Capítulo 4.
Leonardo.
11 de Agosto.
Muevo mi cuello en forma circular, son un poco más de las dos de la mañana, tuve un día extremadamente cansado y sin embargo aquí estoy, en mi auto manejando, sin camisa, con frío y vomitado por una bonita castaña a mi lado. Es hermosa sin duda alguna, cuando vi a Lara por primera vez jamás imaginé que la vería de esta manera, no la juzgo; pero no me parece una chica que suela exponerse de esta manera todo el tiempo, sus motivos debe tener. Llegué a ver un poco de lo fiera que lleva adentro, logró calentar mi sangre desde el inicio, es atrayente por completo. Pero verla hoy tan indefensa activo un instinto protector que no sabía que existía en mí. Quiero creer que soy un caballero, nunca me aprovecharía así de una mujer que no está en sus cincos sentidos o que sepa que no deseamos lo mismo.
Tengo que aceptar que el hecho de que Miranda me llamara a la una de la mañana preocupada por su prima me conmovió y no pude negarme y siendo sincero verla de nuevo me pareció algo atractivo.
Salgo de mis pensamientos y me estaciono un momento, no tengo idea de dónde vive.
- ¿Lara ? Lara ¿Estas despierta ? - pregunto sacudiéndola un poco, ella refunfuña.
- Necesito que me digas donde llevarte ¿me escuchas ? - Parece querer abrir sus ojos pero se arrepiente y vuelve a cerrarlos. Genial.
Busco mi teléfono para llamar a Miranda. Descargado. Tiene que ser una jodida broma.
- Carajo - Digo pasando las manos por mi rostro. Estoy agotado.
Lara va a matarme, pienso; mientras pongo mi auto en marcha.
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Me acomodo en el sofá como puedo, esto de ser un caballero me traerá dolores de espalda más tarde, me remuevo una vez más, cierro mis ojos y de inmediato me quedo dormido.
A lo lejos logro captar unos gritos, los cuales se vuelven más audibles hasta despertarme, ¿Que carajos? Escucho una vez más los gritos y mi subconsciente se activa, Lara. Corro en dirección a mi habitación y entro con la prisa de saber que pasa, me detengo abruptamente cuando la observo, su vestido ya no está. Lo único que está usando son unas bragas negras demasiado delgadas, la escucho quejarse y sacudo mi cabeza para concentrarme y acercarme a ella.
- ¿Lara? - Digo mientras subo a la cama despacio.
Mi corazón se encoje un poco al ver sus mejillas mojadas y me pregunto qué es lo que la atormenta. En un acto de sorpresa para mí que decido ignorar, me veo acariciando su cabello de manera suave mientras susurro palabras tranquilizadoras.
Si alguien me hubiera dicho que iba a ser yo quien justamente tratara de consolar a esta mujer me hubiera reído, porque aparte de que esto no es precisamente lo mío también estoy seguro de que a ella no le agradaría tal idea estando sobria.
Estoy apoyado sobre mi brazo izquierdo y con mi mano derecha sobre su cabeza, sigo acariciándola mientras detallo su rostro, luce más tranquila y serena, sus pestañas aún brillan con humedad. Decido que ya está lo suficientemente tranquila y hago el intento de salir de la cama, siento su agarre en mi brazo y sus ojos se abren, esos increíbles ojos grises con matices celestes me miran de una manera penetrante.
- No te vayas - Susurra quedamente. Me encuentro confundido ante su pedido. Pero asiento.
Me acuesto de nuevo manteniendo la distancia, algo ansioso ante el hecho de quedarme a su lado más tiempo, sobre todo por la desnudez de su cuerpo. La siento moverse y poner su cabeza sobre mi hombro, puedo sentir la calidad sus pechos desnudos rozándose contra mi costado.
- Mujer tú quieres matarme - musito con voz estrangulada y tragando fuerte.
La escucho reír pero no sé si es consciente de la situación en la que me tiene.
Conforme pasan los minutos siento su respiración más pausada y el hecho de que me esté quedando dormido es mi señal para salir de la cama cuánto antes, intento moverme un par de veces pero sus manos a mi alrededor no me lo permiten. Suspiro resignado, lo menos que deseo es despertarla ya veremos las consecuencias de esto en la mañana, con ese pensamiento me quedo dormido.
Un grito ahogado y un sonido de algo cayendo me hace sobresaltarme en mi lugar, busco a Lara y la encuentro tirada en el piso, con sus ojos cerrados, una mano sobre su cabeza y otra sobre sus pechos.
- ¿Estas bien? - pregunto preocupado.
Ella abre sus ojos y trata de levantarse lentamente buscando cubrirse. Su mirada parece querer asesinarme.
