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— Sí, dice que pintó al director en posiciones desagradables — digo y él se echa a reír.
—Esa es exactamente ella.
Estoy seguro de que mis ojos se iluminaron cuando Josephine se acercó a nosotros con mi batido de fresa.
— Aquí espero que les guste, le puse mucho cuidado a los chispitas de colores — dice sonriendo. Colocando mi batido y mi hamburguesa sobre la mesa.
— Gracias — digo y tomo un sorbo, sintiendo el líquido frío bajar por mi garganta.
Dioses. Esta es la segunda mejor cosa que he probado en mi vida.
— Creo que está viendo unicornios — escucho decir a Issac en un susurro. Y su tía se rió.
• • •
Entro a la casa y voy directamente a mi habitación, esperando que papá no me vea.
- ¡Ey! Detente ahí, señorita — le escucho decir cuando ya estoy en el tercer escalón de la escalera.
Me doy la vuelta lentamente, esperando a los dioses que se haya olvidado.
Nunca se sabe, ¿verdad?
— Hola papá — Le doy mi mejor sonrisa. Que me mira serio aunque quiera reír.
— ¿Cómo estuvo el paseo con tu amigo? — dice cruzando los brazos sobre el pecho.
Joder, mi papá es hermoso.
- ¡ Lisa ! — dice riendo.
— Lo dije en voz alta, ¿verdad? — Le cuestiono y él asiente.
—Tú también eres hermosa—dice y bajo las escaleras viendo que no me deja subir.
— Pero claro… el viaje estuvo genial — digo colocándome frente a ella y limpiando un poco de harina de su blusa.
Me miró con los ojos cerrados.
— No creas que lo olvidé, después de cenar ayudarás a tu "amigo" — dice centrándose en la palabra amigo.
El ojo indignado.
— ¡Pero papi, mañana necesito levantarme temprano para ir a la universidad! — digo y sigo el mismo camino que iba a la cocina.
— Lisa , mañana es sábado — dice, tomando un molde para pastel.
— Probablemente ni siquiera estará despierta — digo y él me mira.
— Hagamos un trato — dice y enseguida me intereso. Una cosa que me encanta es hacer un trato con papá.
— ¿Qué tipo de trato?
— Vas a ayudar a tu amigo y mañana almorzaremos pizza o lo que quieras — dice y siento una felicidad inmensa.
- ¿Cualquier cosa? — Veo que está de acuerdo.
— Está bien, acepto este trato.
Digo y veo el minuto exacto en que saca un tarro de galletas jocondes.
Mentir...
— ¿Estás haciendo pastel de ópera?
- Sí.
Fue simplemente ese "sí" para mí hacer algo que es muy difícil de hacer.
El abrazo.
— Sé que te encanta este dulce — dice sonriendo.
Mamá era francesa y este era uno de los dulces que hacía y que me encantaba. Pero este era mi favorito y ella siempre lo hacía para mí.
— Gracias papá — le digo alejándome y él sonríe.
— De nada, ahora ve a darte una ducha — dice fingiendo estar serio y yo me río mientras sale de la cocina.
Lisa Miller
Me pongo un pijama abrigado y agarro mis materiales. Sí, le enseñaré a Perséfone en pijama.
Bajo las escaleras y veo a papá salir de la cocina.
— ¿Vas a ir hija? — Firmo.
— Espera, les traeré un refrigerio a ti y a tu amigo — dice y se dirige hacia la cocina.
Espero unos segundos, hasta que lo veo regresar con un plato y dos rebanadas de tarta de ópera.
— ¿Le vas a dar mi pastel a Perséfone? — exclamo indignada.
— Es sólo un trozo, y también hay uno para ti, mira — dice mostrándome el segundo trozo.
Miro el trozo de Perséfone y veo que es más grande que el mío.
— ¡¿Por qué el suyo es más grande que el mío?! — pregunto indignado.
Lo oigo suspirar y poner el plato en mis manos.
— Toma, tómalo, probablemente ya te esté esperando — dice empujándome.
— ¡¿Me estás expulsando?!
Lo veo sacudir la cabeza. Y deja un beso en mi frente.
— No vuelvas tarde — dice y cierra la puerta y hago una mueca.
Parece que quiere deshacerse de mí.
Miro la casa de al lado y suspiro, parece que no tengo otra opción.
Ajusto los materiales en una mano y el plato en la otra y suspiro.
Será fácil
Será fácil
Será fácil
No pasará mucho.
Camino hacia su puerta y resoplo al darme cuenta.
— ¿Cómo se supone que voy a tocar el timbre? — murmuro mirando a mi alrededor.
Lentamente me agacho y coloco el plato en el suelo y justo cuando estoy a punto de levantarme se abre la puerta.
