Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 2 [Placer]

Janelle Bullrich

Desprende un aura de fuerza y poder. Pestañeo una que otra vez, observándolo detenidamente, su rostro perfilado, la mandíbula fuerte y la contextura gruesa musculada que se nota aún a través de su traje.

Salgo de mi alucinación escuchando la puerta principal abrirse nuevamente. Momento en el que me percato de que aún tengo apretada la mano del Señor Strauss.

—Lo siento—digo nerviosa, soltándola y él solo baja la mirada reparando el agarre con el ceño fruncido y asiente.

La gente empezó a hablar entre cuchicheos y de inmediato supe de quien se trataba. Es Josh, a él le encanta hacer entradas casi de película. Talvez exagero, pero siento que casi idolatran a mi amigo. Él es el hijo de uno de los empresarios más importantes, muchos de los de esta fiesta son socios del padre de él, su padre Johan Smith a diferencia de mis padres, no solo es dueño de propiedades aquí en Phoenix, también tiene propiedades en Paris, Hong Kong, Rusia e Italia y su madre es extraída de investigadora en NASA. —Gracias a su padre pude ir a Tokio por un tiempo.

Así que a Josh no le hace falta dinero y por eso la mayor parte de su vida a vivido solo, al principio lo odiaba porque era un completo idiota, pero con el tiempo al conocerlo más en el instituto me di cuenta que solo era un chico que necesitaba de mucha compañía, así que ahí es donde entramos mi amiga y yo, a pesar de que es buen chico, suele ser muy odioso y demasiado selectivo con la gente que se junta, la mayor parte de tiempo no hace caso a otras personas que no sean su familia, sus amigos más cercanos y talvez los conocidos.

Es como esos hombres con los que todas quisieran estar, tanto por su físico como por su dinero. Pero como lo dije, es demasiado selectivo. No se acuesta con cualquiera, no le interesa una relación con cualquier chica y si por malas circunstancias lo llega a hacer, pues que se olviden de él porque no lo volverán a ver más. La chica perfecta para él, ni siquiera él sabe cómo es. Pero espero que en algún momento encuentre una ideal para él.

—Ya me tienes aquí— se acerca Josh y paso saliva asintiendo con una pequeña sonrisa. Siento los pies clavados al suelo.

«¡Reacciona, Janelle!»

—Si, por fin—contesto—. Ven vámonos — le digo sujetando su mano. Creo que los nervios se me notan demasiado porque Josh me mira frunciendo levemente las cejas—. Mamá, papá los veo luego, tengo que ir a ayudar a Layla con la sorpresa para sus padres.

—Está bien—responde mi madre—. ¿Subirás sin zapatos? —frunce el ceño.

—No tiene nada de malo—respondo sin importancia—. Además, es imposible que suba con ellos. Así que, si mamá. Te veo luego—me despido mirando por última vez al señor Strauss.

—¿Quién es él? — pregunta Josh de camino.

—Sinceramente no lo sé, no hablamos mucho. Él es tan...—me dio escalofríos recordarlo—. Solo sé que está buenísimo—respondo echándole una mirada traviesa.

—Pero parece muy mayor. ¿Sabes su edad? —pregunta, intrigado.

—La verdad no, pero espero saberlo pronto—respondo sonriente—. Ah y no se me olvida, tengo que hablar contigo— me adelanto guiñándole un ojo, mientras tanto él me mira como si estuviera loca.

—Hey Jane, ven ya todo está listo. Tenemos que subir. Tu prepara tu hermosa voz, que hasta eso yo subo los regalos con Josh— me dice Layla desesperada, así que corro escaleras arriba para ubicarme donde ya se encuentra el micrófono.

Cantar me fascina, pero no es una carrera muy prometedora.

Ya cuando estamos arriba, me quedo parada a un lado de los padres de Layla. Mientras que ella sube por un lado de las escaleras y Josh por el otro lado con los regalos en las manos. Tomo el micrófono y la sutil melodía del inicio de la canción comienza: Run to you. Recuerdo.

