capitulo 1
Capítulo 1
SAMANTHA
A DIFERENCIA de la mayoría de las personas, siempre creí en los extraterrestres. Me hacía mucha ilusión desde pequeña pensar en ellos junto con mi abuela. No sé si los rumores de que la élite sabe de su existencia sea cierta, y la han estado manteniendo oculta como todo lo que descubren o crean «sabes a lo que me refiero, tu y yo hemos oído cosas a lo largo de los años.» Pero lo que si es seguro es que ellos existen, y yo estoy aquí siendo testigo de eso. Aún así, siempre pensé que era sumamente arrogante que los humanos creyéramos que estábamos solos en un amplio y vasto universo. Que nuestro planeta resultara ser el único capaz de albergar vida inteligente.
Por favor. Que idiotas.
Pero sí, existen personas como mi madre que no creen en ellos...
«si tan solo estuvieras viva y aquí conmigo, mamá, sabrías que son reales».
Si es así, por qué estoy metida en una puta jaula que se balancea de un lado a otro, cuando me despierto, siendo llevada por unas feas cosas de piel morada y escamosa, con una salvaje cola que azota el aire mientras camina fuera de lo que seguramente es una nave espacial hacia el exterior de un planeta que solo se ve arena dorada y un inmenso sol en lo alto del cielo amarilloso. Posiblemente no existe un océano en medio de un planeta que parece un desierto.
Moviéndome de un lado a otro dentro de la jaula, muevo mi cabeza buscando a Cassie, una militar como yo y mi mejor amiga en todo este jodido mundo, para encontrarme con ella siendo llevada en otra jaula por otros alienígenas iguales a los que me llevan a mí. «Y si, llámame egoísta, pero siento un alivio enorme al verla.» Intento recordar cómo fue que llegamos a este lugar, pero los mareos y náuseas no me lo permiten. Sé que debo permanecer despierta, pero no puedo por más que lo intento. Mis ojos se vuelven a cerrar una vez más justo cuando veo una pared de piedras a lo lejos.
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Al abrir mis ojos la luz blanca es tan cegadora que me veo obligada a parpadear, tratando de ajustar mi visión. El frío aire azota mi cuerpo, haciéndome estremecer, cuando logro adaptarme bien, me doy cuenta que estoy... ¡Desnuda! Trato de recordar porque mierda estoy desnuda, no recuerdo haber tomado, ¡espera! Ni siquiera estaba tomando cuando subí con Cassie, a la montaña. Los recuerdos de ser llevada en una jaula asaltan mi mente desorientada.
Cuando levanto la cabeza un material frío se agarra a mis tobillos, viendo hacia abajo veo a las cosas más horribles y repugnantes jamás vistas: una figura humanoide con una combinación entre un pez y una babosa de apariencia viscosa, me está agarrando por los tobillos con manos enguantadas.
—¡Que mierda crees que estás haciendo! ¡SUÉLTAME! —la cosa me ignora y me abre más, pero fuerzo a mis piernas a cerrarse. Si pataleo será más fácil para él abrirlas, entonces lo oigo decir algo en un extraño idioma y otro se acerca a mi campo de visión, sin tocarme presionan un botón y una dolorosa sacudida azota mi cuerpo desde la base de mi cuello hasta mis pies. Grito de dolor tan fuerte que mi garganta duele, la corriente se detiene y mi cuerpo cae flácido.
¡Malditos animales de mierda! Reconozco un collar electrónico y hubiera podido soportar la corriente si no hubieran puesto tanto en mi cuerpo.
Sin poder moverme ni hablar, veo como separan mis piernas y examinan mi coño de cerca, tomando muestra de mi interior como si me estuvieran haciendo un exámen médico. Solo que no era uno, y estos bichos raros iban hacer experimentos conmigo. La cosa uno le hace señas a alguien más, entonces uno de los reptiles se pone en mi visión y me mira con hambre en su mirada, sus dientes filosos a la vista.
«Por favor, por favor no pienses que soy un delicioso bistec.»
No puedo evitar pensar que el sujeto me ve como carne. Una fría y rasposa cosa se posa en mi mano abierta que cae fuera de la cama de dónde estoy. Me toma un esfuerzo enorme mirar en esa dirección, al hacerlo veo la punta de la cola morada oscura envuelta en mi mano. Mis ojos se abren con sorpresa, muevo mis ojos de vuelta al reptil y él luce igual de sorprendido que yo. Pero entonces la babosa fea le dice algo y el reptil, con el mejor cuerpo físico, alto, musculoso y humanoide que he visto hasta el momento, gruñe de rabia y su cola me da un azote en la palma de mi mano abierta, haciéndome cerrar los ojos por el dolor antes de oír pasos alejándose. Cuando los abro veo que me han dejado sola y sin nada con que cubrir mi cuerpo desnudo.
Me encontraba sola en una habitación blanca con un cubo de metal en una esquina pegada al piso.
«Asumiré que es el retrete.»
Trato de levantarme pero a quien demonios quiero engañar, no puedo. Luego de que tu cuerpo recibe tal descarga lo mejor que puedes hacer es quedarte tranquila y recuperar fuerzas. Mientras eso sucede, trato de mantener la calma y analizar mi situación, una que no pinta ir nada bien.
