Sinopsis
El me regalo pasión en más de un aspecto, pero sobre todo me hizo sentir viva. Amó mis debilidades y valoró mis fortalezas, me amó como se debe; sin prisas, pero sin pausas... me dio ternura pero siempre me dio fuego, ardí en su boca y en su cuerpo una y otra vez...
Prologo.
Abrí mis ojos y respire profundo al ver en donde me encontraba. Hace un tiempo que no hacía esto, que de hecho me prometí no hacer más, pero al parecer mi subconsciente siempre termina traicionándome. Cierro mis ojos de nuevo y pongo mi brazo encima de mi cara, he despertado unas cuántas veces en este cuarto y el dolor que me produce está tan vivo como malditamente yo lo estoy. Siento que los años no han hecho lo suficiente por mí y aún más cuando cada día que me miro en el espejo veo el reflejo de un recuerdo doloroso.
Hago varias respiraciones profundas, la resaca está matándome y la ansiedad que estoy experimentando no me ayuda, siempre que despierto acá tengo que hacer acopio de todo mi coraje y valentía, aprendí a ser fuerte no tuve de otra, soy una mujer que ha conseguido todo lo que se ha propuesto, pero vuelvo a ser una niña en el cuarto de... mamá.
Me levanto apretando mis ojos fuertemente, suspiro y me enfrento a mi alrededor, hay fotos por todas partes, cada retrato de ella que había en la casa fue puesto acá, su ropa sigue en el mismo lugar, su cepillo, sus joyas, sus cosas de uso personal... su olor. De aquí solo desaparecieron las cosas de papá, quién decidió ocupar otra habitación. Una que tampoco usa a menudo, ya que sus negocios se convirtieron en toda su vida desde que ella no está.
Observo una foto en específico ubicada en la mesa de noche, está sentada en un columpio, sonriendo de esa manera tan resplandeciente como solía hacerlo. La tomo en mis manos y acaricio su rostro mientras mis mejillas se humedecen y mi corazón aprieta.
- Me haces tanta falta. Necesito uno de tus abrazos, necesito una de esas sonrisas que me tranquilizaban, que me hacían saber que todo estaría bien. Perdón mamá - digo con un hilo de voz.
No sé cuánto tiempo he pasado abrazada a su foto, el llanto ha cesado, me duele aún más la cabeza pero mi respiración es calmada. Veo una vez más su foto y depósito un beso en ella para luego ponerla en su lugar. Una vez más un bonito y hermoso ramo reluciente de rosas blancas acompaña su foto, el motivo del porque terminé anoche aquí. Ayer se cumplieron 4 años de su muerte.
Salgo del cuarto cerrando la puerta con cuidado, recojo mi cabello en un gran moño recordando que debo recortarlo pronto. Bajo por las escaleras en dirección a la cocina, necesito un vaso de agua. Me detengo abruptamente cuando observo a mi papá sentado en el pequeño comedor, tomando café con la mirada pérdida, doy un paso hacia atrás intentando escapar antes de ser vista pero no lo logro.
Suelto un suspiro y me adentró completamente. Intentándolo una vez más.
- Buenos días - Saludo.
- Buenos días - Susurra en voz baja.
Me sirvo agua y me la tomo rápidamente mientras siento su mirada aun en mí, relleno nuevamente el vaso e intento beberlo más tranquila, la situación es claramente incomoda y hasta dolorosa para mí, me lleno de valor e intento calmar un poco mis ansias tomando asiento en una de las sillas frente a él. El silencio reina entre ambos; a esto nos resumimos desde que ella no está, no somos más una familia, ya no nos vemos con amor, no hablamos, a duras penas nos vemos. Es la primera vez en años que nos encontramos una mañana sentados en el mismo lugar, que él no se mantenga en casa y yo ya no viva aquí lo hace aún menos probable.
- ¿Dónde está María? - pregunto dando el primer paso.
- Salió temprano por unas cosas, debe estar por regresar - asiento a su respuesta.
- ¿Llegaste hoy ? - inquiero.
- Estoy acá desde ayer - responde sosteniéndome la mirada.
MIERDA. Espero no me haya visto o escuchado llegar en el estado en que lo hice.
Lo observo levantarse de su lugar con la taza y lavarla. Seca sus manos y acomoda su saco. Su cara luce seria, hay un rastro de barba y sus ojos se ven un poco cansados.
- Tengo que trabajar - lo normal.
- Si, Claro! Yo también, estoy por irme - Digo mirándolo. Asiente.
Veo su intención de salir de inmediato de la cocina pero me sorprende el hecho de sus pasos ralentizándose al llegar a mi lado, lo miro con curiosidad y asombro mientras se acerca torpemente a mí, me quedo muy quieta sin saber cómo reaccionar a la primera cercanía en mucho tiempo, inesperadamente deposita un beso en mi frente que me hace cerrar fuerte mis ojos, sus manos no me tocan y no me da tiempo de decir nada porque sale tan rápidamente que me da la impresión que lo que acaba de pasar no fue más que mi imaginación.
Mis ojos se llenan de lágrimas inmediatamente, había deseado tanto un contacto así, una mirada de amor como las de antes, un abrazo... un te quiero. El sentimiento que experimento es agridulce porque también es mi manera de confirmar que él en definitiva me vio y me escuchó llegar a casa anoche y su beso no fue más que el producto de la lástima, talvez.
Para mi papá yo siempre seré culpable de la muerte de mi mamá, me lo reclamó en un principio en medio de su llanto y desesperación, me lo hizo saber durante la enterrábamos con su total indiferencia hacia mí y luego me confirmó su desprecio y resentimiento cuando una mañana descubrí que puso un departamento y una cantidad de dinero a mi nombre para que saliera de casa. Desde ese momento supe que nuestro lazo padre e hija había muerto junto con mi madre. Y no me equivoque en eso. Así como tampoco él se equivocaba, yo realmente sí maté a mamá.