capitulo 2
Capítulo 2
SAMANTHA
Mientras continuamos caminando me doy cuenta, que por muy extraño que parezca, soy la única pequeña en esta mierda de locura alienígena, donde todas somos esclavas con nuestra moralidad hecha trizas al ir desnudas y con collares en nuestros cuellos. Hay de distintos tamaños (ninguna de mi altura) con diferentes tipos de cuerpos, formas, pieles. Veo a una mujer de piel azulada y ojos realmente enormes que brillan con destellos plateados. Su cabello es de un color plateado brillante que cae en un elegante y sedoso fluir. Su figura es esbelta y etérea, como si estuviera hecha de luz.
Al frente de mí, camina una alienígena con una piel de un tono violeta suave que parecía reflejar la luz a su alrededor. Sus extremidades son largas y delgadas, dando la impresión de que flotaba en vez de caminar. Su rostro era delicado y sus ojos pequeños pero brillantes, como dos estrellas en la noche.
Más adelante, veo a una alienígena con una piel de un color verde brillante, parecida a la clorofila. Su cabello es de un tono más oscuro, pero con destellos de color neón. Sus ojos son grandes y almendrados, llenos de curiosidad y sabiduría, pero tan asustadizos que es imposible no notar el miedo en ellos. Su cuerpo es voluptuoso y exuberante, con curvas que parecen ser suaves y armoniosas.
Siguiendo nuestra marcha, encontramos a una alienígena con una piel plateada que brilla bajo la luz de las antorchas de fuego azul. Su cabello es blanco y largo, como una cascada de seda brillante. Sus ojos son de un tono plateado intenso, como dos espejos que reflejan la luz a su alrededor. Su cuerpo es esbelto y elegante, con una gracia felina en cada movimiento.
Cada una de ellas es única y extraordinaria, y juntas forman un espectáculo fascinante y maravilloso que desafía mi comprensión y mi imaginación
Doblamos a la derecha saliendo de la zona sin protección y entrando a una habitación donde nos encontramos con la otra fila donde está Cassie, mi corazón se acelera porque la podre ver. Muevo mi cabeza con desesperación a medida que avanzamos para verla, pero cuando por fin la veo y estamos cerca, tengo una sonrisa de felicidad estampada en mi cara, los ojos de Cassie hacen contacto visual conmigo y puedo ver el terror en sus ojos, eso me hiela la sangre. Ella menea la cabeza con suavidad y sus dedos de la mano izquierda golpean el exterior de su muslo, en frenéticas sucesiones y luego suave.
¡Código Morse!
Cassie continúa haciendo lo mismo mientras nos acercamos a la entrada de a donde sea que nos estén llevando, pero no podía importarme menos cuando mi amiga me está pasando un jodido testamento.
"No grites. No hables. No los mires a los ojos. Mantén la cabeza inclinada. Obedece. Son Uldin. Lars."
¡Que mierda! ¿Que son Uldin y que son Lars?
Miro a Cassie como si le hubiera salido dos cabezas, pero no, sigue teniendo una. No puedo devolverle el código porque no me está mirando, sin embargo, cuando pasa por mi lado siguiendo su fila puedo ver largas marcas en el lateral de su brazo, como si alguien le hubiera pegado con un látigo. En su espalda tiene una más grande que le cruza la espalda y sale un fino hilo de sangre. Aprieto mis puños, clavándome las uñas en las palmas de mis manos para controlar el impulso que siento de matar a estas jodidas cosas. Claramente la han lastimado, castigado seguramente por ella darle un montón de mierda con lo que lidiar.
Vuelvo mi mirada con rapidez a su mano antes de perderla de vista.
"Los morados son Lars. Los cara de pez son Uldin."
"Los morados son Lars. Los cara de pez son Uldin."
"Los morados son Lars. Los cara de pez son Uldin."
Repite ese mantra una y otra vez, puedo sentir su desesperación por hacerme saber con lo que estamos tratando aquí. Ver a mi mejor amiga, una exelente luchadora cuerpo a cuerpo (que su cuerpo y tamaño no te haga pensar lo contrario), sumida en el terror, solamente puede significar una cosa...
¡Estamos acabadas!
«Dios, por favor, no nos abandones.» Imploro a mi Dios que nunca me a dejado sola en ninguna de mis misiones en el ejército.
Sigo el trayecto de mi fila entrando a una habitación con paredes de piedra y sin techo, lo que le da una luminosidad natural al lugar y el aire fresco azota mi cuerpo. Juraría que parecía que estábamos descendiendo en lugar de subir. Los que ahora sabía que eran Uldin, porque ya ni había vuelto a ver a un Lars, comienzan a gruñir y muchos chillidos se escuchan en la habitación mientras todas corren al final de la pared. Me quedo inmóvil temblando del miedo, por el rabillo del ojo veo a Cassie al otro lado de la gran habitación correr y pegarse a la pared. Pero por ser lenta, siento unos dedos enguantados en volverse en mi brazo y llevarme al centro de la habitación. Me suelta, dejándome allí parada en medio de todos; el Uldin dice algo y antes de que pueda darme cuenta un chorro de agua fría y de color anaranjado me golpea, empujándome unos cuantos centímetros hacia atrás.
Grito por el repentino ataque mientras mis manos se mueven en el aire tratando de apartar el agua de mi cara. El Uldin dice algo, pero no puedo entender. Entonces el agua se detiene y el mismo Uldin me agarra girándome, colocándome de espalda a él y luego el agua vuelve a golpearme, es ahí cuando me doy cuenta que me están bañando. ¡Malditos idiotas! Creo que los que necesitan un baño son otros.
