Un ardiente desconocido I
Isabella, despertó con el insistente sonido de la alarma retumbando en sus oídos. Se estiró con la finalidad de desesperezarse, necesitaba un baño y una taza de café, eso quizás, alegraría su aburrida mañana.
Estaba cansada de su vida rutinaria, de que no hubiese sorpresas, enojos, arranques de ira, sino que su vida fuese completamente lineal y sin ningún estímulo. Lo único mas o menos interesante eran esos sueños que de noche la atacaban, sueños de un hermoso hombre que poseía con pasión, casi con violencia su cuerpo, arrancándole los gemidos más agudos que jamás ha emitido. Solía despertar a altas horas de la noche con su corazón agitado, hiperventilando, y la piel anhelante y enfebrecida de deseo.
Evidentemente llevaba mucho tiempo sola.
Había decidido ir a Australia a buscar un mejor destino, dejando atrás a sus amigos, a un medio hermano y una prima, eso era toda la familia que tenía. Ahora llevaba cinco años en est país, y contencetrada al ciento por ciento en su trabajo.
Había logrado convertirse en una mujer importante dentro de industrias Welly's, tanto así que con esfuerzo había logrado ascender hasta convertirse en la asistente de Mattews Welly, uno de los empresarios más importantes de Australia. Su vida amorosa no era ni de cerca tan exitosa como su vida profesional.
Había terminado con John, su último novio, hacía ya tres años, desde entonces se dedicó solo a trabajar, ahora su cuerpo le pasaba factura por la abstinencia vivida con eróticos sueños que perlaban su cuerpo en sudor, y la hacían despertar ansiando tener compañía, pero su cama estaba sola, completamente sola.
Llegó al trabajo teniendo un día agitado, a la hora del almuerzo decidió ir al cafetín por algo de comer, no estaba de humor como para salir a ningún restaurante. Al llegar se topó con Samuel, un atractivo hombre de trabajaba en el departamento contable de la empresa. La acosaba constantemente, la recorría con descaro deteniéndose siempre en sus senos, si caminaba delante de él y se giraba, lo conseguía observándole el trasero, además no perdía oportunidad de hacerle sus propuestas calientes, como él les llamaba. Cualquiera pensaría que aquel era el hombre perfecto para la relación o aventura que buscaba, lo cierto es que su actitud le parecía repulsiva y fatigosa. No podía negar que era atractivo, con buen cuerpo y según él muchas habilidades, pero lo cierto es que se comportaba como un acosador en serie y eso hacía que se perdiera cualquier tipo de interés por parte de Ella.
-Preciosa y apetitosa Isabella. . .
-Hola Samuel. Ahórrate el tono empalagoso, por favor.
-Vamos preciosa, ¿cuándo nos escaparemos solitos tu y yo?
-¿Te parece. . . nunca?- le pregunta con tono de desprecio, rodando los ojos.
-No entiendo porqué me rechazas.
-La verdad, hoy no estoy de humor Samuel. Mejor déjame en paz- le dice y se gira para marcharse.
-Muero por perderme en tus curvas mi Reina- la miró con descaro y se detuvo sin disimulo en sus senos.
-Ya quisieras- le dijo despreocupada.
-Es lo que más deseo- se relame los labios y Ella rueda los ojos.
-Mantente alejado de mí, no me interesas, Samuel.
Compró un emparedado y un jugo de fresas y se sentó a comer.
Llevaría un par de minutos cuando sintió una fuerte mirada fija en ella, levantó la vista y se encontró con un par de hermosos ojos negros, abundantes pestañas negras, cejas muy oscuros en un hermoso rostro varonil de tez blanca. Richard, lo reconoció de inmediato. Era muy atractivo, aunque un poco tímido y solitario, solía fijarse en ella constantemente, solo que nunca le sostenía lo suficiente la mirada, pertenecía al departamento de mercadotecnia y publicidad. Sin duda era inteligente y misterioso.
Le sonrió amablemente, el respondió con una pequeña sonrisa y volvió a concentrarse en su comida.
Aquella tarde llegó a casa sintiendo que no soportaba más aquella insípida rutina, pero que no sabía qué hacer para cambiar. No era de las que sale de fiesta a mitad de semana y vuelve cada día con un hombre diferente a su casa. Tampoco de las que tiene aventuras con hombres que no conoce. No, ella no es así.
Se saca los tacones, nada más entrar al departamento, luego arroja la bolsa a la mesa más cercana, va hasta la cocina y se sirve un poco de zumo de naranja, luego se saca la blusa de la falda y la desabotona toda, hasta que se la quita y la arroja al sofá.
Era hora de tomar una larga ducha antes de ir a la cama.
Se colocó una camiseta ancha y unas braguitas. Esperó a que su húmedo y largo cabello se secara un poco y luego se metió a la cama con un libro. No habían pasado ni treinta minutos cuando sus ojos comenzaron a cansarse y su cuerpo era reclamado por el sueño, así que cerró el libro y se acomodó en la amplia cama para irse a dormir.
¡Maldición!
¡Otra vez esos sueños!
Sueños que. . . Mmmmm. . . esta vez se sentían mucho mejor.
Sintió las caricias por encima de su braguita y no pudo evitar gemir y moverse en sueños.
Oh por Dios, allí estaba de nuevo ardiendo de deseo, soñando con un hombre alto y hermoso que la acariciaba, solo que esta vez se sentía tan. . . .Mmmm. . . Volvió a gemir, sentía como la temperatura de su cuerpo iba in crescendo.
