Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 4

—¡Suss, abre...!

La frase se repite y entonces me doy cuenta de que no la dice él. Alguien está del otro lado de la puerta llamando.

—Esta noche te quiero en el club —murmura en mi oído —. Ve con un vestido y sin bragas. Si me desobedeces habrá represalias y no obtendrás tus repuestas. Adiós, doctora. Ahh, y dile a tu amiga que venga a almorzar con nosotros hoy...le responderé a lo que quiera preguntarme.

Por la misma puerta que él sale entra mi amiga. No le quita ojo de encima hasta que lo ve perderse por el pasillo del hospital.

Aprovecho ese tiempo para recomponer mi estado y me doy la vuelta para encarar a mi amiga.

Ella misma propone que salgamos a algún sitio a merendar y allí hablamos, sabe que en el trabajo no es conveniente.

—¿Cómo te besas con él, tía que es tu paciente? —reclama nada más entrar en el tema. Salta a mi yugular.

¡Como si yo no supiera que todo lo que hago está mal!

Pero no consigo parar.

—Ese hombre me está llevando a un mundo del que no sé como saldré —confieso obcecada —. No puedo resistir una sola de sus ordenes, tiene algo que me posee que me domina, no sé, Cassie me tiene loca. Voy a perder la razón y no me deja en paz. Donde quiera que voy, le encuentro.

Si es que no sale de mí mente. No es que le encuentre es que no escapo nunca de él. Me posee sin tenerme. Es impresionante mi entrega a un desconocido.

—Oye, ¿seguro que estás bien?¿A ver si va a ser un psicópata?

Le explico que está dispuesto a contarle lo que ella quiera saber. Que él es quien operó a su novio amnésico y todo lo que Thiago me dijo a su respecto, le digo a pesar de saltarme un poco mi ética pero es mi amiga y tiene una relación muy complicada con su pareja.

Se conocieron hace cinco años, tuvieron un idilio mientras ambos eran actores porno y ella casada con el director de las pelis. Luego él se fue de su vida como por arte de magia y ella perdió al bebé que esperaba y del que él no tiene idea. Ahora que por casualidad ha vuelto a su vida, no la recuerda. Sufre de amnesia.

—Es un caballero, una bestia, un animal y un galán a la vez. Sabe lo que hace y como lo hace, nena. Ese tío no supone un peligro por lo que pueda hacerme físicamente —la tomo del brazo y confieso —, sino por lo que dejará en mis sentimientos cuando salga de mi vida y te aseguro que eventualmente lo hará. Ahí es dónde sé que estaré perdida.

—Voy a almorzar con él ahora —acepta.

— Se supone que estaría en el Delito hoy —comento.

—Justamente en ese sitio me espera. Ha dicho que es un club de lujo.

Nada más oírla me asusto. Él tiene que haberla contactado pero cuando si hemos estado juntas. Y la quiere ver en su club...maldito zorro. Los celos me dominan y lucho contra ellos. No soy quien para alterarme así por él. No somos nada.

—No me gusta esto.

—¿Por qué? Dime que sabes —me cuestiona.

—El Delito es un club de sexo, del cual él es dueño y me resulta muy extraño que te haya citado para allá.

No sé si hago bien diciendo todo lo que sé porque automáticamente eso me deja en evidencia pero ella tiene que saber donde y con quien se mete.

—¿Te importa venir conmigo? —pide, nerviosa.

—Nena...

—Lo siento, lo siento —se arrepiente enseguida —. No debí pedírtelo después de lo que me has contado.

—Cassie —decido ser honesta —, él me ha citado para esta misma hora, en ese mismo lugar.

Veo como surcan por su rostro diversas manifestaciones de comprensión de mis palabras. Analiza y sopesa todo hasta que llega a una extraña conclusión...

—¿Estás diciendo que puede que pretenda...acostarse con las dos?

—Acostarse no, porque no se acuesta conmigo —aclaro y veo su alivio —; pero jugar, si que lo creo.

—Eso no va a pasar —responde con firmeza.

—Ya lo sé —añado conociendo perfectamente a mi amiga—; pero sí, voy contigo a ver que jodida explicación me va a dar.

Esas palabras me hacen ver como una novia celosa pero ella parece no darse cuenta. Va metida en sus propias cosas y yo sigo intentando calmar mi furia.

