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*CAPÍTULO 6*

El corazón de Vanessa, luchaba  por  tranquilizarse y que ella solo quería evitar darse media vuelta y correr  fuera de la habitación. 

-Es evidente que no me esperabas.

-La verdad es que no... lo siento tía, me  ha asustado. 

-No tienes porqué asustarte, tesoro- le  sonrió y golpeó suavemente  un lugar en la cama junto a ella, en una clara  señal que deseaba su compañía- ven acá, hemos dejado una conversación a  medias y es evidente que deseo  culminarla. 

-Pero...

-No tienes nada que temer- le sonrió- ven, siéntate  junto a mi.

Vanessa, dejó escapar un poco de aire de sus pulmones y caminó hasta  sentarse junto a su tía. Aunque era  obvio que era un Reina buena  y  bondadosa, ella se sentía intimidada, era la  madre de Nael,  suponía que  ese sería el centro de  la  conversación  y  aquello  estaba  por ocasionarle  una  crisis  nerviosa. Caminó hasta  la cama y se  sentó junto  a Isabella, fijo la  mirada  en  aquellos  dulces  ojos verdes que  parecían  pozos de  esmeralda. 

-¿Lograron  hablar mi  hijo y tú?- le preguntó  dulcemente.

-Sí tía- Vanessa, desvió la mirada- lo  hicimos.

-¿Ahora podrás decirme, qué es lo que  quería?

-Tía... no quisiera ser  grosera, pero...¿porqué no se lo pregunta a él? 

-Sabes que Nael es muy reservado- le dijo y luego le regaló una  enorme  sonrisa- así que pensé que contigo podría tener un poco más de suerte.

-Tía... yo...

-No tienes de qué avergonzarte- la tranquilizó- se  que desde hace  mucho tienes un especial  afecto por mi hijo y  aunque Nael, sea callado  y taciturno, soy su madre, lo conozco, sé  que  su  cariño por ti es... diferente- Vanessa, lo miró  avergonzada. 

-Tengo miedo, tía- le confesó con los ojos  cargados de lágrimas.

-No tienes que temer, tesoro- la tomó de las  manos  y le dió un cariñoso  apretón. 

-Es que... se  supone  que  somos  primos-gimió.

-Pues...- la Reina, la  miró con el ceño  fruncido y luego  lo  relajó para  sonreír  dulcemente- no lo son, al menos  no  sanguineamente. Vanessa, sé que  los  hemos educado  como  familia debido  al  inmenso cariño que  tu madre  y  yo  nos tenemos, nos conocemos  desde  muy  jóvenes y por  eso  estoy segura  que  Suseth opinará igual que yo; Lo  único que realmente  importa  es  que  ustedes  sean  felices, quiero ver  a  Nael feliz, sonreír, relajarse  un  poco, divertirse, que se  olvide  un poco  del peso que  lleva  sobre  sus  hombros, y para  ti  anhelo  la  absoluta  felicidad. Si  lo consiguen  estando  juntos, eso  bastará  para  todos  los  que  les  amamos, te lo aseguro. 

-Muchas  gracias, tía- respondió  Vanessa, con los ojos cargados  de  lágrimas- no imaginas lo importante  que es para  mi contar con tu  aprobación. Nael y yo pensamos  que  será  difícil  lograr  que  la  familia entienda  que  hay  un  cariño  especial entre  nosotros. 

-Nada  de  eso  querida, me  tienen  de  su  parte. ¿Olvidas que  soy  la  Reina?- le preguntó con sonrisa  pícara  y  mirada  cómplice- Vanessa, sonrió  y  se  echó  a  sus  brazos- ¿Le  quieres  mucho?- le preguntó  la  dulce  Soberana.

-Más de lo que podría  explicar tía, lo quiero desde  siempre, lo quiero con el alma.

-¿Qué tal  tu  cita con Vane?- preguntaba  ella  por  quinta  vez.

-¿No  podrías  marcharte, Isabdiella?- la miró fijamente- estoy  cansado, quiero  dormir.

-No me  iré  hasta que  me  cuentes- le  dijo sentándose  sobre la  cama. Nael, suspiró  pesadamente.

