Capítulo 5. Quedé infartado
Por Alejandro
Llamé a Omar quién todavía estaba en la empresa y le dije que me espere.
Cuando salí, estaba mi secretaria anterior, la nueva empezaba oficialmente el próximo día.
—Ya podés irte.
Me miró con odio.
No tengo la culpa que no se haya dado cuenta que solo la quería para un par de noches.
Nunca le dije que era la única que veía, ni que iba a estar con ella para siempre, es más, estoy seguro que Susana, cada vez que me mandaba a una nueva secretaria, las ponía sobre aviso de como soy yo.
Lo ilógico es que la mayoría cree que van a ser las señoras Zalco, solo por acostarse conmigo.
—Con mucho gusto me voy, sos una mierda y espero que alguna vez seas descartable para alguién, como lo somos las mujeres para vos.
Yo me reí.
—Te llevás tu buena indemnización, que es mucho más de lo que merecés ¿Ya pasaste por la oficina de personal para que le den tu celular a los técnicos, así no queda rastro de los contactos en mi empresa?
—No lo hice.
—Ok, dejá tu celular y lo pasás a buscar mañana.
—No lo pienso hacer.
—Te acuso por intentar robar información, terminás presa.
—No lo creo.
—Intentalo.
Llamé a seguridad y les terminó dando su celular, es más estúpida de lo que pensé.
Cambié el código de seguridad, es lo que hago cada vez que se va una secretaria.
Le mando un mensaje con el nuevo código a Valeria.
Es increíble, memoricé su nombre en unas horas, normalmente no sé cómo se llaman mis secretarias.
El código es por ellas, ni por mí, ni por mi padre, nosotros ingresamos con huella digital.
La secretaria de mi padre se hallaba en otro piso, solo subía a nuestro piso cuando él estaba en el país, eso, si decidía venir a la empresa.
Así lo dispuse yo, ya que no me llevaba tan bien con mi padre y trataba de tener el menor contacto posible y sé que él hablaba con su secretaria varias veces por día.
Sé que ella le cuenta todo y mi espacio era solo mío, no quería intrusos a mi lado, no me quedaba otra que compartir el piso cuando él venía, y eso lo hacía por obligación.
Me gusta la libertad.
Por eso es que ni siquiera quería personal doméstico en mi casa, sí, venía una señora todos los días, pero se aseguraba que yo no estuviera presente, era personal fijo en la mansión de mi padre, en esa mansión vivían él, el poco tiempo que estaba en el país y mi tía Marita, la hermana de mi padre.
La mujer de la limpieza me dejaba todo impecable y la comida lista, por si no salía a cenar afuera, pero eso casi nunca sucedía.
Me gustaba hacer y deshacer a mi gusto, por eso no vivía en la mansión, prefería mi departamento, solo contaba con mi chofer, pero él vivía en una dependencia del edificio, por si lo necesitaba de madrugada.
No es que estaba solo, mi departamento era amplio, un piso entero y con varias habitaciones y siempre hacía fiestas en él o llevaba a las mujeres con las que salía por unos días o por una noche.
Me encontré con Omar y fuimos al restaurante donde solíamos cenar varias veces por semana.
El lugar aparenta ser tranquilo.
Al final de la cena, siempre pulsamos un botón y a través de unos ventanales, veíamos lo que se puede llamar porno en vivo.
Podíamos mirar, participar, pedir que alguna señorita nos baile en algún privado o simplemente marcar a alguna e irnos con ella.
Podíamos ir con mi amigo y elegir dos o tres más…para compartir o contratarlas individualmente.
Omar es el director general de Zalco Company y mi mejor amigo.
Nos conocemos desde la escuela secundaria y estudiamos abogacía juntos.
Su padre es juez federal, a ninguno de nosotros dos nos gusta realmente la abogacía, para mí era lo más práctico para estudiar ya que siendo único hijo me tenía que hacer cargo, en algún momento, de la compañía de mi padre y Omar estudió derecho para darle el gusto a su padre, pero en cuanto le dije que viniera a trabajar conmigo, ya estaba más que listo.
Me hice cargo, en un principio, de la compañía en nuestro país, teníamos sedes en varios países, aunque la más grande era donde estaba yo, tenemos montones de negocios, una cadena de perfumerías, la más importante del país, hoteles de primera categoria en las provincias mas importantes, esos los adquirímos junto a Omar, también adquirimos, como socios, algunos albergues transitorios, de categoría, por supuesto, eran para parejas, no estabamos en el negocio de la prostitución, Zalco también estaba en el negocio de la moda con varias boutiques, zapaterías, peluquerías, spas, hasta las bodegas más importantes eran nuestras, importamos distintos tipos de mercadería y exportamos algunos productos que fabricamos en nuestro país, por eso es que mi padre viajaba bastante, aunque en general vivía en Barcelona, donde teníamos otras tantas empresas y cadenas de negocios de distinto tipo.
Eran pocas las personas que sabían todo lo que teníamos.
Ninguna de mis secretarias llegaba a saber bien lo que teníamos, no duraban tanto.
Teníamos distintos pisos para llevar la contabilidad y para las importaciones o exportaciones de distintas empresas, todo era demasiado específico.
Contábamos con directores de cada empresa y las reuniones se hacían por separado.
La sala de reuniones que estaba en el piso de abajo nuestro, la disponía mi secretaria, pero rara vez asistía.
