Lesbianas Sin Caretas 01
Mi chica tenía una muy buena y hermosa, amiga, Celia, y su amistad era a prueba de todo, aunque yo con ella no congeniaba muy bien.
A pesar de tener todo lo que físicamente me gusta de una mujer, femenina, delicada, con sentido del humor, simpática, linda e inteligente, había un aspecto en ella que la alejaba completamente de mí. Lo que más adoro en una mujer: el amor propio.
Así que cada vez que ella venía yo no quedaba con ellas, o bien trabajaba o bien no podía estar y como su compañía no me era del todo grata tampoco hacía esfuerzo alguno por coincidir.
Pasaron los años, ellas dos se hicieron amigas cercanas y mi relación amorosa, con el paso del tiempo, y el pasotismo de mi ex, se fue deteriorando notablemente.
Evidentemente, yo no contaba a Celia, los pormenores de mi relación, pues no tenía el menor interés. Pero ella estaba enterada por mi ex. Sus visitas eran semanales, de viernes a domingo se quedaba en casa y en cierto momento empezamos a coincidir y a "tener" que hablar, a "tener" que salir de fiesta, a "tener" que ver películas juntas...
Yo estaba preocupada porque veía que no había manera de salvar esa relación en la que había volcado toda mi energía en los últimos dos años.
Poco a poco, Celia, fue acercándose a mí para conocerme, para conocer mi parte de la historia y encontré en ella una gran confidente, una persona, que, al contrario de mi ex, me escuchaba, me comprendía e intentaba ayudarme a buscar soluciones. Ya cansada de la situación en casa, decidí volver a vivir, decidí que tenía ganas de hacer cosas, que quería dejar el sedentarismo atrás y activarme.
Celia, seguía viniendo cada fin de semana y sin darme cuenta pasaba la semana esperando verla, no porque me sintiera atraída por ella, sino porque mi mente descansaba y mi corazón reposaba cuando estaba cerca.
No había nada racional en aquella sensación, pero era sanador.
Mi ex decidió, por mí, con eso de que siempre estaba cansada y que su amiga me sacara de casa como quien te saca el perrito cuando estás de vacaciones y así fue durante meses.
Celia y yo salíamos juntas, íbamos de fiesta, íbamos a caminar a la playa, íbamos a jugar baloncesto, íbamos al cine. Y mientras, mi ex estaba en casa descansando, o eso decía.
Un fin de semana fuimos a la playa, Celia, vivía sola en un lindo pueblo en una casa acogedora y silenciosa. Fuimos a la costa, comimos un helado, me enamoré del puerto y de las vistas del cerro. Esa noche me enseñó su laboratorio de fotografía y me enseñó a revelar.
Un espacio reducido, solas ella y yo... Y fui consciente del calor que desprendía su piel, del olor de su pelo, del tono de su voz, vi por primera vez el color verde/amarillo/marrón de sus ojos, sus lunares, el tamaño de sus manos y el ritmo de su respiración.
Ella estaba nerviosa y yo también, sólo que hicimos caso omiso y ella continuó con su explicación y yo con mi atención, hasta que hubo que volver a la ciudad.
Esa misma noche le escribí por primera vez, nada comprometedor, nada delatador. Un agradecimiento y un, buenas noches. Al abrir los ojos por la mañana lo primero que hice fue pensar en ella, sentir que algo me hacía falta y le escribí otro mensaje, de buenos días.
Pasó la semana, eterna como de 20 días en vez de 5 y llegó el viernes. No sabía qué ponerme, estaba nerviosa y emocionada, sólo quería verla y reírme con ella.
Siempre me ha hecho reír tanto... Ese fin de semana veíamos una peli ella y yo en el sofá, mi ex estaba cansada y se fue a la cama, sentía su brazo rozar el mío, estábamos cada vez más cerca hasta que su pierna y la mía, su brazo y el mío estaban completamente pegados.
Me giré a mirarla y ella, con los ojos como platos mirando la pantalla, no se movía. me acerqué a su oído y le dije "Me encantaría besarte".
Ella se quedó un segundo más mirando la pantalla y se giró a mirarme. La besé, me besó... Fue un beso como nunca antes había sentido, recuerdo como si fuera ahora mismo sus labios calientes y suaves, dulces y tímidos al principio.
