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Capitulo 2: La Boda

Capítulo 2

"¿Quizás se ha equivocado de habitación....?" digo, pero soy interrumpida por él.

"Señorita Elisa, sabe cuántos años llevo trabajando para esta familia como para venir a equivocarme." me dice en tono pedante que suena más a un regaño.

"Gracias, Henry." murmuro, mordiéndome las palabras que de verdad quiero decirle. Agarro la bandeja y antes de trancarle la puerta en la cara, él dice:

"Su madre está abajo y está pidiendo verla. Así que desayúne y baje."

"¿Y mi padre?" lo detengo antes de que pueda irse. El que mi madre quiera verme no significa nada bueno. Él me mira levantando una ceja.

"También está abajo esperándola."

"¡De acuerdo, gracias! ¡Dígale que voy enseguida!"

Cierro la puerta rápidamente, dejo la bandeja en la mesa de café que tengo en un lado mientras tomo una tostada de pan y mermelada. Cómo apresuradamente, una vez que termino corro al baño a lavarme los dientes y me doy una ducha antes de vestirme con un lindo vestido blanco de encaje que me llega al nivel de las rodillas. Dejo mi cabello suelto y mi rostro libre de maquillaje, lo que hace que mi piel blanca como la nieve se vea aún más delicada. Pellizco un poco mis mejillas para darles algo de color. Por último, me pongo mis tacones rojo cereza.

"Señorita Elisa, ¿qué está haciendo? Deseo que se dé prisa y baje por favor." me sobresalto ante el tono de voz de Henry.

Me doy un último vistazo en el espejo de cuerpo entero, abro la puerta de mi habitación y bajo las escaleras sin cruzar palabra con ninguno de los empleados que me encuentro en el camino, que están limpiando la mansión. Cuando llego al final de ellas, me dirijo al jardín trasero donde se encuentran mis padres charlando animadamente en la mesa.

"Buenos días, padres."

Mi madre me mira, sus ojos recorren mi cuerpo de arriba abajo, examinando cada centímetro de mí. Realmente quiero hacer un agujero en el suelo y enterrarme en él. Mi padre, por otro lado, ni siquiera me mira, solo asiente con la cabeza y continúa leyendo su periódico como si yo no existiera. ¿Alguna vez me quisiste? No puedo evitar preguntarme.

"Ya están listos los papeles...."

"¿Qué papeles?" la interrumpo, lo que hace que reciba una mirada severa de su parte. Bajo la mirada al suelo para mostrar que lo siento.

"Como decía, la documentación ya está lista. Hoy te casarás. El chofer del señor Walsh te está esperando para llevarte al registro civil."

Levanto la cabeza de golpe, mis ojos abiertos como platos.

"¿Qué? ¿Hoy? ¿Tan pronto?" me quedo petrificada y envuelta en pánico. "Madre, por favor, esto es tan... apresurado. ¿Papá?" Lo llamo en un último intento por retrasar todo esto. Pensé que estaba lista, pero no lo estoy.

"¿No es esto lo que tú quieres?" papá deja el periódico en la mesa y me mira extraño antes de mirar a mi madre. Entonces lo entiendo todo, papá no sabe de esto. No sabe nada de lo que su esposa está haciendo.

Papá mira de vuelta hacia mí, mi mamá aprovecha esa oportunidad para lanzarme una mirada que promete mucho castigo si digo algo que no le guste. Aclarándome la garganta, susurro.

"Sí, por supuesto que es lo que quiero, solo que no pensé que fuera tan pronto. No hemos preparado nada para la ceremonia."

"No hace falta nada de eso, cariño." me dice mamá con voz dulce y firme, "tu prometido se encarga de todo, pero sobre todo ha pedido que la boda sea algo sencilla y rápida."

"Pero yo pensé que habría una ceremonia... por lo menos un año de preparativos..."

"¡Tonterías!" mamá golpea la mesa.

