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¿Quién es Andrea?

**Hace unos años atrás**

Hace unas semanas me atreví a pedirle una cita a Andrea, nuestra adorable vecina y amiga, dejándole bien claro que quería ser algo más que su amigo, noté su sorpresa y su sonrisa cuando aceptó. Hemos tenido cinco excelentes citas y muchos besos que ella me ha correspondido con timidez.

Voy camino a su casa porque hoy le diré que la quiero, que estoy enamorado de ella. No quiero esperar ni un día más para decírselo porque estoy seguro de que ella siente lo mismo por mí. No sé cuándo tendremos que volver a mudarnos y quiero aprovechar el tiempo con ella al máximo.

La veo parada en la entrada de su casa con un pequeño vestido floreado que me encanta y que me genera muy malos pensamientos. Pero cuando estoy por llegar a su encuentro, Rámses sale de su casa, ella se da la vuelta y lo abraza por la cintura. Tengo que recordarme que ellos son amigos, mejores amigos de hecho, un título que me negué a tener porque aspiraba a algo más con ella. Entonces, Andrea se para en puntillas y le da un beso a Rámses en los labios. Él está tan sorprendido como lo estoy yo mientras miro la escena, pero no la rechaza. Andrea sonríe y envuelve sus brazos en el cuello de mi hermano y vuelve a besarlo, está vez con más intensidad, como nunca me ha besado a mí, haciéndolo retroceder hasta dentro de la casa.

La puerta se cierra con fuerza y su sonido retumba dentro de mí, como un eterno eco en el cascarón vacío que ahora soy. No tengo ni aire en mis pulmones o quizás sí y se me olvidó como respirar.

Han pasado ya dos horas desde ese momento y Rámses aún no regresa, lo sé porque lo estoy esperando en su habitación. Todas las cosas que pueden estar haciendo están pasando por mi cabeza en una insufrible pesadilla repetitiva.

Él sabe lo que siento por ella, se lo dije, le pedí consejos. Y a pesar de eso…

Es mi hermano. Tengo que recordármelo en todo momento. Podré molestarme con él, pero algún día también tendré que perdonarlo, porque compartimos la sangre, el ADN, a nuestro padre. Es mi hermano… y no le importó traicionarme.

Un mensaje hace vibrar mi teléfono.

—Tenemos que hablar, esto no está funcionando—dice Andrea—, ¿podemos vernos cuando llegues a la casa?

—Llegué hace rato—respondo con rapidez y molestia—, justo a tiempo para ver como metías tu lengua en la boca de mi hermano, así que no tenemos nada de qué hablar.

Le doy enviar al mensaje y no ha pasado mucho tiempo después cuando Rámses está parado frente a la puerta de mi cuarto.

Perra descarada, me escribe para que terminemos, cuando Rámses aún estaba allá con ella.

Él va a hablar, pero yo no lo dejo

—Sabes que amo a Andrea y no te importó.

Insiste en hablar, pero no me interesa lo que tenga que decirme.

—El karma es una mierda Rámses. Un día estarás en el mismo lugar donde yo estoy ahora. Yo me encargaré de eso.

.

.

.

Recuerdo ese momento como si fuese ayer. Vuelvo a mirar a Rámses y sigue en la misma posición, recostado del mueble, con la rubia sentada encima de él.

Le está acariciando el brazo y le susurra algo que la hace sonrojar y reir. Es una chica linda y sin embargo Rámses pareciera no verlo.

—¿Qué dicen si ordenamos pizza?—pregunto sentándome al lado de ellos.

La rubia se avergüenza con mi presencia y se baja del regazo de Rámses. El francés me mirá molesto y yo le sonrío. Acabo de interrumpir sus planes.

Acordamos pizza, pero no tenemos efectivo suficiente. Rámses que es el único con tarjeta, mi papá aun no me levanta el castigo con la mia, debe ir a comprarla, pero su amiga rubia se queda, está escapada de la casa y no quieren que la descubran.

Nada de esto es casualidad y Rámses lo sabe. Me da una mirada de advertencia antes de salir que me hace reir otra vez.

—¿Y donde creen que están tus papás?

—En casa de Martha, estudiando.

—¿Martha, la chica del cabello corto?—pregunto como si no supiese la respuesta.

—Si, ella. Es mi mejor amiga.

—Ya sé quién es. Tú eres muchísimo más linda.

Ella sonríe y se sonroja.

El control del televisor está en el otro extremo del mueble y me estiro por encima de ella para tomarlo. Ese movimiento me deja sentado más cerca.

