Capítulo 9 — Descifrando las Pistas
Domingo, 21 de Febrero. Mansión Magnus, 10:00am.
Después de haber llegado a la mansión la noche anterior, Yaakov enfrentó lo terriblemente mal que había resultado toda la operación. Sí, lograron obtener la mercancía en perfectas condiciones, pero hubieron bajas, precisamente lo que Alekséi no quería que sucediera.
De los cuarenta y tres esbirros que fueron a la misión esa noche, tan sólo regresaron quince, incluyendo a los miembros de La Pandilla. Y como si ya no fuera lo suficientemente malo tenían heridas, superficiales, fácilmente tratables, pero lesiones al fin y al cabo. Con la excepción de Nikon, quien había recibido un disparo en su costado derecho.
Afortunadamente, ninguno de sus órganos vitales se vio afectado, aunque la pérdida de sangre hizo que su estado decayera por haber tardado tanto en recibir atención médica. Yaakov estaba caminando en círculos fuera de la habitación en donde Nikon era atendido, tenía los nervios a flor de piel ya que la actualización sobre su condición todavía no le había sido proporcionada.
Estaba en el borde de un colapso cuando justo sale Lev retirándose los guantes ensangrentados y con un semblante severo. Se podía notar la tensión en su cuerpo a kilómetros de distancia.
—¿Cómo está? — preguntó acercándose a su Omega. Lev suspira profundamente, sus hombros caídos.
—Estable, ha perdido mucha sangre. Mantenerlo con vida fue todo un reto pero lo logré. Aunque duras penas, debo admitir — echa un pequeño vistazo a la puerta detrás de él, baja la voz cuando se dirige nuevamente a Yaakov —. Adrik no se ha despegado de él en todo el proceso, por mucho que le insistí. El pobre está muy preocupado. Vamos a darles un poco de privacidad por ahora, estaré pendiente por si surge algo.
—Muchas gracias, príncipe — lo abraza, procurando sostenerlo lo más estrecho que puede —. No tienes idea de lo preocupado que estaba, todo esto es culpa mía.
—¿De qué hablas? — Lev pregunta separándose un poco, tomando el rostro de su pareja entre las manos para que lo mire a los ojos —. Nada es tu culpa, Yaak. Tomaste las medidas necesarias para llevar a cabo la misión, no podías saber que el espía iba a hacer de las suyas nuevamente. Nadie estaba preparado para eso, especialmente teniendo a alguien como Reiji sobre el control de nuestra seguridad y tú lo sabes — termina acariciando con sus pulgares los pómulos del Alfa, rodeando sus hoyuelos.
—No evita el hecho de que Magnus me matará apenas llegue. Muchos hombres han muerto.
—Y se hubieran perdido muchos más si tú no hubieses reaccionado de la manera en que lo hiciste — tensando el agarre en su rostro —. Magnus tendrá que entenderlo, nadie esperaba que sucediera eso, incluyéndolo a él.
—Quizá tienes razón, pero eso no frenará su furia, ya sabes como es — besa suavemente los labios de Lev —. Iré a ver a Reiji. Obtuve una pista esta mañana sobre uno de nuestros supuestos aliados, quiero confirmar con él todo lo ocurrido para pasarle el reporte a Magnus tan pronto llegue.
Lev asiente ante las palabras, vuelve a besar los labios del contrario, y al separarse, ingresa nuevamente a la habitación en donde se encontraba Nikon.
Sala de Control, 10:45am.
—De acuerdo, Reiji. Explícame como si tuviera cinco años qué carajos sucedió ayer — Yaakov exige con tono cortante mientras se sienta en una silla al lado de programador.
Pudo notar el nerviosismo que emanaba en olas el Omega, tanto él como Yaakov no se imaginaban toparse con este tipo de circunstancia, sobretodo teniendo en cuenta la reputación que se han ganado a través de los años. Pero ahora ya no había nada que pudieran hacer, sólo asegurarse de que algo así no volviera a repetirse nunca.
El Alfa siempre pensó que no existía nadie más hábil con la tecnología que Reiji, pero obviamente estaba muy equivocado.
