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*CAPÍTULO 5*

Para Vanessa, los minutos que  continuaron se hicieron eternos, esperar a que Nael, apareciera  en  cualquier momento era agonizante y por si fuese poco con aquello, también  tenía que soportar las extrañas miradas que la familia le dedicaba, miradas  llenas de interrogación,  de perspicacia de parte de Zahiry, de apoyo de parte  de Isabdiella y de burla, de parte del tío Zahir. Sentía que explotaría de un  momento a otro. 

-¿Puedo sentarme junto a ti, cariño?- la  dulce voz de la Reina, reclamó su  atención.

-Por supuesto, tía- le sonrió con dulzura. Isabella, tomó asiento a su  lado. Observó como la familia  conversaba entre ellos.

-Pareces nerviosa...

-No, yo...

-¿Es por la conversación con mi hijo?- demandó saber. 

-No... supongo que querrá conversar... no sé tía, no sé de qué quiere hablar si  eso es lo que me vas a preguntar- mantuvo la vista en aquellos dulces  ojos verdes, llenos de ternura  y  comprensión. No el balde todo el pueblo la amaba,  era una Reina  amorosa, considerada, dulce  y  benevolente. 

-No lo sé con exactitud- respondió Isabella- pero Nael, es mi hijo, lo  conozco mejor que nadie- Vanessa, luchaba con la vergüenza que sentía. ¿de  qué  hablaba la tía Isabella?, ¿Nael, le habría dicho algo?

-Tía, yo...

-Disculpen la tardanza- Nael, llegó con un hermoso traje  típico Norusakistan, era blanco y con  bordes azules  y  dorados, las hebras de oro del bordado resaltaban espléndidamente  la  majestuosidad de la pieza. Vanessa, tuvo que contraer la mandíbula para  evitar gemir. Se veía maravilloso.

-¿Vas de fiesta?- le preguntó Zahiry, con burla.

-No molestes- respondió él, apenas mirándola.

-¿Cenaste?- le preguntó su madre.

-Sí, muchas gracias.

-A su hermana Alteza, fue ella quien tuvo el gesto.

-Muchas gracias entonces, Isabdiella.

-Por ti, lo que sea, Jamal- le respondió sonriendo. 

-Vanessa- le tendió una mano, ella la tomó y se puso en pie- solo serán unos minutos, espero no les moleste- se  giró hacia Suseth quien sonreía, pero Matt, tenía el ceño fruncido.

-Para nada Nael- respondió la madre- adelante.

-Solo cuida a mi nena- dijo Matt, sin relajar el ceño. Nael, asintió y miró a su padre, quién lo observaba fijamente  y  en silencio, luego se topo con la mirada de su tío, quién le sonrió y le guiñó un ojo, pero Nael ni se inmuto, se mantuvo muy sereno. Un par de segundos después, salia del salón dorado, en compañía de Vanessa. 

Caminaron por los estrechos pasillos  de Palacio, el silencio era incómodo pues Vanessa, no sabía qué  pensar. ¿Estaba arrepentido del beso?, ¿Le pediría disculpas?... si era así, no quería escucharlo.

-¿A dónde vamos?- le preguntó ya  sin poder  soportarlo.

-Al jardín posterior- le sonrió y la tomó de la mano estrechándosela con cariño- no estés nerviosa.

Ella solo asintió, Nael no le soltó la mano sino que  siguió caminando. Vanessa, pudo sentir como su cuerpo se relajaba con el contacto.

Los jardines de Palacio, eran majestuosos, completamente  esplendidos y un capricho de la Reina quien aseguraba que era hermoso tener tan bello jardín en un lugar como Norusakistan. Caminaron en silencio bajo el dulce resplandor de la luna. Nael, se detuvo junto al rosal y se  quedó observando aquellas hermosas  plantas.

-Vanessa...

-Nael, si vas a disculparte- lo interrumpió- por favor, no lo hagas- lo miró con desesperación. 

