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Capítulo 2 : Susto De Muerte (Parte 1)

Ciudad de New York.

6 meses antes.

El día augura un clima frío, es de esperarse el panorama grisáceo durante esta estación del año en la ciudad que nunca duerme, es invierno. Tomo de la percha la gabardina beige, y me doy un vistazo en el espejo, para el día de hoy he decidido llevar un vestido blanco a ras de las rodillas, stilettos del mismo color y escaso maquillaje. Mi cabello castaño y lacio permanece en un recogido, algunos flequillos adornan mi frente. Tal parece que me veo bien, así que tras cerciorarme de que todo está en su sitio, puedo irme a trabajar.

Y sí que debo darme prisa.

¡El tiempo apremia!

Llego al parking, presiono el botón del control para desbloquear las puertas. El Porsche blanco parpadea con las luces delanteras. Me encamino al auto y abordo. Me meto en el tráfico tedioso, es terrible, ni modo. En la espera me pongo a escuchar la radio, no suena una melodía que calme mi impaciencia, todo lo contrario, habla el locutor repitiendo qué hora es.

¡Faltan cinco minutos para las ocho y media!

El retardo se lo echó a mi descuido, no debí quedarme despierta hasta altas horas de la noche. Pegar un ojo se me dificultó, en parte era el estúpido insomnio que aparecía inoportuno.

Uno que otro claxon suena detrás, a mi par, por todos lados. Como si eso cambiara algo. Bueno, apenas avanza la cola.

Bufo.

Le marcó a mi padre.

—Buenos días Lunita, ¿pasó algo?

—Buenos días, padre. Estoy atascada en el tráfico, lo siento...

—Calma, hija. No pasa nada si no puedes acompañarme en la reunión.

—En serio quería estar, y no creo que llegue a tiempo. Me siento pésima.

—No te preocupes, ya debo entrar, cuidado al conducir.

—Espero que todo vaya bien.

—Ya verás que sí.

La llamada termina, vuelvo a poner el móvil en su sitio. Al cabo de media hora pude escapar del terrible tráfico. No lograré estar en la junta, al menos estaré presente para darle la bienvenida al nuevo accionista de la empresa. Mi pecho rebosa de felicidad a sabiendas de que el futuro del negocio familiar ya no se irá en declive.

Aunque falta hilvanar sobre algunos puntos, ya queda nada para que nuestros problemas económicos se acaben.

...

Llegar a Miller.Inc me saca una sonrisa, es mi zona de confort, desde que tengo uso de razón es uno de los lugares en que me siento bien. Ahora que también es mi zona laboral, me complementa.

Saludo a Paulina tirándole un beso al tiempo que me apresuro tomando el elevador.

—¡Ten un excelente día! —desea antes de que las puertas espejadas se cierren.

Logró corresponder con una sonrisa.

Una vez llegado al piso, me encuentro de frente con la secretaria de papá.

—Buenos días, Regina.

—Bienvenida, joven Miller. Iré por unos cafés, luego lo llevaré a la sala de reuniones, con permiso —añade urgida.

—Entiendo.

Entró a la enorme oficina de mi padre en busca de unos folios firmados. Me los llevo conmigo a mi puesto; todavía no me gradué de administración de empresas, pero mi padre me ha dejado la vacante de asistente administrativa, él cree en mí, en el potencial innato que tengo con los cálculos. Cosa que heredé de él.

Karol, la jefa de administración, me da mis tareas diarias. Es una mujer hermosa de abundante melena rojiza, perfeccionista, y sin dejar de lado su dulzura y comprensión a la hora de evaluar mi trabajo.

—Preciosa, Luna, ¿cómo estás? —sus ojos miel comparten un brillo simultáneo que aviva el buen humor que trae junto a una suave sonrisa.

—Karol, de hecho me siento mal por llegar tarde, ansiaba estar con papá en la junta —Hago un puchero.

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