Librería
Español
Capítulos
Ajuste

IN LOVE AND BROKEN:

Cuando algo es quebrado, roto o destruido, ni siquiera con la mayor dedicación volverá a ser lo mismo de antes, guardará grietas o cicatrices que cada día recordarán que una vez, fuiste hecho pedazos, y también quién fue el culpable, y entonces los recuerdos vendrán, y sentirás que vuelves a sentir como te destrozan pieza a pieza, o lograrás sonreír porque ya no duele, pero mientras, lloras de angustia, de dolor y sufrimiento, mientras intentaba inútilmente resarcir el dolor que otro provocó, y a ti, te ha tocado sufrir.

CAPÍTULO III: ENAMORADO Y ROTO:

Y una vez me preguntaron, ¿qué es estar enamorado?, y yo respondí con una sonrisa, la amarga posibilidad de terminar con el corazón roto.

ALEXANDRE DUBOIS.

•∆¶∆¶•

Leonel, ¿tú me quieres?.

Sí.

¿Mucho?.

Mucho, mucho.

Yo también te quiero, mucho, mucho.

Cuando Alexandre y Leonel se conocieron apenas podían recordar ser lo suficiente grandes para ver un perrito saltarle encima y no llorar, eran dos niños bonitos e inocentes sin maldad suficiente para corromperlos, incluso podría decirse que ninguna.

Alexandre era el risueño, bonito y amante de los animales, pequeño, gordito y adorable, Leonel era el que imponía de ambos, alto, delgado y con mirada felina, aunque para Alexandre parecía una pequeña visita adorable, Leonel protegía a Alexandre, pues para él, todos sin excepción y exclusión óptima de su persona, querían hacerle daño, y Al, era demasiado bonito y suyo para dejar que eso pasara, lo que a todos simplemente le causaba gracia, ver como el menor sólo refunfuñaba y quería golpear a cuanto ser se le acercara a Alexandre, niña o niño, no importaba, Alexandre es mío, era todo lo que decía, y Alexandre cree que él puede que se lo haya creído con el paso del tiempo, porque para alguien tan social como era el rubio, llegó un momento en que como si el pelinegro fuera su dueño y señor, Alexandre necesitaba que aprobara todo a su alrededor.

¿Yo le di ese poder?, fue lo único que pasó por su mente, cinco palabras con tal carga emocional que amenazaba con destruirlo.

Cuando Alexandre despertó pasaron dos cosas, primero que todo sintió miedo, y en segundo lugar le inundó una vergüenza abundante y horrible al ver que inconscientemente y llevado por su dolor casi muere, y bueno, Alexandre nunca quiso morir, no literalmente, sí, quizás, llorar, gritar y maldecir a medio mundo, ¿pero morir?, eso no.

Alexandre había escuchado atentamente al doctor antes de echarse a llorar, calmarse y volver a llorar, oh por dios si sólo sus padres se enteran, Alexandre iba tener un jodido montón de problemas, el rubio no pudo evitar estremecerse cuando la idea cruzó su mente, porque su madre era una mujer paciente, y bondadosa que cuando se enojaba entra en animal mood y eso no era divertido en lo absoluto, y fue cuando él vino a su cabeza, Leonel, entonces comenzó la verdadera histeria, porque el pelinegro estaría muy, muy cabreado y asustado cuando se enterara, y ni qué decir de Ellian, el pobre chico sufría de ansiedad y otras cosas, Alexandre no quería ser la causa de un posible colapso, ni de que fuera internado por sus problemas gastrointestinales causados por el estrés, entonces Alexandre volvió a llorar.

Ni siquiera se acordaba de que Leonel se iba a casar, ni el destrozo que era su corazón ahora mismo o el revoltijo en su estómago cuando se enteró, no, Alexandre ahora era una masa nerviosa e histérica por todo lo que su pérdida de razón e ingesta alcohólica pudo haber provocado y cuando culpa le caía encima, ahogaba y reprimía cualquier otro sentimiento.

Y es que Alexandre, simplemente se preocupaba tanto por otros, que se olvidaba de sí mismo, hasta entrar en obvio cansancio mental y preferir sólo dormir.

Alexandre estaba consciente, y demasiado cansado, por tanto mientras intentaba dormir no le tomó suficiente importancia a quien había abierto la puerta de la habitación pensando que eran enfermeras o doctores y sus típicos chequeos, al menos hasta que escuchó la inconfundible voz de Leonel a lo lejos.

