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Un ardiente desconocido II

Aquel desconocido besó su cuello. Sintió como sus grandes manos viajaron hasta el borde de la camiseta y en un par de segundos, ya estaba tan desnuda como él.

Gimió cuando el desconocido reclamó su boca y sin mucho preámbulo la invadió con su ardiente boca. Se aferró a su espalda por un par de minutos. Y luego se permitió recórrela; Amplía, bien marcada, firme, siguió bajando hasta que se topó con el montículo donde iniciaban unas firmes nalgas. Las apretó con fuerza y él correspondió el gesto oprimiendo con fuerza sus senos. Ella, abandonó su poca para gemir a sus anchas.

-¡Diablos!- él la recostó sobre la cama y comenzó a besar sus erguidos pezones, de pronto los succiono fuertemente, después los mordió con algo de fuerza, para luego besarlos como recompensandolos- ¡vas a matarme!- gimió ella y entonces él tomó ambos gemelos y los acunó, acariciándolos con el puente de su nariz.

Se metió un pezón a la boca y lo succionó. Ella cerró los ojos perdiéndose en aquel mágico momento. Aquellas fuertes manos se movían inquietas por su cuerpo, explorándola, incitándola, arrancándole los vestigios de cordura que quedaban en ella. Haciéndola gemir desesperadamente.

Sin previo aviso se movió un poco, separo sus piernas y se hundió en ella de una sola, fuerte y embriagante embestida.

Él gruñó al sentir que se abría paso en su estreches para llegar a sus profundidades

Ella gritó de placer al sentir que era ensanchada.

Él gimió al sentir como sus paredes vaginales lo oprimían, haciéndolo prisionero de aquella dulce cárcel.

Ella gimió al sentir que se le escapaba el alma.

Sus primeras embestidas fueron lentas, suaves, tentadoras. Ella, elevó sus piernas y lo rodeó por las caderas, posando sus piernas en él con firmeza intentando acercarlo más, como si fuese posible. Arqueó su espalda ofreciendo sus senos como tributos y él los tomó sin dudar, acariciándolos, enloqueciéndola. De pronto la pasión se apoderó de él y las embestidas se convirtieron en arremetidas casi salvajes contra ella. La cama se movía con violencia. Los gritos, gruñidos y gemidos llenaban el lugar.

Ella, creyó que moriría de tanto placer.

-¡PORRR DDIIIOOSSS!- gritó aferrada a sus hombros mientras su cuerpo era aplastado contra la cama- ¡¡SIIII!!- estaba eufórica, hacía tanto que no se sentía tan viva. No importa como diablos entró ese hombre a su casa, lo importante era que la estaba sacando de la rutina, esa era la aventura que necesitaba.

Comenzó a elevarse con rapidez y casi llora de alegría al pensar que alcanzaría su segundo orgasmo, pero él se detuvo. Ella gimió frustrada y se movió contra él, quién estaba tenso. Sus paredes lo apresaban con fuerza, palpitando anhelantes.

-¡Por favor. . . Por favor!- suplicó al borde de las lágrimas. Necesitaba el clímax, lo necesitaba con desesperación. Él no dijo nada, sino que intercambió sus posiciones y la ubicó sobre él.

-Móntame- aquella orden la excitó en sobre manera. Tomó aquel imponente miembro y lo dirigió a su entrada, pero cuando la rozó, él la sorprendió con una fuerte embestida que los hizo gritar a ambos.

Ella, cerró los ojos y se mordió con fuerza el labio inferior. Aquella postura le daba completo acceso a ella. No había ni un centímetro de ella vació, estaba colmada, increíblemente llena, tanto que resultaba casi doloroso. Comenzó un lento vaivén, con las manos del desconocido aferrándose firmemente a sus caderas.

Puso las manos en su pecho buscando equilibrio y comenzó su dura cabalgata, logrando arrancarle fuertes gruñidos y gemidos, mientras ella abría su boca dejando escapar sus propios lamentos.

Con aquellas manos aferrándose a ella comenzó a incrementar el ritmo, más y más, hasta sentir que su cuerpo unido a el de él, rebotaban en la cama. Pronto comenzó a acariciar el tan ansiado orgasmo, creciendo dentro de ella, el escalofrío recorrerle toda la espina dorsal y la presión en su bajo vientre.

-¡Vamos nena!- la instó- ¡dame más! - gruñía y ella obedientemente lo complacía, cuando iba a alcanzar el orgasmo la giró nuevamente. Su espalda tocó la cama, se abrió más de piernas y arqueó la espalada para recibir las violentas embestidas que la arrastraron en el impetuoso orgasmo. . . mejor que el primero.

Gritó con todas sus fuerzas, sintiendo como su cuerpo explotaba en millones de partículas y se desintegraba por completo.

El cabello pegándosele a la frente, la cara y el cuello. Siguió gritando por algunos segundos y poco le importaba, aquel extraño había roto sus barreras de inhibiciones. Nada le importaba más que alcanzar su propio placer.

El desconocido abandonó su cuerpo y cayó a su lado, buscando oxigeno, después de haberse corrido en ella.

-Eso fue increíble- le dijo ella- no sé quién demonios eres pero. . .

-Sssshhh- le dijo él y Ella, no entendía por qué siempre le pedía silencio. En un día normal hubiese peleado con él y lo hubiese mandado a callar, pero en aquel momento estaba demasiado lánguida, como para caer en eso, así que guardó silencio y disfrutó de las maravillosas sensaciones que otorga el clímax.

Pasaron algunos minutos en silencio y Ella, comenzaba a preocuparse, ¿Aquel extraño se había quedado dormido en su cama? Sin embargo, no se atrevía a decir nada, él le había pedido silencio.

Cuando pensaba pedirle que se marchara, lo sintió moverse y sentarse en la cama.

-Arriba- le dijo y ella no supo qué pretendía él. Quizás, si fuese un asesino después de todo. Ella se sentó en la cama obedientemente- de frente a la cabecera- dijo con voz ronca,ella se giró obedientemente y lo sintió moverse detrás de ella. De pronto sus cálidas manos se posaron en sus caderas y subieron lentamente, logrando excitarla de nuevo.

-No sé si pueda-. . . - comenzó Ella, pero sintió que le azotaban una nalga con fuerza- ¡Aouch!- se quejó.

-Sssshhh- volvió a pedirle silencio. Aun detrás de ella le tomó ambas manos y la colocó en la cabecera de la cama.

Allí estaba arrodillada en su colchón, apoyada contra a cabecera de su cama y a punto de ser penetrada nuevamente por ese desconocido. La inclino un poco empujándola con suavidad, una mano le ahuecó la espalda, obligándola así a elevar más su trasero y a reclinarse.

-Eres perfecta- le susurró esa ronca voz al oído y ella se estremeció de pies a cabeza.

Estaba siendo recompensada por todo el tiempo que había tenido sin sexo.

-¡¡OOOHH!!- gritó Ella, al sentir que era penetrada con fuerza nuevamente, él se quedó allí dándole unos minutos para disfrutar de la increíble sensación. Se aferró con fuerza a la cabecera de madera de la cama. Tanto que sintió que los nudillos le dolían. Se movió contra él, en una muda suplica, pero no fue atendida, sino que sintió que recargó su cuerpo contra ella y le besó la nuca, sus manos se deslizaron hacia a delante y acunándole sus senos. De pronto tiró con fuerza de los pezones y Ella, gritó de placer.-¡¡¡AAWWWW!!!

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