Capítulo 5 Tejiendo la red
La melodía que se escuchaba en ese momento, era tierna y romántica, ideal para que los enamorados pudieran disfrutarla, en Daniela aumentaba la inquietud que, la cercanía de aquel hombre le provocaba, tenía que controlarse para no mostrar lo que estaba sintiendo.
Todo en él le gustaba y la motivaba, su excitante aroma, su personalidad, sus modales y esa seguridad con la que se movía en todo momento, sobre todo ahora, para conducirla en la pista de baile con firmeza y experiencia.
Cantú, era cinco años mayor que ellas, ya que por todos era bien sabido que Liza y Daniela contaban con la misma edad, con sólo una diferencia de algunos meses, Germán, tenía más años y sobre todo más experiencia en relaciones amorosas, muchas de las cuales se habían difundido en el círculo que ellas frecuentaban.
Dos de ellas llamaban poderosamente la atención, una fue la relación pasional que Germán, tuvo con una universitaria que se enamoró perdidamente de él, a grado tal que los presionaba y lo vigilaba con férrea insistencia, lo que terminó por desquiciar a Cantú, que no dudó en terminar la relación, dos meses después de haber roto, ella lo buscó y le disparó con un arma, lo quería matar, con tan mala suerte que sólo lo hirió en un hombro.
Ante eso, los padres de ella se la llevaron al extranjero para que se olvidara de ese hombre que la había enloquecido, gracias a que Germán, no declaró en su contra y a las influencias de los padres de ella, no hubo delito que perseguir y la muchacha pudo viajar sin problemas.
La otra relación que llamó la atención de todos los que conocían a Cantú fue la que sostuvo con una señora casada, de la misma edad que él, con un marido sumamente celoso y posesivo, el cual cuando se enteró de que su mujer lo engañaba, decidió espiarla y una noche los sorprendió.
Germán y él se liaron a golpes, mientras unos dicen que el marido le dio una paliza a Cantú, otros aseguran que fue él quien dejó gravemente lesionado al esposo, lo cierto fue que ambos salieron con golpes fuertes en el rostro y la cosa no pasó a mayores.
Unas semanas después de aquello, la mujer pidió el divorcio y dejó a su marido casi en la ruina, buscó a Germán, pero él ya no quiso seguir con la relación, por lo que ella lo ofendió hasta que se cansó, cada vez que llegaban a encontrarse ella le gritaba groserías y lo señalaba, incluso llegó a pagarle a dos hombres para que lo golpearan, lo cual hubiera sucedido si los amigos de Cantú, no hubieran intervenido y evitado aquella agresión, después de eso, la señora desapareció del mapa, la mayoría asegura que se fue del país con un nuevo amante, muchos años mayor que ella, con una fortuna que indicaba el motivo del repentino amor que ella sintió por él.
Aunque Liza y Daniela, habían escuchado de las tormentosas relaciones de German, en boca de personas que eran cercanas a él, a ninguna de las dos, nada de todo eso les importaba, por el contrario, le daba un atractivo extra, imaginándose todo lo que aquel hombre podía saber y enseñar del amor y que ellas aún desconocían.
La madurez de Germán, se transformaba en experiencia y seguridad, dando como resultado, que fuera irresistible para todas las mujeres que lo conocían, en especial para las más jóvenes.
Mientras bailaban, él le dejo sentir su aliento en la mejilla, acercándole su boca con delicadeza, Daniela, se estremeció levemente, hizo un esfuerzo interno y trató de controlarse, si nunca había sido una mujer fácil, no iba a comenzar ahora y menos con el novio de su acérrima rival.
—Si tú supieras todo lo que me gustas, dejarías al noviecito que tienes y me aceptarías a mí como tu pareja… y no sólo por esta noche… —dijo él de pronto, con una voz varonil y aterciopelada, pronunciada en un dulce susurro.
—Si en verdad te gustara, me lo hubieras dicho antes de comprometerte con la novia que tienes, y no ahorita que no se encuentra presente. De seguro buscas divertirte un rato y por eso te da lo mismo decir mentiras creyendo que yo caería rendida a tus pies, sólo que te equivocas totalmente, yo no soy así —respondió ella con seguridad.
—Mi relación con Liza no funciona, ni funcionará de ninguna manera. Es demasiado posesiva, exigente y absorbente, más que su novio, parezco su sirviente, no me pide las cosas, me las ordena y desde hace mucho que me tiene cansado.
No sabes cómo me arrepiento de no haberme dado cuenta antes. Tú y yo hubiéramos hecho una buena pareja, ya que tú no eres como ella, tú si eres más mujer, más femenina —respondió quejándose con cierta amargura y sinceridad en su voz.
—Eso es lo que dices tú, ahora, lo malo es que siempre se les ha visto muy amorosos en todas partes —dijo Daniela viéndolo a los ojos para observar su reacción— así que no puedo creer que seas sincero, simplemente buscas diversión y te aseguro que conmigo te equivocas.
—No tengo por qué mentir, te juro que te hablo con la verdad, si tú me dieras una esperanza, las cosas podrían ser distintas, mejores para ti y para mí, te lo puedo asegurar, estoy convencido que contigo podría encontrar esa ternura que tanto anhelo.
Te doy mi palabra que terminaría mi relación con Liza ahora mismo y me dedicaría a enamorarte, hasta convencerte de que en verdad me interesas, no me importa lo que tenga que hacer para que te asegures que no se trata de un engaño.
Daniela no respondió, por un momento observo el rostro de aquel hombre que tanto le gustaba y la inquietaba, no encontró ningún signo de burla en sus facciones, y eso la motivo a continuar adelante con el delicado coqueteo que se iniciara entre ellos.
