La abogada y el guardia (Parte 2)
Sin que yo se lo ordene, comienza a comerme el coño con desesperación. Como si no hubiese comido uno en mucho tiempo. Succiona mi clitoris con un ansia insta de alguien que es adicto a él.
Llevo mi mano a su cabello y presiono su rostro contra mk centro para que no se le ocurra parar. No puede parar cuando estoy tan cerca de conseguir el orgasmo que he estado deseando que me den desde que Thomas se fue.
Él me dio varios orgasmos después de los primeros dos, pero me dejó con ganas de más y estoy amando que sea con Roger, el hombre con el que desee mucho tiempo.
Introduce tres dedos dentro de mí, mientras que con su lengua baila sobre mi clitoris. Eso está por hacerme explotar.
—Oh, Roger, ya casi me corro, ya casi me corro —repito como una gata loca.
—Vamos, Lana, correte para mí. Sé que quieres darme todo. Solo suéltalo —me insta con sus palabras, sin dejar de hacer su trabajo sobre mi.
—¡Si, si, si! Hazlo así de rápido, Roger —lloro del placer, sin creer como reacciona mi cuerpo a sus simples caricias.
Pasan dos minutos más de succión y movimiento con los dedos, cuando al fin alcanzo mi orgasmo y me dejó llevar por el placer. Mis piernas tiemblan e intento cerrarlas, pero Roger me lo impide, queriendo beberse todos mis jugos.
Cuando termina de comer mi coño, se levanta y no lo piendo mucho cuando lo empujó sobre la silla nuevamente y me monto a horcadas sobre él.
—Ahora si te voy a montar como quería Roger. Pero primero, vamos a hacernos sufrir un poco —me dejó caer sobre su polla y comienzo a balancear mis caderas, presionando mi coño sobre su miembro.
Mientras continuo moviéndome, me dispongo a desabotonarle la camisa, queriendo ver su perfecto abdomen de chocolate. Una vez queda el resto de su físico revelado, me acerco a su oreja y le lamo el lóbulo, logrando que se estremezca por la acción. Puedo escuchar su respiración pesada y los pequeños rugidos y gemidos que miré cuando paro y vuelvo con otro tipo de movimientos sobre él.
Presiono mi pecho contra el suyo y los restriego sobre él, haciendo que se nos haga difícil a ambos aguantar mucho más, pero estoy decidida a hacerlo suplicar.
Acerco mis labios a los suyos y lo devoro completamente. Son suaves y generosos. Sus movimientos sobre los míos hacen que parezca hambriento y necesitado de atención. Supongo que mi cometido de hacerlo suplicar y ansiar que lo monte va por buen camino.
—No sabes mo buena que estas, Lana —me dice entre besos, hablando por fin desde que empezó todo este desenfreno lujurioso entre nosotros—. Mi esposa ya no me da él placer que ando necesitando y cada semana que vienes y te controneas por los pasillos... no sabes lo que le generas a mi polla.
Lo escucho hablar mientras me sostengo con una mano de su cuello y comienzo de nuevo con el vaivén acelerado de mis caderas sobre su polla, sintiendo como se calienta y se pone dura cada vez más.
—Ansiaba tocar estas tetas —las presiona entre sus manos y se lleva unos de ellos a su boca y lo chupa con behemencia y necesidad, consiguiendo que se me escape un gemido de placer.
—Ay, dios, Roger sigue —acerco más su cabeza a mis pechos para que no se despegue de ellos y los siga chupando como lo está haciendo.
Se separa por un segundo de ellos para decir algo más.
—Pero lo que más ansío es sentir como tu coño apretado y mojado se siente alrededor de mi polla.
Sin siquiera preguntarme, desesperado, me separa de su regazo, toma si miembro y con su punta recorre los pliegues de mi centro.
—Oh, dios! —exclamó cuando con su punta, hace movimientos circulares sobre mi clitoris de forma acelerada.
—Es mejor que respires, Lana, porque vas a sentir toda mi polla de una vez en tu interior.
Me alarmó un poco y entre el placer que me están generando sus movimientos sobre mi zona, digo:—Pero eres muy grande, Roger, me vas a romper.
—Shh, cariño, vas a poder con él. Eres toda una diosa y cuando lo sientas adentro no vas a querer más que montarlo y sentirlo más adentro —mientras hablaba dirigía su miembro a mi agujero y sin previo aviso, se incrusta en mi interior, bajándome de una sola vez, haciendo que su polla llene hasta el lugar más reconfito de mi interior.
Si bien duele un poco por su tamaño y por su grosor y el como se incertó dentro de mí, tenia razón. No han pasado ni cinco minutos y ya quiero comenzar a montarlo como una loca adicta al sexo. Pero voy a necesitar ayuda porque es sumamente grande y yo soy muy pequeña.
Él lo sabe y es por ello que me toma de las caderas y me hace rebotar sobre él. La fricción que genera su salida y entrada sobre mi, hace que llegue al orgasmo sorpresivamente. No me lo vi venir.
—Eso es, Lana, correte una y otra vez sobre mi polla. Llena la de esos jugos tuyos que saben a algodón.
Sus palabras hacen que me caliente mucho más y quiera seguirlo montando, pero es muy complicado hacerlo mientras me estoy constantemente corriendo, es por eso que toma mis piernas, me estampa contra la mesa y arremete con fuerza contra mi coño.
—¡Eso es. Roger. Follame duro y no pares! Correte dentro de mí, sé que lo quieres.
Me hace caso y golpea sus pene y sus bolas contra mi una y otra vez. Esto es demasiado bueno. Muy bueno.
No pasa mucho tiempo cuando estoy lista para correrme nuevamente.
—Roger, ¡me voy a correr de nuevo! —gimo demasiado alto.
Estoy segura que toda la correccional ya sabe que dos hombres me han follado como sementales hoy y me han hecho correr me numerosas veces. Estoy segura que todos deben de pensar que en vez de ser una abogada, soy una puta de renombre que contrataron para complacerlos.
Roger come coge con más fuerza y llegamos ambos al mismo tiempo, emitiendo gemidos exagerados, pero que reflejan el placer que nos hemos dado.
Con cuidado sale de mí, estando duro todavía, aun después de haber arrojado su semilla en mi interior. Al ver bañada su polla de mis jugos mezclados con los suyos, no puedo evitar caer de rodillas, pese a la debilidad de mis piernas y comenzar a chupako nuevamente sin su permiso.
Él pone su mano sobre mi cabeza y regula mis movimientos. La combinación de nuestros jugos es tan deliciosa que me mojo de juego, pero lo que me interesa es conseguir que Roger llegue al orgasmo de nuevo.
—Lana, estoy por correrme de nuevo —me avisa entre gemidos y descarga su carga en mi garganta.
Trago todo lo que puedo y lo que no cae sobre mis tetas, haciendo que toda la situación sea más erótica.
Una vez termina, sale de mi boca y me relamo los labios para que no se pierda nada.
Me levanto y lo beso con profundidad e intensidad.
Se separa de mi y me dice:—Espero que hagamos esto cada semana.
—Cuenta con ellos —le digo sensualmente antes de volver a montarme a horacas sobre él.
Esto no ha terminado.