Acoplo la música a mi voz, cerrando los ojos, sintiéndola. Me muevo lento de un lado a otro, observando a los padres de Layla observarme sonrientes y conmovidas. Las personas que se encuentran abajo me observan detenidamente.

Visualizo a mis padres también sonrientes y no me pasa desapercibido que el hombre ojos grises me está mirando atento. Sigo la cantando sin dejar de mirarlo. No sonríe, ni nada parecido en absoluto, aun así, lo sigo haciendo, porque de alguna manera ya no solo estoy dedicando la canción a los padres de Layla.

Ya cuando estoy a punto de acabar la canción, él se da la vuelta y se va, así como si nada. El salón estalla en aplausos, despierto de mi rara ensoñación y volteo para intentar sonreír haciendo un esfuerzo a los padres de Layla y hasta ahora me percato que Loren la mamá de Layla está llorando. Así que corro a abrazarla fuerte, pero mi mente me está jugando una mala pasada, no sé si me siento decepcionada o triste, talvez es por él, o talvez no, y solo estoy teniendo un mal momento. Pero ¿Por qué no se quedó? ¿Acaso no le gustó?

Antón Strauss

Cuando la vi entrar por la puerta sin zapatos y caminando descalza con esa sonrisa que parecía que no se le bajaba ni porque estuviera a punto de acabarse el mundo. Me asombre demasiado, entre toda esta gente de clase no se supone que existiera alguien así, pero ella es... diferente y se nota a kilómetros.

El celeste de sus ojos era impresionante, casi angelical de no ser por la personalidad tan arrebatada con la que apareció en el lugar.

Pero cuando se iba acercando de apoco, me di cuenta que ella era la hija de la que tanto hablaban los señores Bullrich, ya que se acercó a saludar. Pero cuando la tuve en frente, me di cuenta que sí, era todo menos de lo que me habían estado contando sus padres, si tenía rostro de ángel, pero cuando me volteó a ver, mis ojos se prendieron de los suyos, como si ella fuera un imán.

Definitivamente era una tentación andante, era delgada, pero de buen cuerpo, y ese vestido rojo pegado hacía notar su cuerpo bien formado, como si lo cuidara demasiado. Me quemaban las manos por tocar las curvas de sus caderas, mi mete se imaginó miles de escenarios con ella encima mío, empuñando su largo cabello negro y besando sus labios rojos, un color tan fuerte como el de su vestido.

Debe de ser espectacular tenerla para mí. Pero ahora solo necesitaba tocarla. Su madre intentó presentarnos y me apresuré a hacerlo yo. Necesitaba tocar esas manos que me imaginaba en otro lugar y no sosteniendo mi mano como ahora.

— Mi nombre es Anton Strauss— me presenté, notando como sus pupilas se agrandaban.

Será mía, en definitiva.

— Yo me llamo Janelle Bullrich— respondió ella. Podía sentir sus nervios con cada respiración que daba. Pero luego dejó de mirarme y volteó al chico que iba entrado aun sosteniendo mi mano.

Se volteó y se fijó en nuestras manos. Siento la garganta seca y una molestia punzante en el pecho.

—Lo siento—me soltó, nerviosa.

Asentí y me quemaron las venas cuando observe como cogía de las manos al que supongo debe de ser su novio y se fue con él después de despedirse de todos y solo dedicarme una mirada a mí.

Observe que ella subía al inicio de las escaleras dobles sin comprender a qué. Todas las personas quedaban mirando a sus pies. No entiendo como puede ser tan quemimportista a la situación.

—Le va a encantar, lo que va a ver ahora— habla la que se hace llamar Megan, a mi lado, que a diferencia de su hermana parece muy tranquila y cuidadosa en todo lo que hace.

—¿Qué está haciendo? — pregunto intrigado, y volteando a ver como toma el micrófono.

—Ya verá — responde.

De pronto Janelle empieza a cantar, su voz, su voz es como si fuera la de un sueño, es tranquila, sexi pero muy buena en su totalidad.

La observo atentamente mientras lo hace, jamás pensé que ella hiciera algo, tan bien.

Su mirada se posa en la mía y siento como el corazón se me acelera. Reparo su cuerpo por completo. El vestido me muestra gran parte de sus muslos y su pecho descubierto me muestra los pechos del tamaño perfecto y el cabello le cae a la espalda.

