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Capítulo 3 — Obstáculos

Miércoles, 17 de Febrero. Mansión Magnus, 11:25am.

—¿Ya están todos los preparativos listos?

Cuestiona Alekséi mientras se encuentra recostado en la silla de su oficina, con un cigarro entre los dedos y el semblante frío que acostumbra tener.

—Adrik ya tiene listos a los tres hombres con los cuales estará vigilando nuestra posición el sábado — Yaakov expresa con el ceño levemente fruncido, sentado frente a él en su escritorio —. Después de que hablaste con los hombres que Nikon reunió, han sido debidamente entrenados y preparados, no deberían haber inconvenientes con sus armas, sabes cuan meticuloso es el imbécil para esa mierda — resopla con una sonrisa de medio lado —. Fredek como se discutió en la reunión, debe darme los explosivos mañana. Hasta ahí, todo va bien.

Se miran fijamente durante unos momentos mientras Alekséi parece procesar la información, da una calada más a su cigarro antes de continuar.

—Hmm, ¿y el transporte para movilizar la mercancía? ¿Ya lo conseguiste?

—Sí, ya hice todos los preparativos — afirma su primo mientras se acomoda más en la silla —. Lo he mandado al taller para que le realicen una pequeña revisión, sólo para estar seguros de que no nos causará un problema innecesario.

El Alfa observa detenidamente a Yaakov, el cual parece inusualmente nervioso, lo que le provoca que ese mal presentimiento que ha estado carcomiendo sus entrañas crezca aún más. Desde el día de la reunión su mente ha estado divagando sobre la operación, hasta se ha desvelado pensando en las múltiples formas que sus enemigos pueden emplear para joderle.

Se dice a sí mismo que es paranoia, tratando de tranquilizarse, pero aún así no puede evitar sentirse ansioso de una manera inexplicable. Como si cada centímetro de su ser le advirtiese de que algo malo va a ocurrir. Y la actitud de Yaakov no hace más que empeorarlo.

—¿Qué ocurre?

Detalla detenidamente la expresión de Yaakov al realizar la pregunta, confirmando sus sospechas de que algo no va bien cuando al mencionado se le oscurece la mirada y todo su cuerpo parece entrar en tensión.

—Bueno, parece ser que Reiji detectó un infiltrado en nuestra base de datos ayer.

Reiji es el programador delegado de llevar el control sobre la información digital de sus operaciones, a nivel nacional e internacional, asegurándose de que en todos los cuarteles de la organización las cosas se estuviese manejando en un nivel óptimo de eficiencia.

Está también a cargo de las cámaras de seguridad: revisando diariamente sus grabaciones, de su adecuado funcionamiento y la colocación estratégica sin ningún punto ciego. Era un Omega de Águila bastante eficaz, venía trabajando para Alekséi desde hace 2 años.

—¿De qué carajos estás hablando? — ya empezando a irritarse por la situación, aún sin saber todos los detalles —. Pensé que el sistema de seguridad que él manejaba era impenetrable, o eso fue lo que me dio a entender cuando me lo explicó.

Yaakov no puede evitar ponerse más nervioso de lo que ya estaba al sentir el tono autoritario de Alekséi. Es su primo y sabe que jamás le haría daño a menos que la causa fuese sumamente justificada, como por ejemplo que él lo traicionara, cosa que jamás sucedería ya que él le juró su lealtad después de haberle salvado la vida en el pasado trágico que los persigue a ambos.

Pero Magnus es un Alfa sumamente temerario y dominante, puede hacer flaquear hasta al más valiente y él no podía evitar sentirse un poco intimidado, a pesar de ser un Alfa él mismo.

—Bueno... — dice antes de aclararse la garganta para continuar —. Hoy fui a verlo para estar seguro de que todos los preparativos para el sábado estuvieran siendo formulados adecuadamente. Cuando llegué parecía algo intranquilo, por lo que decidí preguntarle qué era lo que le sucedía.

Hace una pequeña pausa antes de continuar.

»Parece ser que detectó a un infiltrado en nuestro sistema, husmeando entre los archivos de la organización durante la madrugada — siente la mirada penetrante del Alfa mientras habla —. Al parecer no manipuló ningún documento o información, no sucedió nada en nuestras otras bases que pudiera dar indicio de haber realizado algún comando en nuestro nombre para confundir a los hombres y toda la mercancía y propiedades siguen intactas. Así que prácticamente el "intruso"... — realizando las comillas con los dedos —. Sólo se dispuso a husmear, nada más.

El sentimiento de inquietud en Alekséi no hizo más que empeorar, no pensaba que existiese alguien más habilidoso con la tecnología que Reiji. Había conocido al Omega en uno de sus viajes a Tokio cuando estaba en el medio de un intercambio de artículos con uno de los Yakuza con los que frecuentaba.

Al chico lo tenían prácticamente de esclavo, durmiendo en un pequeño cuarto dentro de un almacén, rodeado de computadoras y cámaras de seguridad para mantenerlo vigilado, con nada más que un pequeño colchón desgastado en una esquina. Lo sacaban de ahí únicamente para que pudiese hacer sus necesidades en el baño del sitio, incluso a veces sin darle oportunidad de bañarse.

Alekséi al ver esto, no pudo evitar sentirse indignado. Él no era un buen hombre, nunca pretendió negarlo, había cometido actos crueles y despiadados en contra de enemigos que le habían dado su siniestra reputación, pero él nunca trataría a sus empleados así, más aún si están a cargo de información tan delicada como la de sus operaciones.

Por eso cuando se dio cuenta de que el Yakuza con el que estaba haciendo el trato quiso pasarse de listo y camuflar productos piratas, no dudo en tomar represalias y matarlo a él y a todos sus súbditos. No sin antes tomar bajo su protección al Omega, que desde entonces ha realizado una excelente labor al estar velando por la seguridad de la organización.