- ¿Porque demonios estoy en una misma cama que tú y desnuda? ¿Te aprovechaste de mi acaso ? - Pregunta histérica . La miro anonadado por lo que dice.
- No acostumbro aprovecharme de las mujeres y menos de una en un estado de inutilidad - Musito burlón. Ella abre su boca y se lanza sobre mí.
- Te crees muy gracioso, imbécil - grita mientras intenta golpearme fuertemente con sus pequeños puños.
De un momento a otro tomo sus manos y la acuesto de golpe en la cama mientras subo sobre ella buscando inmovilizarla de sus manos y con mis piernas sus costados.
- Suéltame maldito cabrón ¿Quién te crees ? - Dice retorciéndose bajo de mí.
- Primero cálmate si deseas que te suelte, pareces una loca - Digo dejando caer mi cuerpo contra el de ella que no deja de patalear, lo cual es una completa mala idea porque sus siguientes movimientos provocan fricción entre ambos que le sacan un jadeo y que nos deja estáticos a ambos.
Ella abre la boca pero no dice nada, solo me observa y la observo, bajo la mirada hacia nuestros cuerpos, soy consciente de los picos de sus pechos duros y algo palpitando en mi parte baja, solo entonces me doy cuenta de que mi erección mañanera esta clavada en su zona íntima. Lo cual me hace aflojar el agarre y levantarme inmediatamente.
- Lo siento - Digo agitado.
Su cara está sonrojada.
- Te espero abajo, quiero que hablemos sobre anoche, no quiero que te hagas malas ideas - Musito caminando hacia la salida para dejarla sola.
Una vez cierro la puerta me paso las manos por mi cabello, siento la sangre hervir en mi cuerpo y concentrarse en un solo lugar. Ella de verdad me atrae hasta sin quererlo.
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Estoy preparando unos sándwiches cuando ella aparece en la cocina, se ve más relajada y su cabello está mojado.
- Use tu baño, espero que no te moleste - musita pareciendo ahora tímida.
- Esta bien, creo que lo necesitabas - Digo picándola un poco y tratando de aligerar el ambiente. Su ceño se frunce y me da una mala mirada lo que me hace sonreir.
Sirvo café y le paso una taza y a su lado depósito dos Sándwiches .
- Gracias.
- De nada.
Comemos en silencio y siento su mirada de vez en cuando, hasta que se decide en hablar.
- Quiero disculparme, mientras me bañaba tuve algunos recuerdos de lo que pasó anoche -Suspira- Estoy muy avergonzada contigo no tenías por qué lidiar con todo el desastre que estoy siendo, agradezco todo lo que hiciste por mí, aunque sea prácticamente una desconocida para ti, me ayudaste y... evitaste que las consecuencias fueran fatales - Se lamenta.
Observo sus bonitos ojos.
- Soy un hombre que sobre todas las cosas respeta a una mujer y que si puedo ayudar a una no voy a dudarlo ni un segundo, no tienes nada que agradecer. Te traje aquí porque te dormiste en mi auto y no tenía idea de donde vivías, mi celular estaba muerto, te acosté en mi cama para que estuvieras cómoda, mientras esperaba usar mi teléfono también me recosté un rato, admito que decidí mejor dejarte dormir aquí y dormirme también, pero no a tu lado. Si amanecí ahí fue porque te despertaste alterada y luego no me dejaste ir.
Para sopesar las cosas mientras evalúa mi rostro.
- ¿Mencione algo en específico en ese momento? - No entiendo porque esa pregunta pero niego, lo que la hace parecer aliviada.
- Ahora, creo que tú y yo iniciamos con el pie izquierdo, parece ser que tienes una mala impresión de mí.
- Eres algo idiota para mi gusto - ríe. Lo que también me causa gracia.
- Tú no eres doña amabilidad tampoco - menciono. Ella se encoje de hombros.
- Entonces, te ofrezco un trato, te invitó a verdaderamente conocerme - ella achica sus ojos en mi dirección- Por el momento mucho gusto, soy Leonardo Hills, 28 años, Abogado, soltero y con interés de conocerte.
Lara observa mi mano y luego a mí, parece en serio pensárselo. Una sonrisa aparece en su boca, niega con su cabeza y corresponde a mi mano.
- Lara Johnson, 24 años, Editora y... también soltera. Y solo porque me demostraste que vale la pena conocerte aceptaré.
- Y estoy segura que no te arrepentirás - sentenció.
- Ya veremos vaquero, ya veremos - Dice mientras empieza a comer su segundo sándwich. Sonrío.
Lara Johnson, sí que pretendo conocerte muy bien.