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Su casa

Hija, vámonos de aquí… todos te están viendo, ¡hija, esto es una humillación, vamos a casa, entiéndelo, él te abandonó Sofía!

—¡no, papá, yo sé que no me abandonó, él me ama! ¡Yo conozco a Alexander, vamos a su casa! Por favor necesito ir, seguro le pasó algo, papá, vamos por favor, papá… ¡Te lo pido, llévame!

—mierda, ¿no sé cómo lidiar con esto? Mi hija está como en estado de shock y de desespero total, no me queda más que acceder, así que subimos nuevamente a la limusina y vamos a la casa de Alexander, su madre nos acompaña, ella se encuentra llorando y nosotros confundidos y aterrados.

—Olga no llores, yo sé que algo le pasó a Alexander, él no sería capaz de hacerme esto… no sería capaz de abandonarme, tranquila debe haber una explicación, a lo mejor le sucedió algo, seguro se siente mal. Ya verás que lo conseguiremos en casa, tomo la mano de mi suegra para calmarla, me molesta que ellos no crean en él, ¡por Dios, ellos lo conocen, es la persona más responsable y amable de este mundo, no sería capaz de lastimar a nadie!

Por fin estamos llegando, las puertas se abren… bajo corriendo y comienzo a revisar el jardín donde está todo decorado y nada, no lo encuentro, voy revisando cada rincón de la casa, mientras los demás me siguen ¡Alexander, Alexander! Mi amor ¿Qué pasa? ¡Estoy aquí! ¿Te sientes mal cariño? Responde dime ¿Dónde estás?

Nada, no hay respuesta, cada puerta que abro va matando mis esperanzas, mis lágrimas comienzan a salir, el último lugar que me queda por verificar es su habitación, así que subo corriendo al segundo piso. Abro la puerta y nada, está vacía, él no se encuentra, pero lo peor no es eso, sino ver su traje de boda en la cama. Reviso el baño y está vacío, luego voy a su clóset, todo está intacto, así que ahora lo entiendo ¡Solo hay una explicación, me abandonó, me plantó en el altar!

Alexander, el hombre que pensé que conocía desde niña, el hombre que amo, al que le entregué todo, el hombre que elegí para pasar el resto de mi vida, ese que sería el padre de mis hijos. ¡Me abandonó delante de miles de personas, me dejó plantada en el altar el muy cobarde! Esperó hasta este día para huir… observo todo lo que hay en la habitación y siento como todo comienza a darme vueltas.

¡Ahh! No, ¿díganme que esto es mentira? ¡No me puede estar pasando a mí! Tomo el traje de su cama y lo tiro al suelo, luego salgo corriendo por las escaleras y voy al jardín, donde sería la recepción. Empiezo a lanzar todo, las mesas, manteles, arreglos también a destrozar las flores, ¡no maldita sea! No, ¡esto no me puede estar sucediendo a mí! ¡Alexander no pudo hacerme esto! Maldita sea, ¿cómo pudiste? ¡Dios mío, necesito una explicación! Tiré todo, no me importaba nada, partí las copas, vasos y las botellas de champaña. Todo lo lancé el piso, tenía un ataque de ira, mi padre trataba de agarrarme, pero no podía conmigo, no sé de dónde saqué tanta fuerza. Quería deshacerme de todo, ¡quería que todo fuera una maldita pesadilla! ¡Quería olvidarme de este maldito lugar, de este maldito momento! ¡Dios no puedo con esto!

—mi hija estaba fuera de sí, destrozaba todo lo que conseguía a su paso, la madre de Alexander y mi esposa estaban llorando, observando el panorama, yo no sabía qué hacer, no sabía si llorar, gritar o tomar a mi hija, algo dentro de mí me decía que la detuviera y otra parte me decía que ella necesitaba esto. ¡Necesitaba entender que realmente él la había plantado! Traté de sujetarla muchas veces, pero tenía mucha fuerza, luego tomó un cuchillo y comenzó a romper una escultura de hielo de ellos dos que había en el patio, clavaba el cuchillo con tanta fuerza que temía que se fuera a hacer daño.

Mientras gritaba y lloraba, eso me desgarró el alma… no podía ver más a mi hija así, les juro que no, no sé con qué fuerza logró dañar parte de la escultura, así como también logró tirarla al piso. Se escuchó un sonido ensordecedor, eso la hizo volver en sí porque cayó al piso y empezó a rasgar el velo, se quitó los tacones, tiro el anillo de compromiso. Tomó el borde de su vestido tratando de romperlo, lo halaba tan fuerte que comenzó a hacerlo tiras, pero yo no permitiría que el cuerpo de mi hija quedara expuesto ante tantas personas… ¿No sé en qué momento llegó toda esta gente? Pero lo peor de todo es que también estaban los periodistas grabando todo lo que estaba sucediendo, estas personas no tienen escrúpulos. Me quité el saco, se lo coloqué a mi hija por encima de los hombros y la abracé fuerte, al principio se resistió, pero poco a poco se fue relajando, así que la cargué y salí del lugar.

Solo cuando la pude subir a la limusina, respiré, ella se aferraba tan fuerte a mí, como pidiéndome que no la abandonara, ¿cómo podría yo abandonar a mi princesa? Nunca en la vida lo haría, mi esposa se recostó en mi brazo y comenzó a llorar, le hice señas al chofer para que avanzara y estuve ahí aferrándola a mi pecho en todo momento para que sintiera que su padre siempre iba a ser su lugar seguro, su refugio, el hombre que nunca la abandonaría.

—papá, ¿dime que esto no me está sucediendo? ¡Papi, por favor, papito! ¿Dime que esto es una pesadilla? ¡Papito, por favor despiértame!

—trataba de retener mis lágrimas, la entrada de nuestra casa estaba abarrotada de periodistas, pero logramos entrar. Saqué a mi hija cargada y la llevé a su habitación, por fin todos nos sentimos seguros, ahí en ese pequeño instante me permití romperme y mostrarle a mi hija cuánto me dolía lo que le habían hecho.

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