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Capítulo 4

James Moon Pov:

"En serio esa chica está mal" pensé mientras entraba a mi habitación.

- ¿Que sucedió? - preguntó Magdalena saliendo del baño mientras se acomodaba su bata.

- Me encontré a Isabella en el corredor- respondí mientras caminaba hacia la cama donde estaba mi pijama, me cambié rápidamente.

- ¿Que te dijo? - dijo sentándose en la cama tomándome toda la atención del mundo.

- Me dijo que había disfrutado el sexo con George- dije tranquilo mientras abría las sábanas, ella rodeó la cama por su lado y me imitó- y que no la superaba o algo así.

Me eche y ella me volvió a imitar y ambos nos mirábamos mientras hablábamos.

- Sigue enamorada de ti- me contestó.

- No es amor- conteste haciendo una mueca- Es una obsesión, de tener todo bajo su poder, que tiene ella desde pequeña; desde que éramos niños, ella siempre me quería bajo su control.

- No lo sé- dijo ella también haciendo una mueca- Yo creo que nunca olvidas a tu primera vez.

- Entonces no olvidas a Alfredo- afirme, ella asintió.

- Si no estuviera muerto lo más seguro es que estaría con él ahora mismo- comentó con pena, suspiro y miró a un punto fijo de la habitación.

- Él fue muy leal y lo sabes- ella asintió.

- Protegió a mi hermana como pudo- me dijo mientras dirigía su dedo índice a su pecho- Y los dos están aquí, y nunca dejaran de estarlo aunque pasen los años.

- Serás una buena reina- le dije con una sonrisa de boca cerrada. Ella me sonrió de la misma manera.

- Se que no seré ni una cuarta parte de lo que fue mi hermana- contestó mirando el techo- Ella fue la mejor reina que pudo existir.

- La amo mucho- dije mirando también al techo de mi habitación- Todavía recuerdo como la conocí.

-Amo esa historia- comentó Magdalena con una sonrisa- Cuéntamela otra vez.

(...)

6 años atrás....

- No puede entrar- escuché gritar a Dracco, desde mi trono vi cómo se abrían las puertas de golpe; vi a Magdalena entrar y a Dracco detrás de ella; pero algo me parecía diferente en ella- Te dije que no podías entrar- dijo jalándola.

- Tengo que hablar con el rey- dijo ella molesta, su voz era algo diferente, más delicada, como un ángel.

- Puedes retirarte Dracco- dije hacia Dracco

- Su majestad, usted no entiende.

- Que te retires- él me obedeció a regañadientes- ¿Que sucede Magdalena?

- Lo siento, mi señor, pero yo no soy mi hermana Magdalena- dirijo toda mi atención a aquella rubia.

- ¿Que? - preguntó sin entender- No estoy para bromas, Magdalena- dije parándome ya un poco molesto.

- Mi señor, no le miento- dijo firme, me sorprendió, Magdalena nunca me había desafiado- Soy María De Medici, hermana menor de Magdalena.

La situación se volvió extraña para mí.

¿Hermana menor?

- Yo no sabía que Magdalena tenía una hermana gemela- hablé cuando la intriga se apodero de mí.

- Porque mi familia siempre nos mantuvo separadas, ella al ser mayor que yo fue enviada aquí y yo he vivido en el pueblo de donde viene mi familia desde entonces- aclaro ella.

- ¿Has vivido aislada desde entonces? - pregunte con curiosidad.

- Para mí, vivir aislada es vivir sin contacto de otros seres; y mientras ustedes viven aquí con miles de sirvientes y la gente de la corte, yo vivo en un pueblo donde fui a la escuela, tuve amigos como yo y me crie con mi familia; para nada viví aislada- contestó con firmeza.

Yo asentí y tomé asiento en mi trono.

- Esta bien, como tú digas ¿Por qué justo ahora te haces presente en la corte? - pregunte sin darle mucha importancia- Si deseas un puesto en la corte te lo concedo, es tu derecho- me levante rápido- Si no hay nada más, me retiro- ella me mira desconcertada y yo no le tomó importancia.

Le doy la espalda y empiezo a caminar hacia la salida que va directo a mi estudio privado.

- Yo no vengo por un puesto en la corte- hablo ella con fuerza, me detuve justo cuando ya estaba en la puerta, volteé a verla.

