Capítulo 3
- Muchas gracias, Mary Anne- dijo Isabella sonriendo con gratitud después de entrar a la habitación de la joven bruja- Sentía que no iba a poder controlarme.
- Estoy aquí para cuidar de ti, Isabella- dijo Mary Anne dejando su pequeña maleta de mano encima de la cama- Además necesito un respiro de Francisco- dijo en un suspiro.
- Lamentó mucho lo que sucedió con...- Mary la interrumpió.
- Mi hijo está en un mejor lugar; tal vez Dios padre tiene un plan para él allá arriba- dijo Mary tranquila.
- Me sorprende que lo lleves con tanta paz.
- Me dolió, llevaba 5 meses de embarazo cuando sucedió; pero aprendí a seguir a delante yo sola- dijo mientras abría su maleta encima de la cama; Isabella vio adentro de la maleta y había puros frascos.
- ¿Y Francisco? - preguntó sin dejar de mirar adentro de la maleta.
- Está molesto, conmigo más que todo; lo último que sé es que viajo a Virginia-Estados Unidos de Norte América- dijo mientras abría el resto de sus maletas.
Isabella se acercó y tomó un frasco de la maleta.
- ¿Y qué hace él ahí? - pregunto mientras miraba con atención lo que contenía el frasco, una especie de líquido negro- ¿Y qué clase de posición es esta? - Mary se lo quito de las manos antes de hablar, Isabella guio su mirada atenta a ella.
- Contestando a tu primera pregunta- dijo mientras dejaba el frasco en el escritorio- De seguro con alguna chica en su cama- volvió a sacar un estuche de su maleta, lo dejo en el escritorio y al instante lo abrió dejando ver una pluma y unas hojas- Y esto- señaló el frasco- Es tinta; adoro escribir con la tinta, cuando perdí mi vista no podía hacer muchas cosas, pero cuando conocí a Samara ella me enseñó a escribir con tinta sin equivocarme- dijo con una sonrisa mientras veía el frasco.
- Oh- Isabella se sentó en la cama- No creo que Francisco este con otra mujer; te ama demasiado.
- Cierto que tú no conoces nuestra pequeña historia- rio amargamente- yo entre en coma cuando nos conocimos, a los cuatro días desperté y fui a buscarlo.
- ¿Y qué sucedió? – pregunto curiosa.
- Lo encontré fornicando con una chica que nunca había visto- dijo con simpleza.
- ¿Y cómo diablos ahora estás con él? - pregunto Isabella algo molesta por lo que acababa de escuchar.
- Porque fui muy inocente y al enamorarme tiempo después me convenció.
- Es un idiota- respondió Isabella.
- Lo sé, pero por ahora sigue siendo mi esposo; solo espero que disfrute de buen sexo por ahora- rio amargamente- Ahora que ya estoy aquí mandaré a mi abogado un mensaje para que comience con los trámites del divorcio.
- Espera un momento- dijo Isabella parándose- ¿Divorcio? - Mary la miró confundida- ¿Pero solo por una simple pelea se van a divorciar?
- Isabella- volteó a verla a los ojos- Estoy en cinta- le cayó como balde de agua fría- Me enteré hace una semana- dijo suspirando- Y cuando llame a Francisco para contarle me contesto una mujer diciendo que él estaba tomando una ducha y que lo llame al día siguiente por qué pasarían todo el día en una casa de campo lejos de la ciudad.
- No-Me-JO-DAS- dijo Isabella deletreando las sílabas- ¿Le contaste a alguien más sobre esto? - pregunto rápidamente.
- Solo lo sabe Samara, prefiero mantener escondido mi embarazo, no quiero que él se entere- dijo en un suspiro, pero ella estaba decidida.
- Eres una mujer muy valiente; al quererte hacer cargo tu sola de tu hijo- hablo Isabella con una sonrisa apenada en sus labios.
- Y tu muy cobarde para huir de tus compromisos- hablo una voz que las dejo heladas a las dos.
La menor de la Schuyler sonrió ampliamente.
- Querida Fabiana, al parecer no le enseñaron a tocar la puerta- hablo Mary.
- Parece que a ti se te fue lo dulce querida- dijo Fabiana mirando a Mary- No quiero decir te lo dije, pero te lo dije.