Alexandre no abrió los ojos, sólo quizás entrecerró estos, pequeñas rendijas que le dejaron ver la masculina figura a lo lejos, pero Alexandre tan mal, cobarde y angustioso como se sentía por su estupidez, respiró hondo y cerró los ojos fuerte cuando el pelinegro se acercó, Alexandre realmente se alegró sólo un poco cuando Leonel parecía lo suficiente angustiado, que lindo, pensó, al menos, las primeras tres palabras porque después de estas, Alexandre sólo sintió la agitación que provoca el dolor y la decepción calar hondo en sí y devorarle por completo.

Él, lo sabía, recepcionó su mente, lo sabía, y entonces Alexandre abrió lentamente los ojos, aún escuchándolo hablar y sólo un poco más horrorizado, porque joder, que tu mejor amigo, de quien has estado enamorado por ocho malditos años confiese mientras estás en una sala de hospital después de casi morir que siempre supo de tú estúpido enamoramiento y que aún así sólo, sabiendo todo eso siguió dejarte acercarte, amarlo y esperarle como un idiota, era hilarante, y jodidamente vergonzoso.

Así que cuando ambos orbes se encontraron, unos aprendidos y otros avergonzados y, ¿por qué no?, dolidos, Alexandre supo que esto iría muy mal, porque la vergüenza poco a poco era reemplazada, y el dolor salía lentamente con fuerza, extendiéndose por cada rincón, provocando temblores y lágrimas que podrían sólo mandarlo a un coma, Alexandre tuvo que respirar hondo para nos sufrir un colapso.

Él, lo sabía.

—Alexandre—el aliento, los ojos abiertos de la impresión, las manos temblorosas, la necesidad de marcar lejanía, todo eso le confirmó al rubio que quizás no debía haber oído tales palabras.

Alexandre recuerda cuando era pequeño, gordito, chiquito y lo suficiente adorable para llamar la atención de todos, Alexandre para entonces odiaba que le tomaran de los cachetes, que su mamá le abrazara demasiado seguido y que le dijera que era su bebé, Alexandre tenía ocho por dios, para él, era todo un niño grande, y Alexandre ahora mismo quisiera volver ahí y decirle a su madre que lo abrace mucho y le diga que todo estará bien.

Alexandre podía ver el terror en los ojos de Leonel, la angustia que le provocaba el hecho de que al parecer escuchó secretos que nunca deberían haber sido revelados.

Leonel siempre supo que Alexandre lo amaba.

Y Alexandre como si todo fuera demasiado se echó a llorar en silencio, en completo shock y mirando a la nada, sobrepasado.

Alexandre recuerda entonces, todo viene a sí en cámara lenta, como una muy mala película con pésimos actores y presupuesto, donde él hacia el papel del idiota demasiado inocente.

—Alexandre—susurró Leonel, el rubio volteó a mirarlo con rostro lleno de lágrimas, estas caían, mientras él se mantenía estoico como si sólo no pudiera sentir nada—Cariño...

—Cállate—dijo bajo, voz dolida y horrible a los oídos del pelinegro, Cassell abrió los ojos como si le hubieran golpeado a traición —Cierra. La. Maldita. Boca. ¡AHORA!.

Alexandre realmente ni siquiera sabía que salía de su boca, su mente parecía nublada por recuerdos buenos y malos, y algunos que ni siquiera deberían estar ahí, como un Leonel riéndose y burlándose a sus espaldas, diciendo lo patético que era, dejándole sin respiración, llamando a la furia dentro de sí, lista para explotar y acabar con todo.

—Alexandre calmate.

—¿Fue divertido?—preguntó con ojos rojos muy abiertos y temblando, Alexandre estaba rabiando, están gritando en su interior, fuerte, rugiendo y pidiendo ayuda—Si quiera alguna vez tomaste mis sentimientos en cuenta—Leonel tragó parecía sólo un poco asustado, Alexandre nunca lo ha la visto así, al gran e imponente chico.

—Nunca quise lastimarte.

—Oh—río limpiándose las lágrimas —Gracias, enserio muchas gracias—le miró dolido—Nunca quisiste lastimarme, ¿Jugar conmigo no fue suficiente?.

—Alexandre no tergiversen las cosas, esto no es mi culpa, tu...

