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La abogada y el guardia (Parte 1)

Después de la sesión desenfrenada de sexo que Thomas y yo repetimos Después de que me diera el mejor sexo de la vida, él salió del cubículo, siendo atrapado rápidamente por los guardias que, al parecer, había afuera y escucharon todo y no se opuso al arrebato de los hombre. La bestia estaba controlada. Yo había controlado a la bestia.

Sin embargo, él había despertado algo en mí. Había estado tanto tiempo sin sexo que no recordaba lo bien que me podía llegar a sentir de haberlo seguido practicando.

Pero creo que la cuestión no estaba en no haberlo querido practicar, sino que necesitaba un hombre que me dominará y me hiciera hacer entender o bien, hacerme reconectar con la idea de mi placer.

Me acerco a los restos de mi ropa y vislumbro que es imposible usarlos. Thomas lo destrozó todo.

Busco una manera de hacer que me cubran algunas d emis partes, pero es imposible. De tener mi saco conmigo, ayudaría, pero está en el auto.

¿Qué se supone que voy a hacer?

Mientras me encuentro en mi guerra interna de qué hacer, la puerta se abre y me pongo de espaldas de forma inmediata para que no consigan ver mis voluminosos pechos. Si bien no cambia mucho la situación, puesto que sigo estando completamente desnuda, al menos siento que no es tan vergonzosa la situación de esta manera.

—Lana, ¿estás bien? —escucho la voz de Roger, mi amigo el guardia de la correccional.

—Si, es solo que bueno, mi ropa está destrozada —intento mirarlo como puedo a la cara sin voltear mi cuerpo hacia el.

Por sobre mi hombro consigo ver como su mirada recorre mi cuerpo de pies a cabeza, haciéndome estremecer nuevamente.

No debía estarme mirando como lo está haciendo. No solo porque está casado, si no también por lo caliente que aún estoy. Siento que soy una olla a presión a punto de explotar y de hacer estupideces.

—Ya lo puedo notar —dice con voz gruesa antes de aclararce la garaganta—. ¿En qué te puedo ayudar?

—No sé, estaba intentando ponerme de nuevo las prendas o amarrarlas a mi cuerpo de alguna manera, pero yo sola no puedo hacerlo.

—Deja que yo te ayudo con ello —escucho sus pasos acercarse y siento su respiración acelerada cuando me alcanza.

Su prominente presencia se hace sentir. No es de extrañar que mi cuerpo reaccione a él. Si bien es en parte por el Estado en el que me encuentro, también tiene que ver con la atracción que he sentido por él desde el momento en que nos conocimos. Si bien mantuve el espacio por respeto a su esposa, en estos momentos, como me encuentro no me importaría ella por más mal que suene. Necesito que satisfagan mis deseos y mi mente no está pensando de forma clara para superponer los deseos o la felicidad de otros sobre la mia.

La única felicidad que quiero satisfacer ahora es la de mi clitoris siendo succionado y complacido.

Se queda mucho tiempo sin moverse a mis espaldas, supongo que embelesado por mi silueta, por los que me contorneo un poco, como si tuviera frío, para provocarlo un poco.

Thomas tenía razón, soy una puta mala.

Siento su respiración acelerarse y el como aproxima de forma dudosa sus manos a mi cuerpo.

Ante su indecisión, me aventuro a voltearse hacia él, para que pueda ser el espectador principal de mis pechos.

Apenas los ve, suelta un resoplido profundo. Sus ojos van de mis pechos a mi abdomen, suben hasta mis labios y vuelven a hacer el mismo recorrido, permaneciendo más tiempo pegados a mis pechos.

—Roger... —gimo con voz sensual. Si, definitivamente soy una perra, pero necesito que un semental como él me monte y lo necesito ya—, ¿qué te sucede?

Llevo mis mano hacia su pecho y comienzo a acariciarlo con movimientos embolventes y cuidadosos. Suelta un dejo de aire por la nariz, llegando a chocar contra mí pecho, mientras emito un gemido de sorpresa.

Al ver que no se aparta de mi, ni me dice que me detenga, me acerco un poco más a él y con mi abdomen logro sentir su erecta polla presionando contra el material de sus pantalones.

