que atender a la pequeña que la esperaba.
Al mismo tiempo, en las grandes calles de Holanda, iba un llamativo Bentley de color negro pasando a una velocidad considerable por la carretera, detrás iba un elegante hombre con un aura poderosa e intimidante, ese hombre era una delicia de los dioses, era el favorito de ellos, atractivo, fuerte, encantador pero sobre todo dominante.
—¿Lo conseguiste Vicente?
—Sí jefe, el cabrón se encuentra en el hospital Esperanza.
—¡Humph! –los ojos llamativos del hombre se volvieron oscuros y dentro del automóvil se podía sentir la furia de esté —Edgar, dirígete al hospital.
—Entendido jefe.
Mientras ese exquisito hombre creado por manos de los dioses miraba su portátil y mientras sus largos y fuertes dedos teclean con gran rapidez, su móvil sonó, interrumpiendo su trabajo, dejó de teclear y atendió la llamada —Sí.
—Buenas tardes presidente Loftus, el día de hoy hemos encontrado a una excelente candidata para el puesto de robótica para el corporativo –le notificó el licenciado René Lombardo.
Declan Loftus el excéntrico ceo de las más importantes áreas de la ingeniería de Holanda, el mayor empresario de todos los siglos, alzó las cejas y preguntó en un tono inquisitivo —¿Candidata?
—Sí, presidente Loftus, su hoja de vida es sumamente excelente, ha trabajado inclusive como miembro potencial del gobierno en tres países.
—¡Oh! –expresó Declan con interés. —¿Edad?
—La señorita tiene 29 años.
—¡Humph! –Declan sentía que la chica era demasiado joven para el puesto de jefe del departamento más importante para él —Mándame toda su información al correo, la voy a chequear y te aviso René.
—Entendido presidente Loftus.
De esa forma los dos terminaron la llamada, al mismo tiempo la voz de su hombre de confianza y mano derecha Vicente sonó —Jefe hemos llegado.
Declan alzó la mirada y miro el inmenso hospital que era de su propiedad, sus ojos como águilas se posaron en las enormes letras “Hospital Esperanza”, alusivo al nombre de su madre, dejó la portátil a un lado y le dijo a Vicente —Tienes el disfraz.
—Sí jefe, está todo listo.
La misión del apuesto hombre era poder dar con el hombre que le robó millones en un activo robótico de su empresa, sobre todo la licitación donde salía el nombre de él como creador del mismo, sus ojos estaban rojos al pensar en eso, hoy vino aquí para acabar con ese miserable bastardo que se escondía de él, hace dos meses que lo estuvo buscando y hoy dio con él con mucha suerte.
Vicente le entregó a Declan un uniforme de enfermero para que este se cambiara, se colocó unos lentes con montura negra que hacían resaltar más su aspecto, en menos de tres minutos Declan ya estaba disfrazado, como eran un destacado empresario y para no levantar sospechas y que el bastardo que le robo no se escapara, entraría siendo un enfermero falso para dar con la sala donde se encontraba hoy el hombre.
—Jefe, aquí tiene su gafete.
—Gracias –Declan tomó el gafete y sus ojos denotaban inconformidad, el nombre que le colocó su mano derecha, era horrible, Declan miro a Vicente y quería arrancarle la cabeza —¿No lograste conseguir otro nombre Vicente?
—Lo siento jefe, pero el hombre que está suplantando se llama así, Armando Bronca.
Edgar que estaba al frente no podía aguantar las ganas de reír, su rostro estaba rojo de aguantarlo, Declan lo miró y su tono era frío —Inténtalo Edgar, solo inténtalo.
Edgar trago saliva y sintió escalofríos en todo el cuerpo —Lo siento querido jefe –dijo rápidamente.
Declan no habló más y salió del automóvil con su disfraz de enfermero, su altura era destacable, aunque fuera disfrazado de forma sencilla, su aspecto de duque era imposible de esconder, sus largas piernas caminaban hacia el hospital, entró como todo un rey poderoso del mundo. Dentro estaban muchas enfermeras, doctores, enfermos, niños, en fin, de todo un poco, Declan se acercó a la encargada de las enfermeras —Buenas tardes.