—Bueno, jefe. Como le informé a través de la llamada, yo estaba en el medio de la rutina de comprobar las grabaciones mientras se estaba realizando la transacción en el puerto — comienza a maniobrar ágilmente sus dedos sobre el teclado —. De repente, las cámaras comenzaron a tener interferencia, logrando cegar completamente mi visión. Pensé que se debía a la zona tan remota en donde se reunieron y que sería momentáneo, pero casi al instante de ocurrir, empezaron a atacar nuevamente nuestra base de datos.
Le muestra las grabaciones al Alfa y efectivamente todas las videocámaras que fueron instaladas esa noche alrededor del muelle quedaron en estática, impidiendo obtener el panorama de lo que se estaba desenvolviendo. Yaakov pudo sentir como apretaba tanto los puños que sus nudillos se drenaron de color, con una inhalación temblorosa por la furia, volvió a dirigir su atención a Reiji.
—¿Qué sucedió después de que la comunicación se cortara?
—El Espía accedió nuevamente a los registros de la organización, pude ver como indagaba entre las carpetas de datos mientras yo trataba de bloquear su señal — le dice girando sobre su silla para mirarlo fijamente —. Y luego simplemente se detuvo — el Alfa lo mira extrañado por unos segundos antes de responder.
—¿A qué te refieres con que se detuvo? — indaga con el ceño fruncido, inclinándose sobre su asiento.
—Exactamente eso, jefe. Simplemente se detuvo. Salió del sistema permitiéndome volver a obtener el dominio, para entonces ustedes ya estaban conduciendo de vuelta a La Mansión.
—¿Pero qué carajos? — murmura para si mismo, tratando de procesar todo el asunto —. ¿Pero por qué? ¿Pudiste determinar algo que lo llevó a abandonar tan repentinamente el hackeo?
—Pudo haber sido porque ya ustedes habían escapado y no tenía sentido seguir bloqueando la señal — comentó, buscando otra información en el ordenador —. Pero se detuvo justamente después de que tuvo ingreso a la carpeta personal del señor Magnus — revela, apuntando con su dedo en un registro de actividad, dejando atónito al Alfa.
—¿Pero qué...? — Yaakov se interrumpe antes de continuar —. Espera un momento, Reiji. ¿Realmente me estás diciendo que pudo traspasar todas las defensas y echó una ojeada en los datos de Magnus? — pregunta sin pretender ocultar el asombro que por dentro lo carcomía.
Reiji desvía la mirada, obviamente apenado ante la situación, por no haber sido capaz de detenerlo.
—Sí, jefe — reconoce finalmente en un susurro —. De verdad no tengo idea de cómo lo hizo, pero lo que me parece más extraño aún, es que no realizó absolutamente nada con ello. Tan pronto como entró en esa carpeta, salió. No tecleó ningún comando, no revisó ninguna de las subcarpetas, no copió ninguna información... Nada, no hizo absolutamente nada — asegura, retorciendo inquieto con sus dedos —. Tal vez sólo estaba intentando probar sus capacidades, dejándome en vergüenza... — termina de decir en voz tan baja que el Alfa casi que no lo capta. Yaakov coloca su mano izquierda sobre el hombro derecho del Omega como muestra de apoyo.
—No contábamos con que algo así iba a ocurrir. Por ahora concentrémonos en solucionar este asunto — apunta a la pantalla antes de proseguir —. Busca toda la información que tengas sobre Abelard Kirchner.
Reiji lo observa un poco extrañado y curioso, pero procede a hacer lo que le fue ordenado. Luego de unos segundos encuentra una serie de documentos referentes al hombre y se la muestra a Yaakov en uno de los monitores.
—Aquí está, jefe — se hace a un lado para que Yaakov pueda ver mejor —. La organización ha tenido varios encuentros con el señor Kirchner desde hace cuatro años, mayormente en Alemania, que es su país natal. Aunque los rumores dicen que está estableciendo una base aquí en Rusia, sin embargo su ubicación exacta es desconocida. Se han canjeado armas, vehículos de transporte y equipos tecnológicos — pausa para recuperar el aliento antes de seguir —. No estamos en términos muy amistosos con él, luego de que el señor Magnus se negara a colaborar en una misión de tráfico de humanos, el señor Kirchner se ha negado a establecer nuevo contacto desde entonces — observar al Alfa —. Alegando que no estaba dispuesto a seguir trabajando junto a alguien que se creyera superior a los demás.
