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*CAPÍTULO 7*

Haleine, despertó muy  temprano, para  ella  fue  casi  imposible  dormir, no dejaba  de  pensar  en  la  tontería  que  había  cometido. Había ido al cuarto de Didier, con el firme deseo de hacerlo arder en pasión, para luego realizar una elegante retirada pero, el muy imbécil la conocía muy bien y ella había terminado como cazador, cazado. 

Eso la llenaba de una profunda frustración  y más allá de estar furiosa con Didier, lo estaba con ella misma, porque él era una debilidad y odiaba que así fuese, aunque aquello no fuese nada nuevo.  Siempre  había  tenido  debilidad  por Didier, se había  encaprichado por tenerlo  y él  se había  vuelto cada vez más distante, convirtiéndose  en un  verdadero  reto para  ella, hasta que  poco  a  poco  fue  cediendo, cuando lo  tuvo en su cama, el capricho se convirtió en algo más  fuerte, cuándo supo que algo en  ella  comenzaba a crecer, decidió  cortar aquellos encuentros, no podía  permitirse perder  la  cabeza  así por él. 

Lavó sus dientes  y  su cara para luego salir del cuarto de  baño. se  sorprendió  al  encontrar  a  su  padre  sentado en su cama con una  enorme  sonrisa y junto a  él un carrito  un  un verdadero banquete.

-Papito- lo saludó y caminó hasta él.

-Decidí desayunar hoy con mi Princesa- le  acarició la  mejilla.

-Me  encanta la idea- le  sonrió  y  comenzó a tomar el desayuno  en  compañía de su adorado padre. 

-¿Cómo ha estado todo, Hale?

-Muy bien papi, creo que hoy  citaré a Brianna para que vayamos de  compras.

-Eso es magnifico, ¿quieres que te  dejé  a  Thierry, o  a  Didier?- le preguntó  acariciando su  cabello.

-Didier- dijo sin siquiera dudarlo-ya sabes que Thierry, es  gruñón y  mal  encarado, no  soporto  salir  con  él, me pone de mal humor. La  verdad es  que  ni  sé  como lo aguantas, es  un  viejo  amargado- al  escuchar  aquellas  palabras,   Antoine  LeBlanc, comenzó  a  reír  a  carcajadas.

-No seas poco tolerante Haleine, es  un  hombre  fiel, muy  leal, le  confiaría  mi  vida.

-Sí, sí, pero...¿por eso  tiene  que  ser  tan mal encarado? digo, podría al  menos  relajar  el ceño- acompañó sus palabras con un gesto de manos.

-Ya dejemos a Thierry, en paz.  Ayer he llamado a Norusakistan para  hablar con el Jeque.

-¿Sí?- lo miró con esos hermosos  ojos llenos de brillo- ¡qué alegría!, quiere decir que  atenderás  ese asunto en  persona.

-Digamos que quise consentir a mi nena- la miró con devoción.

-Como siempre- dijo ella riendo  y  rodeándolo con sus  brazos fuertemente- eres  tan bueno, el mejor de  todos los padres. 

-Creo que se pasa de consentidor- la voz  de  su madre les llegó desde  el  umbral de  la  puerta,  reclamando la  atención de  ambos.

Odette Charpentier, era  una  mujer  elegante, hermosa, muy refinada, hija  de  una  de  las  mejores  familias  de  Francia. Adoraba  a  su  esposo aunque creía que era demasiado complaciente con su hija, en el fondo lo entendía; era  su  única  hija, la luz de  sus  ojos, la niña consentida, la única capaz de  conseguir de él, cualquier cosa  que se propusiera. 

-Vamos mami, solo es un pequeño cariño,un detalle con su  hija- le dijo mirándola  inocentemente.

-¿Un detalle?, ¿Te parece  un "pequeño"  detalle  viajar  a  Norusakistan?- le preguntó  enarando  una  ceja.

-¿Entonces,  sí  iremos?- miró a  su padre  con  alegría.

