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Al salir en dirección a la cafetería me encontré con una escena un tanto... desconcertante. En realidad me quedé quieta en el mismo lugar, observando lo que tenía frente a mi. No sé si lo que sentía era decepción o tristeza.
Mi hermana se estaba besando con un chico, pero no era con cualquier chico. Era Colton Dashner. Mis piernas no acataban las órdenes, ya que mi mente estaba en ellos dos, el dibujo de antes ¿acaso era mi hermana la de ese dibujo? Mi hermana no usaba lentes, o tal vez si.
Volví a la realidad cuando sentí que alguien me pasaba empujando mi brazo, haciendo que me tambalease. Loren pasó a la par mía sonriendo descaradamente para luego irse con sus amigas. Respiré profundo y me apresuré a caminar, al casi pasar por donde Angelique y Colton, estos se separaron. Colton me miró. Él me estaba viendo, le di una mirada rápida a la hora en que pasaba a su lado, sintiendo como ese momento pasaba en cámara lenta.
Él está con mi hermana, así que sácalo de tu cabeza, Monique, no eres suficiente para él ni para nadie, ya es hora de que lo aprendas por favor. Me dirigí a la cafetería, buscaría mi almuerzo y me iría a sentar a mi lugar.
Después de hacer fila y coger mi almuerzo me giré para salir al patio, no miré a Angelique ni a Colton en la cafetería así que espero no encontrármelos por ahí, besuqueándose otra vez. El estómago se me comprimió al pensar eso. Salí al patio trasero, sentándome bajo un frondoso árbol. Era mi lugar. No habían chicos al rededor y todo era silencio.
Saqué mis audífonos y me dispuse a escuchar changes de xxxtentacion.
***
Al finalizar las clases me dispuse a caminar a paso apresurado a casa, en las demás clases no había visto a Colton ¿se habría saltado las clases? En realidad no me sorprendería, su fama de chico malo era demasiado notable. Me faltaban tres casas para llegar a la mía, cuando una figura alta estaba apoyada en un árbol, frente a la casa de mi vecina.
El corazón se me aceleró al reconocer esa espalda, esa silueta. ¿Acaso era él? Me mordí mi labio inferior deteniendo el paso, estaba anocheciendo y quería llegar a casa lo más rápido posible ¿había venido a dejar a mi hermana? Si era así, no tendría porqué importarme, y odiaba que si lo hiciera.
Colton parecía estar fumando un cigarrillo porque notaba humo en el aire. Decidí pasarle de lado, al llegar donde él apresuré más el paso, haciéndome la que no lo había visto, pero fue inútil, ya que su voz me hizo detenerme.
—¿No saludas? La falta de modales pueden ser algo muy feo, Monique, en especial si se trata de una chica como tú.
Lo miré, tenía su semblante inexpresivo, sin embargo, al final articulo una media sonrisa.
—N-no te había visto —me excuse—¿qué haces aquí? ¿Trajiste a mi hermana? —no, no fue una buena idea preguntar eso.
Agh.
Dio una calada a su cigarrillo y expulsó el humo, haciendo que me llegara a la cara, a mis fosas nasales. De inmediato tosí, con mi mano derecha empecé a disipar el humo.
—Tu hermana sabe venirse sola —respondió seco—. Tú no.
Fruncí el ceño.
—¿Yo no? ¿Que quieres decir con eso? —cuestione algo confundida.
Colton apartó el cigarrillo a un lado, dándole golpecitos con su dedo índice en la punta, haciendo que cayera un poco de papel quemado al suelo.
—Olvídalo —volvió a dar una calada.
—¿Entonces qué haces aquí? —mi voz sonó demandante, apenas y lo conozco. Era raro, sentía lo contrario.
—Vivo aquí —señaló la casa a la par de la mía, donde vivía solo la señora Margaret—. Margaret es amiga de mi madre.
Elevé las cejas un tanto sorprendida.
Se hizo un silencio entre nosotros en el cual no sabía que hacer ni que decir, no sabía si irme o no.
—Me tengo que ir —empecé a retroceder—. Adiós, Colton —sonreí de lado.
Él no respondió, solo se me quedó viendo mientras fumaba su cigarro. En el trayecto a la puerta de mi casa pude sentir sus ojos en mi. Abrí la puerta y me adentré. Ahora Colton sería mi vecino ¿eso era bueno? Es decir, no creo que el chico sea una persona problemática y así. Quizás las apariencias engañan. O quizás no contaba para él.
***
Me encontraba en el escritorio de mi cuarto, haciendo algunas tareas de la escuela, cuando unas sirenas llamaron mi atención, se escuchaban lejos, así que decidí ignorarlas. Llevaba puesta mi pijama color rosa, constaba de un pantalón bastante holgado y una camisa mangas largas. Mi cabello estaba recogido en un moño alto desaliñado y, claro, mis lentes no podían faltar.