-Si, tú lo dijiste- dijo Mary soltando un suspiro.
La cara de Fabiana cambió a una de pena y se acercó a abrazar a Mary Anne- Ay amiga, yo te dije que él era un maldito mujeriego- Mary solo asintió mientras aguantaba las lágrimas.
- Estaba ciega por el amor que le sentía.
- Lo sé, lo sé- la abrazo más fuerte- pero aquí te ayudaremos con tu pequeño- dijo tocándole el vientre- Amor nunca le faltara.
- Lo sé, pero en serio me duele pensar que para ese idiota fue fácil olvidar la pérdida de nuestro primer hijo yendo a fornicar con otra mujer.
- Escúchame bien- dijo Fabiana- ese idiota va a querer volver, eso te lo aseguro.
- No sabía que eran tan amigas- hablo Isabella.
Fabiana, que le estaba dando la espalda a la pelinegra volteó a mirarla con cara de pocos amigos.
- Tan oportuna como siempre Isabella- comentó Fabiana- Somos amigas desde que se integró la corte licántropa como esposa del idiota ese.
- Me parece bien que la apoyes aquí.
- Ella es leal- dijo Fabiana mirando a Mary con una sonrisa- No como tú- dijo ahora mirándola a ella.
- Fabi yo...
- No vine a escucharte, guárdatelo.
(...)
- Bueno, los hemos reunido aquí para hacer oficial que el viernes haremos un baile en celebración del regreso de los reyes- hablo Laura con una sonrisa; las damas de la corte sonrieron ampliamente, menos tres; los hombres sonrieron con satisfacción.
- Yo creo que debe ser algo íntimo, ya que necesitamos nuestras energías para el mayor acto- hablo una doncella sonriente.
Isabella que estaba a recostada en su asiento se incorporó para preguntar- ¿Mayor acto?
- Obvio tontita- dijo la chica que estaba al lado de la que hablo primero- La boda de Magdalena y James.
- ¿Espera que? - hablo sin entender.
- ¿Y qué sucedió con la esposa de James? - pregunto sin comprender nada- ¿Acaso no era la hermana de Magdalena?
La cabeza de Isabella estaba en blanco.
"¿Por qué se casaría con la hermana de su esposa?" Pensó.
- Isabella, María es nuestra difunta reina- hablo George- James necesitaba una reina y por eso decidió que lo mejor sería estar con Magdalena.
A Isabella se le fue el aire, se levantó bruscamente y todos la observaron atentamente.
- Lo siento, pero necesito aire- se disculpó y salió rápidamente del lugar.
Al salir al jardín miro al cielo oscuro que caracterizaba a la noche.
Isabella Stuard Pov:
Miré la banca más alejada del Castillo y me dirijo a ella. Al llegar me senté en ella, miré mis manos.
- El amor duele Isabella- escuche una voz que conozco ya de memoria, suspiro frustrada e irritada al escucharla.
- Lo se Diosa mía- dije ya cansada.
- Hiciste sufrir mucho a mi hijo- hablo ella y me digne en mirarla.
- Quien me convenció de huir fue tu hija menor- hablé molesta levantándome de mi asiento para confrontarla, ella me miró molesta y yo también lo hice.
- No metas a Celeste en esto- hablo la Diosa- Ella solo te hablo sobre cómo pasó su vida.
- Claro, como la querida hija de mami podía ser libre y no ser juzgada- hablé con rabia recordando.
- Yo doy la vida por mis hijos.
- ¿Y por esa razón dejas que sufran? - pregunto retándola- Así como tú hija licántropa sufrió por qué tu cometiste el error de querer a jugar con el destino; o cuando tu hijo sufrió por mi partida; o mejor aun cuando tu primera hija tuvo que dar su vida para que tú y su padre la dejaran amar en paz.
Sentí como el aire se iba de mis pulmones, caí de rodillas y con lo poco que me quedaba de conciencia dije- Si me mata nunca sabrá dónde está Celeste.
Caí al suelo y sentí como el aire volví a mis pulmones. La diosa Luna me miraba atentamente.
- No sé si eres muy valiente o muy estúpida para retarme.
- Un poco de ambas- hablé levantándome poco a poco.
