Obsesionada con el mafioso
Eva se paseaba al rededor de la silla donde se yacía sentado el poderoso y peligroso Lucas. Un mafioso de 38 años, que no estaba preocupado por buscar sentimentalismos. Pero si una mujer que le diera placer y recibiera las demandas de él, en una habitación donde solo debía escucharse sus cuerpos, unirse salvajemente.
Tres chicas peleaban por estar con él, no solo por lo bien que satisfacía a una mujer. También el dinero que les dejaba al final.
Aun así, ese hombre misterioso e inmune a la atracción más allá del sexo, estaba a punto de caer en las garras de una mujer obsesionada y con deseo de probarlo. Estaba tan segura de que se volvería adicta a él.
Narra Eva.
Soy Eva Tengo 32 años, hija de un magnate y mafioso poderoso. Nadie sabe de mi existencia y mucho menos él, el socio de mi padre. Lucas va más allá de un cuerpo existente, una mirada asesina y una inteligencia descomunal.
Mi obsesión por él creció cuando papá lo llevó a casa, lo vi en el jardín desde mi ventaja, sonriéndole a mi abuela, quedé flechada, no quise mostrarme, decidí verlo de lejos e idear un plan para tenerlo.
Investigue los siguientes días y descubrí que iba a uno de los clubes de papá, con dinero arreglé mi entrada con un antifaz.
Ahora estoy frente a él. Con mi mejor lencería, bailando para él y llamar tanto su atención, que me elija para pasar la noche. Donde trabajaré mucho hasta que quede en su cabeza.
—Tú —me hablo señalándome con su dedo.
Sonreía ladina y triunfante, mientras escuchaba a las demás quejándose.
—Que desea amo —Musite, ese era mi juego, darle a entender que sería sumisa ante él. Se acercó y quitó mi antifaz.
—Es primera vez que te veo, ¿De dónde eres? —indago acariciando mi las mejillas hasta llegar a mi cuello. Gemí al sentir como lo apretó.
—¿Alguien te mando? —interrogo apretando más mi cuello y pegándome a su cuerpo mucho más.
—Vine sola en busca de su atención… —susurre tocando sus manos para qué me soltará.
Sentí como me besaba el cuello y su mano dejo de apretarme, acarició mi pierna y me dio vuelta bruscamente.
—Haz tu trabajo —Me ordenó y se volvió a sentar, pero esta vez sin nada de ropa.
Él no lo sabe, pero tenerlo ahí, frente a mí, sin ropa, era un sueño, me acerque y Pase mi lengua por su pecho y eso hizo que abriera sus ojos sorprendidos, pero no hizo nada, dejo que yo hiciera lo que quiera, probarlo.
—¡Joder! —exclamo sintiendo como masajeaba su erección con mi mano y pase mi lengua desde sus testículos hasta la punta de su pene.
Lo metía lentamente, hasta que sentí su mano en mi cabello, ayudando en mis movimientos. Sus gruñidos desesperados y su pronta liberación me gustaban. Hasta que explotó en mi boca.
—Que bien lo haces —Hablo agitado.
Su mano despertó nuevamente a su compañero y me tiró en la cama, puso mis manos hacia atrás y se hundió en mí sin compasión.
Sus estocadas eran salvajes y me gustaban, gemía con tantas ganas y él lo sentía, porque se esmeraba. Me soltó dándome vuelta para besarme los labios, un beso tras otro, lo bese con ganas, explore su boca con demanda.
—Que tienes mujer… —Hablo agitado, chupando mis senos, besando mi ombligo.
—Serás solo mío, Lucas… —Declare subiéndome a él. Bajando en su erección, puse sus manos en mis senos y comencé con un movimiento suave, mordiendo mi labio inferior y sintiendo como sus dedos jugaban con mis pezones.
—No puedo ser solo tuyo…
No lo deje que terminará, empecé a moverse fuerte, dándole la espalda y mostrando mi culo, gruñía y azotaba mis nalgas mientras veía como su pene entraba y salía de mí.
—¡JODER! —grito apretando mis caderas para que me detuviera, pero yo estaba teniendo mi orgasmo y no pare hasta que ambos llegamos.
Nuestras respiraciones agitadas era lo único que se escuchaba, hasta que vi como se levantó y se fue al baño sin decir nada.
Sonreí y me levanté, me vestí y salí de la habitación. Con la seguridad de que me volvería a buscar.
Dos semanas después
Mi teléfono sonaba repetidamente, estando en mi apartamento, donde decidí vivir en el momento que ese hombre se convirtió en mi obsesión.
Espere pacientemente que me buscará y justo en ese momento la jefa del club me estaba llamando.
Con una sonrisa le pedí que le diera mi dirección y de inmediato fui a darme un baño con esencias especiales y ponerme la lencería más sexy que encontré.
Mis tapones y una bata transparente, serví una copa de vino y me senté en el sofá, relajando mis nervios. Minutos después el timbre sonó y me acerqué a pasos lentos al abrir ahí estaba él. Mi adicción y mi obsesión.
—Esperabas a alguien —interrogo escaneando mi cuerpo.
—Te dije que solo serás mío Lucas y eso también va para mí, solo puedo ser tuya… —cerro la puerta y me pegó a la pared. Beso, mis labios con demanda, arrancó mi bata y todo pequeña prenda que cubría mi cuerpo.
Chupaba mis senos y bajaba hasta mi intimidad, coloco mi pierna en su hombro y adentro su lengua en mi interior.
—Aaah, Lucas…
Su cabello era mi agarre, porque sentía que la pared no me sostenía bien.
Cuando estaba a punto de llegar al clímax, se detuvo, bajo su pantalón rápido y me subió en sus caderas, penetrándome sin piedad.
Su fuerza la estaba usando para moverme en su erección y nuevamente me castigo, no me dejó llegar, me bajo y me dio vuelta para entrar nuevamente.
—Maldición, déjame llegar… —Suplique al borde de la locura.
Una risita se escuchó y supe que me estaba castigando.
—No sales de mi cabeza —me susurró bajando la velocidad de sus estocadas.
—Ese era mi plan y ahora sé que resultó —confesé y me separé de él, lo empuje hasta el sofá y me subí a horcajadas.
Lo besé con pasión y me movía ahogando suspiros, él disfrutaba con su cabeza hacia atrás.
Mi cuerpo necesitaba liberarse y su fuerza en mis caderas para ir más lento no detenían mis descontrolados movimientos hasta que ambos nos liberamos.
Sus brazos rodeando mi cuerpo me daban la impresión que había obtenido mi objetivo.
Tener a Lucas a mis pies, sin importar que también yo fuese su obsesión.
Los siguientes días fue de pura entrega, hasta que descubrió que era la hija de su socio, ese día sin duda fue el mejor. Me obligo a decirle a mi padre que estuve con él, haciéndome pasar por una puta. Solo para qué me casará con él.
Resultó mejor de lo que pensé.