—Ya llegas Armando, por favor preséntate con el doctor Tapia en el piso doce.
—Entendido.
Declan subió por el ascensor en compañía de Vicente y se dirigió hacia el piso donde debería encontrar al tipo que le robo, su misión era clara, no se iba a ir a encontrar con ningún doctor, pero a veces los planes no funcionan como uno los analiza o simplemente los planea.
Arriba en el piso doce estaba una encantadora doctora con su uniforme y su bata blanca, su larga cabellera negra estaba recogida con una coleta larga como de caballo, dos largos pliegos de cabello guindaron uno en cada esquina de su hermoso rostro, sus labios rojos eran una belleza, su sonrisa le estaba dando alegría a diez niños que estaban en una gran sala.
Olivia les decía cosas divertidas a los niños para que se entretuviera, la puerta estaba abierta y en el camino del pasillo venía Declan en compañía de Vicente que también estaba con su disfraz.
Olivia salió un segundo —Niños deben esperar aquí un segundo, veré si mi acompañante ya está aquí –la hermosa doctora salió con una encantadora sonrisa, justo cuando salió de espalda se golpeó con un fuerte pecho masculino, estaba justo para caerse al piso, pero unos fuertes brazos la agarraron por la cintura, ella se asustó y alzó la vista, solo para encontrar a un sexy y encantador hombre de rasgos exquisitos y unos ojos azules encantadores, Olivia se recompuso del asombró y se levantó enseguida del brazo del hombre. —Gracias. –dijo ella con la voz suave y tranquila.
Declan se sintió un poco asustado cuando la mujer se golpeó con él, estaba a punto de golpear a la persona pensando que era un hombre, pero la delicada y jugosa cintura de la mujer se posó en sus manos y fue electrizante, sobre todo el aroma de ella, pero lo que lo dejó con la boca abierta fueron esos encantadores ojos color gris perlados, eran hermosos, brillantes, esos ojos rebosaban de alegría y diversión —No es nada –respondió en tono seco.
Cuando Declan en compañía de Vicente se estaban por ir, caminaron solo tres pasos, la alegre doctora Olivia tiro del fuerte brazo de Declan —Espera ahí.
Declan miro el brazo lindo de la chica, sus delicadas manos, blancas, suaves y calientes al tacto, tocaban sin respeto su brazos, Vicente que la miró sintió un escalofrío en todo el cuerpo, su jefe odiaba que las mujeres lo tocaran tan atrevidamente, pero esa mujer lo tocó sin pudor.
La voz de ella volvió a sonar, pero esta vez en tono de regaño. —¿A dónde piensas ir?
Declan alzó las cejas con inconformidad —¿Disculpa?
—Sí –Olivia metió sus manos en el bolsillo izquierdo de su bata y sacó una nariz roja de payaso, con un movimiento rápido se lo colocó en la nariz de Declan, mientras ella sonreía —Ya está.
Vicente que miro todo, quería desmayarse en ese preciso segundo, por un momento le rezo a los cielos para que fuera considerado y pasivo con la hermosa mujer que estaba ofendiendo a su jefe, pero lo que diría a continuación Olivia, sería la gota que derramará todo tipo de incredibilidad.
—Vamos bufón, es hora de la acción –dijo coquetamente Olivia, luego miro el gafete de él y le dijo —¡Oh! Armando Bronca jajajaja que nombre más gracioso, no podrías haber escogido mejor para tu papel, aunque yo hubiese preferido que te llamaras Zacarias Flores del Campo, jajajaja te imaginas tu sacando flores del campo, ¡Oh! Por todos los dioses, esto es súper gracioso, me duele la pancita.
Mientras la encantadora Olivia se burlaba descaradamente del magnate de los mejores negocios, el ceo respetado y admirados por muchos, el dominante e imponente Declan Aitor Loftus Quenzel, este estaba furioso, sentía como su sangre hervía de la furia, jamás en sus 32 años de vida, había sido tan pisoteado su orgullo y su presencia, sobre todo por una insignificante doctora.
Olivia no le dio chance de objetar o simplemente corregir nada, ella le agarró por las grandes manos y lo jalo directamente dentro de la gran sala.