- Sabes que ni tú ni nadie evitará que encuentre a mi hija- hablo la Diosa.
- Yo no evitó nada, ella fue la que decidió huir de usted- hablé con una sonrisa cínica, ella me miró mal- Prefirió ser protegida por su padre que volver con usted.
- Tú no entiendes la situación, eres una simple creación mía- me dijo con desdén.
- Viví mucho mientras estuve fuera de estas paredes- hablé con firmeza- Y estoy segura de que si no hubiera escapado tal vez todavía le tuviera miedo, pero aprendí que usted comete errores, no es tan perfecta ¿no? - la diosa volvió a dejarme sin aire por unos segundos, pero luego me soltó.
- Lo bueno es que te fuiste- me dijo sonriendo, no entendía por qué- Mi hijo se libró de ti.
Yo la miré con mala cara por unos segundos y luego solté una larga risa.
- Entonces no me hubieras puesto entre las doncellas que peleaban por la corona- dije burlona- Si tan perfecta eres, no hubieras dejado que le hago tanto daño a tu hijo ¿no?
- No sabes el placer que tengo al saber que mi hijo ya no se desvive por ti- hablo la Diosa.
Auch, directo a mi orgullo.
La mire molesta, ella sonrió triunfante.
- Espero que respetes el compromiso de mi hijo- me dijo con una sonrisa falsa.
Yo me paré recta.
- Me escogió a mi hace años- dije con una sonrisa- Me volverá a escoger.
Ella me sonrió más ampliamente- Ya lo veremos- y sin más su figura desapareció.
Camine rápido hacia el interior del castillo.
Estoy jugando con fuego, y sé muy bien que me voy a quemar.
- ¿A dónde vas con tanta prisa? - escuché a George al lado mío, le sonreí rápidamente.
(...)
- No creo que me quede este vestido- hablo Mary mientras miraba el vestido que una de las costureras del castillo le había traído.
Lo mire y era hermoso. Era de color celeste, manga larga con un escote en v.
- Pues haremos que te quede- le dije mientras la ayudaba a pararse- Quedaras hecha una princesa- ella me sonrió y la ayudé con el vestido.
La ayude con el maquillaje y listo, estaba hermosa.
Yo me maquillé y me puse mi vestido con rapidez para mirarme al espejo. Sabía que con esto era más que obvio que llamaría su atención.
Mi vestido era de un color muy lindo, oro rosa; era de tiras y con un ligero escote corazón.
- Es hora de bajar- me dijo Mary sacándome de mis pensamientos.
Yo asentí y nos dirigimos al salón de baile.
Ya estando allí empezamos a hablar con el resto de la corte, todo eran risas y felicidad, no reconocía a la propia corte; no recordaba que fuera tan divertida.
- Su atención- dijo el vocero real, todos volteamos a verlo- Hagan una reverencia al rey James y a su prometida Lady Magdalena.
Me puse nerviosa al ver cómo las puertas se abrían, y dejaban ver al hombre perfecto.
Al verlo quede atónita, se veía mucho más guapo que hace un tiempo que lo había visto.
Todo estaba bien, solo que a su lado estaba mi antigua compañera de la infancia, Magdalena; la que ahora me doy cuenta de que tenía una hermana gemela que no vino con ella a por la mano del príncipe cuando éramos niñas. Una gemela de la cual yo no sabía hasta hace unos días. La miré de pies a cabeza, y para mi mala suerte estaba hermosa; su vestido era negro con detalles dorados; su cabello rubio va suelto con sus ondas naturales, pero con una tiara en la cabeza, sus ojos grises están posados únicamente en James.
- Mis queridos amigos- dijo James dirigiéndose a su corte- Estoy tan feliz de volver, en especial porque estoy acompañado de la mujer que amo- dijo mirando a Magdalena, y está le sonrió amablemente.
Sentí rabia al escucharlo. Y ahí, justamente ahí, frente a los ojos de todos, frente a los ojos de toda la corte y frente a mis ojos; la beso.
Mordí mi labio inferior con rabia sentí como mi boca se llenaba de un sabor amargo, era mi espesa sangre que brotaba de mi labio roto.
- ¿Duele verdad? - dijo una voz detrás de mí, era Eliza- Pero el dolor que tu sientes no se compara al que él sintió- dijo mirándome con indiferencia- Que pases una linda noche, dama de la corte- me dijo con sarcasmo y se fue.