—Oh, Roger, llegaste a ver lo que me hizo ese hombre ¿no? —digo—. ¿Viste como me follo una y otra vez sin parar? —él asiente sin emitir palabras, mientras me pongo de puntillas y presiono mis pechos contra sus fuertes pectorales—. No quería, pero estaba tan caliente —tomó su mano y la dirijo a mis bragas que están nuevamente mojadas. Hago que recorra mis bragas por encima y me estremezco junto con él en el momento en el que sus dedos las tocan. Por acto reflejo las presiona y recorre con delicadeza mi raja, consiguiendo que se forme un cosquilleo en mi centro.

Gimo y eso lo hace continuar.

Amo como su tez oscura resalta con la luz opaca que hay en la habitación.

—Hace tanto tiempo que no hay hombres que me satisfagan como él lo estaba haciendo, que no lo insté a que parara. Necesitaba ser tocada, sobre todo después de haberte visto en el pasillo, Roger.

Esas palabras hacen que me presiona contra la pared con su cuerpo. Puedo sentir todo de él sobre mi ahora, sobre todo como su polla roza con mi pelvis.

—¿Estaría mal que me follaras, Roger? —digo casi rogando—. Lo he ansiado tanto. He soñado noches en las que me encuentro sola con cómo se debe sentir ser follada por una polla como la tuya —Llevo mi mano hasta su miembro y comienzo a acariciarla por sobre el material de su uniforme—. Siempre me la imaginé grande y gruesa. De esas que te llenan muy bien en todas las partes necesarias.

—Lana, no lo dices en serio.

—Lo digo muy en serio —acerco mi otra mamo a su pelvis y comienzo a desabrochar su uniforme—. Esta polla desde afuera promete ser una puta locura. Estoy segura de que has vuelto loca a millones de mujeres con ellas y yo quiero ser una de ellas.

Lo empujó para que se aleje un poco de mi cuerpo y sin preguntar si puedo o no, bajo sus pantalones hasta sus rodillas. Lo insto a que se siente sobre la silla que estaba detrás de él, dejando que me vea completamente desde otra perspectiva.

Si él quisiera detener todo, podría hacerlo diciendo una siemple palabra, pero está lo suficientemente editado y metido en esto como para echarse atrás ahora.

A través de sus calsoncillos veo como su polla grande y gruesa ruega por salir del material, por lo que me arrodillo y la ayudo a salir.

Cuando la libero emito un gemido de placer al verla. La de Thomas era una bestialidad, pero esta está en otro nivel.

—Roger, te puedo hacer muy feliz en este momento —acaricio de arriba a abajo su polla sin apartar mi mirada de sus ojos—. Solo mira está polla que te traes. Pero tienes que decirme si quieres que lo haga —le dejo un beso sobre la punta y empuja su pelvis hacia arriba—. Tomaré eso como un sí.

Me meto la punta de su polla en mi boca y ambos gemimos por el placer. Con una de mis manos voy estimulando el resto de su polla, mientras que con la otra acaricio sus huevos.

Desde está perspectiva es todo un dios salido del olimpo y yo estoy aquí para complacerlo.

Sin dejar pasar mucho tiempo, me meto la mitad de su protuberancia en la boca y consigo la mitad porque no puedo meter toda de lo grande que es. Emito arcadas, pero con la respiración. por la nariz consigo controlarlas.

Yo tengo el control de esta situación y eso no me hace más que calentar y mojarme mucho más.

Ante la ansiedad, lo saco de mi boca, teniendo que tomar una bocanada de aire profunda.

Sigo acariciando su polla de arriba y abajo, pero lo que quiero ahora es otra cosa. Quiero montarlo.

—Ay, Roger, necesito montarte con urgencia. Siento que ya estoy por llegar y necesito sentirte dentro.

—Eso podemos arreglarlo —sonrie y me levanta del suelo para hacer que me siente en la mesa y el se agacha en el suelo.

Me insta a abrir las piernas y me sonríe mientras se acerca a mí centro.

Ay dios creo que voy a morir de calor.

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