Me sobresalto por el repentino golpe, viendo lo enojada que está mi madre no me atrevo a resistirme a nada. No le tengo miedo ni al cielo ni a la tierra, pero le tengo demasiado miedo a mis padres, sobre todo a mi madre. Nunca he tenido el amor que mi hermana recibe de ella.

"El auto está listo, esperando por ti para llevarnos al registro civil." Tiemblo ligeramente al saber que mi madre me acompañará para que no pueda arrepentirme en el último momento. Conozco cada uno de estos movimientos, eso o simplemente me acompañará porque soy menor de edad y debe estar presente.

"¿Pequeña, está todo bien?"

Fuerzo una sonrisa, una que no siento en lo más mínimo. "Sí, papi, estoy bien. ¿Vendrás?"

"Debo firmar unos documentos, pero adelántense ustedes, que yo las alcanzo." Por supuesto, mis padres nunca tienen tiempo para mí, ni siquiera en un momento tan importante como mi boda, por muy falso que sea.

¿Cómo puedo casarme con un hombre que no conozco? Siento mi cuerpo pesado y frío como témpanos de hielo. Me cuesta moverme, así que fuerzo a mis pies a ir uno tras el otro.

Pero antes de que pueda reaccionar, mi madre se acerca a mí agarrándome del antebrazo y prácticamente me arrastra hasta la entrada de la casa para subirnos al auto. No reconozco al chofer que está delante, mucho menos al auto en el que estoy montada. Apenas mi madre cierra la puerta, el chofer arranca y partimos hacia el registro civil.

"¿Te das cuenta de que por poco arruinas los planes?" me susurra mi madre agarrando mi muñeca con fuerza, tanto que me causa dolor.

"Papá no sabe nada, ¿verdad?" Mis palabras suenan a reproche y ella rápidamente lo nota.

Mi madre mira hacia el frente y levanta la ventanilla de la limusina para darnos un poco de privacidad, y tiemblo porque sé que podría hacerme cualquier cosa. Me toma por las mejillas con una sola mano, apretándome.

"¿Es eso un reproche que oigo en tu voz? Te aconsejo, Elizabeth, que mantengas tu boca cerrada y hagas exactamente lo que te digo. Estamos a punto de ir a la quiebra y estoy segura de que tú no quieres eso. Ante los ojos de tu padre, tú estás de acuerdo con este matrimonio y punto. ¿Queda claro?"

Asiento frenéticamente, las lágrimas acumulándose en mis ojos. No me atrevo a llevarle la contraria a mi madre.

Ella simplemente asiente satisfecha y se vuelve a acomodar en el asiento, dejando que el silencio incómodo nos envuelva durante el resto del trayecto.

Finalmente llegamos al Registro Civil de Saguenay, ubicación 123 Rue Principale, Saguenay, Quebec, Canadá. Y mi corazón late con fuerza mientras mi madre me arrastra dentro del edificio. Las paredes grises y el olor a papeles viejos me hacen sentir aún más nerviosa. Seguimos a una joven secretaria que nos guía hasta una habitación donde me piden que espere mientras preparan todo para la ceremonia.

Mi madre sale de la habitación para hablar con alguien afuera, y yo me quedo sola, sintiendo el peso de la situación caer sobre mis hombros. Me pregunto si podré seguir adelante con esto, si podré casarme con un extraño en nombre de la familia.

De repente, la puerta se abre y en vez de ver a mi prometido, veo a un hombre mayor con traje y corbata entrando a la habitación. Es un abogado, un hombre serio y reservado.

"Elisa, tenemos que hablar." Su voz es firme y me hace estremecer. ¿Qué podría querer decirme en este momento tan crucial?

El abogado me mira directamente a los ojos y sus palabras me golpean como un balde de agua fría. "Tu prometido no vendrá. En su lugar estoy yo aquí con un poder firmado por él para poder llevar a cabo el casamiento."

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