—No te atrevas—lo interrumpió imaginando y acertando por dónde iba, la culpa es de quien se enamora no de quien no corresponde, le había dicho una vez el pelinegro cuando por alguna razón entre tragos habían hablado de los amores no correspondidos y el sufrimiento que causan—No lo hagas maldito hijo de perra—mordio, y Leonel supo que estaba muy enojado, él nunca maldecía—No tengas el descaro de culparme—negó y pasó las manos por el rostro exasperado, ni siquiera el dolor en su mano al lastimarse la venipuntura era relevante, sonrió, triste, tan triste que a Leonel le partió el corazón—Ahora lo entiendo. Cada vez que intentaba alejarme siempre tu...—tragó como si le costara hablar, respirar, ahora mismo se le hacía difícil todo—Tú siempre sólo te volvías tan dulce y atento y yo volvía a creer, la esperanza brotaba en mí, y tú lo sabías, Leonel, tú jugaste conmigo, me...¿me manipulaste?.

—No puedes simplemente culparme—se defendió, mirándolo a los ojos casi como un animal acorralado—Yo siempre dejé en claro que no me gustan los hombres.

—Y aún así amaste el hecho de que estuviera enamorado de ti—dejó caer como si no pudiera decir algo más al respecto, Leonel cayo, no podría rebatir ese hecho, Leonel sabía que Alexandre no estaba en sí, se sentía dolido, así que sólo escuchó todo que dijo apretando los puños—¿Te la ponía dura eso?, ¿tener a un tipo gay babeando por tu heterosexual trasero?. Sabiendo que nunca le darías nada, mostrándote como la última rebanada del pastel ante mí antes de ser devorado por otro. ¡NO ME JODAS!.

—Alexandre alguien va a venir, ¡deja de gritar!—Alexandre casi ríe, Leonel se veía nervioso y triste, así que sólo dejó que su historia saliera.

—¡Que vengan, que lo hagan joder!. Les voy a contar la historia del idiota raro de Alexandre que estuvo ocho años como un ifiota esperando a que el gran Leonel Cassell lo volteara a ver—rió y dejó caer una lágrima—Simplemente hilarante.

—Estás mal, tú no eres así.

—¿No?—rió—Tú no sabes una mierda de mi Leonel Cassell, ¿sabes cuántas veces llore de noche en mi habitación?—preguntó—Leonel, yo realmente llegué a odiar mi sexualidad por ti, mi cuerpo, creí que ser un hombre era castigo.

—Estás exagerando. Tú no...

—¿Alguna vez, si quiera has estado enamorado?—preguntó e interrumpió antes de que el pelinegro siquiera abriera la boca—Claro que no, ese es el problema, el que ama pierde, porque siempre estará dispuesto a todo, y yo lo estaba por ti, tan jodido contigo que hubiera hecho todo por tenerte—confesó—¿y tú vienes, juegas, me utilizas y desechas como nada, me vez caer en un abismo, todo por amarte, culpándome de todo?.

—Nunca te pedí amarme—respondió ronco, bajo y cansado de recibir tanta mierda, Leonel posiblemente se arrepentiría pero no dra bueno controlando su temperamento—No más que como un hermano, tú lo decidiste Alexandre, no es mi culpa, tú y puta obsesión por mi deben acabar.

Silencio, pesado y horrible, Alexandre abrió los ojos ante tales palabras y no supo si creer lo escuchado o pedir que lo repitiera ante su inseguridad

—¿Obsesión?.

El rubio apretó las manos en puño y respiró hondo. Leonel no habló y entonces Alexandre vio a un nuevo Leonel, uno que veía su amor por él, su querer, como una enfermedad, algo raro y antinatural y Alexandre realmente explotó.

—No te creas tan importante Leonel—le dijo con ojos duros y mirada oscura, Leonel retrocedió —Sólo te amé demasiado, tanto que dejé de amarme a mí mismo, porque de todas las personas nunca, jamás pensé que algún día podría odiarte.

—Al...

—De hecho no lo hago—interrumpió —no siento nada, ahora sólo parece existir un horrible y asqueroso vacío en mi pecho.

—Alexandre, ¿qué está pasando?—la puerta abierta y la voz de Lucius junto a Ellian le dieron el escape que necesitaba.

—Sácalo de aquí—pidió sin despegar la mirada del pelinegro—tú y yo...—negó—...terminé con todo esto. Adiós.

Alexandre ama a Leonel, lo ha hecho tan mal, tan jodidamente mal, que ahora solo necesitaba respirar hondo y dejar de pensar.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.