- ¿Entonces?

- Vengó a hablarle sobre lo que usted está haciendo- yo levante una ceja.

- ¿Que estoy haciendo? - dije acercándome un poco a ella, estábamos a unos 5 metros de distancia. Ella se paró recta para hablar.

- Siendo lo más respetuosa posible, usted, mi rey, no ha hecho nada por su pueblo- dijo con fuerza- Desde hace 4 años usted ha abandonado a todo vampiro a su suerte- veo como Dracco entraba al lugar, en silencio- Esta aquí encerrado llorando, mientras que su pueblo muere de hambre, por si no sabía se nos han acabado los animales para comerlos gracias a la sequía, y sé que usted no controla el clima, pero tiene los recursos para conseguir más animales para los pueblos o aunque sea conseguir agua- yo solo la mire con desdén, no tenía ánimo de hablar sobre pueblos con hambre- Pero no, como a usted no le afecta en nada, no le importa lo que nosotros pasemos- dijo evidentemente molesta, yo fruncí mi ceño- Hemos sido perseguidos y asesinados porque nos empezamos a comer los animales de los pueblos humanos; estamos sin control alguno y hasta han entrado en la desesperación tal de morder humanos.

- ¿Y? Son libres de hacer lo que quieran- dije con tranquilidad.

- Están exponiéndonos a los humanos- exclamó ella.

- No estoy para solucionarles la vida a todos ustedes- dije con desdén.

- Usted, mi rey, con todo el respeto que usted se merece- me miró directamente a los ojos- El cual es muy poco, hasta podría apostar que nada; es un imbécil- dijo con furia.

- ¿Acaso no sabes con quien estás hablando? - dije con furia- Soy tu rey, e hijo de la misma Diosa Luna; nieto directo del Dios Padre todo poderoso creador del universo ¿Acaso estas tan loca como para hablarme así? A mí.

- A mí no me importa ya quien sea usted- dijo apretando sus labios- Ni si es la mismísima Diosa Luna, usted ha perdido mi respeto totalmente- apreté mis puños- Se la ha pasado llorando desde que su prometida se fue; aunque ahora que lo conozco creo que ya sé porque se fue.

- A mí no me faltas el respeto- dije acercándome peligrosamente a ella, ella no se intimidó y mucho menos se inmuto; note como se tensó al tenerla muy cerca mío, baje la guardia y solté una risa para después darle la espalda y dirigirme a mi trono- No sé si eres muy valiente o muy tonta, niña.

- Soy una mujer y mi nombre es María, su majestad.

- Como digas- dije con desdén.

- ¿Lo hará?

- ¿Qué cosa? - pregunte distraído.

- Mandar animales y agua a los pueblos; revisar los pueblos vampiros para ver qué les falta; velar por su gente; ser un verdadero rey.

Esta chica era muy atrevida al hablarme así, pero a la vez culta.

- Creo que me apetece seguir llorando- dije en tono sarcástico.

- Le tengo una propuesta, más bien una apuesta, su majestad- hablo ella, llamo mi atención- Una pelea, usted y yo; el estilo de pelea que usted más desee- alce una ceja y una media sonrisa se formó en mi rostro.

- Sigue.

- Si yo gano, hará lo que le pedí- sí que era obstinada y terca- Y empezará a ser un verdadero rey.

- Correcto, pero ¿Y que si yo gano? - le preguntó con burla- No creo que tu tengas algo que yo quiera- me incline ligeramente, hacia adelante, sobre mi asiento- Recuerda, soy el rey.

Ella tomó aire y luego miró a su alrededor; yo mire con curiosidad sus movimientos.

No había nadie, solo Dracco, ella y yo.

Volteo a mirar a Dracco.

- ¿Me podría hacer un favor? - Dracco asintió- Una copa- yo alce una ceja.

- Aquí tiene- le dio una copa que tenía cerca.

Ella asintió en forma de agradecimiento.

Volvió su mirada a mí, llevo su mano derecha debajo de su vestido, sonreí pícaro.

- Si te quieres...- deje de hablar al ver que sacaba una daga.

- Si usted gana, su majestad- alzó un poco su brazo izquierdo, con el cual sostenía la copa- Yo le daré esto- y sin previo aviso se cortó la palma de su mano, dejando correr sangre.

