¿Y tu?
Mia Madson
En cuanto Geovane se marchó, me apoyé en la pared pensando en cómo había acabado en aquella situación, no podemos permanecer en el mismo espacio sin pelearnos o sin agarrarnos, ni siquiera durante unos segundos, no sé qué tiene contra mí, de hecho, ni siquiera lo sé, pero esa no es la cuestión, porque él también tiene su culpa por aceptar casarse conmigo. Matteo estaba en la puerta mirándome y me sobresalté. Y lo peor es que ni siquiera sé cuánto tiempo estuvo allí y qué oyó o vio.
- ¿Así que te divorciaste? - Matteo viene a donde estoy yo -sabía que mi hermano era rápido, pero no tanto. ¿Qué es este matrimonio tuyo que ya ha terminado?
- ¿Quieres darme un susto de muerte? ¿No te fuiste? - Me puse la mano en el pecho.
- Iba a marcharme, pero quería hablar contigo antes de ir a mi piso en la ciudad. - me saca de mis pensamientos de huida.
- Matteo esto no es asunto tuyo, lo siento -me recuerdo que no puedo seguir hablando de esto- no puedo hablar de este asunto, ni siquiera contigo.
- He descubierto algo sobre ti - lo que este chico sabía tanto sobre mí.
- ¿Qué has averiguado sobre mí? Tengo curiosidad por saberlo.
- ¿Cuántas preguntas? Fui a la casa de campo antes, así que encontré un poco de algo - Empiezo a caminar hacia la casa de campo, que no se podía decir allí y Matteo viene detrás de mí.
- Dices que sabes cosas de mí que yo ignoro -me cruzo de brazos y me pongo una mano en la barbilla- Ya que me concierne, debería saber lo que sabes, tengo curiosidad.
Matteo me entrega un papel nada más llegar a la casa de campo y lo sostengo con las manos, ya sabía lo que era, siempre lo llevo conmigo, lo llevo a todas partes, pero quería saber ¿qué hacía con él en las manos? ¿Había rebuscado entre mis cosas para encontrar lo que yo había guardado durante tanto tiempo? Y siempre tenía cuidado de no dejarlo expuesto, no quería que nadie descubriera que aún lo llevaba conmigo.
- Sé muchas cosas de ti, cuñadita. Cuando llegue el momento sabrás lo que yo sé -me guiñó un ojo-, mira bien la foto.
- Estoy mirando, la tengo desde hace mucho tiempo y no lo entiendo, ¿sabes quiénes son estas personas? - Continúo recogiendo mis cosas para marcharme.
- ¿De verdad no sabes quién está en esta foto?
- No - miento.
- El de la foto soy yo -me quedo con la boca abierta por la sorpresa.
Dejé de hacer lo que estaba haciendo, inmediatamente, sin creerme, ¿era él el de la foto? Cómo que era él y yo no me había dado cuenta.
- ¿Se acuerda de mí? Dios mío, no me puedo creer que seas tú el de la foto.
- ¿Y por qué tienes esta foto? Estás buscando a esa persona que está ahí -me devuelve la foto.
Me decepcionó mucho que no se acordara de mí, no había cambiado tanto después de todo lo que pasó, aunque todo fue demasiado rápido, quería que se acordara de mí por todo lo que pasó ese día, pero no puedo culparle.
- Mia, ¿por qué debería recordarte? - insiste en que le diga.
- Por nada, Matteo, por nada en absoluto -tomo mi maleta y la pongo en la puerta de la cabaña de Geovane-, dame mi foto -le tiendo la mano para que me la devuelva-, vamos dame mi foto, tengo que irme.
- ¿Y si no te la doy? ¿qué vas a hacer? - levanta la foto.
- Matteo, dame la foto - doy un saltito intentando coger mi foto - Venga Matteo, dámela - se va sujetando la foto en alto y yo sigo saltando detrás de él intentando coger la maldita foto.
- Es mi foto, es mi imagen y tengo derecho a quedármela, ¿no?