- Maldita sea- dije con rabia.
- Queremos dar un anuncio- hablo de nuevo James- La boda se adelantará, se celebrará pasado mañana- todos aplaudieron, los mozos terminaron de repartir copas con un líquido rojizo.
- Brindó por esta magnífica decisión- dijo un hombre de la corte.
Todos bebieron.
- Disculpe que lo incomode su majestad- hablo Mary, James volteo a mirarla y le sonrió ampliamente.
- Estoy muy feliz que estés aquí, Lady Mary.
- Muchas gracias, su majestad- dijo haciendo una reverencia- Pero tengo una duda- dijo entrelazando sus manos al frente de ella- ¿Porque adelantar la boda?
- Bueno- dijo con una sonrisa- Me di cuenta de que no puedo dejar a mis súbditos sin reina; y ¿Porque esperar no? - Mary sonrió falsamente- Y también porque la vida sigue- dijo lo último mirándome fijamente a los ojos, sentí rabia, volteé la cabeza y vi a George.
Me acerqué a él y le sonreí coqueta.
- ¿Qué te parece si nos vamos de aquí? - le dije en un susurro, George volteo a verme con una sonrisa coqueta y me tomó de la mano para salir de la sala de baile.
No sé en qué momento terminamos en una habitación, pero la ropa empezó a estorbar entre los besos.
(...)
- Me encanto- dijo George, yo sonreí con superioridad- Tengo que decirte algo- Yo lo mire a los ojos- Cásate conmigo- me tomó por sorpresa, pero una sonrisa se empezó a formar en mi rostro.
- Claro que si- dije asintiendo repetidas veces, lo volví a besar.
Si James se casara, yo igual.
Suena egoísta y estúpido; pero…
¿Que esperaban de mí? Siempre hice lo que quise. Me salí con la mía miles de veces, yo quise a James y lo conseguí; ahora quiero a George y lo conseguí.
Salí de la habitación de George con una sonrisa en el rostro. No pensé en toparme con esos ojos grises que recuerdo tan bien. Él se sorprendió al verme.
- Parece que la pasaste bien con George- comentó con sarcasmo y con una risa acompañada.
- Pues la pase de maravilla y él aún más, tanto que hasta...- él me interrumpió.
- ¿Te pidió matrimonio? - preguntó con burla- Eso lo sé, se lo ordene ayer- me quede con la boca abierta.
- ¿Que? Pero...
- Necesitas un esposo, Isabella- dijo tocándome el hombro- Y como tu protector y rey tengo el derecho y obligación de darte un buen esposo- quise acercarme, pero me detuvo- Además, eso mantendría más tranquila a la corte.
- ¿Porque lo dices? - pregunte sin entender.
- Piensan que como volviste, estaría dispuesto a casarme contigo- dijo suspirando- Piensan que cometería el mismo error- dijo entre risas.
Lo mire mal.
- No me olvidas- dije con rabia- Yo fui quien te enseñó a vivir- dije acercándome a él, lo empecé tocar lentamente- ¿Recuerdas nuestra primera vez?
- Primera y última- dijo entre risas, me separé de él con rabia.
- ¿Porque de tan buen humor? - pregunte cruzándome de brazos molesta.
- Yo soy así- contestó como si nada- Desde que empecé a vivir, desde que conocí a María, cambié mi manera de ver la vida- dijo poniendo sus manos en sus bolsillos, yo lo miré molesta- Ella fue la que en serio me enseñó a vivir.
- Y ahora está muerta- dije con burla.
No sé en qué momento terminé en el suelo, me di cuenta de que sus poderes habían mejorado mucho.
- Fue mi mayor desgracia perderla- comentó, yo no podía creerlo, pensé que había sido perderme a mí su mayor desgracia. De pronto se empezó a reír- Por Dios padre, Isabella, ya supera lo nuestro, éramos un par de niños inmaduros- dijo caminando por el pasillo- Y hazme un favor- volteo a mirarme- No lo arruines con George, es un buen partido- dicho esto desapareció en la oscuridad del pasillo.
- Ahhhh- grité con rabia- Te vas a volver a enamorar de mi- dije en un susurró.