Yaakov contempla detenidamente la imagen reflejada en el monitor, Abelard Kirchner era un viejo mafioso duro de roer. Su personalidad tosca y poco flexible era reconocida por muchos y se decía en las calles que envidiaba enormemente a Alekséi. Lo cual era comprensible, el Alfa había logrado mucho más en sus treinta y ocho años, que el anciano a sus setenta y seis.
—Mis informantes me han avisado que horas antes de la embarcación salió del país — y eso fue como un golpe directo en sus costillas. No tenía nada seguro, pero sus agallas le advertían que él tenía algo que ver en todo el asunto —. Me parece un gesto apresurado de su parte, prácticamente dejó en el esqueleto su base aquí en Sochi1. Sus seguidores se desvanecieron en el aire también. No se ha vuelto a ver a nadie de su clan.
Se levanta de su silla, saca un cigarro de su chaqueta y lo enciende, todo bajo la mirada atenta de Reiji, paciente, porque sabe bien que Yaakov aún tiene cosas planificadas para él.
—Quiero que averigües a dónde y porqué carajos se fue, Reiji. Y necesito que destapes su depósito de mierda, con los más sucios secretos que el cabrón pueda tener, lo más pronto posible — demanda con severidad.
—Sí, jefe. Enseguida — se gira tan rápido en su silla que por poco cae al piso al perder al equilibrio.
Yaakov parte de la sala de control con un sentimiento de propósito envolviéndolo de pies a cabeza, no tiene nada certero, pero al menos sí una dirección fija con la cual pueden trabajar y que tarde o temprano los llevará precisamente a capturar al jodido culpable de este calvario.
Se dispone a ir a chequear nuevamente a Nikon cuando siente su teléfono vibrar en el bolsillo de su pantalón. Todo su cuerpo se congela, no había tenido noticias de Alekséi, pero no dudaba que a estas horas el Alfa ya estuviera al tanto de absolutamente todo. Con una respiración profunda e inestable chequea el remitente, pero para su sorpresa, no era quien temía.
—Jefe, hemos encontrado a uno de los esbirros de Kirchner — le indica Maxim al otro lado de la línea, uno de los hombres que mandó a patrullar las calles.
—Perfecto, ¿en dónde te encuentras? — le pregunta, acelerando el paso.
—Estamos llegando ahora mismo a La Mansión. ¿Qué hacemos con él, jefe?
—Llévenlo al sótano — cuelga y se dirige rápidamente al nivel subterráneo, en donde se encontraban las instalaciones destinadas a los interrogatorios y torturas.
Sonríe con malicia cuando finalmente entra en una de las salas para descubrir a Maxim, junto con dos hombres, sosteniendo por los brazos a un cuarto sujeto, con la cabeza cubierta por una tela negra para tapar su visibilidad. Lo colocan en una silla, le atan las manos en su espalda y las piernas a las patas del asiento. Maxim examina a Yaakov, a lo que éste lo reconoce con un gesto afirmativo con su cabeza y remueve la cubierta para que el hijo de puta pueda echar el primer vistazo a lo que será su hogar hasta que decida qué hacer con él después de obtener lo que requiere.
Sus párpados revolotean, está temblando y un hilo delgado de sangre está escurriendo por su nariz. Estaba en una habitación sin ningún tipo de mobiliario, con una lámpara sobre su cabeza como la única fuente de luz y el olor… Ese asqueroso y repugnante hedor a muerte. Al percatarse del Alfa de pie frente a él, por el terror sus ojos se abren tanto que pensaba que se le iban a salir de las cuencas. Yaakov sonríe de lado.
—Parece que sabes quien soy — no es una pregunta, más bien una afirmación, pero el tipo asiente de todos modos. Complacido, coloca las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
No pasa por alto que sigue tratando desesperadamente de liberarse de las ataduras en sus muñecas y en sus tobillos, aunque es un esfuerzo inútil. No tenía escapatoria, estaba a la merced de los hombres del temido Alekséi Magnus, su vida había terminado.
Debió de haber huido como todos los demás cuando tuvo la oportunidad.
—Ahora, tú y yo vamos a hablar...
1Ciudad de Rusia