—Yo solo quería saber de Marcos —susurra acongojada.

—Y él va a decirte lo que quieres saber —afirmo tomando mi bolso —. El problema es lo que va a decirme a mí, te puedo asegurar que no te va a pasar nada.

Y veinte minutos después, estamos en la acera frente al club de Thiago y nuevamente siento que el piso se tambalea a mis pies. Aunque en realidad soy yo la que me estremezco solo de saber que ahí dentro está el objeto de mi locura y desenfreno.

Desde la puerta ya me conocen los que cuidan y asumo que o me recuerdan muy bien del otro día o él les ha dicho quien soy. Nadie nos para y en menos de lo que puedo pensar, ya estamos dentro con él en alguna parte.

—¿Estás segura de que es seguro entrar ahí? —susurra mi amiga

—Para tí, sí —respondo enseguida —. Para mí es distinto —analizo en voz alta —. Cada vez que entro aquí, que estoy con él, que sucumbo...—suspiro pensando en las veces que me domina incluso si no me toca —,otro pedazo de mí se oscurece en las tinieblas que le rodean. No imaginas lo que significa ser la obsesión y el deseo más preciado de ese hombre.

—Me asusta la manera en que hablas.

—Lo peor es que no miento —creo que eso lo digo para mí misma.

—¿Por qué no lo dejas y ya? —casi me hace reír si pregunta.

No podría dejar algo que no poseo. Es él quién me posee a mí y yo solo me dejo encandilar por su forma de avanzar hasta mis dominios que se vuelven suyos.

—Es demasiado pronto para dejarle y demasiado tarde, también —contesto y es sorprendente para ambas mi repuesta.

Una frase que, posiblemente sea la más paradójica que he dicho en mi vida pero que define bien lo que me hace sentir.

—Pase al bar, por favor —nos conduce una chica en uniforme de camarera de lo más común —. El señor desea que la señorita Robsters suba a su despacho antes de venir.

Los ojos se me cierran ante aquellas palabras y sé que no voy a ser capaz de negarme; pero puedo sentir como dolerá lo que sea me depare el final de esta historia.

Me despido de mi amiga tranquilizandola para que sepa que no pasa nada y entonces me encamino hasta donde él me espera.

Cuando me indican por donde entrar, la puerta se abre y ahí está, sentado con un muslo sobre su mesa de escritorio, los antebrazos en el y su mirada azul profunda clavada en mí. En todo mi cuerpo y todo el espacio de mi piel.

Me devora con sus locos ojos y siento como mi vagina lubrica sola ante su apabullante forma de abordarme con la mirada.

—Vas a venir hasta mí —lanza su orden —, te vas a sentar en mi sillón con las piernas abiertas y sin ropa interior y esperarás aquí, a que yo vuelva. Te daré lo que querías también.

—Dijimos que no podías tocarme —le recuerdo tragando com dificultad.

—Y no voy a hacerlo.

—¿Entonces...?

—Obedéceme y ven.

Me acerco a él, dejo el bolso en un sofá del costado de la estancia y entonces le veo avanzar hasta mí. Lentamente se pone de cuclillas frente a mí y comienza a desabrochar mi pantalón.

—Desde aquí huelo tu deseo —murmura frente a mi monte de venus —.¿Puedes imaginar lo que me hace sentir eso?

No puedo hablar. Solo asentir. Me vuelve loca su forma de dominar.

Cuando estoy en bragas frente a él, me levanta los tobillos y saca mi pantalón. Sube las manos sin tocarme por los lados de mis piernas y mete los pulgares en mis braguitas hasta que se detiene y me dice...

—Mejor quédate en bragas porque si veo como chorreas de ganas delante de mí, te subiré a mis piernas y te follaré viva hasta que pierdas la razón como yo la estoy perdiendo contigo.

Y así es como se levanta, me besa la comisura de la boca, muerde un espacio en mi cuello y sale del despacho dejándome encerrada ahí dentro, excitada y perdida en el deseo de obviar todo y rogarle que me haga suya aunque sea la única vez que suele hacerlo con una mujer.

Debería huir de él, sin embargo...ahora mismo me quedo, no sé por qué.

Supongo que como bien dicen para vencer la tentación hay que permanecer cerca de ella. Y este hombre, sus mañas dominantes y la abrumadora seguridad con que se maneja, es una incesante tentación.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.