La secretaria de mi padre asistía siempre, también lo hacíamos Omar y yo.
Por eso es que trabajamos hasta tarde.
Contábamos con innumerables colaboradores, pero en otros pisos.
Terminamos de cenar y apretamos el botón, por suerte iban variando de chicas.
Esa noche nos fuimos uno por cada lado, yo me fui con una rubia, que parecía una vedette, hermosa, alta, de pechos grandes y cintura pequeña, piernas pasables y un culo también aceptable.
La llevé a mi departamento.
La pasamos bien, ella sabía lo que hacía.
Dormimos algunas horas, solo que cuando me tenía que ir a la oficina, la chica quería seguir durmiendo.
Me molestaba bastante cuando hacían eso.
Muchas veces pensé que las llevaría directo a un hotel, pero me gusta dormir en mi cama.
—Vamos linda, tengo que trabajar.
Después de varios minutos se vistió y se fué.
Con la claridad del día ya no me parecía tan bella y se le notaba demasiado las siliconas en sus tetas, pero ya estaba, durante la noche se las disfruté, esa no daba ni para una segunda noche, aparte, si el primer día la tuve que despertar, me imaginé que si había más días, la tendría que echar de mi casa.
Llegué a la oficina a las 10 de la mañana, una hora tarde para lo que era habitual para mí.
Cuando bajé del ascensor y vi a Valería, me alegré, ya me había olvidado que tenía secretaria nueva.
—Traeme un café doble y dos aspirinas.
Le dije por todo saludo.
Cuando golpeó la puerta de mi oficina y entró, quedé casi infartado, tenía puesto botas altas, medias negras por debajo, una pollera ajustada, tubo, que le marcaba muy bien el culo, la pollera era color beige y un sueter negro al igual que las botas.
Hoy sí se le notaba bien su cuerpo, salvo las piernas, que estaban tapadas, pero ya se las vi ayer.
Tenía un culo perfecto y las tetas no eran tan chicas como pensé, no eran grandes, como la que me encamé anoche, pero éstas, de chicas no tenían nada y con ese suéter se destacaban más que bien, al igual que su culo.
¿Acaso se arrepintió y quiere provocarme?
En cuanto se me pase un poco la jaqueca, voy a tantear el terreno.
La miré otra vez, en realidad ni la pollera era tan corta ni el suéter tan escotado, solo que le marcaba su cuerpo de una manera muy sensual
Exactamente esa era la palabra que la describe, sensual.
Sus curvas parecían perfectas.
Sexi también era otra palabra que iba con ella y elegante, sí, se movía con elegancia, con delicadeza.
Eran pocas las mujeres de las que podía decir que eran elegantes y tan sexis a la vez que te confundían.
Ella era…sugestiva, incitante…
Había algo en ella y no sabía que era, pero me volvió loco.
La quería tener ya…
Parecía que iba a hechizarme con sus ojos y que me atraía con su cuerpo.
Mirarla me hizo pasar el dolor de cabeza.
Sin embargo, su trato seguía siendo distante, con ese maldito señor que metía en todas sus frases.
Se retiró, estábamos con mucho trabajo, y yo odiaba llegar tarde.
Ella estaba conociendo las tareas que tenía que hacer.
Se estaba interiorizando sobre las empresas que conocían mis secretarias.
Me llamó Kevin White, lo atendió y antes de pasármelo, me preguntó si yo estaba disponible para atenderlo.
Cuando estaba hablando con él, me preguntó si cambié de secretaria, le había encantado su voz y como le respondía en inglés, claro que si la comparaba con la estúpida que estaba antes que ella, cualquiera le respondería mejor.
En 15 días tendríamos que viajar a Estados Unidos y no me gustó que la quisiera conocer.
Mi plan era tenerla, si era posible, en ese viaje.
La dejé para ese viaje, por si me cansaba antes, ya que si de verdad hablaba bien en inglés, servía que esté a mi lado, yo lo hablaba perfectamente, pero si mi secretaria no lo hacía, le tenía que estar traduciendo.
En Estados Unidos teníamos algunos negocios.
No demasiados.
Al medio día, antes de almorzar, pasó Omar por mi oficina, Valeria lo quiso atajar para anunciarlo, él pasó igual mientras que ella lo seguía por detrás.
Omar entró sin golpear.
Ella se quedó en la puerta, disculpándose.
—Él es Omar Bertres, Director General de Zalco.
—Lo lamento...no sabía…¿Necesitan algo?
—Dos cafés.
Cuando mi nueva secretaria se retiró, la sonrisa de Omar no se dejó esperar.
—Se asustó bastante ¿Vamos a almorzar?...Le pediste café a esta hora.
—Para que la veas bien, ayer me dijo que no se quería acostar conmigo.
Le conté todo.
—Ahora no paro hasta que la coja, aunque parece adecuada para ser secretaria.
—Ahora la veo ¿Qué tal la de anoche?
—Nada del otro mundo y esta mañana no se quería levantar.
—La que contraté yo, estuvo bastante bien, no sé, por ahí repito una vez más.
Valeria golpea la puerta y se queda allí, esperando que le indique que entre.
Nos preguntó con cuántas cucharadas de azúcar queríamos el café.
Omar la mira, sacándole una radiografía.
—Realmente es muy hermosa y está para darle, es raro que una chica así, hable varios idiomas y sea universitaria.
No le dije lo que sentí cuando toqué su piel.
Eso debía ser casualidad o algo así.