No Juzgues La Portada. Curiosidades
Sinopsis
No Juzgues La Portada, dejó muchas preguntas y curiosidades sobre el pasado de sus personajes, sobre lo que ocurría cuando no estaban nuestros protagonistas para contarnos: en este libro conoceremos algunas de ellas
Rámses es Francés y Gabriel Portugués. ¿Cómo es esto posible?.
Esta es una de las preguntas que más he respondido desde que planteé el problema.
Nuestro sexy huracán Rámses nació en Marsella-Francia, pero Fernando, que ya trabajaba como diplomático, fue transferido para Portugal, donde Karen dio a luz a nuestro terremoto Gabriel.
Eso es posible que ya lo supieran o asumirán, pero lo que no saben es:
La diferencia de edad entre Rámses y Gabriel es solo de 10 meses. Porque nuestro querido Fernando no respetó la regla de la cuarentena de las mujeres que recién dan a luz, esa es la versión oficial para todos.
Cuando la familia O’Pherer, Karen, Fernando y el pequeño Rámses, llegaron a Portugal, no tenían ni idea de que Karen se encontraba esperando a su segundo hijo.
Fue toda una sorpresa cuando las náuseas matutinas y los mareos reaparecieron en Karen cuando Rámses tenía 3 meses de edad.
—¿Será que comiste algo en mal estado?—preguntaba Fernando desde la puerta del cuarto, mientras acunaba a Rámses en sus brazos.
—No lo sé.
Karen se desplomó en el piso del baño agotada del esfuerzo. Estaba amamantando al pequeño cuando una violenta arcada la hizo levantarse con rapidez. Menos mal que Fernando estaba cerca y logró tomar al pequeño mientras ella corría al baño.
Fernando sintió al pequeño relajarse en sus brazos y lo acostó en la cama, teniendo cuidado de colocar las almohadas a su alrededor.
Ayudó a su esposa a levantarse el piso y la sentó en la taza del baño, mientras que con una toalla humedecida limpiaba su frente y la refrescaba. Estaba palida y sudaba.
La tuvo que ayudar a llegar a la cama porque en cuanto se levantó se mareó.
—Avisaré que no iré a la oficina. No puedo dejarte sola en ese estado. Tendremos que llamar a Hayden, no me atrevo a darte nada porque estas amamantando.
Karen asintió y escuchó cuando su esposo marcaba el teléfono de su amigo.
Karen se giró en la cama y contempló a su hijo durmiendo, sus manitas apretadas con fuerza, sus mejillas redonditas.
Fernando regresó a la habitación aun con el teléfono en manos.
—No creo que tengan que preocuparse, quizás sea una virosis estomacal, si sigue vomitando avísame de inmediato. No es como si no hubiesen respetado la cuarentena—Hayden bromeó pero la pareja palideció.
—Claro, te llamo después—colgó rápidamente Fernando.
—¡Mierda! Tu eres capaz de haberme preñado en un solo polvo. ¡Dios, te mataré Fernando!.
—¡¿Yo?!—su voz fue una mezcla entre diversión y sorpresa—. Te recuerdo que tu me tenias esposado en la cama.
—Escucha, no caigamos en pánico. Ve a comprar una prueba casera de embarazo y salgamos de este susto de una buena vez.
.
.
La pareja contemplaba absortos el resultado positivo de la prueba.
—¿Son seguras? ¿Estas segura de lo que hiciste bien? ¿Cuánto orine pusiste?.
—Te digo que sí, que estoy segura. Estoy embarazada. No te alegres tanto, serás tú quien le explique a Hayden que no respetaste la cuarentena y más te vale no decirle la verdad.
Fernando se reía entusiasmado y feliz por la noticia. Luego la comprensión cayó sobre él y se sentó al lado de su esposa en la cama.
— Merde Tu ne pourrais pas attendre que je récupère mes énergies pour avoir la seconde?- Mierda. ¿No podías esperar a que recuperase mis energías para tener el segundo?.
