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Capítulo 2: La agencia

Ryan estacionó la camioneta dentro del primer subsuelo de la central.

Muchas de las bases de la A.P.M se encuentran bajo tierra, bajo edificios o tiendas muy viejas, en condiciones casi de abandono. La central de D.C, se encuentra bajo ambas: Un edificio muy viejo y una pequeña tienda de antigüedades.

En el edificio viven muchos de los agentes locales, y es donde se quedan provisionalmente los agentes extranjeros. Son solo ellos los que tienen permitido ingresar por la puerta principal del edificio, para evitar cualquier movimiento extraño. Los demás, sobre todo si es con algún vehículo, ingresamos por diferentes túneles que tienen puertas en puntos estratégicos de la ciudad.

La tienda es un poco innecesaria, ya que no deja mucho dinero, pero es divertido atenderla cuando estás lastimado o por algún motivo no puedes hacer misiones. Te hace sentir que estas colaborando en algo durante ese tiempo forzado de inactividad. Los locales ya le tomamos cariño a esa pequeña tiendita.

Por debajo de todo eso está, ahora sí, la central. Un conjunto de varios subsuelos donde se encuentran distribuidos todo lo que los agentes podemos necesitar: hospital; cafetería, gimnasio, vestuario, archivo, bodegas, oficinas, salas de interrogatorios, y como ya dije, estacionamiento también.

Para ingresar, todos tenemos que pasar por largos procesos de reconocimiento (lector de huella, de retina, una clave escrita y otra numérica, un reconocimiento de voz y facial), y sé que en los altos mandos se esta evaluando la posibilidad de implementar aun más mecanismos de seguridad.

No me parece mal, me parece tedioso, pero no mal. Estamos hablando de un lugar donde se concentra información altamente clasificada de todo tipo. Estoy de acuerdo en que debe ser impenetrable en todo sentido, aunque esto signifique que cada persona tarde cinco minutos para entrar.

Ryan se desperezó mientras bajamos del ascensor.

— Ummm…se me antoja una buena hamburguesa, ¿Ya terminamos la guardia? ¿No?

— No. — contesté mientras bajaba

— ¿Cómo que no?, ¡Si!, llevamos 24 horas de papeles y una misión, merezco mi hamburguesa y una ducha

— Deja de quejarte Ryan, terminamos en 30 minutos.

—¡Oh, vamos! ¿Qué puede pasar en 30 minutos?

Resoplé, a mi hermano le gustaba trabajar lo mismo que a mí me gustaba el papeleo.

— Buenos días agentes Cardwell— nos saludó la recepcionista, le devolví el saludo con la cabeza mientras Ryan seguía con su monologo sobre descanso y hamburguesas.

La Recepción, y toda la central de D.C en general, tenían un diseño muy tecnológico y moderno. Al no contar con luz natural se había recurrido a diferentes pinturas claras y techos altos para evitar la sensación de ahogo.

— Lo que digo es: Está comprobado, ¡CIENTIFICAMENTE!, que todo el mundo rinde mejor con un tiempo definido de descanso, entonces, es casi inhumano que…

— Tengo que llevarle esto a Peter, ¿Vienes o no?

— Si.

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Ryan y yo caminamos a paso firme por los pasillos del helado subsuelo. El octavo subsuelo contaba con una iluminación tenue, blanca, y fría que me ponía los pelos de punta. Y si a eso le sumamos los olores que muchas veces escapan al aislamiento con el que cuentan todos los laboratorios, hacen que yo, y muchísimos otros agentes, no pasemos mucho tiempo en este lugar.

Este subsuelo está dedicado únicamente a la investigación tecnológica, forense y científica. Y está conformado por muchos laboratorios con paredes de cristal donde cada equipo puede trabajar.

Nuestro laboratorio no tiene demasiadas cosas, porque solo los hermanos Horsley, Madison y Peter, lo utilizan. Ellos son, como los llamamos, los cerebritos del grupo. Madison, la mayor, es química, física y científica forense. Es ella quien analiza, para nosotros, todas las pruebas de los casos. Todas las huellas, cabellos, células epiteliales, sangre, venenos, y cualquier tipo de evidencia, pasa primero por las manos de Madison antes de ser considerada para la investigación.