¿Sangre? No era como la de los vampiros normales, era más humana esa sangre; un delicioso olor llegó a mis fosas nasales, olía delicioso, su sangre tenía un olor fantástico, como el elixir de los dioses.

Ella dejó caer su sangre en la copa y se la dio a Dracco; quien también miraba fascinado la sangre; me la trajo hasta mí, la volví a oler, pero antes de beber me detuve y la miré.

- ¿Cómo sé que no está envenenada? - pregunte.

Ella llevo su mano sangrante a su boca y bebió de éste.

- Yo estuviera muerta- dijo ella- además, si usted es hija de una Diosa ¿Un simple veneno de mortales lo dañaría?

Sabía cómo golpear mi orgullo.

- Esta bien- y lo bebí, hasta la última gota.

Era un sabor único; por Dios padre, era una delicia. Pero ¿Cómo era posible?

- Si usted gana, yo seré su botella de sangre personal- dijo ella.

- ¿Cómo es posible que tienes este tipo de sangre?

- Le contaré la verdad, su majestad- la mire atento- Mi madre era humana, y murió dándome a luz a mí y a mi hermana- estaba sorprendido, yo no sabía que De Medici estuvo con una humana- Pero a mitad de mi nacimiento mi madre murió, cuando salí por completo se dieron cuenta de que yo era más humana que vampiro; mi sangre fluía como la de los humanos, no era espesa como la de los vampiros- me lamí los labios- Magdalena siempre fue más vampiro que yo, así que nos alejaron cuando éramos pequeñas, a ella la eligieron para que lo pretendiera a usted; el sabor de mi sangre es así de particular porque saqué el mismo tipo de sangre de mi madre y soy mitad vampiro.

- Fuiste bendecida por la Diosa Luna- comente sin pensar.

- Gracias- me contestó- ¿Tenemos un trato su majestad? - preguntó ella. Yo le sonreí de lado, era imposible yo perder así que acepté.

- Claro- me acerque a ella, camine alrededor de ella mirándola bien, fiándome en cada detalle de ella.

Un vestido rosado claro, no me gustaban esos colores, para nada.

Note que al ponerme detrás de ella se tensó.

- Pero, hay una cláusula- ella volteo a mirarme- A mí no me gustan las de perder- ella seguía seria- Y por si las dudas, si yo pierdo, no solo cumpliré lo que me pediste, sino que también me dejarás morderte- ella abrió sus ojos con sorpresa.

- No- dijo firme.

- Entonces no hay trató- me alejé de ella y me dirigí a Dracco- Lleva a la señorita a la salida, no tiene nada que hacer aquí.

- Esta bien, lo haré- dijo ella, voltee a mirarla con una sonrisa maliciosa- Pero le advierto que es posible que pierda el sabor de mi sangre si me muerde.

- Simplemente la morderá sin liberar el veneno- hablo Dracco, ella asintió.

- Perfecto- dije con una sonrisa.

- ¿Como quiere pelear? - me preguntó.

- Cuerpo a cuerpo, con espadas- conteste sin vacilar, ella asintió- Pero quiero hacerlo interesante- me miró extrañada- Yo de traje y tú con vestido- ella me miró sorprendida.

- Me parece que no podremos luchar bien.

- Ambos con desventaja, me parece divertido- sonreí con malicia.

- Como usted diga, su majestad- hizo una reverencia y me dio la espalda para empezar a caminar.

- Por cierto- se detuvo y volteo levemente su cabeza para mirarme de reojo- Yo te elijo el vestido, tus vestidos son muy horrendos- me burle.

- Intente conseguir buenos vestidos en un pueblo que muere de hambre- y se fue sin decir nada más.

- Te gusta- me dijo Dracco cuando ella ya se había ido.

- Le quiero beber toda la sangre- le dije.

- Esta deliciosa- comentó él- Y no solo la sangre- yo lo mire con una sonrisa maliciosa.

- Es un espécimen raro.

- Es valiente, eso me agrada.

- No es de mis gustos para algo más que una noche- dije.

- La única que te gusta para eso es Isabella- comentó en un susurro- Creo que deberías de cambiar de esquema.

(...)

- ¿Le llegó el vestido? - pregunte mientras me terminaba de cambiar, Dracco asintió- ¿Qué tal le queda?

- Tendrás que verla por ti mismo- puse los ojos en blanco y volteé a mirarlo directamente.