Oh por Dios. Podía sentir esas suaves y firmes manos deslizarse por debajo de la tela de su camiseta, podía sentir como una mano alcanzaba su casi completamente erguido pezón, mientras que la otra se deslizaba dentro de sus braguitas. Inconscientemente abrió las piernas buscando más contacto y. . . ¿qué tenía de malo disfrutar aunque solo fuese en sueños?
Sintió como un firme dedo separó sus pliegues y un nuevo gemido salió de su garganta, se movió inquieta contra él buscando el roce que le enardecía la piel. Mientras aquella mano exploraba en su feminidad y la otra en su seno, Ella se removía inquieta presa de la pasión. . . lo único que odiaba de aquellos sueños es que cuando en ellos alcanzaba el orgasmo, gritaba gozosa, para despertar en una cama completamente vacía.
El movimiento circular de un dedo, sobre su centro de placer la hizo estremecer y agitarse, necesitaba más, ansiaba más. . . los movimientos circulares se aceleraron y estaba al borde del clímax, cuando repentinamente
abrió los ojos de par en par...
No vio nada, pues la habitación estaba completamente a oscuras, pero a pesar de estar despierta podía sentir esas manos en. . .Mmmm . . . y. . . .¡Maldición!, tenía que seguir dormida, aquello no podía estar pasando.
Soltó un agudo gemido cuando aquella hábil mano siguió otorgándole placer. ¡Rayos, debía seguir dormida porque. . . !
No. No estaba dormida, sintió el roce de una lengua sobre su desnuda cadera y se sobresaltó.
-¿Quién. . .quién eres. . . - preguntó con miedo, intentando alejarse, pero aquella persona la tomó con fuerza de las caderas y la pego al colchón.
-Ssshhhh- fue lo único que obtuvo como respuesta.
-Quiero que se vaya, ahora mismo- se remueve intentando liberarse de su atacante- váyase, quien quiera que sea. . . ¿cómo diablos entró aquí?- preguntó temblando ahora de miedo. De pronto sintió como una mano abandonaba su cadera y de pronto. . .
¡Él había roto sus bragas!
¡Diablos!
En vez de asustarse más, se sintió repentinamente caliente.
Debía estar loca. Tenía que alejarse de ese hombre antes de que. . . sintió como le separaba las piernas e intentó cerrarlas rápidamente, pero de pronto el cálido aliento le acarició justo allí.
De acuerdo. . Tenía un extraño entre las piernas, a punto de. . .
-¡OH POR DIOS!- gritó, cuando la húmeda lengua la recorrió. Él estaba enloqueciéndola de placer. La lengua comenzó a lamerla, a degustarla, succionaba con fuerza su pequeño botón de placer, luego comenzó a embestirla rápidamente. Esa húmeda lengua entraba y salía de ella rápidamente haciéndola retorcerse de placer.
Oh por Dios, estaba mal, estaba muy mal, era un desconocido y allí estaba ella entregada a sus placeres.
Estaba mal, pero. . . se sentía tan bien.
-Por Dios. . .debes parar. Detente- pidió sintiéndose hipócrita ya que su tembloroso cuerpo pedía a gritos la culminación del placer. El hombre se detuvo y su corazón también.
-Solo disfruta- una profunda voz ronca llegó hasta ella.
El desconocido volvió a posicionarse en sus piernas y sin darle oportunidad a nada comenzó a arremeter de nuevo contra ella con más violencia. La succionaba con tanta fuerza, como si no quisiera dejar un gota de placer en su ser, la lamía, la saboreaba.
La estaba volviendo loca. Se aferro con fuerza a las sabanas mientras movió desesperada sus caderas contra aquella boca, ansiando desesperada la culminación.
Sintió un mordisco el su botón de placer y sin poder contenerse, dejó escapar un fuerte grito. Mitad de dolor y mitad de placer.
Allí estaban de nuevo, esas fuertes succiones que. . .
-¡AHHH!- gritó a todo pulmón mientras arqueaba la espalda, cerraba los ojos y echaba atrás la cabeza, siendo cegada por el fuerte orgasmo que le arrancaba el aliento.
Su espalda cayó nuevamente sobre el cómodo colchón mientras sus pulmones buscaban ansiosos algo de oxigeno. Sintió como el desconocido abandonada su lugar y de pronto sintió mucho frío.
No podía verlo, pero podía sentir como se movía en la oscuridad.
¿Qué estaría haciendo?, ¿se marcharía?, ¿la mataría?
-¿Cómo. . . cómo entraste?- le preguntó con voz entre cortada aún por la excitación, intentando que sus ojos se amoldaran a la oscuridad.
-Ssshhh- le respondió. Sintió como el colchón cedía ante su peso y no supo si salir corriendo, gritar o arrojársele encima en busca de otro orgasmo. Tenías tres años desde la última vez que estuvo con un hombre. Su cuerpo ansiaba la recompensa, ella ansiaba aventura, pero lo que nunca imaginó fue que un desconocido se colaría en su casa y llegarían a esto.
¡Menuda Aventura!
-Yo creo que lo mejor será que. . . - Gimió cuando sintió como tiraba de su cuerpo para que se acercara a el. Extendió sus manos y descubrió que estaba completamente desnudo.
¡OH POR DIOS!
No lo pensó más y se abalanzó sobre él, recorriendo con manos ansiosa ese cuerpo., explorando cada centímetro. Su plano abdomen, su musculoso pecho, sus grandes brazos, su ancha espalda, sus firmes nalgas, su enorme pene.
-¡Carajo, estás buenísimo!- exclamó y escuchó que él emitía una ronca risa.