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Capitulo 4

El tiempo pasó Néstor y yo éramos amigos, las videollamadas eran casi a diario, mis vacaciones me gustaban pasarlas en México para verlo, como siempre las idas al río o a la playa, a la antigua casa del abuelo me encantaba.

Pronto cumpliría mis quince años y la fiesta obviamente sería en el rancho del abuelo y Néstor mi pareja de baile junto con mis primos, todo estaba quedando muy bonito. Mamá junto con las tías arreglaron el jardín con carpas, flores, mi vestido fue único para mí, un vestido regional, regalo de mis padrinos y tíos, sin duda sería el día más feliz de mi vida que toda niña desea tener.

El día llegó, estaba feliz, todas mis primas nos arreglamos en casa de mi padrino Raúl, había mucha risa, las maquillistas se repartieron entre nosotras y las mayores que estaban en la casa de otro de mis tíos. Llegaron mis padres por mí para llevarme a la iglesia, después como tradición caminamos casi por todo el pueblo hasta la salida donde nos subimos a las camionetas que nos llevarían al rancho.

La fiesta comenzó con el baile tradicional de cambio de muñeca donde uno se convierte de niña a mujer, mi padre bailó conmigo y después mi mamá seguida de mis hermanos. Así fueron pasando todos hasta que le tocó el turno a Néstor que ya quería bailar con él y terminar la pieza de baile nos vamos a la mesa donde están mis papás y mis hermanos con sus esposas.

Toda la noche bailamos, la música ambientaba la fiesta, me cambié de vestido para poder disfrutar mejor de mi fiesta, partimos el pastel y las quince piñatas que estaban colgadas al rededor de las carpas. Cada una tenía desde dulces hasta monedas y billetes que todos los niños estaban encantados de recoger y no solo ellos también los grandes, ya que eran billetes de un dólar los que había, obra de mis hermanos para compartir con toda la familia y amigos.

Ya casi al terminar la fiesta salí al de la carpa para atrás de la casa, me encontré con Néstor y caminamos, me tomó de la mano.

—Gringuita, estás muy hermosa —me decía Néstor mientras me tomaba de la mano y acaricio mi mejilla, —me gustas y mucho, hoy quiero pedirte que seas mi novia, Merari ¿quieres ser mi novia? —me pregunta y yo emocionada por lo que estaba escuchando me arroje a sus brazos.

—Si, mi niño lindo, si quiero ser tu novia, desde hace mucho esperaba este momento —le respondo y yo misma me acerque a sus labios a darle un beso, era mi primer novio, soñaba con él casi todos los días, soñaba con este momento en que formalmente me pidiera ser su novia, después de ese beso me abrazó.

—Solo quiero pedirte que no le digamos nada a nadie aún —me dice y volteo a verlo con el ceño fruncido, pero no importa ya somos novios, —no me veas así, yo ya soy mayor de edad y tú aún no, y no quiero que tu papá y tus hermanos te regañen, o que me digan algo, no te preocupes yo te esperaré a que cumplas los dieciocho años para que formalicemos y le pida permiso a tus papás para visitarte y salir sin que nadie nos diga nada —me dice, en ese entonces no entendí, solo estaba viviendo el momento de que él era mi novio y era mi único que me importaba.

Regresamos a la fiesta, Marilú me dijo que mamá me andaba buscando y pregunto dónde estaba, solo le dije, estaba caminando un rato y fui a dónde estaba mamá, le mentí también diciéndole que había ido al baño de la casa y me había quedado a descansar un rato en mi cuarto. Nos tomamos muchas fotos con mi familia y mis amigos, principalmente con Néstor, que aprovechaba a ratos tomarme de la mano y robarme besos a escondidas.

Toda la noche estuvo genial, había tenido mi fiesta de quinceañera soñada, mi primer beso y lo mejor era la novia de Néstor, estaba feliz, ese día había sido el mejor de todos.

Unos días estuvimos en el rancho, con Néstor nos veíamos a escondidas para poder darnos besos y unos cuantos cariñitos, yo quería entregarme con toda mi alma a él, pero Néstor tenía razón, mi papá y mis hermanos eran muy celosos conmigo y si se entraban de seguro ya no me dejarían verlo.

Después de unos días me tuve que despedir de mi novio, ya que regresaba a los Ángeles, me fui triste de dejarlo, estaba tan enamorada de mi niño lindo que quería quedarme y no estar lejos de él, pero eso era imposible, yo tenía mis obligaciones en la escuela y también en la galería de mamá. Sí, desde los catorce empecé a involucrarme en la pequeña empresa de mi madre que al cumplir la mayoría de edad me sería entregada para hacerme cargo de ella, mis padres me estaban enseñando todo el manejo y a la vez hacía mis propias creaciones en el taller de mantenimiento que había ahí.

En los Ángeles también tuve una fiesta de quinceañera, pero con mis amigos del colegio, fue más sencilla, convencí a mi papá, ya que venían mis primos invitará a Néstor, para el era la primera vez que venía a los Estados Unidos, cuando llegó yo era la más feliz de todos. Carito y Marilú, mis primas, sabían que yo era novia de Néstor, lo descubrieron ese día en el baile cuando nos estábamos besando y Carito se enojó conmigo, pero no le tomé importancia, yo era feliz y eso era lo único que me importaba.

Con Néstor a diario hablábamos por teléfono, a veces por videollamada, los días pasaban y las vacaciones llegaban, esa era la temporada que más me gustaba, aprovechaba para ir a visitar a la familia y a mi novio. Al llegar al rancho salía con Néstor a pasear, al río, aunque iban mis primos, solo con estar al lado de Néstor era feliz, vivía un romance perfecto a mi manera de ver las cosas.

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