Lo primero, es averiguar dónde estoy. Lo segundo, es tratar de buscar a Cassie. Luego ya vería como volver a casa. ¿Tan si quiera estábamos cerca de casa? Para estas alturas lo dudaba, pero tampoco iba dejar que estas escorias me tuvieran. Jamás pense que existirán los aliens malos, siempre quise creer que todas esas pelis dónde los ponían como los villanos, eran solo para meternos temor.
«Se que tú también querías lo mismo.»
—Cuan equivocada estaba. Ningún Alien es bueno, abuela... ninguno —una lágrima ruda por la esquina de mi ojo, al recordar a mi abuela.
No sé cuánto tiempo estuve tirada, desnuda, en la fría habitación hasta que me dieron ganas de hacer pis, y no me quedó más opción que dejarme rodar de lado para levantarme. Sin tener en cuenta lo que me espera, hasta que es demasiado tarde para detenerme. No había visto que la cama fuera tan alta y tan lejos del suelo, trato de proteger mi cabeza acunándola con mis brazos y me impulso para caer de lado. Un grito silencioso queda atorado en mi garganta cuando caigo al suelo, el impacto sacando el aire de mis pulmones. Dejándome aturdida por un segundo.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
Una chica solo puede soportar ciertos niveles de dolor. Entonces siento un líquido correr por mis piernas y la presión en mi vejiga comienza a disminuir, el horror de lo que me acaba de pasar llenándome de vergüenza. Yacía en el suelo de lado, en posición fetal mientras me hacía pis encima, las ardientes lágrimas inundan mis ojos y esta vez no trato de hacerme la valiente de nada y dejo que todo salga de mí. No iba a poder con esto.
Quiero despertar.
Quiero abrir los ojos.
Quiero salir de esta horrible pesadilla.
Pero sabía que nada de esto es un sueño. Los dolores no eran un sueño. A decir verdad, eran un claro recordatorio de que esto es muy real.
Luego de lo que parecieron horas (que estoy segura no lo fueron) me siento con cuidado e inspecciono mis costillas y ver que nada este roto. Al ver que todo está bien, me levanto con ayuda de la cama y al hacerlo veo que la jodida cosa me llega al nivel del pecho, y mira que yo no soy pequeña, mido 1,70 de altura así que la altura de la cama desde mi punto de vista era una exageración. Pero bueno, solo hay que ver el tamaño de esas horribles cosas. Busco en la habitación algo con lo que cubrirme cuando un sonido retumba en el espacio y me giro, llena de temor, cubriendo mis partes de chica en el proceso. La puerta se abre y una de las horribles cosas entra y olfatea el aire y luego mira al suelo donde está mi charco de orine, siento mis mejillas enrojecerse. La cosa gruñe algo y luego me indica que me acerque, muevo la cabeza frenéticamente en negativo.
—¿Qu-que quieres? ¿A-a dónde me llevarás? —tartamudeo, él vuelve a gruñir y lo veo levantar su mano enguantada con un pequeño dispositivo hacia mí, el pánico se apodera de mi cuerpo al saber lo que es. No podía darme el lujo de perder el conocimiento una vez más, así que levanto las manos en la señal universal de paz y me acerco a él con cautela—. Está bien. Está bien. Iré contigo. —murmuro más para mí que para él. La cosa se hace a un lado y me deja pasar. Al salir al pasillo y ver mi entorno, mi boca se abre con horror.
No sé porque pensé por un momento que estaba en un lugar mejor, basándome en la habitación donde estaba. Pero nada más lejos de la realidad.
Me encuentro en un lugar cavernoso y circular, iluminado únicamente por antorchas de fuego azul que arden en las paredes. El suelo es de piedra áspera y desigual, y el techo se pierde en la oscuridad encima de mí. Hay varios niveles conectados por escaleras talladas en la roca y pasillos estrechos que serpentean sin ninguna protección. Cualquiera podría caer fácilmente y encontrar su fin en las profundidades de este lugar.
En los pasillos abiertos en los niveles inferiores frente a mi, veo varias puertas entreabiertas de las que emergen especies extraterrestres desconocidas y por los guardias que los siguen, diría que están tan secuestrados como Cassie y yo, solo que ellos llevan sus pantalones cubriendo sus partes de chicos y nosotras no. ¡Malditos sexistas! Al otro lado del pasillo, más criaturas salen de sus guaridas, moviéndose con gracia y letalidad. Me doy cuenta de que no estoy sola aquí, y el miedo se apodera de mí. No sé que es peor, ¿si estar sola o estar rodeada de tantas otras especies?
En medio de la confusión y el caos, veo a Cassie siendo empujada por una de las criaturas. Está desnuda y desamparada, y la cosa fea detrás de ella la empuja instándola a caminar hacia algún destino desconocido. Mi instinto de protección se activa, y sé que debo hacer algo para ayudarla. Respiro hondo y me preparo para seguir adelante, sin saber lo que me espera en este laberinto de roca. La criatura detrás de mi me gruñe para que camine y sigo a las demás, dándome cuenta por sus delgadas y delicadas figuras que todas son mujeres, también por sus diminutos bultos que se forman en la zona del pecho, eso, y que todos los hombres por aquí llevan pantalones.
Me apresuro a caminar, no queriendo cabrear al idiota detrás de mi. Nos llevan por los pasillos cavernosos y por la posición en la que vamos diría que estamos descendiendo ¡Más, y eso me pone nerviosa! Pero sea a donde sea que me estén llevando, parece que también llevan a Cassie y eso es suficiente motivación.