Capítulo 2
Al salir de la oficina me topo con varias personas que me dirigen un gesto de desconcierto y al recordar que todos piensan que mi tía es un monstruo sin corazón tengo que aparentar tristeza, tomó un kit de limpieza de uno de los cuartos de servicio y salgo de ahí.
Tomó el camino largo para no tener que cruzarme con algún invitado. La mansión es más bien un bonito museo del que me gusta apreciar su arquitectura, sus pinturas y sus reliquias, tal vez la mejor palabra que puede describirla es "Castillo" porque tanto su fachada como sus habitantes son como se supone es un castillo.
En irlanda las familias más adineradas gozan de la dicha de decir que poseen un castillo, aunque la mayoría son ruinas, sin embargo, existen unos pocos que siguen en pie y son tal y como se habían edificado, aunque con ciertos arreglos.
Luego de veinte minutos de camino finalmente me detengo frente a las puertas del salón de juegos, está situado en el segundo piso por lo que no hay nadie alrededor, todos están atendiendo a los invitados o disfrutando del evento.
Doy varios golpes a la puerta anunciando mi presencia, sé que nadie responderá, por lo que después de unos segundos ingreso al salón y efectivamente, al entrar no hay nadie, el ruido y la luz que se puede ver, proviene del exterior.
Aquel lugar es increíble, me recuerda mucho a un casino estilo Monte Carlo, aunque claro, esta nunca he estado en uno, sin embargo, he visto una película que se asemejaba al estilo del lugar. Alfombra roja, dos mesas de billar y otra al estilo de las apuestas o algo así, pero lo mejor de todo es que tiene una increíble vista hacia el lago donde se refleja la luna.
Después de tocar alguno que otro objeto que me maravilla por lo ostentoso de su apariencia, decido que es tiempo de ponerme a trabajar.
Tal y como la tía Moira dijo, encuentro varios vasos, copas llenas y semi vacías o simplemente sucias, además de algunos puros a medio usar y muchas colillas de cigarrillos en ceniceros de diferentes formas y colores.
El lugar no está muy sucio, pero las cosas yacen regadas por todo el lugar, así que me demoró un poco hasta que finalmente todo queda limpio, al menos la limpieza se me da bien. Antes de salir desato las cortinas para oscurecer el sitio y apreciar aún más la vista, quiero ver una vez más la hermosa, el reflejo de la luna sobre el agua, pero repentinamente escuchó ruido que proviene de la entrada, asustada y sin saber exactamente que hacer doy un paso hacia atrás, hasta chocar con el cortinaje, me envuelvo en uno de ellos y espero un segundo mirando la puerta antes de ocultarme.
Una pareja entra sin apartar sus labios el uno del otro, puede sentirse la pasión que sienten el uno por el otro. El tipo al que no puedo ver muy bien desde mi sitio conduce a su pareja hacia una de las mesas de billar, una vez que logra apartarse de sus labios, la gira y la empuja sutilmente hacia la mesa para que su cuerpo o mejor dicho sus glúteos queden expuestos.
El cuerpo de la chica se nota delgado y sensual, por lo que al dejarse caer sobre la mesa toma una postura digna de una bailarina de pole dance.
El hombre se agacha para poder meter mano dentro del vestido y en un hábil movimiento retira de sus glúteos una delgada tela que deduzco es su ropa interior. El sujeto desliza su delgada tanga por sus largas piernas y al retirarlas por completo guarda el pedazo de tela en el interior de su chaqueta del traje azul marino que lleva puesto
Segundos más tarde se acerca a la chica y comienza a besar su piel desnuda, supongo que después de eso él encuentra lo que buscaba porque aquella mujer suelta un sonoro gemido, a mi parecer muy al estilo de las películas porno, pero el acto continúa por varios segundos hasta que súbitamente se detiene.
La escena me provoca cierto asco y repulsión, siento que mi estómago se ha revuelto, pero mi curiosidad no me permite apartar la vista de la candente escena, además de que posiblemente ver aquello me ha excitado en cierto punto, no puede ser más humillante.
—Debo regresar preciosa—se excusa el hombre, su voz es suave, pero al mismo tiempo varonil, de hecho me resulta muy familiar, algo me dice que ya la he escuchado con anterioridad.
—No por favor—le suplica la chica girándose hacia el hombre para después sujetarlo por el cuello de su camisa—solo un poco más.
—Lo siento, hoy no preciosa—la besa apasionadamente para después separarse unos centímetros de ella—regresa a la fiesta.
—Está bien, pero no te salvarás esta noche—le amenaza en tono sexi. Las manos del hombre se apartan de su cintura y la joven se dirige hacia la puerta para después mandarle un beso antes de salir.
Oculta tras la cortina puedo ver como se arregla la camisa y el traje que la chica ha desacomodado en cuestión de segundos, pero al hacerlo no se va de inmediato, de hecho se quita la corbata que está envuelta en su cuello para rehacer el nudo, supongo que después de eso se irá, pero no es así.
—Oye tú—exclama al aire, mi cuerpo se paraliza al pensar que me está hablando a mí.