- No me gusta cuando te pones así- dije mirándolo mal.

- Lo siento tanto, su majestad- dijo en tono sarcástico.

Caminamos hacia donde sería la pelea, sería en una parte del jardín del castillo. Cuando llegamos la vi, estaba parada en medio de la arena, su polo suelto, llevaba el vestido que le envié.

No puedo negar que se le veía bien. Sonreí de oreja a oreja.

- ¿Lista para perder? - pregunte, ella sonrió apenas.

(...)

Entre la espada y la pared, no estoy hablando del dilema; yo literalmente estaba entre la espada de María y la pared. Ya mi respiración y la de ella estaban agitadas, habíamos pasado más de 10 horas seguidas, la noche nos había agarrado y podría jurar que estamos a nada de que amanezca.

- ¿Te rindes?

- Te ves bonita cuando estás cansada- le dije y ella se sonrojó, aproveche y la tumbe al suelo- Pero aún más cuando estás en el su…- no pude terminar porque ella también me tumbo y se posicionó encima mío, vi cuando sacó su daga, y la clavó al lado de mi cabeza.

- Gane- dijo ella, yo seguía sin palabras.

- Eso parece- no nos movíamos de nuestra posición, sin pensar mucho la atraje hacia mí para abrazarla.

- Su majestad, ¿Qué hace? - preguntó con clara desesperación. La abrace con fuerza, estaba exhausto- Suéltame- intentó zafarse de mí.

- Ganaste, quiero mi parte del trato- abrí mi boca para dirigirme a su cuello, pero ella me empujó con fuerza la cabeza.

- No- grito con fuerza, se levantó con rapidez y yo me quede en el suelo mirándola- No ahora, primero cumpla con lo que le pedí.

- Preciosa, te voy a morder, empieza a tutearme- ella abrió la boca para hablar y luego la cerró- Y hace unas horas que ha llegado agua a tu pueblo, solo quería jugar un rato más contigo.

Me paré y ella me miraba incrédula; se acercó a mí y me dio una cachetada, que ni siquiera me movió. Se fue rápidamente, pero pude observarla; su vestido roto y lleno de tierra, su pelo todo alborotado; yo estaba igual.

(...)

- ¿Ya está? - pregunte a uno de mis consejeros.

- Si, su majestad, los pueblos han sido visitados y ahora tienen lo que necesitan- dijo con una sonrisa- Me alegra que esté tomando en serio sus obligaciones como rey- comentó.

Lo mire mal, Dracco estaba aguantando las risas detrás de él.

- Si claro- conteste con frialdad- Retírese, necesito ocuparme en otros asuntos.

Él me hizo caso y se fue.

- ¿Y la mordiste? - preguntó apenas salió mi consejero.

- Nada te aguantas- negué con la cabeza- No, no se dejó- pasé mi lengua por mi labio superior.

- Perdiste el encanto- comentó con burla.

- No perdí nada, simplemente ni siquiera lo estoy intentando- comenté.

- A mí que no le gustas.

- ¿Porque no le gustaría?

- Ella parece ser mucho para ti.

- ¿De qué hablas? - dije entre risas- Soy un maldito rey- dije con arrogancia.

- Ella dejó muy en claro que no tienes su respeto- se encogió de hombros, me enfurecí.

- Pues voy a volver a tener su respeto.

- ¿Como lo vamos a saber? Ella está por irse- me levante de mi asiento.

- ¿Que?

- Ha pedido un carruaje hace una hora y ahora se están llevando sus maletas a este- él camino hasta la ventana de mi despacho, movió un poco las cortinas y miró a través del vidrio- está hablando con Magdalena justo ahora, ya está por subir.

No lo pensé ni un segundo.

Utilicé mi velocidad y en un instante ya estaba ahí afuera. Ella al verme abrió los ojos como platos, subió con rapidez al carruaje y cerró la puerta.

- Salga rápido de aquí- dijo ella desesperada al cochero.

- Deténganse- Magdalena volteo a verme y abrió los ojos como platos.

- Rey James- dijo Magdalena- ¿Que hace aquí? - preguntó deteniéndome.

- Tu hermana no se va a ir hasta que cumpla su parte del trato- dije intentando pasar de ella.