-Sí, iremos. Por supuesto que iremos- declaró sonriente. Para nada le sorprendio el grito de felicidad de su hija y menos que se arrojará a sus brazos para abrazarlo fuertemente.

Odette, suspiró, ¿Podrían negarle algo, algún día?

-En unos días  recibiremos al presidente de Francia y a su familia- la tranquila voz del Jeque, logró captar el interés de los hombres que le acompañaban.

¿Ha decidido venir personalmente?- preguntó Nael, realmente sorprendido.

-Algo fuera de lo común- aseguró Zahir- pudo seguir enviando a sus negociantes.

-La familia entera nos honrará con su presencia hijo mío -respondió Zabdiel- será un placer recibirles. El Presidente Francés, ha decidido viajar hasta acá para que tratemos asuntos de Estado,  bien saben- miró a su hermano- lo importante que es afianzar relaciones con los Franceses, estrechar relaciones diplomáticas generará grandes beneficios a nuestra tierra.

-Lo entiendo- aseguró Nael.

-Para ellos también será beneficioso, no todos los días se logra el apoyo de un país con tantas riquezas como las posee la tierra Norusakistana- intervino Zahir- Ciertamente seremos bendecidos con su apoyo, pero no somos los únicos en recibir beneficios.

-Nunca he dicho tal cosa hermano, ambos nos beneficiariaremos. 

-¿Es muy grande la familia?- Indagó Zahir.

-No -respondió Zabdiel- sólo serán Antoine, su esposa y su hija, seguramente traerán algunos guardianes de seguridad, desconozco cuantos puedan ser.

-Debemos decirle a madre, para que prepare todo para recibirles.

-Lo haré durante la cena - aseguró El Jeque- La Reina, estará encantada de recibir visitas.

-Padre, si no trataremos ningún asunto más, me gustaría retirarme.

-Pues, pensaba que podríamos hablar del Emirato del norte, tengo entendido que el Emir, desea hacernos una visita.

-Mientras no sea que su descarado hijo quiera venir por la mano de mi hija - dijo Zahir.

-Sí así fuese, querido tío, bastaría una mirada de Zahiry, para que terminarás cediendo.

-Sé que está encaprichada con Yassir -Dijo con el ceño fruncido- pero es solo eso, un capricho.

-Yo que tu no estaría tan seguro- le dijo Nael.

-Conozco a mi hija- El Príncipe, lo miró con seriedad- ella sabe que ese hombre no es digno de ella y que Alá, le ayude si pretende jugar con mi hija.

-Debería usted preguntarse, querido tío, ¿quién juega con quién?

-Es suficiente - intervino el Jeque- si tienes otros asuntos Nael, puedes atenderlos.

-Deseo dar un paseo a caballo con Vanessa- le dijo con la intencion de que comenzaran a notar la cercanía con Vanessa, tal y como habian acordado. El Jeque, frunció el ceño momentáneamente y luego le dedicó una comprensiva sonrisa a su hijo.

-¡Vaya, vaya!- Zahir, rió burlón. Ganándose así una mirada reprobatoria de parte de su sobrino.

-Tienes mi consentimiento hijo mío, trabajas mucho. Que Alá, bendiga su paseo.

-Alá mediante, que así sea.

La buscó  por los salones y no la encontraba por ningún lado.

-¿Se te ha perdido algo? -Le preguntó una sonriente Zahiry.

-Busco a Vanessa-dijo seriamente.

-Querido primo- sonrió- últimamente muestras mucho interés por Vane. ¿Por qué?

-¿Indago yo, en tus asuntos con Yassir?- preguntó tajante.

-No- admitió- pero, Yassir no es tu familiar  y... digamos que tenemos algo parecido a una relación. ¿Es lo que ocurre entre Vanessa y tu? -lo miró con picardia- ¿Tienen una relación?

-En ocasiones no te soporto, Zahiry. No permites que nadie se meta en tus asuntos, pero vives para meter tu hermosa nariz en la vida de todos.

-Eso no responde mi pregunta- contra atacó.