Unos de los Uldin ( ya no se cual es cuál, todos son iguales) me indica con la mano para que me pare cerca de la entrada, y sin pensarlo dos veces corro hasta allí cubriendo mis senos y coño. No les estoy dando un espectáculo a ninguno de eso hijos de puta. Veo como seleccionan a otras dos mujeres de la fila, plantándolas en el medio de la habitación y rociándolas con agua como me hicieron a mí. Ellas sueltan un chillido estridente, haciendo que quiera tapar mis oídos. Pero no puedo, no puedo descubrir mi cuerpo y dejar que ellos me sigan humillando.
Trato de hacer contacto visual con Cassie y maldigo cuando no consigo que ella me vea. ¡Maldición!
Después de que las otras dos están listas, tres de los Uldin se acercan a nosotras y nos indica que salgamos, siguiendo al Uldin que va adelante y, eso hacemos. ¿Que otra puta opción tenemos? La rabia crece a fuego lento en mi interior, la impotencia de no poder hacer nada me golpea fuerte, puedo sentir las miradas de muchos hombres puestas en nosotras a medida que salimos del lugar cavernoso pasando por túneles de piedras, el diseño me recuerda a las películas de reyes antua que solía ver mi madre.
Finalmente, llegamos a lo que parece ser un coliseo en ruinas. El estruendo de la multitud retumba en mis oídos mientras nos colocan en una tarima en lo alto del coliseo, como espectadoras de una lucha que está por comenzar. Abajo, en una plataforma, uno de los Uldin separa a unos cuantos guerreros que se preparan para la pelea. Es impresionante ver a estos seres alienígenas de distintas especies y tamaños reunidos en el centro del coliseo, listos para luchar. No llevan armas, solo usarán sus manos y su fuerza en esta batalla.
Los guerreros comienzan a agruparse de dos en dos, formando alianzas temporales antes de empezar a pelear. El Uldin que los ha convocado sale de la arena y sube a la plataforma donde nosotras estamos, y grita para dar inicio a la pelea. La tensión en el ambiente es palpable, la emoción y el miedo se entrelazan en mi pecho mientras observo a los guerreros preparándose para el combate. Nunca antes he presenciado algo así, no me mal interpreten, ser militar no es lo mismo que ver cómo luchan porque no tienen otra opción al igual que nosotras. Esta experiencia es completamente nueva para mí. Estoy en otro planeta, en un lugar que parece sacado de una película de ciencia ficción.
El coliseo está lleno de vida, de energía salvaje y desenfrenada. La luz del sol se filtra a través de las grietas en las ruinas, creando patrones de sombras y claros en el suelo de tierra. El olor a sudor y sangre impregna el aire, mezclado con el bramido de la multitud que espera ansiosa el espectáculo que está por comenzar. En medio de todo este caos, me siento pequeña e insignificante, una simple espectadora en un mundo desconocido y peligroso. Pero algo en mí se enciende, una chispa de algo recorre mi cuerpo y puedo sentirlo en mis huesos, puedo sentir los ojos de alguien puestos en mí. Los bellos de mi nuca se levantan, y eso hace que escanee el lugar con discreción hasta dar con dos pares de ojos color amarillos y negros, de piel gris y con cuerpos de malditos fisicoculturistas. Ambos hombres me observan con un interés obvio en ellos. El de ojos amarillos, que me recuerdan a los de un zorro, se inclina diciéndole algo al otro que asiente sin apartar la mirada de mí.
Mierda, eso no puede ser bueno. Mi cuerpo se estremece y no sé si se debe al frío repentino o al calor abrasador en sus miradas.
La pelea comienza y los guerreros se lanzan uno contra el otro con ferocidad, golpeando, esquivando y gruñendo en un baile mortal. Los sonidos de golpes y gruñidos llenan el coliseo, mientras la multitud aclama y vitorea a sus favoritos. Las alianzas temporales se rompen cuando los combatientes se enfrentan entre sí con toda su fuerza y habilidad.
En una esquina del coliseo, veo como dos guerreros se destacan por encima de los demás. Uno de ellos, el alienígena de piel gris londres (es como un gris claro) y puños despiadados, lucha con una velocidad y destreza increíbles, evitando los golpes de su oponente y contraatacando con precisión letal. La violencia cala en mis entrañas. El otro guerrero, de piel gris antracita (es como un gris oscuro) con músculos enormes brillan por el sudor de su cuerpo, muestra una fuerza bruta y una resistencia increíble, golpeando a su oponente con golpes demoledores.
¡Son los dos que aliens que anteriormente me estaban mirando!
La pelea se intensifica, los golpes se vuelven más feroces y los guerreros luchan con todas sus fuerzas. Sin embargo, al final, los dos guerreros sobrevivientes, los de piel gris, emergen como los vencedores indiscutibles.
El Uldin que está a mi lado murmura algo en un idioma que no puedo entender, y los dos alienígenas señalan hacia mí. El otro Uldin se acerca y me arrastra hasta los dos guerreros victoriosos, entregándome a ellos como si fuera un trofeo. No puedo evitar sentir un escalofrío recorrer mi espina dorsal mientras me enfrento a los dos guerreros que me observan con sus ojos intensos y decididos. Estoy en serios problemas.