En contra parte tenemos a Peter, el hermano menor, que, si bien entiende mucho de ciencia, su campo son las computadoras. Nunca se lo digan, pero yo lo considero nuestro hacker personal. Es él el que nos facilita toda la información digital y rastrea cualquier cosa a través de la web.

— ¡No vas a envenenarme de nuevo Madison!

— ¡Qué no es veneno!

— ¡ESO DIJISTE LA ÚLTIMA VEZ!

Ryan y yo nos quedamos estáticos en nuestro lugar...emm sí, creo que es propicio mencionar que los Horsley viven para pelear entre ellos. Se adoran, pero son incapaces de permanecer juntos por mucho tiempo sin pelear.

— Oh no, ¿Madison está buscando nuevas víctimas para envenenar? — Balbuceo Ryan.

— Así parece…— A través de las paredes de cristal, pude ver a Madison con un tubo en la mano, increpando a Peter, que se escondía tras su escritorio.

— Dale la información a Peter y larguémonos de aquí.

— Hecho…

La puerta se abrió, y cuando quise dar un paso para entrar, Madison salió hecha una bala con el tubo en la mano, chocando con Ryan, que exclamó un leve “¡au!”. En ese momento ella nos notó, golpeando, esta vez con su cabello, a Ryan al voltear.

—¡Chicos! ¡Que bueno que volvieron!¡Llegaron justo a tiempo! — Exclamó feliz—, Miren estuve trabajando en este nuevo fármaco que....

— ¡Lo siento Maddie, tenemos prisa! — Ryan la cortó en seco antes de empujarme dentro del laboratorio, causando que casi se me cayera la memoria que llevaba en la mano.

El laboratorio estaba dividido a la mitad por una línea blanca en el piso, de un lado estaba todo el instrumental que Madison utilizaba, mientras que del otro lado estaban todas las computadoras, pantallas y dispositivos de Peter.

Él se encontraba refunfuñando detrás de su escritorio. Negué con la cabeza cuando Ryan entró detrás de mí, y, a propósito, cerró la puerta.

— Uff

No iba a gastar saliva en causas perdidas, que sufriera él cuando Maddie decidiera vengarse.

— Pet, toda tuya — Le entregué la memoria USB, que inmediatamente conectó en la computadora que estaba usando.

— ¡Gracias!, acaban de darme la excusa perfecta para que mi hermana no me use de conejillo de indias.

Ryan arrastró una silla, tomando asiento junto a Peter —¿Por qué siempre busca envenenarnos a nosotros?, para algo tiene novio.

— Es lo que yo me pregunto todos los días hermano…— respondió Peter. Rodé los ojos, no, si yo entiendo el afán de Maddie de querer envenenarlos.

Aunque alguna vez la envenenada fui yo....

— Avísenme cuando tengan todo, estaré en la oficina, terminando NUESTRA guardia.

— En seguida, capitana — Declaró Peter, empezando a teclear. Yo ya sabía que ese “en seguida”, podría ser una o dos horas tranquilamente.

— Hermano, me muero de hambre, ¿Pedimos que nos traigan unas buenas hamburguesas?

No sé, y no me interesa saber, cuál de los dos dijo eso. Peter y Ryan son muy eficientes cuando tienen una tarea importante, mejor si es por separado, pero cuando a ninguno le interesa lo que está haciendo y están juntos, como en este momento, espera sentado, porque no van a terminar rápido.

Resignada a estos dos, salí del laboratorio. Mas no llegue a alejarme más que unos cuantos pasos cuando los parlantes de avisos sonaron, dejando escuchar la característica voz en off de la recepcionista.

— Por favor, agentes Cardwell presentarse en las oficinas principales para recibir una nueva misión, repito, por favor agentes Cardwell, códigos de identificación 13249 y 13250 presentarse en oficinas principales para recibir una nueva misión...Muchas gracias.

—¡NOOOOO! ¡Otra vez no, carajo!

— ¡ANDANDO, RYAN!

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