— Sí… no necesito comida — la escucho decir y pongo los ojos en blanco.
—Deja de hablar y toma esto para aquí — digo empujando los materiales en sus manos y tomando el plato con el pastel.
Ni siquiera estoy loco por dejarle mi pastelito.
Me siento en el primer sofá que veo y ella viene a mi lado.
Dejo el plato sobre la mesa de café y me giro hacia ella.
—Bueno, ¿con qué tienes problemas? Pregunto. Y la veo inclinar la cabeza hacia un lado.
—La verdad es que no tengo ningún problema...
- ¿Qué? ¿Como asi?
— ¿Hiciste el examen del Profesor Bear hoy? — pregunta y yo asiento.
— Entonces sólo necesito que me hables de ella — dice, mirando más mis muslos que mi cara.
— Primero, mi cara está aquí arriba, y segundo, ¿por qué no tienes el tema? Le pregunto y ella me mira sonriendo.
— Digamos que ese día estaba haciendo algo más genial — dice con una sonrisa pícara. Y lo entiendo todo.
— Perdón por la novia que vas a tener algún día — le digo y ella me mira con los ojos cerrados.
— ¿Por qué Lisa ? — La miro con ganas de decir mil cosas pero no logro verla mirándome así.
— Vamos, quiero una respuesta.
Miro sus ojos marrones que a veces parecen más vibrantes, miro su boca, ahora de un rojo tenue.
Miro tu regazo e inmediatamente veo que las puntas de tus senos son puntiagudas.
Maldita sea, tengo que admitir que esta es definitivamente una escena candente.
Escucho tu risa cuando vuelvo a la realidad.
Y veo que ella ahora está más cerca de mí.
— Vamos Lisa, no me gusta esperar — susurra y yo la miro. Sacudo la cabeza en señal de negación.
— No tengo nada que decir — digo queriendo tomar mi libreta pero ella toma mi mano acercándome aún más a ella.
- ¿Y? Entonces ¿por qué te sonrojas? — dice tan cerca que puedes sentir su aliento caliente.
¿Me estoy sonrojando? Sí. Maldita sea, estoy roja.
— No... me sueltes... N-vine aquí para ayudarte — digo, tratando de liberarme aunque no sirve de nada.
¿Qué fuerza tiene ella?
— Está bien... te dejaré ir — dice mirando mis labios.
Los muerdo y la oigo soltar un profundo suspiro.
Siento que mi cuerpo se congela cuando acerca sus labios a mi oreja.
— Entonces tengo un asunto muy serio que hablar contigo — dice y yo frunzo el ceño.
- ¿Qué? ¿Qué tipo de tema? — Le cuestioné y ella lo niega.
— Vamos, quiero el tema del examen del profesor — dice con impaciencia y yo la miro con una ceja levantada.
— No te gusta, ¿verdad?
— Claro que no, en esa universidad no le cae bien a nadie, es insoportable, molesto, se mete con todos y encima siempre se está cogiendo al director que está casado… — estuvo a punto de continuar pero la interrumpí.
- ¡¿Qué?! ¿Cómo sabes sobre toda su vida?
— No soy solo yo Lisa , todo el mundo en la universidad lo sabe — dice y bajo la cabeza.
Cómo hacen esto las personas? No tiene sentido casarse o tener una cita y no ser fiel.
Pronto Avni viene a mis pensamientos. Cómo la amaba... y ella acabó con todo lo que teníamos en cuestión de segundos.
Siento una lágrima rodar por mi mejilla.
- ¿Lisa ? ¿Esta todo bien? ¿Tú estas llorando? — pregunta Perséfone y yo niego limpiarme la cara.
—Está bien, ¿empezamos? — pregunto y ella asiente de mala gana con recelo.
La veo mirar hacia un lado y mirarme de nuevo.
- ¿Es suyo? — pregunta y siento el inmenso deseo de aceptar.
— No. Es una rebanada mía y otra tuya, la envió papá — digo y ella sonríe, va a tomar el plato y luego se lleva un poco a la boca.
Mierda, tomó un trozo de la porción más grande. Esperaba que ella obtuviera la pequeña porción.
- ¿El quiere? — pregunta y yo asiento rápidamente.
Alcanzo la otra cuchara y golpea mi mano.
El ojo enojado. Y prácticamente con un signo de interrogación sobre la cabeza.
La veo tomar un pedacito del pastel.
— Toma — dice, acercando la cuchara a mi cara.
- ¿Qué? ¡No dejaré que me lo des! — digo y ella pone los ojos en blanco y continúa sosteniendo la cuchara frente a mi boca.
Tenaz.
Acerco un poco mi boca y ella me da el pastel.
La miro a la cara y la veo prestando atención a mis movimientos.
Mierda, ¿qué estoy haciendo aquí?