-No pensaba disculparme- le regaló una tierna sonrisa y acarició su mejilla- jamás me disculparía por ese beso, ni por ningún otros, siempre y cuando sea contigo- ella sintió que se le formaba un nudo en la garganta.

-¡Nael!- sus ojos se cristalizaron.  

-Vanessa, siempre me he dicho que  somos  primos, que nada podría  suceder  entre  nosotros, que la  familia  nunca lo  aceptaría..

-Es lo mismo que  he  pensado  yo... ademas, para ser sincera, siempre me  dije que  nunca  me aceptarías- dijo desviando la mirada.

-¿Por qué?- le preguntó él con el ceño fruncido.

-Somos  tan diferentes... tu  eres  el  futuro Rey de Norusakistan, todo un Príncipe heredero... yo, yo solo soy  una inglesa, no tengo  nada interesante que ofrecerte.

-Puedes ofrecerme todo lo que necesito- la obligó a mirarlo- todo lo que quiero, Vanessa. Me he obligado a  reprimir lo que siento, pensando que no podía ser correspondido...

-Siempre te he querido, Nael- dijo con voz  estrangulada y se  lanzó a sus brazos, estrechándolo con fuerza- siempre, desde que tengo uso de razón, solo pienso en ti...en nosotros. Te quiero tanto...- suspiró.

-Vanessa...- Nael, la estrechó contra  su  pecho  y  cerró los  ojos  permitiéndose  disfrutar de  la  increíble sensación que lo embargaba. Se  había  negado a sentir  por tanto tiempo, cuando  realmente no podía dejar de  pensarla.

-No creo que la familia aceptará que  nos queremos  Nael, se  supone  que  somos  primos.

-No lo somos- la abrazó con más  fuerza- no lo somos Vanessa, somos  libre de querernos si  así lo deseamos. no hay  lazos sanguíneos que nos unan. Bendito sea Alá.

-Mi madre sabe lo que siento por ti- le confiesa y se aleja para ver su reacción. Nael, le regala una  hermosa  sonrisa.

-Creo que mi madre también lo sospecha. Ya sabes como es, muy  persuasiva.

-¿Crees que me aceptaría?

-¿Existe alguien que no pueda hacerlo?- le  acaricia la mejilla derecha- eres tan dulce y hermosa. Mi madre te quiere muchísimo, Vanessa. 

-Déjame quererte, Nael-lo tomó de ambas mejillas- permíteme intentarlo si quiera-lo miró con ojos llenos de  angustia.

-Hazlo, hazlo por favor-le  acarició el contorno de los labios- quiéreme, Vanessa- un par de lágrimas de felicidad rodaron por sus mejillas-Te propongo algo...

-Tú dirás...

-Te  propongo que compartamos más abiertamente, que la familia note el cambio y que veamos como lo toman. 

-Me  asusta...- confesó nerviosa.

-No temas hermosa, estamos juntos en esto- le sonrió- voy a protegerte, Vanessa, voy a proteger esto que sentimos. Eso de ser diferentes no es tan malo ya ves que a mis padres y a mis tíos les funcionó.

-Pero, ¿ quién asegura que...?

-Yo- la tomó de la barbilla- yo te lo aseguro, esto va a funcionar- dijo acercándose a su boca- haremos que funcione- susurró sobre su boca antes de  besarla.

Haleine, se  observó al  espejo  sonrió  por la  imagen que obtuvo. Se aplicó otra generosa  porción de  perfume y peinó su cabello para  que  cayera lacio  sobre  sus  hombros. 

Bien, era  hora de cobrar  venganza.

Iba  a  demostrar que con Haleine Leblanc Charpentier, nadie se mete y sale airoso. Sonrió a la imagen que  el  espejo le devolvía, tan hermosa, tan sensual como quería. Se ajustó  la  bata y observó sus hermosos pies  en  aquellos lindos  zapatos de  tacón. 