No es la primera vez que esto pasa tampoco y ella como todas las otras veces se pone nerviosa pero no se aleja, ni me rechaza.

—¿Tienes frio?—pregunto porque la veo temblar, se que son nervios, pero es la única excusa que tengo para abrazarla.

Ahora soy yo quien acaricio su hombro desnudo. Está tensa, nerviosa y quizás expentante.

—¿Te gusta ésta película?—poco me importa si lo hace o no, solo quiero que volteé el rostro para verme.

Y lo hace.

Acaricio su mejilla con suavidad mientras veo sus labios rosados. Avanzó menos de un centímetro en su dirección y ella acorta igualmente la distancia.

Si será perra… por lo menos debería hacerse un poco la dura.

Podría besarla, me gustaría hacerlo… pero no es esto de lo que va mi juego.

Rámses abre la puerta de la casa cuando ella aun me mira los labios deseando que la bese. El francés azota la puerta con fuerza y la rubia salta lejos de mí.

Tuerzo mi sonrisa mirando a mi hermano. La rubia se siente culpable y debería. Me levanto del mueble y sigo a mi hermano hasta la cocina.

—¿La besaste?—me pregunta mientras deja caer la caja con la pizza rudamente sobre la mesa.

Yo la abro y saco una rebanada.

—Nah… no me gusta tanto así, pero ya la viste, yo a ella si.

—¿Cuántas veces ha pasado eso?.

—Un par de veces—le recuerdo—. Cada vez sede más.

Él bufa y saca un pedazo de pizza para él y coloca otro en el plato para la rubia. Yo sirvo las bebidas.

—¿De verdad no la besaste? Ella se veía muy… dispuesta.

Era increíble lo poco que mi hermano se conectaba con las personas con las que salía, ni siquiera con Marié hizo realmente una conexión.

—No, sabes que tengo mis límites. Así no es el juego. La idea es que quieras odiarme, pero no puedas porque no he hecho nada.

—Muy distinto de lo que pasó conmigo. Me odiaste porque yo si hice algo con Andrea.

Su nombre aun me molesta en boca de él.

—Asi mismo es, hermano.

—Bien… tú ganas. Ella no me ha comentado tampoco de tus insinuaciones. Ya no quiero seguir saliendo con ella si es capaz de casi besarte.

Mi sonrisa es amplia porque gané, aunque una parte de mi se siente bastante miserable. Esa parte la acallo, no quiero escucharla.

—El Karma hermano… el karma. Algún día llegará una chica que se resista a mis encantos y darás jaque mate al juego—es algo que deseo de corazón.

—¿No has pensando que estás acumulando mal karma con todo este juego?. Capaz que te enamoras de una chica que solo tenga ojos para mí.

—Si eso llega a ocurrir te juro que no me interpondré entre ustedes. Te lo juro por mamá.

—Bien… ahora vamos, ya hemos tardado mucho. Es una lastima tener que dejar de verla, besa muy bien y esa boca… es una garganta profunda… ¡Dios!.

—¿Me dices eso ahora? ¡Que mal hermano eres! De lo que me perdí…

—Ya te tocará un día tu propia garganta profunda.

Pusimos nuestros mejores semblantes serios y regresamos a la sala, donde la rubia nos esperaba, ansiosa y nerviosa. Comimos en silencio y cuando terminé me encerré en mi cuarto. Pocos minutos despues entró mi hermano y se tumbó a mi lado.

Ambos jugueteábamos con nuestros teléfonos.

—¿Y eso?—era una frase motivacional sobre un fondo de multiples colores.

—Me gusta esta página—Rámses comenzó a mostrarme algunos de los mensajes que tenían publicados.

Sabía que mi hermano leía de todo, pero no me lo imaginaba, con su mal humor eterno, leyendo ningun libro de autoayuda, menos siguiendo esa pagina.

—“No busques el momento perfecto, solo busca el momento y hazlo perfecto”—leí en voz alta—. Tú nunca dejas de sorprenderme. Que cosa tan cursi.

Rámses se encogió de hombros. Pocos segundos despues me llegó una publicación compartida enviada por él.

—“Tu hermano siempre será el enemigo que más quieres”—volví a leer—. Bien, me convenciste. Seguiré la página.

Entonces navegué entre los mensajes y uno me hizo reír, se lo envié y me envió un corazón en respuesta.

“Mirar a tu hermano y pensar: “Yo si daría mi vida por este idiota”…”.

—Me gusta “Ameliadeletrasycolores”—confirmó.

—A mi también—coincidí.

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