Mi vista era buena, es solo que a mi hermana le gustaba que usara los lentes, hace años me había dicho que eso nos diferenciaba, yo usaba lentes y ella nada. Hice caso, como a todo lo que me decía. En realidad no sé en qué momento nos alejamos tanto.
Papá había salido con una compañera de trabajo a cenar y Angelique estaba en casa de Loren estudiando, aunque ese cuento solo papá se lo tragaba. Dejé de teclear en el computador en el momento en que escuché que tocaron la ventana de mi habitación.
Mi habitación estaba en el segundo piso. Me levanté de inmediato y aparté la cortina, mirando a Colton Dashner del otro lado, fruncí el ceño en el momento en que abría la ventana.
—¿Que sucede? —pregunte indecisa—. El cuarto de mi hermana es del otro lado. Pero ella no está...
Mis palabras se quedaron en el aire al mirar que Colton se cruzaba por la ventana, haciendo que me quitase. Al estar en mi habitación se inclinó, cerró la ventana y corrió la cortina. Las sirenas se escuchaban cerca. Y entonces caí en la cuenta.
—¿Pasa algo? —cuestione temerosa. Colton metió sus manos en sus bolsillos delanteros y observó mi habitación. Mi cama era pequeña, el papel tapiz de las paredes eran rosa pastel. Todo estaba bien organizado, es decir, tenía algo con el orden de mis cosas. Pero no contaba para mi.
—Solo necesitaba salir de mi casa —respondió mirando ahora mi computador abierto. Colton se acercó, apoyando sus manos en el respaldar de mi silla. Sus labios se curvaron en una sonrisa —¿haciendo la tarea? Nadie hace eso.
—Pues yo si lo hago —me cruce de brazos. Colton me miró.
—Ya decía yo que no había visto nada igual antes.
¿Que? La verdad es que no entendía muy bien sus referencias, no sé si tenía doble sentido o no, ademas, ¿no había visto nada igual antes? Apuesto a que es algo malo.
—¿Se supone que te debo de agradecer?
Se reincorporó, pasándome de lado y observando por la cortina afuera.
¿De quien huía? Las sirenas se escucharon cerca de la casa, pero se detuvieron. Entonces caí en la cuenta ¡esta huyendo de la policia! ¡Oh por Dios! ¡Es un criminal! O pero aún ¡un asesino de mujeres! El pulso se me empezó a acelerar al notar eso, Colton huía de la policia.
—¿Estas bien? —me preguntó, acercándose—. Estas pálida.
Retrocedí un poco, pero mi espalda chocó con la pared. Mi corazón estaba acelerado, es que, no conocía a Colton, fumaba, tenía tatuajes y hasta un piercing, era obvio que podría ser alguien de la mala vida, me pregunto si se meterá otras cosas.
Venga, Monique, el chico puede ser un asesino y a ti solo se te acelera el pulso ¿que esperas para correrlo? Colton elevó su mano y la puso en la pared a la altura de mi cabeza, ahora su rostro estaba a pocos centímetros del mío y sabía que estaba jugando, aprovechándose de la situación.
—¿Q-que h-haces? —tartamudeé.
Sonrió de lado.
—¿Tienes miedo? —quiso saber en un susurro. Su aliento chocó con mis labios, sabía a menta y cigarrillos. La poca iluminación me impedía ver bien su rostro, sin embargo sus ojos negros tenían un pequeño brillo en el fondo. Una llama de fuego.
—N-no —susurre.
—¿Y porqué no? —insistió.
—Porque no me harías daño.
—¿Crees que no lo haría?
Su pregunta me llegó, tenía razón, obvio que lo haría si quería, apenas hoy me conoció, no soy ni una conocida para él. Pero dentro, muy dentro, quizás nos habíamos visto antes, porque esa sensación de que lo conocía no se iba, era extraña y... profunda. Era la sensación de haber estado esperando por algo y que al fin haya aparecido.
—Dímelo tú.
Sus ojos me observaron intimidantes, fríos y penetrantes.
—Te haré daño ahora —murmuró, sin embargo, sonó muy creíble.
¿Sería capaz?
—Hazlo.
¿Qué demonios estoy haciendo? Solo tengo que cerrar la boca y llamar a la policia.
Con su otra mano libre sacó algo de detrás de él, bajó la mano y la fue subiendo poco a poco, hasta quedar frente a mis ojos. Mi estómago se contrajo al ver una navaja en sus manos.
¡Me va a matar! ¡Dios mío!
Sin embargo me las arreglé para darle a entender que no me asustaba, no le daría el gusto.
—No me asustas, Colton Dashner —logre articular, y gracias al cielo mis palabras sonaron reales, no titubeos ni nada.
Sonrió de lado.
—Eso está por verse.
Y en ese momento, el timbre de casa sonó.