Capítulo 7 — Plan en Marcha
Viernes 19 de Febrero. Sala de reuniones, 15:00 horas.
La Pandilla estaba ya reunida, esperando a que Alekséi apareciera.
Yaakov ya había terminado de alistar cada mínimo detalle sobre la operación de mañana, sólo bastaba obtener el visto bueno del cabecilla para poder proceder. Tenía la esperanza de haberlo persuadido lo suficiente como para que su primo no se retractara del negocio, pero todavía existía la posibilidad de que al final se decidiera por renunciar.
Oraba para que ese no fuera el caso.
Después de algunos minutos sin aviso, Alekséi hace por fin su aparición. Sin dirigir saludos o presentaciones sin sentido, se sienta en el extremo del amplio escritorio, justo al frente del enorme ventanal. Los observa a todos con pausa y sin flaquear, para luego dar rienda suelta a su discurso.
—He llegado a una decisión — anuncia, su tono tranquilo y firme —. Realizaremos el negocio de la embarcación.
Sus palabras resultaron en una corriente de alivio general, especialmente para Yaakov. Estaba completamente seguro de que no fallaría, ansiaba más que todo poder probarle a Alekséi que merecía toda la confianza invertida en él.
—Eso es genial, Magnus — le es sincero, con una sonrisa como prueba irrefutable de su satisfacción —. Te aseguro que estamos más que listos, ya los hombres están prestos y se les explicó cómo manejar sin riesgo los explosivos que nos entregó Fred ayer, bastante funcionales a decir ver...
—No he terminado, Yaak — lo interrumpe de repente —. Sí, he decidido proceder, pero la ejecución debe ser modificada — declara concluyente —. No nos podemos arriesgar a que la información obtenida por el espía sea utilizada en nuestra contra, así que duplicaremos la seguridad, sólo para estar seguros.
El silencio cae como un martillo en la sala, todos parecen sorprendidos ante el nuevo comando de su líder, que ante las miradas acusadoras y de asombro, parece imperturbable.
—Estás jodiendo, ¿No es así? — Adrik es el primero en entrometerse, en tono de reproche.
—¿Te estoy dando esa impresión, Adrik? — Alekséi responde cortante.
—¡Por Dios, Alek! — exclama exasperado el Omega desde su asiento, alzando las manos hacia su cabello en señal de desespero —. No puedes esperar que cambiemos todo el plan a un día de realizarlo. Yaakov ha mandado a hacer guardia a muchos de nuestros hombres — señala al Alfa sentado al frente de él —. Por muy preparados que estén, costará trabajo capacitarlos tan rápido a todos.
—No me interesa cómo lo hagan, no estoy aquí para escuchar sus reproches ni sus quejas — elevando su voz, para dar a entender que habla en serio —. Es una jodida orden las que les estoy dando, deberían de ser capaces todos ustedes de manejar este tipo de imprevistos. No me voy a arriesgar a que nos jodan o a quedar como un estúpido inexperto en frente de nadie. O hacen lo que les estoy diciendo, o esta mierda se cancela en este mismo instante.
Observa a todos y cada uno de los presentes en la habitación y el silencio vuelve a reinar sobre ellos.
—¿Y bien? — apremia al cabo de unos minutos de no recibir respuesta —. ¡Hablen, maldita sea! — utilizando su voz de mando, ocasionando un dolor agudo en los Omegas por la obligación a someterse y una sensación de incomodidad en los Alfas por verse forzados a doblegarse.
—Podemos hacerlo, Magnus — Yaakov promete en voz baja pero firme —. Llamaré a varios de los subordinados que envié a hacer vigilancia y los prepararemos. En el arsenal hay todavía suficiente armamento para poder equiparlos a todos, pero si necesitaremos entonces más explosivos, Fred — solicita con cautela al Omega, que como siempre se mantenía callado y sentado al otro extremo de la sala, con la intención de mantener una distancia prudente.
—Fabricaré tantos como pueda para mañana antes de que se vayan. Puedes enseñarle los que están listos a los hombres que llamarás para que aprendan a utilizarlos — sugiere con paciencia, a lo que Yaakov asiente con la cabeza en agradecimiento.
—Voy a revisar el equipo del depósito, algunos llevan mucho tiempo allí sin ser usados. No quiero que ningún arma se trabe si hay que llegar a utilizarla — Nikon participa, aunque es evidente que no está muy contento con ello.
—Puedo ayudarte en eso para que termines más rápido — Lev se ofrece —. De todas maneras no tengo nada que hacer, además de curarle una cortada en el dedo a la cocinera — protesta con disgusto, dirigiendo una mirada de reojo a Yaakov —. Me pregunto gracias a quién.
—Joder, yo quería dormir — susurra malhumorado Adrik. Luego se dirige hacia Alekséi con el ceño fruncido —. Tengo seis nuevos reclutas adicionales que nos pueden servir, ya serían nueve los que están a mi disposición. Pero no dispondré de los otros, todavía están en blanco. Sólo nos retrasarán.
Alekséi se ha mantenido en silencio escuchando las contribuciones de todos, secretamente complacido, pero a la vez analizando la situación y formulando en su mente todas las estrategias viables posibles.
—El equipo a manos de Nikon y Lev, incluyan chalecos. Imagino que tenemos suficientes — Nikon asiente hacia él para confirmarlo —. Perfecto. Entonces Fredek fabricará más explosivos. ¿Cuántos crees tener para mañana?
—Pidiéndole asistencia a Grigor, puedo tener el doble para mañana a las trece horas — le informa a su hermano y Alekséi asiente.
—Adrik vigilará desde arriba con los nueve discípulos bajo su mando — dirige su interés a Yaakov —. ¿Cuántos hombres llevarás tú?
—Tenía quince ya listos, pero llamaré a otros quince que se encuentran haciendo custodia justo ahora, serían entonces treinta — afirma, sacando el teléfono de su chaqueta para empezar a convocar de vuelta a los nombrados.
—Deberán llegar dos horas antes al muelle, eso quiere decir a las veintiún horas — Alekséi se recuesta en su silla y sube su pierna derecha, apoyando el tobillo en la rodilla contraria —. Será el tiempo suficiente para que evalúen el lugar y se posicionen adecuadamente. Sin errores, sin puntos ciegos, sin titubeos, sin heridos y con la mercancía intacta. Llegan, recogen y se van. Así de simple — se levanta de su silla y se abotona el traje —. Me iré a México por tres días, espero que al volver reciba buenas noticias — les informa a todos.
—Así será, Magnus. Nadie dormirá hasta que todo esté saldado, eso te incluye a ti, Adrik — le acusa, a lo que el Omega le saca el dedo del medio —. Todo saldrá bien, compañero. Regresaremos con tu mercancía y todos intactos.
—Eso espero — sin más, se dirigió a la puerta y se marchó de la sala sin mirar atrás.
Al salir de la mansión, se encontró con Luca, su chófer. Este se dirigió rápidamente a abrirle la puerta trasera del auto y se dispuso a llevarlo al aeropuerto en donde lo estaba esperando su Jet privado.
Ya no podían retroceder ni retractarse, sólo podía rezar para que todo saliera bien.