La respiración se me acelera en segundos, siento como mí miembro reacciona a la imagen de la mujer. Sus labios me incitan a besarla hasta quedarnos sin aliento y cogérmela, no me importa en dónde o delante de quien tenga que hacerlo. Me aflojo disimuladamente la corbata intentando recobrar el aliento y la postura.

No me importa que sea algunos años menor, lo de las edades es una mierda, en este mundo todos pueden coger con quien se les dé la gana y listo, es mi filosofía—pero si ella lo llega a desear tanto como yo— y dudo que no sea así. Su mirada me lo demuestra. Siento como mi entrepierna quiere explotar, lo único en lo que pienso es sacarme esta presión como sea. Escucho un poco más la canción que interpreta. Pero no aguanto más. Salgo de allí dirigiéndome al baño y en la entrada aparece Camille— mi secretaria— tiene un buen cuerpo, y acepta todo lo que le pida por sexo.

— Desvístete —se voltea a mirarme, sonriente—. Te quiero arrodillada en este momento ¡Apúrate! — le ordeno y cierro la puerta atrás de mi con seguro. No quiero que me jodan. Observo como se desviste con facilidad dejando caer el vestido al suelo.

Me voy acercando, alzando su mentón y su mirada cargada de deseo se fija en mis labios.

Tengo que arrancarme estas ganas de ir yo mismo a traer a Janelle para que baje la presión de mi verga que está a punto de estallar.

—Listo señor, soy toda suya— susurra y sujeta sus manos a su espalda desplazándose al suelo completamente desnuda. Es fascinante tener lo que deseas a tu disposición y a la hora que te da la gana.

—Por supuesto que eres toda mía, espero que no creas lo mismo de mi— le dejo claro y asiente cambiando la mirada a una de pena, aunque no le guste tiene que aceptar que no es más que para una simple distracción.

Aceptó y que se atenga a las consecuencias.

Le agarro del cabello, mientras desabrocha mi pantalón y detalla el miembro erecto antes de metérselo a la boca. Comienza a lametear y absorber con lentitud. Pero no estoy para juegos, así que le obligo a abrir la boca empuñando su cabello para que lo reciba hasta el fondo de su garganta, mientras la someto una y otra vez a un ritmo desesperado, jadeando y sintiendo su boca caliente en mi verga, esperando que, para la próxima, sea la mujer de ojos celestes la que la tenga en su boca.

Cuando siento que estoy a punto de explotar la levanto, y abro rápidamente un condón pasándolo por mi polla, la pongo en cuatro contra el muro de los lavamanos y tapo su boca con mi mano evitando que grite al penetrarla. Lo hace, pero el sonido queda en un simple quejido mientras que con la otra sostengo con fuerza su cintura. La suelto para tomar su culo y apretarlo, penetrando como un maldito poseso.

Tienes sus labios mordidos mientras las huellas de sus manos quedan estampadas en el espejo.

La arrincono contra el muro alzando una de sus piernas que apenas logra hacerlo, y antes de que se le ocurra gritar le estampo una nalgada y la miro con advertencia a través del espejo.

Cierra los ojos asintiendo, obedeciendo mi orden. abro más sus piernas y con solo un par de embestidas la veo desfallecer, siento como sus paredes se contraen, apretándome a punto de soltar su orgasmo y la penetro con más fuerza mientras sus jugos se riegan al rededor de mi polla. Escucho como golpean la puerta principal del baño y me importa un carajo que alguien nos escuche, siento la adrenalina cargada de éxtasis. Ella no para de gemir sobre mi mano, algo que me aumenta la excitación. Salgo de ella y la penetro de una sola estocada hasta el fondo sintiendo como ella deja estallar su orgasmo seguido del mío. Estoy sudando al igual que ella, pero extrañamente siento que no me he saciado por completo, no siento el placer que deseo.

Necesito más...

Me tengo que ir de este lugar, si sigo viendo a aquella mujer de ojos celestes arrasaré con todas las mujeres de aquí, hasta calmar mi sed.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.