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Capítulo 2 : Susto De Muerte (Parte 2)

Rodea el escritorio, se posa frente a mí y sus delicadas manos se posan sobre mis hombros dejando la sutil caricia de apoyo. Logra que sonría un poco.

—Ánimo, ya será la próxima, por otro lado, ten la plena seguridad de que esa reunión será un éxito. Hace mucho que conozco a Riccardo, es un sujeto de fiar, benévolo y sabe que con su aporte a este lugar va a conseguir exorbitantes ganancias.

—Tienes toda la razón del mundo, ahora si me lo permites, iré a trabajar. —aviso, hago el amago de retirarse, su mano se enrolla alrededor de mi antebrazo, impidiendo mi salida. La miro —. ¿Qué?

—¿Cómo van los estudios? Te necesito aquí, pero importa más la universidad —admite en un tono bajito.

—Todo bien, no te preocupes, puedo combinar ambas cosas sin perder el ritmo en cualquiera de las dos. Oye, Karol, ¿puedo tomarme la tarde libre? —averiguar, rara vez me negaría algo así, de todos modos preguntó.

—Por supuesto que sí, has trabajado duro estos días, que te lo mereces, preciosa. Antes de que te vayas, ve por dos cafés —añade guiñando un ojo.

—Claro, ¿descafeinado?

—No, hoy me apetece un delicioso capuchino.

—De acuerdo, volveré pronto.

De volada me marcho camino a la cafetería favorita de mi jefa, no es que la de Miller.Inc no le agrade, sino que cruzando la calle está una reconocida que frecuenta desde pequeña, eso me contó. También se ha vuelto mi elección a la hora de tomar café de distintas maneras. La distinción del lugar se lo ha ganado por su atención y la mezcla explosiva de sabores en cada orden.

Es un sitio donde sentarse a tomar un café, mientras afuera llueve y poder mirar millares de gotas a través del vidrio, lo vuelve un momento de calma y especial. No lo sé, así lo siento, a mi parecer Coffee City York es indescriptible.

Antes de poner un pie en la carretera, la balacera empieza, en todas direcciones, el miedo se apodera de mí. Me quedo paralizada, el terror se ha apropiado de mi cuerpo y no quiero ser una víctima, un cuerpo caído. Necesito protegerme, de la nada aparece un sujeto que tira de mí, me lleva de la mano, quisiera saber su identidad.

Todo es tan rápido, que no me da tiempo de reconocerlo. Me apremia a subir al auto en el puesto de copiloto, él hace lo mismo abordando al volante.

—Estás a salvo —me dice en un tono tranquilizador que por un momento ha logrado ahuyentar la inquietud.

Al fin lo miró, tras clavar los ojos en los suyos tan familiares vuelvo a respirar con normalidad.

—¿Jake?

—Conducía a la empresa y de pronto te vi, noté que estabas en aprietos, y no dudé en ayudarte. Hay que andar con mil ojos, Luna —añade inspeccionando mi rostro —. ¿Estás bien?

—Y-yo... —busco la palabras correctas, he pasado un susto de muerte, y soy afortunada de haber salido ilesa del repentino tiroteo. Me pierdo en las luces de las patrullas que van llegando, las sirenas me traen de vuelta a la realidad —. Supongo que sí, gracias Jake.

—No es necesario, sabes que velar por tu seguridad es un privilegio que haré siempre que tenga la oportunidad —alega con una sonrisa que rasga sus ojos grises. Lo aprecio como a un padre, en parte se debe a que Boyle es amigo de papá —. La próxima vez, evita ir caminando a dónde sea, tienes un auto, Luna.

Solo asiento, aceptando el regaño.

—Pensé que sería un día igual de tranquilo que los otros, pero tendré cuidado. ¿Podrías llevarme a comprar unos cafés?

—¿Está cerca de donde ha ocurrido el revuelo?

—Por desgracia —se lo confirmó.

—No voy a exponernos.

—Tienes razón, volvamos a la empresa, le explicaré a Karol. —me resigno, mientras me desinflo en el asiento.

No puedo dejar de pensar en lo ocurrido. ¿Cómo en un lugar tan concurrido siguen ocurriendo esas cosas? La policía debería de estar más atenta. Con tantos psicópatas sueltos, reforzar la seguridad no es una opción.

Menos mal que no me pasó nada, ni un solo rasguño.

—Oye, Jake —logró llamar su atención, tan solo con una mirada de reojo me anima a continuar —. No quiero que le comentes a mi padre, si no se preocupará y es capaz de contratar a dos fornidos hombres que me custodien. Y...

—Descuida, solo procura no andar de transeúnte, no quiero imaginar qué habría pasado si hubiera una bala... —toma aire, dejando la frase inconclusa.

—De acuerdo, cambiemos de tema, por favor. ¿Cómo has estado? —inquieto cambiar radicalmente el curso de la conversación.

—Ahora que me enteré de que ha sido exitosa la reunión, me siento aliviado —expresa y abro los ojos con sorpresa.

—¡¿En serio?! —suelto sin dar crédito, me lo esperaba, pero estuviera pasando me descolocó con alegría —. Eso es maravilloso.

—Es una buena noticia, Luna.

...

—¡Felicidades, papá! —Lo primero que hago al verlo es tirarme a sus brazos, orgullosa.

—Luna, hija mía, ya ves que todo se soluciona —me separa para poder tomar mi barbilla con cariño —. Vamos a darle juntos la buena noticia a Elena.

Asiento, luego besó su mejilla tiernamente. Mi padre es tan apuesto, se conserva muy bien incluso rozando los sesenta. Sigue manteniendo la chispa en sus ojos verdosos como los míos y, la elegancia en el porte y su forma de ser.

—Vamos, tenemos que celebrar, papá.

—Por supuesto que sí, antes de llamar a tu madre, ven, te presentaré a Riccardo.

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