Rosario
Cuando escuche el nombre de esa mujer tan hermosa que me había simplemente despampanado y dejado con la boca abierta de la emoción.
Sin duda alguna quería conocerla más a fondo, quería saber de ella, pero había algo que me estaba matando el pensamiento en ese momento, era que los chicos que estaban conmigo decían que ella llegaba por ahí a realizar un tipo de trabajo pero exactamente no sabía qué tipo de trabajo.
Pues nunca le había puesto la atención necesaria a lo que acontece en la comunidad donde estaba viviendo o cuando llegaba por lo que con risas, picardía los chicos comenzaron a platicarme respecto al asunto y por qué no podría siquiera acércame a Rosario o intentar ganarme su cariño o afecto.
—Mira, lo que sucede es que esa mujer o damas como la quieras tratar no sería de tu “Nivel” por decirlo de esa forma- me dijo entre risas y burla Juan Pablo.
—¿Por qué?
Le conteste,
—Sencillo, ella a la casa donde va hacen citas privadas y ahí trabajan dos o tres más como ella.
— ¡Es cierto! Dijo Sebastián con algarabía o excitación, lo cierto que ya me estaban dando motivos para no quisiera o me atreviera a siquiera hablarle.
—Hasta aquí ni siquiera sabemos cómo se llama en realidad—mencionó Juan Pablo.
Entonces con un poco de respeto y emocionado les dije:
—No les parece que si lo averiguo me ganaré el derecho siquiera de tratarla, pasa saber si a eso ella se dedica.
—¡No que va! Dijeron todos, pero yo no me iba a dar por vencida así nada más o porque ellos dudaban del nombre de ella o porque la veían que entraba y salía muy de vez en cuando de esa casa de citas.
Entonces les dije:
—¿Por qué no vamos los cuatro a esa casa de citas y al estar dentro preguntamos por ella, a ver qué nos dicen?
—¡Yo no voy! Dijo Sebastián.
—Yo si me apunto- dijo Juan Pablo
— Carlos, ¿vas con nosotros? ¡Vamos, no es la primera vez que voy! dijo con orgullo.
Así que éramos tres y solo Sebastián no quiso ir con nosotros, por supuesto no iríamos ese mismo día, tendríamos que ir mínimo dos o tres días después, pero yo no quería ir solo por querer ir, lo que haría en estos dos días, sería esperarla, ver si de por casualidad me la encontraba de nuevo y al estar seguro que ella estaba en ese lugar.
Pues iríamos de volada a ver si podríamos estar con ella o hablar con ella o averiguar si Rosario era su verdadero nombre, situación que para muchos no es así, pues si trabajan en una casa de citas lo más común es que se coloquen nombre seudónimos para no revelar nunca su verdadero nombre.
Pero yo quería sacarle conversación y no solo por querer averiguar su nombre real, sino más bien porque quería, deseaba verla, tratarla y ver si de alguna manera llegaba a su corazón hasta llegar a conquistarla aunque eso de que trabaja en un lugar así, ya no era muy a mi nivel como dijo Juan Pablo, pero quien estaba al nivel de ella en esa reunión.
¡Ninguno de los cuatro! Porque Rosario era una mujer tan bella que no importaba si ella realmente trabajaba con señorita de compañía en ese lugar.
Al día siguiente antes que me reuniera con mis compañeros, decidí dar unas vueltas por la colonia, a ver si de casualidad la encontraba y así poder cruzar palabra con ella. Sin tener que llegar a donde ella supuestamente trabajaba de señorita de compañía.
Estuve alrededor de 2 hora y media caminando, dando vueltas por el lugar pero simplemente no resultó nada a la vista, por lo que derrotado y sin que me quedara otra opción tendría que ir a ese lugar al día siguiente con ellos.
Regrese a donde nos reuniremos para ver si cada quien tenía la cuota mínima para ingresar a ese lugar y como Sebastián no iría con nosotros pues él no estaba presente en esa reunión, entonces Carlos mencionó:
—Tienen que llevar condones, porque solo uno no les van a dejar entrar y si los compran dentro valen hasta 5 veces su valor.