Cuando abrí la puerta del carruaje estaba vacío. Escuché el trote de un caballo y cuando me di cuenta María estaba huyendo montada en uno de los caballos del carruaje.

- Por favor, su majestad- me hablo Magdalena- No la siga.

- Se te escapo, campeón - me dijo Dracco tocándome el hombro desde atrás- Una pena, me caía bien la loca.

Entre al castillo molesto, y me encerré en mi alcoba. Tenía una sed enorme, me dirijo a mi congelador, lo abrí y estaba lleno de frascos de sangre que yo no había colocado ahí; había una nota encima de uno.

"No podrá beber mi sangre directamente, le dejó toda esta sangre a cambio, son algo de 4 litros en total, toda es mía. Gracias por hacer su trabajo como rey."

- Atte: María De Medici

Y tome el primer frasco, me tire a mi cama y lo bebí.

Me sentía completamente relajado. Me sentía en el maldito paraíso. No podía creer qué tal delicioso elixir era creado en el cuerpo de una vampiresa.

(...)

Tan solo una maldita semana me había durado la sangre de María. Estaba desesperado, había sido muy irresponsable al bebérmela de un solo golpe, pero lo necesitaba.

Y bueno, una cosa llevo a la otra y ahora estoy por llegar a un pueblo vampiro. Yo que nunca había salido de mi castillo desde que... ella se fue. Ahora estaba aquí, por bajar de mi carruaje, justamente afuera de una gran casa algo rústica.

Dracco estaba a mi lado.

- ¿Tocas tú o toco yo? - me bromeó.

- La tocó yo- toque la puerta. Me abrió una mujer algo mayor, unos 36 o más, me quedo mirando un buen rato- Buenas tardes, vengo a buscar a la señorita María De Medici ¿Se encuentra? - pregunte con amabilidad, la mujer levantó una ceja.

- ¿De parte de quién?

- Soy un viejo amigo- mentí, le di una sonrisa.

- Ahora no está en casa- contestó mientras me miraba un poco coqueta.

- ¿Nos podría decir dónde está? - dijo Dracco dándole una sonrisa coqueta, ella se sonrojó.

- No estoy muy segura, tal vez siga en el trabajo o está en el campo, allí suele ir cuando no está en casa- contestó, miró a Dracco- ¿No gustan pasar a tomar algo?- "nos preguntó" era más que obvio que iba más dirigido a Dracco que a mí.

- A mí me parece excelente idea- contestó Dracco.

- No, gracias; creo que la buscaré- iba a despedirme, pero recordé que no sabía dónde trabajaba- Por cierto ¿Dónde está su trabajo?

- La escuela está a unas cuadras más abajo por esa avenida- me señaló una avenida que estaba a mi derecha.

- Gracias- y sin más me dirijo a mi carruaje, después de un par de minutos llego al edificio que me indicó.

Era un gran colegio. Me acomode el traje antes de entrar, entre y había niños por doquier, me dirijo a recepción y preguntó.

- Hola- el chico de recepción alzó la vista y me dio una sonrisa a boca cerrada- Estoy buscando a María De Medici, me dijeron que trabaja aquí- el chico soltó una pequeña risa.

- Es nuestra directora- me sorprendí un poco al escuchar lo que dijo- Pero ha salido hace un momento, no sé si volverá; le preguntaré a quien estuvo en la recepción cuando se fue para ver si volverá- se paró- Si desea siéntese a esperar- yo asentí y vi cómo se iba caminando.

Me senté en una silla y en ese momento pude divisar que había una puerta donde decía: "María De Medici, directora"

Me levanté y sin pensarlo entré. Estaba todo muy ordenado, mire varios estantes con trofeos que llevaban su nombre, después mi mirada se dirigió a una libreta encima de la mesa, tenía de nombre Diario.

Pero cuando estaba por ir por la dichosa libreta, se abrió la puerta, dejando ver al joven.

- Señor no debería de estar aquí- dijo molesto- le voy a pedir que se retire.

- No es manera de hablarle al rey de los vampiros.

(...)

Después un rato donde el joven me pedía disculpas y me decía que estaba muy honrado de conocerme y cosas así; me dijo que María ya no volvería hasta el día siguiente. Así que me dirigí al otro lugar, el campo, bajé del carruaje pude ver a una mujer con una canasta de pícnic sentada en medio del campo.

