CAPÍTULO 3
Estar con las chicas era la mejor manera de superar cualquier problema. Ellas le ayudaban a mantenerse centrada, a no perder la cordura que siempre le ha caracterizado.
Ellas conformaban un trío divertido y bastante diverso.
Gillian. . .
Ella era una hermosa pelirroja de grandes y hermosos ojos verdes, una cara muy dulce y hermosos labios llenos. Ella era la tímida, la sensata, Gillian siempre sosegaba las disputas, intervenía a favor de todos y conciliaba las diferencias.
Gillian trabajaba en la biblioteca Central, amaba su trabajo tranquilo, allí podía relajarse entre lo que más amaba; los libros. Ella, con su carácter dulce y dócil era considerada por muchos como el típico ratón de bibliotecas. Tenía un hermoso cuerpo, un hermano pequeño, una madre amorosa y un padre alcohólico que los había abandonado.
Aún no había encontrado el amor, aunque todos los días soñaba en cómo sería ser amada y consentida en todo por un hombre amoroso.
Era la más romántica de aquel trío, soñaba con un esposo dulce que la adorara, dos hijos obedientes y muy bien educados, amantes de la buena literatura, una hermosa casa, se imaginaba a ella como la mejor de las madres y una amorosa esposa. Pero, los días y años transcurrían y ese dulce hombre no llamaba a su puerta.
Connie. . .
Ella era lo que todos esperan ver de una niña rica y caprichosa; hermosamente rubia, una larga y bien cuidada cabellera color oro, unos dulces ojos verdes, una nariz delicada y respingada, una boca de labios término medio, ni muy grandes, ni muy pequeños, Rita pensaba que eran unos labios perfectos.
Connie, había sido educada en los mejores institutos. En apariencia Connie, era dulce, vulnerable y toda una damisela en apuros, pero la realidad estaba muy lejos eso. Era explosiva, rebelde, impulsiva, loca, le encantaba vivir en fiestas y hacer lo que le dictaran sus emociones momentáneas. Pero también era una amiga fiel, capaz de disparar a un marido desleal que había lastimado el corazón de su amiga.
Tenía un arma que era su mayor tesoro y lo más aterrador era que no temía usarla, quién la viera pensaría que esa dulce rubia necesitaba ser protegida, pero la verdad es que ella protegía a todos los que amaba.
El padre de Connie, solía reñirle porque siempre usaba un vocabulario que en su opinión "no era digno de una dama", a lo que Connie solía responder, "¿ Quién quiere ser una dama, cuándo se puede ser toda una mujer?"
Y por último estaba Rita. . .
Con sus hermosos y grandes ojos color gris, su agraciada, abundante y larga cabellera negra, que caía con naturalidad en bellas ondas, una pequeña y perfecta nariz, y unos carnosos labios gruesos.
Su madre pertenecía al oriente medio, escapó de una familia que quería someterlas a absurdas tradiciones, conoció a un atractivo hombre italiano y se casaron, de aquella unión solo hubo un fruto antes de que la madre muriera en un terrible accidente.
Rita, era una chica centrada, bastante serena, con un carácter algo fuerte pero que dominaba perfectamente, nunca dejaba que su explosivo carácter tomara las riendas de su vida. Quienes la conocían, las describirían cómo una mujer hermosa, elegante, trabajadora, luchadora y tan centrada como una mesa de comedor.
Había conocido a Gillian, hacía muchos años cuando fue a la biblioteca en busca de material que respaldaran su tesis. Gillian fue extremadamente gentil, y la ayudó en todo sin dejar de sonreír en ningún momento. Era una chica tan dulce que logró conectar con ella de inmediato, ella trabajaba como ayudante auxiliar de la Biblioteca, no hacía mucho había culminado sus pasantías en aquel lugar. Desde ese momento se volvieron amigas inseparables.
Juntas asistieron a una fiesta de fin de año donde el anfitrión era un socio del padre de Rita. Ese socio resultó ser el padre de Connie.
Al conocerse se habían sentido como un trio que fue separado hacia mucho, encajaban cómo piezas perfectas de un rompecabezas y afortunadamente se equilibraban y complementaban en todo.
Gillian, era la más dulce y sentimental de las tres, cuando ella lloraba por algún problema, Rita, lo razonaba y la ayudaba a comprender que quizás fuese beneficioso de alguna manera, pero Connie gritaba improperios, sacaba su arma y siempre preguntaba, cuál era el desgraciado al que había que darle el disparo.
Cuando esos ataques de ira de Connie y ese carácter endiablado bullían, entonces la dulzura y serenidad de Gillian lograban aplacarla, mientras que Rita le mostraba lo poco beneficioso que era dejarse arrastrar por la ira.
De las tres, Rita era la única que estaba casada. Aunque sus amigas siempre pensaron que casarse a los veintitres años era un poco apresurado, Rita nunca lo había dudado, desde que conociera a Michaell, había pensado que él era el hombre de su vida, tan dulce, tan atento con ella, así que cuando le propuso matrimonio, no lo dudó y aceptó de inmediato. Su padre estaba feliz de que su nena hubiese hecho tan buena elección para casarse.
Pero aquella había sido la peor de las elecciones. Ahora se encontraba rodeada de los dulces brazos de Gillian, que le ofrecía tiernamente su hombro para llorar, mientras que Connie contaba todo lo sucedido.
-Te juro que me hubiese encantado, al menos darle en el hombro.
-¡Basta Connie!- le exhortó Gillian con su tierna voz- nada solucionarás con la violencia. Dispararle a Michaell no ayudará a Rita.
-¡Al diablo!- gritó enfurecida- si un bastardo me hace algo como eso, lo menos que esperaría de ustedes que son mis casi hermanas, es que mataran al desgraciado. Pero cómo eres tan buena y Rita tan racional sé que no lo harían, pero no importa, tengo mi arma, ella me basta para quitar de en medio a cualquier infeliz como Michaell - Rita gimió nuevamente- tranquila cariño, no volverá a lastimarte, te lo prometo.
-¡Oh Connie, estás loca!- Rita le sonrió con una voz hipeada
-Pero una loca que te ama, mi querida Rita, y que por tí, no teme disparar a ese infeliz o a cualquier otro.
-¡Un amor bastante drástico!- bufó Gillian.
-¡Eres una pelirroja aguafiestas!- sonrió Connie, y el trio de amigas se fundió en un abrazo, un enredo de manos y brazos.
-Saldremos adelante, cariño- le susurró Gillian a Rita.
-Al fin estamos de acuerdo en algo- intervino Connie con ironía- la pelirroja tiene razón- sonríe- saldremos de esto cariño, te juro que saldremos de esta.
-Gracias por apoyarme- Rita se sorbe la nariz- no sé qué haría sin ustedes.
-¡Es sencillo nena!- intervino Connie- tendrías que llevar la carga sola, pero afortunadamente nos tienes contigo.
-¿Qué harás, cariño?- le preguntó Gillian, acariciando su mejilla- ¿ lo perdonarás?
-¡¿Perdonarlo?!- gritó Connie- ¡debe ser una maldita broma, Gillian!. . . Rita, no perdonará a ese bastardo.
-Pero, Connie. . .
-¡Connie un cuerno!- gritó enfurecida.
- Es su esposo, Connie. . .quizás lo mejor fuese. . .
-¡Lo mejor fuese que Michaell se pudriera!- gritó Connie.
-He tomado una decisión- intervino Rita.
-Rita. . . - comenzó Connie, poniendo sus manos sobre sus caderas- no pensarás. . .
-¡Voy a divorciarme!