—Ay, Feo. ¿Qué vamos a hacer?.
—¿Cómo que qué vamos a hacer?. Obviamente buscar un lugar mas grande, alguien que ayude en la casa y un nuevo padrino, porque Hayden de seguro deja de hablarnos por un tiempo.
—Feo…—ella lo miró con esos ojos miel que hacían que él hiciera lo que pidiese.
Con tantos años conociéndose también aprendió a leerlos a la perfección.
—He intentado contactarlo, pero se mudó de departamento. Solo tengo una dirección. Si no me responde las cartas, iré hasta allá.
—Feo, tráelo aunque sea amarrado. Si tu no lo haces, te juro que me montaré en un avión y lo arrastraré hasta acá por los testículos.
—Me aseguraré de ponerle eso a Mike en la carta.
—Fernando…
—Lo sé, ma vie - mi vida, lo traeré.
—Lo extraño demasiado. Es un imbécil, engreído abogaducho, pero lo extraño.
—Yo también lo extraño. Quedate tranquila. Ahora solo piensa en como se lo diremos a Hayden.
—¿Diremos?. Ya te dije que tú eres quien le dará la maravillosa noticia.
.
.
Por recomendación médica Karen no pudo seguir amamantando a Rámses mientras gestaba a Gabriel, eso a ella le afectó mucho, haciéndola sentir culpable.
—No llores, te pondrás más fea.
—Me siento tan mal.
—Lo sé, pero ya escuchaste a Hayden, no puedes seguir amamantando a Rámses, embarazada de Gabrielle.
—No entiendes, me duelen los senos cuando a él le da hambre y ni siquiera pueda darle yo el biberón, sino tú.
—Se acostumbrará, ya verás.
—Te odio
—No es cierto, me amas, fea.
Karen, estaba realmente entristecida. Se sintió culpable por quitarle a Rámses algo tan indispensable para su conexión entre madre e hija. Se prometió compensarlo, fortalecer el vínculo que los unía para que no sintiera celos de su hermano menor cuando lo viese amamantándose.
Y en su afán de compensar lo que le quitó a su hijo mayor y que si pudo darle a su hijo menor, desarrolló más compenetración con el francesito, y el portuguesito lo notó, y así comenzarían los problemas de celos entre los hermanos.
—Bien, te amo, pero solo porque te ves muy sexy con Rámses en brazos. Te esperaré en la cama, harás que me sienta mejor y mas te vale que te destaques, ya no me puedes dejar más embarazada de lo que estoy.
La embarazada salió de la habitación y dejó a papá e hijo solos. Cuando el biberón se acabó Fernando lo colocó sobre su hombro y palmeó su espalda para sacarle los gases. Se balanceaba lentamente de un lado al otro, tratando de dormirlo al mismo tiempo.
—Bueno hijo, es hora de dormir. Papá está muy cansado y todavía tiene que consentir a tu mamá.
El bebé se quejó cuando lo acostó en su cuna, pero se quedó tranquilo.
.
Cuando entró a la habitación que compartía con su esposa, la vio sentada en la cama, con sus piernas cruzadas y su vientre abultado. Sostenía unas cartas en la mano y estaba llorando. Fernando se apresuró a llegar a su lado.
Ella no podía hablar con sus llantos, entonces Fernando tomó los papeles y vio que eran las cartas que estuvieron escribiéndole a Mike, todas devueltas por dirección errónea.
La embarazada tuvo un arrebato de ira, esas que dan cuando las hormonas gestacionales alteran todo el organismo femenino. Tomó el teléfono y llamó a Hayden.
—Dame la dirección de Mike—exigió—. Esto se acabó. Fernando irá a buscarlo, asi que dame la dirección que se que la debes tener y no le mientas a una mujer embarazada, Hayden, porque puedo hacer tu vida miserable.
—Tardaron mucho en pedirla. ¿Tienes donde anotar?.
.
.