-¿Qué  es  lo  que  quieres  saber,  Isa?-preguntó  resignado.

-¿Se besaron?- preguntó  emocionada.

-Admitiré  cosas  que  nunca antes  he  admitido... Vanessa, es encantadora. me  gustan sus  ojos, su cabellos, su  sonrisa, es linda... y sí, la  besé  porque me  gusta, porque  por más que  me  he  reprochado y lo  he  intentado, no puedo  verla  como  una  prima. 

-No creo que  a  nadie  le  moleste  Jamal, eres  adulto  y  tienes  todo  el  derecho de  elegir  con  quien  deseas  estar  y  si esa  mujer  es  Vanessa, créeme  que  yo  estaré  de  tu  parte. 

-Te  lo agradezco Isa, es importante  para mi sentirme  apoyado  y  seguramente también para Vanessa.

-Seguro- le sonrió- Jamal, dime algo... Yo no tengo duda  alguna, pero crees  tú  que  Vanessa pueda  convertirse  en tu  gran  amor.

-No lo dudo- respondió  sonriendo.

-¿Crees  que sería  una  buena Soberana?

-Tan buena  como la  abuela  y  como madre- le  respondió sonriendo- Créeme, será  una buena  Reina. 

Haleine, permaneció recostada en la cama con los ojos  cerrados  mientras  recuperaba  la  normalidad  de  su  respiración. No  podía  creer  que  hubiese  terminado  como  el  cazador, cazado. Se suponía  que  iba  a  vengarse,  a  saldar  una  deuda  y  ahora  había  terminado  cediendo  a  los  bajos  instintos  de  su  piel, cediendo  a  los  besos, a  las  caricias  de  Didier, que  tan bien  conocía  como  tocarla  para  hacerle  perder  el  control.

-Eres un maldito desgraciado- dijo sin abrir  los ojos, sin tan  siquiera  moverse.

-Vamos  princesita, no me culpes de tus debilidades. 

-¡Te  aprovechaste de mi!- intentó excusarse.

-¡Si claro!, eso no  era  precisamente  lo  que  parecía. Reconoce  que  tus barreras no  me  son nada  difícil.

-¡Infeliz!

-¿Por  decir  la  verdad?, bien, lo soy- dijo  riendo- por Dios  Haleine, te  encanta  que  te  haga  el  amor, te  encanta  meterte  en mi  cama.

-Eres  demasiado  cínico- abrió los  ojos  y  se giró para  mirarlo, parecía  relajado  y  despreocupado de la  vida.

-Eres  tú  quien  ha  venido  a  buscarme- la acusó y  Haleine, tuvo que  contraer  los  labios, no había  nada  que  decir para  contraactacar  eso, pero tampoco  lo  dejaría  tener  la  última  palabra...no  era  típico de  ella  perder  una  conversación. 

-Tu no te has  negado.

-¿Porqué  habría  de  hacerlo?- preguntó con  burla- lo  disfruto tanto como  tú. 

-Bueno, espero lo hayas  disfrutado mucho porque  no tendrás más de  esto- salió de la cama desnuda  como  estaba. Él la  siguió con la  mirada  mientras la veía cubrirse  con su  bata de  seda. 

-Sabes que no es cierto.

-Lo es- le  aseguró  anudándose la  bata  exterior. 

-No puedes resistirte- le  aseguró  él, sonriendo  con  cinísmo.

-Puedo y lo haré, ya  verás  Didier... ya  verás.

-Usaré  mis  estrategias  para  traerte  a  mi  cama nuevamente.

-Cuidado  con lo que  haces- lo amenazó.

-En la guerra y  en  el  amor... todo es valido.

-Esto no es amor- lo miró con altanería.

-Pero si una guerra  que  acabas  de  declarar- se encogió de  hombros. Helaine, lo miró fijamente  y  sonrió con  malicia.

-Ni te  imaginas de  lo que  soy  capaz  Didier, No nací para perder- dijo para luego  alejarse, saliendo de la  habitación sin darle oportunidad a  una  respuesta. 

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