-No te diré, absolutamente nada- dijo tranquilamente.

-Ni yo te diré donde encontrar a Vanessa-dijo cruzándose de brazos.

-Se encuentra en el salón dorado, con Isabdiella y Zashirah- ambos se giraron para encontrarse con una sonriente Ivette.

-¡Madre! -chilló Zahiry  enojada, poniendo cara de pocos amigos.

-Nael, tiene razón. Deberías dar lo que esperas recibir, tesoro.

-Siempre me arruinas la diversión- se quejo.

-Iré al salón dorado - anunció Nael, luego le dedicó una sonrisa a Ivette- Gracias tía. -Caminó con pasos firmes y decididos.

-¡Qué Alá te perdone madre, era un chisme muy jugoso! -se quejó Zahiry, con voz caprichosa.

-Hija mía - la voz dulce de Ivette, dejaba destilar sorna- Alá, no aprueba el chisme.

Nael, sonrió mientras se alejaba con pasó firme.

-¡Jamal! -Exclamó Isabdiella, en cuanto la puerta se abrió. Ella fue la primera en verle, ya que estaba de frente a la puerta. 

-Buenas tardes.

-Que bueno verte, Nael- dijo Zashirah, dulcemente.

-Lo mismo digo- le sonrió con ternura- veo que las damas, están ocupadas.

-Isabdiella y Zashirah, me enseñan a bordar- dijo Vanessa, sonriendo.

-Sin duda, una excelente aprendiz, para excelentes maestras- les concedió- nadie borda en todo Norusakistan, como estas dos señoritas.

-¡Gracias! - respondieron felices al unísono.

-He venido por ti, Vanessa- ella le miró con ojos enormes.

-¿Sucede algo?- preguntó nerviosa 

-En lo absoluto. Deseo tu compañía para dar un paseo.

-A nosotras nos encantaría ir- dijo Zashirah, emocionada.

-No, a nosotras, no nos encantaría ir- la corrigió Isabdiella y su prima la miró asombrada y apenada a la vez.

-Yo...-Vanessa, estaba apenada.

-Sería un placer que me acompañaran en otra ocasión Princesas, pero hoy deseo mostrar algo a Vanessa.

-Lo entendemos, Jamal- Isabdiella, le regaló una enorme  sonrisa.

-Sí, lo entendemos- Zashirah, lo miró sonrojada sin comprender absolutamente nada de lo que sucedía.  

-¿Vamos?- Nael, le preguntó  a Vanessa, sonriendo.

-Vamos- concedió ella sin poder resistirse.

-¡Van a salir juntos!-Anunció Ivette, que miraba por el amplio ventanal.

-¿Estás segura?- preguntó Suseth, mientras ella e Isabella, se acercaban para mirar.

-¡Por supuesto!-sonrió La Princesa.

-¡Oh,  que alegría! -dijo Isabella.

-Hacen una hermosa pareja- suspiró Suseth.

-Sin duda alguna- concedió La Reina- Vanessa, sería en un futuro, una Soberana justa, buena, dulce y bondadosa.

-Ella lo ama tanto- dijo Suseth.

-Sólo un tonto no lo notaría- intervino Ivette- la adoración en sus ojos la delata.

-Creo que el futuro Jeque, al fin abrió los ojos para ver el amor justo frente a él. Aunque intente disimularlo, la adora - dijo Isabella.

-Quizás, pronto tendremos boda- añadió Suseth, mirándolos a la distancia con lágrimas en los ojos.

Nael, la ayudó a subir a su caballo y luego la imitó, tomó las riendas y la miró con dulzura.

-¿Sólo iremos nosotros? -preguntó ella-¿Y la guardia real?

-No te preocupes cariño, yo seré quien cuide de ti- le sonrió con ternura.

-Pero...

-Hoy podemos prescindir de la guardia real. Solo seremos tu y yo, no quiero a nadie más impidiendonos  conversar libremente, solo quiero el placer de tu compañía Vanessa... solos tu y yo...

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