Me acerqué decidido, pero cuando menos me lo espere salió un niño corriendo hacia ella, la abrazó y ella le correspondió.

"Así que tiene un hijo" pensé.

Me decepcione un poco, pensé que estaría soltera o algo; ahora no podré pasar la noche con ella.

Algo me sacó de mis pensamientos, un hombre se estaba acercando a ambos, mire con detenimiento. Él le dio un beso en la mejilla en forma de saludo, hablaron un rato hasta que le dio la mano al niño y se lo llevó. Los seguí con la mirada y vi como llegaban hacia una mujer, la cual al ver a María le alzó la mano en forma de saludo, y beso al hombre después de recibir el saludo por parte de María.

Un poco más aliviado seguí caminando hasta ella, cuando estuve detrás de ella pude notar que tenía una libreta en sus manos mientras hacía dibujos y escribía.

- Estás muy concentrada- dije y paró en seco.

Me senté a su lado.

- Eres una tramposa- dije mirando el cielo.

- No sé de qué me habla- dijo ella desviando la mirada.

- ¿Pensaste que te escaparías de mí? - le pregunté- Me vas a cumplir, estas en deuda conmigo; y si no quieres que cierre tu lindo colegio, es mejor que me hagas caso.

Ella cerró la libreta con fuerza.

- Sabía que era muy bueno para ser verdad- negó con la cabeza mirando al suelo- Está bien, muérdame, ahora- dijo dándome su brazo.

Yo me relamí los labios y estuve a punto de hacerlo; pero algo me detuvo. No quería hacerlo así, quería disfrutarlo más.

- Aquí no- dije y me paré, la pared a ella- Lo haremos a mi manera- ella levantó una ceja.

- Pero...- la interrumpí tapándole la boca y cargándola hasta mi carruaje- ¿Aquí? Bueno, es lo mismo que allá, pero si así lo quieres.

- Aquí no, iremos a mi castillo- ella me miró asustada.

- ¿Por qué?

- Porque si te voy a cenar, quiero que antes te alimenten de una manera más adecuada.

- ¿Cuánto llevará todo esto? - preguntó con miedo.

- Lo que tenga que durar- le di una media sonrisa.

Le di indicaciones al cochero y salió directamente a mi castillo.

(...)

Presente…

Desperté y vi como Magdalena me estaba dando la espalda a un lado de la cama.

Salí de mi habitación, me dirijo a la cocina, era de mañana, nadie estaba despierto, solo algunas sirvientas.

Al llegar a la cocina noté a alguien dormido en la mesa de la cocina. Al acercarme lo vi bien, era Dracco que estaba con un brazo estirado en la mesa y el otro debajo de su cara.

- Noche larga ¿Eh? - pregunte haciendo que se despierte de golpe, sus ojos estaban achinados.

- Si, su majestad- contestó cortante.

- ¿Qué sucedió? - pregunte sirviéndome un poco sangre en un vaso.

- No es de su maldita importancia, su majestad- me contestó con frialdad.

Me senté a su lado.

- ¿Vas a seguir molesto? - pregunte bebiendo de mi vaso.

- Magdalena y tu no se deberían de casar- dijo mirando a un lado- Soy tu mejor amigo y sé que no sé harán felices el uno al otro. Y me da rabia de que solo te quieras casar con ella para de alguna manera reemplazar a María- suspire.

- Se que María también fue tu mejor amiga, pero...

- A ella no la puedes reemplazar.

- Lo sé- le toque el hombro para que me mire- Y no lo voy a hacer, solo que siento que Magdalena es lo único que me queda de María, tendré algo de María si me caso con ella- él suspiro.

- Tu forma de razonar no la comprendo.

- Solo no estés molesto, mañana me caso y debes de estar ahí- le di un leve golpe en el hombro.

- Lo haré porque te tengo algo de cariño- dijo acomodándose el cabello con su mano- Pero lo único que quiero hacer es dormir, estoy exhausto.

- ¿Qué sucedió?

- Francisco estuvo en la corte Licántropo, casi mata a medio mundo al enterarse que Mary había sido enviada muy lejos de allí; y por culpa de una conversación que tuve con Jess se enteró que está acá- me molesté.

- No dejaremos que venga a perturbarla- conteste en un tono frío- No quiero que se acerque a ella y mucho menos a su hijo- Dracco asintió.

- Será lo mejor.

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