Sentía que el corazón se me iba a salir, no tenía sensación de otras partes de mi cuerpo. el corazón, los labios, nuestras manos. Un beso increíble, uno que jamás seré capaz de describir, aunque me convierta en poeta.
Tuvimos una relación en paralelo de unos 4 meses, la emoción de lo prohibido, el sentimiento de culpa de lo mal hecho, la dulzura de sus besos, la pasión del sexo... Lo increíble de perderse y encontrarse en otro cuerpo.
Parece mentira, pero todavía hoy el amor entre mujeres está vestido de prejuicios y tabúes. Mientras los hombres, gay, ya están reconocidos con naturalidad, y su visibilidad en la sociedad es mucho mayor, las mujeres lesbianas no cuentan con esa misma aceptación ni visibilidad, una consecuencia de la cultura imperante masculina en las relaciones sexuales, incluso las que se dan entre personas del mismo sexo.
Numerosos estudios ponen de manifiesto que lo que lleva a muchas mujeres a elegir a otra mujer como compañera, no solo es un deseo sexual, sino que también hay un fuerte componente social. Un 96% de las mujeres lesbianas aseguran que solo en una relación con otra mujer se sienten amadas y tratadas como una igual. El 79% destaca que su satisfacción es mayor en aspectos que en las relaciones heterosexuales suelen descuidarse, como el diálogo y la comprensión íntima en las relaciones sexuales.
Camuflado y muchas veces nacido de la amistad, el amor entre mujeres se mueve entre la ternura y erotismo, entre la comprensión y el apoyo, y muchas veces los límites entre pareja sentimental y amistad son flexibles.
Son muchas las razones que llevan a dos mujeres a traspasar los límites de una amistad. Una de las principales es el deseo que les inspira un cuerpo femenino, aunque en otras ocasiones acuden a las mujeres por su fracaso en las relaciones con los hombres, su falta de entendimiento o porque han sufrido malos tratos por parte de estos.
Algunas mujeres encuentran el único amor en otras personas de su género como respuesta a la misoginia y el machismo imperante. Y en un gran porcentaje, hay mujeres que se acuestan tanto con hombres como con mujeres, o que considerándose heterosexuales, han tenido alguna relación sexual esporádica con otra mujer. No hay una respuesta única, y las etiquetas solo constriñen sentimientos y deseos que deben ser libres.
El lesbianismo también ha sido utilizado como herramienta erótica para el hombre, y en el otro extremo, las mujeres con malas experiencias heterosexuales buscan en las citas con mujeres un refugio a su lastre emocional, pensando que sus relaciones amorosas con otras mujeres estarán exentas de problemas y serán perfectas, con un mayor nivel de entendimiento.
En este sentido, buscan el amor ideal en los brazos de otras mujeres, pensando que son los hombres el foco de todos los problemas, o que estos no saben amar, tratar o entender a una mujer.
Sin embargo, la realidad es que el 93% de las mujeres que han tenido relaciones amorosas con otras mujeres admiten que estas relaciones no perfectas, y que implican los mismos inconvenientes de cualquier otra relación, sea del tipo que sea: el distanciamiento, la desilusión, la incomprensión, el egoísmo…
Creemos que no se puede poner vallas ni etiquetas al deseo y a los sentimientos.
Creemos que es fundamental conocerte a ti misma antes de conocer a los demás para saber qué es lo que quieres, lo que buscas, y así tener un mayor éxito a la hora de ayudarte a encontrar el amor que estás buscando.
Marga, una mujer de 26 años conoció en una fiesta a Ilse, comenzaron a charlar y conectaron. Hubo atracción e interés por ambas partes. Marga, llevaba ya un año soltera e Ilse, de 24 años, acababa de salir de una relación hacía unas semanas. Intercambiaron teléfonos y empezaron a salir. A las dos semanas comenzaron una relación amorosa.
Al comienzo todo fue muy bien, salían, reían y empezaron a entrar más en la vida de la otra, se estaban enamorando. Después de dos meses comenzaron las discusiones, la primera fue porque Ilse quería salir con sus amigas sin Marga y ella no estaba de acuerdo, la segunda fue porque Marga, le reclamaba a Ilse, que ella sentía que no le prestaba atención cuando de sus cosas se trataba, la tercer fue porque Ilse, olvido el cumpleaños de la madre de Marga y así sucesivamente fueron incrementado las discusiones, aunque no solo las discusiones sino que también el tono de las mismas.