Matteo se acercó a la cama y cuando salté intentando coger el papel que él insistía en levantar, hice que se desequilibrara y cayera sobre la cama y acabé cayendo con él, justo encima de él, Matteo y yo nos miramos durante unos minutos, era extraño saber que era él, la persona con la que soñé durante tanto tiempo, una extraña sensación se apoderó de mí, él también me miró y nuestros ojos mantuvieron la conexión, cada vez estaba más cerca de él, ¿era él? Pero no se acordaba de mí, ¿cómo no se iba a acordar? Quería gritarle y sacudirle, tienes que recordarme.
- ¿Qué es esta desvergüenza aquí en mi casa? - Otra vez Geovane.
- No hay vergüenza que valga", digo levantándome de encima de Matteo.
- Tranquilo hermano, ya nos estamos levantando de tu cama -Matteo y su sentido del humor acabarán metiéndonos en un lío.
- No me sacaste nada, ahora intentas sacarle algo a mi hermano, sabía que eras una chica con mala reputación, pero no así -Geovane está fuera de sí.
- ¿Qué dices? Idiota.
- Que andas detrás de un matrimonio ventajoso ya que no ganas nada con tu profesión de actriz de quinta y además eres pésima en lo que haces.
- Geovane, estás siendo insensible -le regaña Matteo.
- Es malísima en lo que hace y está buscando un buen matrimonio con un hombre rico para poder sentar la cabeza y hacer sus fiestas, y luego salir en las páginas de cotilleos y hacerse famosa -me señala con el dedo índice-. Si crees que te harás famosa con tu jueguecito, con este tipo de cosas que haces, estás muy equivocada -se enfadó mucho-. Y para asegurarme de que hoy te vas de mi casa y dejas de ser una amenaza para mi hermano, yo mismo te sacaré de la bodega. Y olvídate de mi hermano, ya me entiendes.
Tenía ganas de ir allí y partirle la cara a este gilipollas, ¿cómo he podido casarme con este hombre? ¿En qué estaba pensando cuando acepté pasar por todo esto y firmar este maldito papel, aceptando este acuerdo? Ni hablar de la humillación que me hace pasar cada vez que nos vemos, pido a todo lo más sagrado que este mes pase lo antes posible.
Me cogió del brazo y me empujó fuera de su casa, ignorando mis súplicas de que le soltara, el coche aparcado cerca del chalé me llevará a casa. Quiero estar lo más lejos posible de este hombre.
- Sube al coche -me dice y me abre la puerta para que entre-.
- No voy a ir contigo a ninguna parte, la última vez me dejaste sola en medio de la carretera y vestida de novia.
- Al menos hoy no vas vestida de novia, ahora entra Mia, antes de que haga alguna estupidez.
- ¿Vas a dejarme en medio de la carretera? Porque no me voy de aquí contigo.
- Te prometo que no te dejaré, sólo quiero que te vayas. Será mejor para los dos.
- Estoy deseando irme y librarme de ti, Geovane.
- Pensamos lo mismo, Mia -nos quedamos un rato parados, midiendo nuestras fuerzas-. No quería subir al coche y decirle que me estaba mandando, así que me quedé mirándolo un rato, y luego subí al coche.
Matteo lo miraba todo desde la puerta del chalé, vi que Geovane hablaba algunas cosas con él, cogió mi bolsa y se acercó al coche. Me quedé callada, nada más entrar puso música y puse los ojos en blanco. Nuestros gustos musicales no se parecían en nada, y esta vez no nos peleamos durante el viaje y nos mantuvimos callados.
La bodega estaba a unas dos horas de la ciudad, yo ya me había instalado en un piso, quería irme de donde estaba, porque allí me asfixiaban los recuerdos. No quería que mi marido/exmarido supiera mi nueva dirección, así que le pedí que parara en una parada de taxis, ya era de noche, pero lo prefería, no quería darle demasiadas satisfacciones sobre dónde vivía.
- Para el coche - entonces se detuvo - Me bajo aquí.
- Es tarde, te dejo en tu casa.
- No tienes que fingir que te preocupas por mí, abre la puerta - me miró como si no entendiera lo que le pedía - Abre la puerta, quiero bajarme - esta vez me puse muy seria con él.
- Ya que quieres irte, no me opondré - desbloqueó la puerta, bajé, cogí mis cosas que estaban en el asiento de atrás y seguí hasta el taxi.