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4

 SU MIRADA OSCURA ME PENETRA 

Cuando iba caminando por las enormes instalaciones de este colegio, no me había percatado de que me había perdido en realidad. Mell y Flavia se habían quedado en la cafetería pidiendo algo para comer, Flavia me había dicho que desde que vino no había comido nada y que se moría de hambre. Yo no tenía nada de hambre justo ahora, lo que quería era distraerme un poco para dejar de pensar en todo lo sucedido en Francia. 

A todo esto ¿en donde estoy? Venía tan sumida en mis pensamientos por estos pasillos que no me percaté del camino. Genial. Lo único que me faltaba. No sé exactamente en donde estaba, pero habían unas escaleras para bajar a algún lado, una especie de sótano quizás. En la puerta decía exit, así que supuse que tenía que haber una salida por ahí. 

A pesar de que estaba muy oscuro me adentré, era todo como de miedo. No le puse importancia y seguí bajando. Desde hace mucho que no me asustaban muchas cosas. El lugar era como una especie de bodega, habían algunas estanterías de libros llenos de polvo y varias puertas. Había una enorme puerta que me llamó la atención. Decía excit. Pero esta vez con c lo cual me pareció raro porque estaba muy mal escrito. La curiosidad pudo más que conmigo porque decidí ir. 

La puerta estaba cerrada con llave. 

Genial. 

Me di por vencida y decidí irme por el mismo lugar por el que vine porque definitivamente aquí no encontraría nada. Sin embargo, escuché cosas que me dejaron quedarme quieta en el mismo lugar. 

Gemidos. 

Me puse en alerta y volteé para varios lados, ¿de donde venía ese sonido? 

—¡Ah! —escuché de repente. Parece que venía de una de las puertas. Avancé a una puerta que estaba al otro extremo de la otra silenciosamente. —Si, Elder, por favor —gemía. 

Me tensé al escuchar el nombre del tipo ese. 

Me debatí en si asomarme o no asomarme. Me decidí por lo primero porque la verdad necesitaba ver que estaba pasando allí dentro. Tomé el pomo de la puerta y la abrí con cuidado. Solo la medio abrí para poder ver desde una hendidura. 

Por Dios. 

Lo que vi: un cuarto rojo, una jaula en medio y dentro de ella estaban dos cuerpos teniendo relaciones. 

Elder y otra chica. Estaban completamente desnudos. Elder estaba encima de ella mientras ella gemía de placer. Creo que la pupila se me agrandó. ¿Por qué están en una jaula? Elder era muy salvaje con ella. 

Tapé mi boca cuando el chico le dio una cachetada. 

¡Dios! Este lugar es... no tengo palabras para describirlo. 

Y entonces pasó: Elder voltea y me mira. Pero no me muevo y me quedo allí. ¿Por qué no me muevo joder? Será porque Elder tampoco se inmutó de verme, sino que sonrió de lado mientras penetraba a la chica. Sus ojos eran oscuros y ellos transmitían placer, dominio, excitacion, control y oscuridad. Sus ojos hacían que los míos no se despegaran de ellos, ni siquiera un parpadeo. Era como si me imnotizaran. 

Elder parpadeó y yo salí de mi trance. Supe entonces lo que estaba pasando. Supe que tenía que irme de allí. Cerré la puerta y salí corriendo escaleras arriba. 

Tremenda imagen que tenía en mi mente ahora. 

• 

Cuando entro a la cafetería y busco a las chicas, me siento un poco desorientada y shockeada. Es decir, había visto a una mujer desnuda, enseñando sus enormes pechos y su intimidad; y había visto también a Elder completamente desnudo, viendo cómo su miembro salía y entraba del de la chica. Además de que Elder me vio y en vez de decirme algo o taparse se quedó allí, viéndome, retándome. Fue todo tan extraño y tan raro que no se qué pensar. 

—¡Amara! —Flavia eleva la mano desde el otro lado de la cafetería y me hace señas para que vaya. El lugar estaba medio vacío. Me acerco a ellas y me siento—¿que te pasa? Parece que viste a un fantasma —me dice. 

Mell me escanea. 

—Es solo que... me perdí y me preocupé un poco. 

—¿En que parte te perdiste? —me pregunta Flavia. 

—No lo sé, era un lugar muy raro —miro a la mesera— ¿me traes un té de manzanilla por favor? 

—Claro —y se va. 

—¿Te de manzanilla? —inquiere Mell— ¿pues qué viste? —inquiere un poco nerviosa. 

¿Por qué está nerviosa?

Vi a Elder William teniendo sexo. 

—Como les dije, entre un poco en pánico al no encontrar la salida y así. Pero ya estoy más tranquila —medio sonreí para que dejaran de preguntar— ¿el lunes empiezan las clases? —le pregunto para cambiar de tema. 

—Así es. Espero estén listas ya —comenta. 

—Como sea, es como un colegio normal. 

—Bueno, —murmura Mell— como es fin de semana solo esta una pequeña parte de alumnos en el colegio. Son demasiado los que están en realidad aquí. Lo que pasa es que la mayoría está de viaje o en sus casa. Pero por lo general vienen mañana domingo o el lunes. No los han conocido a todo y no todos son amables. 

—Qué idiotez —dice Flavia. 

—¿Por qué habríamos de tener miedo? Mell, lo dijiste como con temor —la miré. 

—Es solo que yo no soy tan popular aquí que digamos. 

—Mell, ¿como no puedes ser tan popular aquí si el supuesto chico más popular te habló y hasta que quería pedir un favor? —le dice Flavia. 

—Por eso —suspira— soy como su juguete. Me piden cosas como que les haga la tarea o los cubra con alguna mentira o que les ayude con algunas cosas etc. 

—O sea que eres como su chacha —Flavia se lo dice así sin más. 

—Flavia —le hago una mueca para que tenga un poco más de tacto. 

—No, está bien. Es la verdad —se encoge de hombros. 

—¿Qué crees que te pediría el idiota de Elder? —quise saber. 

Tenía curiosidad sobre ese chico. No en plan de gustarme ni nada de eso, solo que sentí una vibra extraña con el. Una vibra que jamás en mi vida había sentido con nadie. Siento que ese chico oculta algo. Y algo muy peligroso. 

—Suele pedirme que lo cubra en los almacenes cuando quiere estar con una chica. Ya ves que cualquiera puede entrar y ver algo... extraño —toma de su jugo. 

Ah, con que era eso. Y entonces fue cuando yo lo encontré con esa chica. Quería que Mell lo cubriera para que mirones como yo no lo interrumpieran. Entonces ¿por qué no me echó de inmediato cuando me vio? ¿Por qué se quedó en el mismo lugar, haciendo lo que estaba haciendo, y mirándome? ¿Acaso era un reto, una amenaza? No, ¿acaso piensa que yo no soy una amenaza? 

—Chicas, hoy habrá una fiesta, ¿quieren ir? —nos dice de repente. 

—Aquí está tú te —me dice la chica, poniendo la tasa de té frente a mi. 

—Gracias —le digo— ¿fiesta de que? 

—Es un lugar secreto. No cualquiera puede entrar, solo los chicos con más influencias. Pero yo tengo tres pases gratis y quiero ir con ustedes dos. ¿Que dicen? ¿Una fiesta antes de entrar a clases? Hoy hay luna llena y van a estar todos los alumnos importantes de este colegio. Claro, hay varios que se cuelan pero... les juro que estas fiestas son para morirse. 

Eso fue sarcasmo, ¿verdad?

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