—¿Él está completamente seguro de eso? — preguntó apagando la colilla del cigarro que tenía entre sus dedos, inclinándose en su asiento, apoyando los codos sobre el escritorio, taladrando a Yaakov con la mirada —. No estoy para mierdas, Yaakov. No quiero que después nos llevemos una sorpresa por no estar preparados, no somos unos jodidos principiantes ni estamos en la maldita preparatoria. Quiero que las cosas se realicen de la manera más pulcra posible, sin ningún jodido margen de error, ya que si eso ocurre... — señalándole con su mano derecha y hablando entre dientes —. Tú y sólo tú serás el responsable. Para eso te di el mando de esta operación, ya sabes que no manejo bien la decepción.

El Alfa sintió todos los vellos de su nuca levantarse por el escalofrío que recorrió su espina dorsal. Él lo sabía. Oh sí, claro que lo sabía. Alekséi nunca fue un hombre de rodeos ni se andaba con mierdas. Todo con él era conciso y directo, y nunca, jamás, daba segundas oportunidades.

A nadie.

Eso lo descubrió al estar tantos años trabajando para él y aunque tenía la fe de que podría perdonarle por tener lazos de sangre en común, no quería poner en la cuerda floja su vida para probarlo.

—Por supuesto que está seguro, Magnus — logra articular cuando al fin pudo encontrar nuevamente su voz —. No estaría aquí sentado hablando contigo de no ser así, sino con Reiji solucionando el problema.

A pesar de sentirse desafiado, logra mantenerle con éxito la mirada a Alekséi. Con una cantidad colosal de esfuerzo, sin embargo.

—Perfecto, eso espero — espera unos segundos antes de continuar —. No puedo evitar sentir una molestia con respecto a todo este asunto y ya me está jodiendo la mente toda esta mierda.

—¿A qué te refieres? — Yaakov pregunta un poco más tranquilo.

—No lo sé, tengo algo así como un mal presentimiento y todo eso que dijo Nikon lo que ha hecho es empeorarlo. No he podido evitar cuestionarme cientos de veces si debemos confiar en el perro de Franchesco — suspira con pesar y observa el techo con una expresión pensante —. Ambos sabemos que ese maldito no es exactamente el ser más leal del planeta.

Yaakov se sorprende un poco ante las palabras del imponente Alfa. De todos los años conociéndolo, jamás esperaría que la superstición formará parte de su persona.

—Vamos, Magnus — dice con los ojos bien abiertos ante la incredulidad que sentía —. ¿En serio le estás haciendo caso a las mierdas que dice Nikon? Joder, no puedo evitar encontrar un poco cómica esta situación.

Alekséi baja la mirada para conectarla con la de su primo, encontrándose con una expresión burlona en su cara.

—Explícate y deja los jodidos juegos, Yaakov, que no estoy de humor para aguantarte justo ahora — frunciendo el ceño y chasqueando la lengua con impaciencia.

—Lo que quiero decir es que dejes de atormentarte a ti mismo y evita ser paranoico — haciendo gestos con sus manos hacia la gran oficina de Alekséi —. Mira todo esto, Magnus. Lo has forjado manteniendo la mente fría y pensando con claridad, sin cabida para inseguridades ni supersticiones. Eres un excelente líder y el Alfa más poderoso que he conocido y mira que para mí admitirlo no es fácil siendo un Alfa también, ¿eh? — alzando una de sus cejas, curvando una de las comisuras de su boca en una media sonrisa.

Alekséi no puede evitar soltar un bufido ante las palabras de su primo.

—¿Y tu punto es...? — haciendo ademán con una mano para que Yaakov continúe.

—Que te dejes de mierda y tomes la actitud del insolente, frío y calculador pedazo de mierda que has sido siempre y comandes a tu ejército. Los hombres no pueden percibir tu inseguridad o se sentirán intranquilos y desconfiados — le advierte con un tono serio, dándole énfasis a sus palabras —. Eres nuestro líder, así que colócate bien las pelotas y actúa como tal.

El Alfa trata duramente de evitar sentirse ofendido ante las palabras de su segundo al mando porque sabe que tiene razón. Sus inseguridades le han estado jugando una mala pasada, haciendo que perdiera de vista sus obligaciones. Dejaría todo eso de lado, enterrado en lo profundo de su ser, ya había dudado bastante.

No era hora de detenerse por cursilerías, era tiempo de actuar.

—Muy bien — tomando un tono burlón, sonriendo con una aparente calma. Mira al Alfa frente a él —. He estado divagando, lo admito. Pero ahora, como tu jefe, te recuerdo que si vuelves a hablarme así te cortaré las pelotas y te las daré de comer para la cena.

No puede evitar soltar una sonora carcajada al ver la expresión de asombro en el rostro de Yaakov .

—Joder, Magnus. Estás bromeando, ¿No es así?

—Hmm, no lo sé. Tal vez — suspirando profundamente se inclina sobre su escritorio fingiendo teclear algo en su computadora —. Ahora lárgate de mi oficina, imagino que todavía tendrás trabajo por hacer — recalca, fingiendo ignorarlo.

Yaakov se levanta de su silla y se dispone a ir a la puerta. Al abrirla, aún con la mano en la perilla, se voltea a ver al jefe de mafia.

—Era bromeando... ¿No es así? — pregunta con un poco de temblor en su voz.

Alekséi lo único que hace es dedicarle una sonrisa burlona por unos segundos antes de dirigir su atención nuevamente al ordenador.

Yaakov abandona la oficina sintiéndose un poco asustado por la amenaza de su primo, así que se dispone a buscar consuelo con un extravagante Omega Pavo Real que lo vuelve loco

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