La  casa  parecía  solitaria, ni un solo  sonido se  escuchaba en todo el  lugar, descendió las escaleras por el lado izquierdo, esperaba no ser vista por nadie. Se  adentró en el ala del  servicio caminando con paso firme, tan segura de si misma, como lo había sido  siempre. La  seda  de  su  bata  de  dormir  acariciando  la  suavidad  de  su  piel, haciéndola  sentir  poderosa.

Ubicó la  habitación  que  buscaba, miró a  ambos lados y sin más  entró.

Todo  estaba  en  penumbras, y le  costó  un par de minutos  acostumbrarse a la  oscuridad, cuando lo  hizo logró  divisar el cuerpo de  Didier, sobre la cama. Estaba desnudo casi completamente, cubierto  solo  por un diminuto bóxer de color  blanco.  Caminó con cuidado hasta llegar al  borde de la cama, una sonrisa gatuna se dibujó en su rostro. Extendió una mano con delicadeza y deslizó la yema de  los  dedos por encima del amplio pecho de él. Su mano viajaba traviesa hasta el borde del bóxer, cuándo sintió que la detenían, sosteniéndola con fuerza, elevó sus ojos buscando la  mirada de  Didier, pero no pudo distinguirlo, seguía  en la misma  posición.

-Vamos Haleine... ¿Qué pretendes?

-Absolutamente nada- responde.

-Soy guardaespaldas, tengo mucho entrenamiento. ¿Crees que puedes entrar a mi habitación sin que lo note?... tus pasos, tu perfume, tu presencia, todo te delata- por fin abrió los ojos y se sentó en la cama aún sin soltarla.

-Vamos, Didier... - se sentó en su regazo y le acercó los labios a su boca.

-Así que la señorita de la casa ha tenido capricho... un antojo nocturno- le dijo con una cínica sonrisa.

Helaine, obvió su comentario y se lanzó contra su boca, besándolo hambrienta, ansiosa, estrujando su cuerpo contra él, excitándolo, encendiendo su piel. Se inclinó sobre él, obligándolo a recostarse sobre la mullida cama, deslizó sus labios por el masculino cuello, el amplio pecho, besando a su antojo. Sonrió cuándo lo escuchó gemir y fue el momento perfecto para retirarse. Se detuvo y se sentó en la cama.

-¿Qué ocurre?- preguntó Didier, con voz  agitada. Helaine, se  puso en pie  rápidamente.

-No debí venir- y sin más caminó con rapidez  hacia la puerta. Didier,  sintió  la furia bullir en su interior,  saltó de la cama y corrió hasta ella, alcanzándola  justo cuándo colocaba la mano en la perilla.

-Eres una maldita bruja- la  giró con  furia colocándola de frente a  él- ¿pretendes venir, excitarme y luego marcharte  como si nada?

-No sé de qué hablas, Didier, suéltame.

-Esta es una manera infantil  y  nada  inteligente de vengarte por lo  sucedido. - a medida que hablaba la  arrastraba de nuevo a la cama- si me  conocieras, entenderías que soy fuego y  conmigo no se juega, porque  terminas  quemándote.

-Didier... Didier... - la lanzó  contra la  cama  se subió sobre  ella- es mi turno de  jugar, Princesita de papá- comenzó  a besárla, ella intentó resistirse, pero el calor  que emanaba del cuerpo de  Didier, la estaba enloqueciendo. Él  conocía su cuerpo, dónde tocar, cómo  acariciarla para encender su piel, así  que en menos que nada la tuvo  desnuda  y  gimiendo entre sus  brazos. Cuándo se deslizó dentro de su ser, la miró con los ojos llenos de victoria. 

-No juegues conmigo, Haleine. . . siempre  terminaré  ganando.  

Nael, la  acompañó  hasta la puerta de su habitación y  la despidió  con un tierno beso en los labios. Vanessa, lo  vio alejarse por el pasillo, sonrió y tocó  sus  labios, casi sin poder creer  que  todo aquello hubiese  ocurrido. entró a  su  habitación y cuándo cerró la  puerta  poco faltó para que  gritara de  puro  susto.

-Te  estaba esperando Vanessa, necesito que hablemos...

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