Por sobre el hombro de Germán vio el rostro sonriente de Joel que levantando el dedo pulgar con el puño cerrado la felicitaba por estar en brazos de Cantú, Briseño se veía realmente feliz de que ella estuviera bailando con el hombre que en verdad le interesaba y sin problema alguno le manifestaba su apoyo incondicional y total.
La muchacha, no pudo evitar la sonrisa de complicidad y satisfacción que surgió en su rostro ante el apoyo sincero de su amigo, que sin egoísmos disfrutaba de la felicidad de ella, aunque esta fuera pasajera, ya que no sabía cuánto tiempo iba a durar ese dulce sueño.
Germán recargó su mejilla en la de ella, por unos segundos bailaron así dejándose llevar por la dulce melodía al tiempo que la piel de sus rostros, se acariciaban al vaivén de la música.
Daniela, no se atrevía ni a respirar, no quería romper ese momento tan bello y romántico que se le presentaba casualmente y que tantas veces había deseado vivir.
Los labios de él se deslizaron con suavidad por su mejilla, partiendo de la oreja y buscando su boca, en una tierna y prolongada caricia que parecía no tener fin, con paciencia y cierta ansiedad, espero a que llegara al punto final, y lo dejó que la besara de aquella manera tierna y delicada, con los labios entreabiertos, y con una suavidad que más bien parecía la caricia de un ala de mariposa, que los labios de un hombre, y con esa misma intensidad le respondió, sintiéndose plenamente feliz.
Comprendió que estaba cediendo muy fácilmente a la conquista, y eso no entraba en sus planes, aunque lo estuviera deseando con toda su alma, debía darse su lugar, así que, sin brusquedad y con firmeza, se separó un poco de él, rompiendo la caricia, para sonreírle clavando su mirada en su rostro y decirle con un tono sugerente:
—Ya tienes la esperanza que me pedías. De ti depende lo que surja de esto. Aunque te aseguro que no espero nada de ti… simplemente es la hora de ver quién mentía… si es lo que buscabas, ya lo tienes, en cualquier sentido que lo quieras tomar.
—No te preocupes, sé cumplir mi palabra y quiero demostrarte que soy sincero y que no se trata sólo de un momento de diversión a escondidas de mi novia, sino del anhelo que surge en mi corazón por encontrar el amor, la paz y la tranquilidad —respondió él sonriendo y apretando delicadamente la mano de ella que se estremeció al pensar que todo aquello podía ser verdad.
Volvieron a unir sus mejillas y continuaron bailando de manera suave y armónica. Ya no volvieron a hablar, no había espacio para más palabras, ya se habían dicho todo lo que querían y lo que dijeran estaba de más; Daniela sentía su corazón latir como potro desbocado, no podía creer que todo aquello ocurriera y la hiciera tan feliz.
Si se trataba de un hermoso sueño, no quería despertar nunca, de él, no deseaba romper el encanto que vivía. Si era todo real, entonces anhelaba que el momento continuara por mucho tiempo, deseaba estar en los brazos de aquel hombre todo lo que le quedara de vida.
Sólo que aquel pensamiento no duró tanto como ella deseaba, ya que al terminar la melodía se separaron como si nada hubiera sucedido, él le agradeció que aceptara bailar y Daniela, volvió a su mesa con pasos firmes y seguros, tratando de que no se le notara el intenso temblor que sentía en sus piernas y en todo su ser.
Cuando estuvieron juntos en la mesa, Joel, le preguntó entusiasmado sobre lo que habían estado platicando, se veía más feliz que ella misma. Con su sinceridad acostumbrada le contó todo sin omitir un sólo detalle. El muchacho le dio ánimos para que siguiera coqueteándole a Cantú.
Mientras platicaban de diferentes temas, Daniela en repetidas ocasiones volteó con discreción a ver a Germán, y sus miradas encontraron, ya que él no dejaba de verla con atención, como si la admirara, desde su lugar, Cantú, la observaba recorriendo su persona de pies a cabeza, sin tomar en cuenta a nadie, ni a las personas que lo acompañaban, como si en ese lugar sólo existieran ellos dos, aquello le gustó y aumento sus esperanzas de que todo lo que él le había dicho fuera verdad.
Se sintió con mayor optimismo, bailó y se divirtió de los chistes y puntadas de Joel, algo que ella había aprendido de Briseño, el buen humor y la forma sarcástica de ver la vida, ya que como decía su querido amigo: “Si la vida te va a joder, tarde o temprano, disfrútala, si no te va a joder, pues disfrútala con más ganas”.
Germán ya no se le volvió acercar más esa noche, ni para invitarla a bailar, ni para charlar con ella, tal y como lo había hecho desde que comenzara su relación con la Monterrubio, lo que sí, fue que Daniela sentía que, con su mirada la seguía para donde ella se moviera, como acariciándola en silencio, aquello le gustaba, ya que siempre pensó que él la deseaba en silencio, que no era raro que la viera con tanta insistencia, aun cuando estaba en compañía de su amada, sin importar el lugar donde se encontraran.
Unas horas después, en compañía de Briseño abandonaban el lugar, tomados de la mano como si fueran dos enamorados que están más allá de todo. Incluso, ni en ese momento se le acercó Germán para despedirse de ellos.
No pudo evitar la emoción que sintió, cuando al salir en el carro de Joel, del estacionamiento, vio que Cantú, se subía a su auto. él también se marchaba, ¿se iría porque ella ya no se encontraría en el antro? ¿Esa era una clara señal de que no había ido a ese lugar en busca de una aventura de una noche? No lo sabía con precisión, lo que si sabía era que se le había acercado y le había hablado como tanto tiempo lo esperó.