—Al menos yo no voy a coger, les dije, si al caso quiero ir ver que hay y lograr ver a Rosario, les termine de mencionar.
— ¡Pero vas a tener que pagar aunque sea un show, porque si no te sacan! Volvió a decir Carlos.
— ¡No hay problema! Les dije.
El plan ya estaba hecho y solo quedaba esperar al día siguiente como es que llegaríamos y cruzar los dedos para que Rosario estuviera ahí en ese lugar, que definitivamente muy dentro de mí no quería que fuese así, pero ya tenía la referencia de Carlos que ella si trabajaba ahí y por lo tanto era solo de esperar.
Lo cierto de todo esto es que Rosario desde el momento que la vi, sentí como mi corazón revolucionó al infinito de ida y vuelta.
Me había dejado sin aliento, había algo ahí que me hacía querer verla, tratarla y si la circunstancias me permite quiero lograr conquistarla, de antemano sabía que conquistar una chica de esa manera no era nada fácil y menos sabiendo que quizás.
Ya habían pasado por ella cientos de hombres, la verdad no lo sabía pero lamentablemente es uno de los primero pensamientos que se me vino a la mente en ese momento, no sé qué me pasó con esa chica desde el preciso instante que la vi me movió el mundo y lo puso de cabeza por completo y no sentía que fuera obsesión.
Sentía que había algo más adentro que me hacía pensar que ella, se me había cruzado en la vida por alguna razón que aún desconocía pero quería descubrir y al final de la historia corroborar si ella, Rosario podría estar conmigo aun así fuese una vez por largo tiempo.
A la mañana siguiente, el día que por la tarde iríamos a ese lugar con mis compañeros, me desperté pensando en su rostro, a pesar que solo la había logrado ver por unos instantes.
Su hermoso rostro quedó guardado en mi memoria como recuerdo imborrable y me levante con ese pensamiento y ese sentimiento que si la podría ver de nuevo y conocer aún más allá de su lugar de trabajo, tenía que averiguarlo y para eso era ese día, y sería todo solucionado por la tarde.
Pero mientras tanto quise ir al súper mercado de la vuelta de la esquina como a cuatro cuadras de donde vivía, quería ir a comprar unos alimentos para pasar el día y llegar bien arreglado por la tarde a ese lugar. A pesar que no quería ir a lo que posiblemente irían los otros dos, quería comprar unos condones por si de pronto me lo exigían en la entrada y así no tener que comprarlos por dentro de la casa de citas.
Al llegar al súper mercado comencé a elegir los productos y al momento de estar ahí por los refrigeradores no me decidía si llevar leche con sabores o una leche sin lactosa, pero para no seguir perdiendo el tiempo tome la deslactosada y avance al pasillo de la vergüenza donde nadie casi nadie le gusta pasar a comprar los preservativos.
Y casi llegando al pasillo sentí que se me aceleró el corazón, me detuve y al ver por las puertas del refrigerador se reflejaba la silueta de una mujer del porte de Rosario.
De inmediato me asome para corroborar y camine hacia el pasillo y la ¡Vi! Ahí estaba ella.
Rosario estaba en el pasillo de la vergüenza comprando no uno ni dos, tenía en su mano cinco cajetillas de preservativos todos de diferentes texturas por los colores que alcance a ver, me acerqué y al estar ahí casi parada frente a ella la saludé —¡Buenos días! (cof cof) ¡Buenos días!—Contestó con la voz que por primera vez la escuché, sentí que el cielo se abrió y se partió en dos.
Había dejado escapar una inmensidad de ángeles cantando a mí alrededor, y no pude contenerme y le respondí:
— ¡Qué hermosa voz tienes!
—¡Gracias!—Dijo sin decir nada más, y se marchó del lugar donde nos encontrábamos.
Me dejó con la palabra en la boca y no me dio por donde seguir la conversación con ella, me quede en el pasillo de la vergüenza con mi canasta del súper y con la indecisión en mi mente. La vi salir del súper mercado con su bolsita llena de preservativos y seguramente iría a esa casa de citas a la que iríamos por la tarde.
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