Capítulo 3
- ¿me puedes explicar mejor? no te entiendo nada.
-ahora no, te explicare cuando lleguemos- suspiro, este hombre me sacaba de mis casillas, primero me dice eso y luego no me explica.
Me vuelvo a quedar callada y sigo pensando en la que creía que era mi familia, en el fondo los quiero, que será de Evans cuando se entere, le dirá la verdad o le inventara algo.
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De repente siento un roce en mi brazo y abro los ojos, creo que me he quedado dormida.
-señorita despierte- oigo que alguien me dice.
Salgo del coche y no me puedo creer quien está justo enfrente de mí. Es el hombre que estuvo en mi casa buscándome.
- ¿Qué haces tú aquí? - le pregunte asustada.
-trabajo aquí señorita, soy Lucio el mayordomo del señor Damián- me quede asombrada, ahora lo entiendo todo, como no me encontró vino Damián en persona a buscarme.
-no voy a hacerle daño, nadie va hacérselo, puede estar tranquila- me tranquilice un poco al oír eso, este hombre no me daba confianza pero estaré alerta.
-acompáñeme-me dijo y empecé a caminar hasta la entrada.
Era una casa enorme con sus jardines bien cuidados y muy limpio, todo era muy hermoso.
Cuando llegamos a la puerta principal entramos y había una inmensa escalera de mármol, a los costados había dos puertas grandes, todo estaba decorado con buen gusto.
Cuando estábamos subiendo la gran escalera veo a una chica rubia mirándome muy extraño y de repente vino hacia mí a una velocidad que no era normal, se abalanzo sobre mí y lo que parecían colmillos salen de su boca pero antes de que pudiera morderme alguien la aparto de mí.
-Lucio llévatela de aquí- le dijo Damián.
Yo en un intento de ponerme de pie resbale y caigo por las escaleras o eso me parecía porque sentí como unos brazos me rodeaban para evitar que cayera.
- ¿estás bien? - me pregunta.
Creo que podría perderme en su mirada, esos ojos tan misteriosos.
-eh... sí estoy bien, gracias- le contesto y creo que me he puesto roja, estábamos tan cerca el uno del otro que notaba su aliento en mi cara.
-vamos te acompaño a tu habitación- me dice soltándome.
Antes de continuar subiendo le pregunto...
- ¿Quién era esa chica? -
-es mi hermana- me quedo en silencio.
Llegamos a lo que sería mi habitación y cuando me iba a girar para preguntarle porque la hermana me atacó ya no estaba, me había dejado sola así que me resigne y me quede observando la habitación.
Era muy amplia con una cama grande, un baño y un balcón que daba al hermoso jardín. Puse la maleta en la cama y empecé a sacar la ropa que tenía, fui hacia el armario y no pude creer lo que había.
Estaba lleno de muchos vestidos y zapatos que en mi vida habría soñado tener, metí la ropa en un cajón que estaba vacío y eso era todo.
Decidí darme un baño lo necesitaba estoy muy tensa, abrí la puerta y empecé a desnudarme, me metí en la bañera, se sentía tan bien todos mis músculos se relajaron poco a poco pero no podía quitarme la imagen de esa chica intentando morderme.
Luego de salir del baño tocaron la puerta.
-adelante-
-buenas noches señorita, gusta en bajar a cenar o prefiere hacerlo aquí- me pregunto Lucio.
No tarde mucho en responder...
-prefiero aquí, si no es molestia- el asiente y se marcha.
Mientras viene Lucio con la cena reviso mejor la habitación y encuentro una pequeña estantería con libros muy antiguos, agarro uno y empiezo a leerlo.
A los cinco minutos vuelven a tocar la puerta.
-pase Lucio- digo sin quitar la vista del libro.
-aquí le dejo la cena, espero que la disfrute- me dice y oigo como la puerta se cierra.
La cena tiene muy buena pinta y seguro que me sentara muy bien algo caliente.
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Voy hacia el cuarto de mi hermana para hablar con ella, toco la puerta y un adelante se escucha de adentro.
-Rose... ¿por qué hiciste eso? -
- lo siento hermano yo... todavía no lo controlo, lo siento mucho- me contesto muy apenada.
-shh tranquila, todo está bien, no le hiciste nada así que tranquilízate- me acerco a ella y la abrazo.
- ¿Quién es ella tu mascota o algo así? -
-ella es... alguien especial pero no es mi mascota-
-porque la trajiste y no me dijiste nada-me dice apartando un mechón de pelo de su cara.
-ella debe estar aquí conmigo y no te dije nada porque todo pasó muy rápido y ni siquiera me acorde de avisarte- ella suspira.
-descansa un poco te hará bien, hasta mañana-me levanto y voy hacia la puerta.
-hasta mañana- me dice y veo que aparta la mirada.
Está molesta pero no queda de otra que aguantarse, voy hacia mi habitación no sin antes llamar a Mery que venga para alimentarme de ella.
Mery es la cocinera, es una mujer de mediana edad y lleva muchos años conmigo siempre me alimento de ella, me gusta sentir la sangre caliente y como ella fue la que se ofreció en un principio pues no hay problema.
A la mañana siguiente...
De repente siento como un olor a tortitas inunda mis fosas nasales y sin abrir los ojos sonrío y pienso que mi hermano Evans se las va a comer todas, abro los ojos y vuelvo a la realidad, imágenes inundan mi mente y sé que no estoy en casa ni que mi hermano tampoco está y un sollozo se me escapa.
Me levanto de la cama y voy hacia el baño a ducharme, necesito que el agua se lleve mis lágrimas.
Cuando salgo del baño enroscada en una toalla y miro hacia la cama encuentro a Damián mirándome con picardía.
- ¿Qué haces aquí? -le pregunto tapándome todo lo que la toalla me permite.
-Esta es mi casa y puedo estar donde quiera, aunque me gustaría estar en un sitio mejor-
Veo como se levanta de la cama y yo retrocedo y cuando intento entrar al baño lo tengo delante de mí mirándome muy fijo.
De repente me agarra por la cintura y pega mi cuerpo al suyo, yo sigo sin soltar la toalla, veo como su mirada se desliza hacia mis labios y antes de que pueda pensar algo sus labios chocan con los míos.