Al principio fueron solo reclamos, después fueron gritos, después colgadas de teléfono, después ausencias e indiferencias, parecía que sencillamente no se podían poner de acuerdo, a pesar de que ambas decían querer estar juntas.
Esta etapa duró por tres meses más, donde ambas trataban de oírse sin escucharse y de hacer cada una de su punto de vista el real, como si importará quién tuviese la razón.
Al paso de cinco meses, Marga, decidió dejar a Ilse, de manera definitiva, anteriormente había habido varios conatos de ruptura, al final siempre se habían reconciliado ya fuese por una o por la otra.
Ilse, al principio creyó que era una de tantas veces en las que rompían y regresarían, sin embargo, Marga, estaba decidida esta vez, se decía a sí misma que eso no podía ser amor, entendía que estaba forzando algo que para ella debía ser natural, una convivencia sana.
Ilse, busco por varias semanas a Marga, y ella la evadía hasta que pasadas algunas semanas decidió responder una de sus tantas llamadas para decirle nuevamente lo que ya era muy bien sabido, pero no entendido por Ilse: se había terminado.
A millones de mujeres nos gusta estar enamoradas y es un orgullo digno de alabanza el saber que hemos sido capaces de entregar el corazón. Algunas son las afortunadas, donde el enamoramiento se transforma en amor para después convertirse en un vínculo filial.
Al enamorarnos segregamos una alta cantidad de químicos, más de lo que en un estado normal segregamos, y es por ello que al estar enamoradas nos sentimos en las nubes, perdemos el sueño e inclusive el hambre y todo por este mágico estado de sentirnos enamoradas.
Es muy importante establecer que cuando estamos en la fase del enamoramiento, de acuerdo con diferentes estudios, éste puede durar de 3 meses a 3 años, nos enamoramos de nosotras mismas.
Sí, leíste bien, estamos enamoradas de nosotras mismas, es en la etapa en donde nos permitimos mostrar lo mejor de nosotras mismas y la mujer elegida solo funge como espejo de nuestras mayores virtudes, pasado este periodo es cuando el enamoramiento pasa a la fase de amor, esta fase es la más complicada ya que comenzamos a ver a la persona de enfrente con sus defectos y cualidades.
¿Que por qué complicada? Por el hecho de enfrentar la realidad no la fantasía; es donde somos capaces de soltar el ensimismamiento y vemos a la mujer de enfrente, somos capaces de ver sus sueños, sus miedos, sus fantasías, sus defectos.
Así que, si eres del tipo de mujer que tiene relaciones cortas, es por esto. Te cuesta mucho pasar de la fase uno a la fase dos, a la del amor.
Habrá que soltar la parte del tú como ombligo del mundo para darte la oportunidad de experimentar adentrarte en el alma de otra mujer.
En esta segunda fase juega un papel importante nuestras necesidades, partamos de la premisa de que cada mujer tiene diferentes necesidades y el entorno en el que hayamos crecido es lo que las definirá, es por ello que hay algunas mujeres que se sienten atraídas por la inteligencia, otras por el físico, otras por la bondad del corazón, todo va en función a lo que tuvimos o siempre hemos deseado tener, estas grandes necesidades son las que nos hacen sentir atraídas y conforme va pasando el tiempo son las que hacen que queramos conocer a esa mujer especial cada vez más y que deseemos saber más de ella, además de compartir el mayor tiempo posible.
Es curioso como creemos que nos pueden romper el corazón, lo que se nos rompen son las ilusiones. Si la mujer elegida no cubre las expectativas que tenemos de lo que creemos que es el amor, le cargamos a ella la responsabilidad de todo nuestro sufrimiento.
Y la realidad es otra, aunque también es bien sabido que toda realidad es relativa. Al haberse roto la ilusión entramos en una dinámica de desolación y lo peor de todo es que hacemos responsable de nuestro dolor a ella, a la mujer por la cual al principio ni dormíamos ni comíamos, ni pensábamos con claridad.
Si bien es cierto que no es necesario tener una pareja, también es cierto que es una bonita experiencia tenerla, así que sea cual sea tu postura frente al amor, lo sano está en que cuando decidas tener una relación de pareja, tengas el valor de pasar a la fase del amor en donde esa mujer que idealizaste se convierta en una mujer real.